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Una promesa congelada por Miky15E

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Notas del capitulo:

 

¡Disfruten! 

Una semana había transcurrido desde la última vez que Viktor tuvo una charla amena con su hijo. Se veían sólo porque vivían juntos, pero si por Yurio fuera, no se hubiera quedado con el hombre que le mintió.


El rubio sabía que con su actitud hería a su padre y no le importaba. Prefería que le doliera su indiferencia porque él también estaba lastimado. Quizá era injusto, pero no quería ni mirarlo a la cara o lo insultaría. Salía con JJ, quien le aconsejaba hablar con su papá porque, según él, tenía motivos ocultos.


¿Más engaños? ¿Se le podía llamar vida a esa farsa? Ni siquiera estaba seguro de que su padre era su padre. Cabía la posibilidad de que Viktor lo haya dado a luz y no esa mujer desconocida. No recordaba bien su infancia, pero siempre escuchó lo mismo: su madre murió en el parto.


¿Y si su madre es su padre? ¿Y si su padre falleció o los abandonó? ¿Y si él es un maldito estorbo? ¿De dónde había salido ese apellido? Un omega embarazado sin alfa era un asunto peligroso. Además, los omegas que no eran marcados y se reproducían eran llevados ante un juez para arrebatarles la custodia de los hijos.


Así es la sociedad en la que coexistían. Los omegas debían tener un alfa y una marca si querían procrear. Si sucedía todo lo contrario, los omegas eran los principales afectados al quitarles el derecho de educar y ver crecer a sus hijos.


¿Cómo pudo pasar desapercibido Viktor Nikiforov? ¿Cuánto tiempo ocultó su naturaleza? ¿Y cuánto tiempo se ha drogado con esos medicamentos para convertirse en un alfa? ¿En verdad lo hizo por él? ¿Era tan valioso un bebé que apenas iba a nacer?


—JJ, ¿cuántos años ha ingerido pastillas? —El de ojos verde azulado se hallaba sentado frente a su guardaespaldas en una pizzería.


—¿Hm? Creo que más de catorce años —murmuró. El azabache no había querido tocar ese tema porque Yurio aún estaba reacio a oír explicaciones—. Y sí, sí afecta su organismo. Es cierto lo que leíste en internet. El tratamiento no es muy conocido y es una leyenda, pero el doctor de tu padre encabeza al grupo que investiga ese campo. Él creó los supresores y Viktor llegó a sus manos cuando más lo necesitaba.


—¿Por qué haría algo que destruye su salud? —preguntó dejando caer la porción de pizza en el plato.


—Sé que piensas que era mejor abortarte, pero tú ya tenías dos años. Eras su pequeña lucecita en el camino. —Se recargó en el asiento y suspiró profundo—. ¿Quieres saber por qué no te ha dicho su pasado?


—Sí —asintió cruzando miradas con JJ—. Dímelo.


—Pues bien, princesita tonta, tu padre es el hijo bastardo de un asesino y una mesera. Fue criado nueve años con su madre y cinco años con ese hombre que le enseñó a disparar, pelear y matar. Cuando cumplió los catorce y se supo que era omega, lo echaron de la casa porque no servía. —Se inclinó hacia adelante y sostuvo a Yurio del mentón con la mano derecha—. Los siguientes dos años vivió en una cabaña con una pareja que murió para protegerlo a él y a ti. Huyó contigo y, ¿sabes a dónde fue? A la calle. —Liberó el agarre del menor y rió amargamente—. No lo sabías y aun así pretendes estar en la cima. ¿Crees que no sufrió y no lloró? ¿Crees que no estaba en los huesos? Viktor no era lo que es hoy. Aceptó ese tratamiento por ti, porque pensó que te merecías las horas de dolor al ser inyectado con sustancias que lo quemaban por dentro o el día que se desmayó y estuvo inconsciente una semana. Lo soportó por ti, un hijo inmaduro que escapa. —Se levantó y tragó saliva. Había sido rudo con Yurio y las lágrimas se lo demostraban, pero al menos reaccionaría—. Vámonos.


—S-Sí —balbuceó y siguió llorando hasta entrar al auto de JJ.


—Lo siento. Viktor es preciado para mí. Tú no eres culpable, sólo esperaba que recapacitaras y me excedí. Lo siento —murmulló sin recibir una respuesta del otro, por lo que puso en marcha el carro.



—¿Qué? —cuestionó negando con ligeros movimientos de cabeza—. Es imposible.


—Era una de las consecuencias, Viktor —expresó Francis Wood y colocó la carpeta con los resultados de su paciente en el escritorio—. Lo acordamos ese día. Estaba en juego tu salud, tu cuerpo y tu capacidad para tener un bebé.


—¡Pero dijiste que…! Tú dijiste que tenía una oportunidad —susurró sollozando. Él no podía ser estéril, no cuando Yuuri deseaba un bebé.


—Viktor, te ordené que no rebasaras la dosis y lo hiciste por tu alfa. Te avisé que sería contraproducente y éstos son los efectos secundarios. Eres estéril —confirmó, rompiendo las vagas esperanzas del peliplata.


—Perdón —se disculpó con una voz quebrada y triste.


—Devuélveme las pastillas y los frascos, no los tires a la basura. Te recetaré supresores normales, igual que a tu hijo.


Ahora era un omega común y corriente. No, los omegas comunes y corrientes tenían alfas, se embarazaban y creaban una linda familia. Él ya no era eso. Las elecciones que hizo y los errores que cometió le estaban cobrando muy caro.



—¿Papá? —llamó y no obtuvo ni un susurro—. No está —informó a JJ, que venía detrás de él.


—Andará en la empresa o con Yuuri. —Empezó a avanzar persiguiendo a Yurio por el pasillo de la entrada, pero el sonido del timbre lo obligó a regresar y atender—. Oh, eres tú, Katsuki.


—¿Sabes dónde está Viktor? Le marqué a su celular y me mandó a buzón. En la mañana me mensajeó diciendo que iría con su doctor y ya no se comunicó —musitó preocupado. Dedujo, por la expresión de Jean, que ahí no se encontraba—. Lo buscaré.


—¿Qué es? —El rubio se asomó y bufó tan pronto como vio a Yuuri—. ¿Y el viejo?


—Si fue al hospital solo, hay que localizarlo —aseveró JJ apretando los puños.


—¿A quién localizarán? —El peliblanco se abrió paso entre Yuuri y Leroy, interponiéndose en medio.


—¡A ti! —exclamó un Katsuki con lagrimillas en los ojos—. Joder, no me asustes.


—¿Te asusté? —Carcajeó enternecido por el comportamiento dulce de su alfa y le alborotó los cabellos, consolándolo—. La batería de mi celular se acabó y Francis me invitó un café.


—¿Ese rabo verde? —bramó JJ. Jamás le había gustado ese tipo porque creía que tenía malas intenciones con Viktor—. ¿Y? ¿Cómo te fue?


—Ah, seré un omega con supresores normales —aseguró sin observar ni un segundo a su hijo, pues tenía miedo de su rechazo.


—¡Genial! —vociferó Jean y brincó de alegría. Al fin los problemas finalizaban—. Esperemos que en el futuro consuman su amor en una boda y me hagan tío.


—¿Tío? —replicó el mayor de los Nikiforov y únicamente sonrió forzado—. Claro, claro. Es pronto para los bebés.


—No me molestaría —titubeó Yuuri, sonrojándose hasta las orejas. Ya habían tenido sexo sin protección, así que su omega podía estar embarazado.


—Cenemos. —Viktor entró a su apartamento y se apresuró a llegar a la cocina para servirse un vaso de agua y olvidar esa conversación. No debía llorar. Le diría a Yuuri después, cuando se sintiera listo.


—¿Pedimos o cocinamos? —El pelinegro se avecinó a su novio y lo rodeó por la parte trasera, apoyando su barbilla en el hombro izquierdo del peliplata—. Te conozco. ¿Qué más te dijo tu médico?


—Es todo —articuló nervioso.


—No, no lo es —refutó Katsuki. No es que estuviera enojado, sabía que Viktor desconfiaba mucho de las personas, pero él no iba a traicionarlo. Él lo amaba.


—¿En serio quieres saberlo? —Se apartó de su alfa y lo enfrentó. Contempló ese par de ojos cafés y se detestó. Era incapaz de llevar en su vientre al bebé de ambos. Hubiera sido hermoso ver a un niño igualito a Yuuri.  


—No te odiaré. Yo te amo más que a mí mismo. —Atrajo al peliblanco hacia él y lo ciñó a su cuerpo.


—Yo… Yo no podré cumplir tu sueño porque soy estéril.  

Notas finales:

Este fanfic no es género Angst. El sufrimiento de mis personajes, principalmente de Viktor, es parte de su crecimiento en la historia. Lo aclaro porque puede parecer que será un fanfic lleno de tragedia, lágrimas y mucho dolor, pero no es así. xD Hay escenas románticas y lemon. También hay tristeza y eso será pasajero.


 


Bueno, ahora sí, ¡nos leemos el sábado! <3 


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