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Roommates por Elle Trancy

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El viento soplo gélido y penetrante, calándose por dentro de su traje impermeable hasta calarle los huesos. Su piel se erizo, no solo por el frio, sino por los nervios. Apretó los dientes y los puños más serio que nunca.

 

Cuando llegaba a esa tan poco concurrida pista a esas horas de la noche, se convertía en alguien totalmente diferente a quien era normalmente; Era otra persona. Dejaba de lado cualquier rastro de la característica personalidad que tenía y quería seguir teniendo para que lo peor de él pudiera salir.

 

Volteaba la moneda para que todos solo puedan ver esa cara; La ruda, la impenetrable. La que todos creían indestructible.

 

Suspiro soltando lo poco de su naturaleza que le quedaba en un espeso vaho y se metió de una vez por todas de lleno en su personaje.

 

Su expresión cambio, sus ojos entornados fijos en el camino solo inspiraban miedo y reto a quien los mirara, su boca en una línea seria con un ceño fruncido que no flaqueaba su semblante. Hasta su caminar se volvió arrogante y seguro de cada paso que daba.

 

Alguien diferente a quien había llegado al lugar unas horas antes.

 

A sus oídos llego al fin el bullicio, el bajo de la música que retumbaba el cañón y las personas hablando. El humo de los neumáticos y cientos de cigarrillos y cuanta sustancia estuviese sido consumida envolviéndolo todo y a todos en el ambiente. La cadera de una chica le rozo la pierna al pasar por su lado. El la miro con su diminuta falda desfilar para el enseñándole que bajo esa falda no había más prendas.

Sonrió de medio lado y siguió avanzando hasta el automóvil que lo esperaba. Esta vez le había dado un Mustang 550 color negro.

 

Subió sin prestarle mucha atención a los detalles, al fin y al cabo solo lo utilizaría para esa carrera y tendría que devolverlo.

 

-          Oye – Le tocaron la ventana, era aquel hombre de aspecto temible. Él bajo el vidrio con brusquedad – Recuerda que si el auto recibe un rayón, yo te los haré a ti en la cara. ¿Entendido?

El aludido no cambio su expresión limitándose solo a asentir con seriedad.

 

-          Y otra cosa; Gana. – La mirada asesina de su interlocutor lo persiguió hasta que él piso el acelerador para dirigirse a la línea de partida.

La pista en sí, era un suicidio. Y era a propósito.

 

El evento siempre era más interesante cuando había sangre, y pasaba como capítulo para la historia si había muertos…

 

Una chica se posó frente al auto sin mirar a su dirección, en cambio su mirada se concentraba a su derecha por donde el otro competidor se acercaba con una ovación de personas siguiéndolo de cerca, silbando y gritando su apodo en muestra de apoyo.

 

Él solo se limitó a ponerse su máscara de spikes que le representaba e hizo ronronear el motor para que se mantuviera caliente.

El auto enemigo se posó a su lado mientras su conductor quien descaradamente tenia las ventanillas abajo le tocaba la bocina. Volteo desinteresado en lo que el otro tenía que decir. Sin embargo no hubo insultos, gritos o consiguió que le dedicara el dedo del medio. El hombre de al lado solo le hizo un gesto.

 

Un importante gesto que pretendía  ponerle nervioso; Pasó su pulgar inclinado por su cuello lentamente y luego lo señalo.

“Te voy a matar”

 

Él sólo volvió su rostro naturalmente al frente y observo atento a la chica quien agitaba una bandera sobre su cabeza. Volvió a hacer ronronear el motor quemando algo de llanta en el proceso. Entorno los ojos al más mínimo movimiento de la chica, la adrenalina le acariciaba el alma y la emoción se acomodaba sobre su esófago.

 

¿READY?

 

El motor ronroneo furioso a su lado.

 

¡SET!

 

Podría sentir la mirada del enemigo sobre él…

 

¡GO!

 

Soltó la palanca y el auto como una pluma ligera se deslizo al lado de la mujer haciendo que su falda subiera hasta la espalda.

 

En tres segundos ya veía a los espectadores como hormigas en la lejanía. Por un momento creyó que había tomado la suficiente ventaja, pero descarto en cuento vio a su oponente alcanzarle a su izquierda.

 

-          Eso supuse – Se dijo a su mismo y metió tercera.

 

La primera curva le llego diez metros después, él sin soltar el acelerador la supero sobrepasando por pocos centímetros al otro.

Sonrió de medio lado bajo la máscara. La autopista estaba desierta por lo que no se frenó en pensar que tal vez estaba hundiendo demasiado el acelerador.

 

Tras siete curvas de la muerte, con el asfalto cubierto de arena lo que hacía que los neumáticos vacilaran en su dirección, cual serpiente se tratase; Un metro y medio era la distancia entre un auto y el otro.

 

Peligrosamente vio como ese metro era recortado a tal manera que no dudaba que; Si sacaba la mano por la ventanilla podía tocar el auto de su oponente.

 

Fue cuando sintió el primer golpe.

 

-          ¡Mierda! ¡No! – exclamo recordando las palabras del hombre de hace un momento.

Giro el volante lo suficiente para buscar alejarse de las embestidas, pero fue en vano, este seguía golpeándolo.

 

Pensó en sus posibilidades. El tiempo aunque parecía haberse detenido, en realidad iba mucho más rápido de lo que debería y él hubiese querido.

 

Se le estaba acabando las oportunidades y el turno para reaccionar. Vio a la distancia como metro a metro, segundo a segundo una mortal curva se acercaba inminente y amenazadora. El otro corredor parecía no darle importancia o simplemente no se había dado cuenta ya que seguía arañando la pintura del auto con los roces, poco a poco estaba volviendo añicos la carrocería.

 

Solo tenía dos opciones: O aceleraba y se arriesgaba a perder la vida tratando de conquistar aquella curva (Lo cual era ridículamente imposible, tomando en cuenta la velocidad a la que iban y los grados a superar en la circunferencia. No había que ser un genio para saber la respuesta) lo más probable seria como resultado el conseguir romper la débil cerca de seguridad y salir literalmente volando de allí.

 

La otra opción era frenar, y si su oponente lograba superar la curva con éxito pues asumir la culpa y la derrota.

 

Tras 5 segundos de reflexionar y con el reloj de arena casi completo, decidió hacer lo más sensato: Rendirse.

 

Soltó el pedal acelerador y tocó el freno haciendo que, en la fricción, estallaran varios neumáticos. Inmediatamente y sumándole lo difícil que se convertía el camino con la arena en él, el auto comenzó a dar vueltas sobre el pavimento golpeando a su conductor contra las paredes del interior. Voló sobre el asfalto dando piruetas mientras durante medio segundo pudo ver como su oponente sin poder evitarlo: Salía disparado por la valla de contención encontrando su muerte cuando llegase al fondo.

 

Cerró los ojos y golpeo su cabeza contra el vidrio tan fuertemente que este cedió y se rompió.

 

-          ¿Yo…también…moriré? – Pensó mientras era golpeado una y otra vez contra el techo - ¿Acaso este es mi fin…?

Su vida paso frente a sus ojos. Recordó a sus padres, a sus amigos, a su primer amor. Recordó a su mejor amigo pidiéndole que no vaya, imagino que saldría en los periódicos y todas las personas cercanas a él se enterarían de su vida secreta. Pensó en el dolor que les causaría a las personas que amaba…

 

Tras varias vueltas y a menos de dos menos del salto por donde su enemigo se había ido segundos antes, al fin, paró.

 

Con las llantas apuntando al cielo estrellado y el auto totalmente destrozado e inservible se dio cuenta que seguía consiente. Muy mal herido, pero estaba vivo…aún…

 

Se quitó la máscara que ya tenía los spikes partidos y tosió para que la sangre que se agolpaba en su garganta no  consiguiera ahogarle. Si no había muerto con todo lo que le acababa de pasar, no moriría ahogado con su propia sangre. Intento moverse buscando como salir de allí si se encontraba de cabeza. Enseguida se dio cuenta de cuánto daño había recibido en las costillas, probablemente se había roto unas cuantas. Su brazo izquierdo colgaba inerte a su costado.

 

-          Me lo disloqué – Se dijo a si mismo sin sentir realmente mucho dolor.

Le tomó algo de tiempo, pero logro abrir la puerta, salió arrastrándose entre los vidrios. Su traje al ser especial para la ocasión no permitía que consiguiera más cortadas de las que ya tenía. Aunque eran apenas rasguños porque el traje y la máscara le habían protegido la piel. La misma colgaba de su cuello totalmente destrozada.

 

Consiguió alejarse lo suficiente del auto como para querer levantarse. Se dio cuenta lo afortunado que era: sus piernas funcionaban a la perfección.

 

Al poco tiempo de haber comenzado a andar pudo escuchar en la lejanía como las sirenas policiales retumbaban el cañón.

 

-          Mierda…no tardaran en encontrarme…

 

Apresuró el paso con dificultad mientras revisaba los bolsillos de su traje tanteando en cada uno hasta sentir el aparato que buscaba.

 

Su móvil tenía la pantalla astillada pero mientras lo manipulaba sin detener su paso supo que funcionaba a la perfección.

 

Marcó el número de la única persona que sabía que le ayudaría sin importar qué.

 

-          ¿Estás bien? – Fue lo primero que le preguntaron después del primer ring.

-          ¿Recuerdas donde nos veríamos si algo salía mal? – interrogo el corredor herido mientras escupía más sangre.

-          Sí… Per-

-          Nos vemos allí en 40 min – Interrumpió – No tardes.

-           

. * . * . * . * .

 

El desayuno nunca en la vida de todos había estado tan cargado de tensión. La incomodidad se sentía en el aire.

 

Jimin comía su desayuno mirando de un lado al otro, de izquierda a derecha solo usando los ojos quienes bailaban como si de un partido de tenis se tratase.

 

Él, quien estaba en el medio, tenía a Jin y Jungkook a su derecha: El mayor con una gran mueca de confusión e incomodidad tatuada en rostro y el menor con el ceño tan fruncido que probablemente le quedaría cicatriz.

 

A su izquierda, como de un cuadrilátero de boxeo se tratase, era un polo opuesto. Minjae masticaba como si la comida le hiciera cosquillas en la boca; Reprimiendo una sonrisa sin mucho éxito.

 

Y Tae…como si la comida le supiera a desgracia. Como si odiara cada bocado; Comía con tanta furia mientras competía contra Jungkook por el trofeo al ceño más fruncido.

 

Jimin carraspeo buscando las palabras para iniciar una conversación lo más trivial como sea posible, Jin a su lado dio un respingo mientras los otros tres lo miraron.

 

-          Me pasas la sal ¿Por favor…Jungkookie…?

El aludido obedeció sin tomar importancia que su amigo trataba de interrogarlo con la mirada.

 

La verdad era que solo JK y Tae sabían lo que había pasado en la habitación de ambos…

 

 

Animado y con más energía que nunca, el castaño se levantó de la cama después de plantarle un pequeño beso en los labios al rubio.

 

Sin borrar su sonrisa se estiro y vistió. Todo bajo la atenta mirada de Jin quien desde la cama no se perdía ni de un movimiento de su compañero.

 

Al salir de la habitación se topó cara a cara con Jimin quien se sonrojo enseguida al hacer contacto visual. Su amigo estaba saliendo de la habitación donde se supone que Minjae se alojaría esos días…

 

Su expresión de felicidad cambio a una de total confusión e incredibilidad al no poder encontrarse con los ojos de Jimin, estaba siendo evitado para que la confesión no se le fuera revelada por nada del mundo.

 

-          ¿Jiminie? ¿Tú…? ¿Con Minjae? – Tragó saliva mientras le señalaba acusándolo - ¿Dormiste con…? 

Jimin los ojos como platos y por fin le miró a la cara.

 

-          ¿Qué? ¡No, no! – se apresuró a responder. – Creo que quien se ha equivocado de habitación has sido tú…

Jungkook se sonrojó.

 

-          Y-yo solo le estaba haciendo compañía a Jin Hyung…

Jimin lo miro con cara de reproche. Y después de negar con la cabeza siguió con su camino y se encerró en el baño.

 

El castaño siguió con su camino hacia su habitación, tenía que recoger sus cosas para dirigirse a la universidad, en el camino reflexiono de algo tan obvio que casi se dio contra la pared al no darse cuenta antes.

 

Tomo la manilla de la puerta y la giró.

 

-          Si Jimin estaba en el cuarto de Minjae… - La puerta cedió – Y no durmió con él… ¿Eso quiere decir que Taehyung y…?

No pudo terminar la pregunta ya que al abrir la puerta pudo verlos. Abrazados, con las piernas enredadas y en SU cama.

 

Jungkook era conocido por su personalidad pacífica… pero al encontrarse con esa escena no pudo más que arder en rabia.

 

Camino hacia ellos y les quitó la cobija de encima.

 

-          ¡KIM TAEHYUNG! – Le gritó haciendo que el aludido saltara de la cama sin saber que pasaba. Estaba solo en boxers.

 

Minjae no traía la parte de arriba del pijama, pero traía la parte de abajo. Se restregó los ojos tratando de ver quien les había despertado de esa manera. Aunque él, en el fondo de su alma, ya lo sabía.

 

-          ¿Y a ti qué coño te pasa? – Le pregunto cuando ya pudo ver bien. Taehyung aún no coordinaba que era lo que estaba pasando.

 

-          ¡Tú te callas! – Le dijo a Minjae – Y te vas de esta habitación ¡YA!

El pelinegro se encogió de hombros, tomo sus prendas y mientras sonreía de medio lado se retiró cerrando la puerta tras sí.

 

-          ¿Me puedes explicar que hacia él durmiendo aquí…contigo? – interrogo con los brazos cruzados sobre el pecho.

Taehyung bostezo mientras se rascaba el abdomen.

 

-          Lo mismo que tú con Jin Hyung… - respondió con toda tranquilidad y pasó por su lado dispuesto a acabar con la conversación.

Jungkook se descoloco sin saber que decir. Solo actuó. Tomó a su compañero del brazo y lo lanzó en la cama. Se subió sobre él tomándolo de las muñecas y aprisionando su cuerpo contra el colchón.

 

-          ¡Suéltame, Jungkook! ¡Suéltame ahora! – le grito Taehyung luchando por zafarse del agarre del castaño. Podía ser el menor, pero tenía una gran fuerza.

-          ¿Qué te pasa? ¿De todas las personas tenía que ser él? Sabes que él no me agrada, que estoy luchando día a día para no partirle la boca, que odio que este cerca de ti y tú…¿Lo traes a nuestra habitación y…? – Dejo la frase sin completar.

-          ¿Y…? ¿Me lo follo? ¿Cómo hiciste tú con Jin Hyung? No seas descarado. Nada de esto hubiera pasado si tú me hubieses esperado aquí.

-          Estábamos solos ¿Qué querías que hiciera? – Interrogó.

-          ¿Es que acaso eres un jodido animal salvaje en celo o qué? – Forcejeó un poco más sin éxito - ¡Estás mal! ¡Suéltame!

Taehyung reunió las fuerzas suficientes para levantarse lo suficiente creyendo que ya había derrotado a Jungkook, pero se equivocó cuando su cabeza volvió a golpear la almohada.

-          ¿Por qué me haces esto? No me gusta que él esté cerca de ti, odio verlos juntos, odio que te toque, odio que te vea, que te hable, que respire el mismo aire que tú ¿Acaso no puedes entender eso?

-          No, Jungkook, de la misma manera en la que no puedo entender cómo es que terminaste en la cama con Hyung.

Jungkook guardo silencio. Poco a poco soltó las manos de Tae dejando sus muñecas rojas por el maltrato.

 

Se quitó de encima de su compañero, tomó sus cosas y se fue de la casa.

 

 Esa noche ni siquiera Jungkook pudo responderse porque le afectaba tanto que Minjae y Taehyung hayan dormido juntos. La sola idea de que ellos se acostaron, se tocaron y fueron uno le torturaba la mente. Aunque él ni siquiera estaba seguro si todo eso había pasado.

Pero como cada ladrón juzga por su condición…

 

Ya no quería pensar en nada de eso. Pero su imaginación lo torturaba.

Se imaginaba a Tae gimiendo bajo el cuerpo de Minjae, las manos del pelinegro acariciándole la espalda, halándole el cabello…

 

Simplemente no podía soportarlo. Rezaba porque llegara el día en que Minjae se tenga que ir…

 

 

-          Jungkookie… Así que… ¿Hoy conoceremos al nuevo roommate? – preguntó Jimin con aquella vocecita que lo caracterizaba sacándolo de sus pensamientos-

 

El castaño asintió y siguió comiendo. Justo en ese momento escucharon como sonaba el timbre de la puerta.

 

-          Hablando de roma… - Dijo Jin y se levantó.

En la puerta, esperando con una sonrisa ladeada donde unos característicos hoyuelos en las mejillas se dejaban notar; Estaba el chico nuevo.

 

Jin lo observo paralizado en el umbral de la puerta. Sin poder reaccionar ante aquel hombre. Éste le guiño un ojo.

El rubio tuvo que tragar en seco.

 

-          ¿No me vas a dejar pasar? 


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