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Una promesa congelada por Miky15E

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Notas del capitulo:

¡Disfruten!

—Ese maldito viejo asqueroso —gruñó el pelinegro sentado en la orilla de su cama.


Hace veinte minutos habían llegado al apartamento del menor y se encontraban en su habitación. Yuuri no paraba de maldecir y en su expresión se percibía su molestia, al contrario de Viktor, quien no se movía de la entrada de la recámara con la cabeza agachada sin hablar.


—¿Por qué no te defendiste? —preguntó observando a su omega, a pesar de que éste ni se dignaba a verlo—. Si no es por JJ, ese tipo te habría violado. ¿Entiendes la dimensión del asunto?


El peliplata no respondió. Quizá aún seguía en estado de shock o simplemente tenía miedo de la reacción del alfa. Y no era lo único que pensaba, también se torturaba recordando el sobre y las fotografías que recibió en su oficina. ¿Nunca fue libre? ¿Jamás se rindieron con su búsqueda? ¿Qué sería de Yurio?


—¡Joder, Viktor! —exclamó estallando. Se reincorporó y se acercó hasta donde estaba su pareja—. ¿Estás asustado?


—Terminemos —murmulló alzando la vista hacia Katsuki—. No estaré preparado para enfrentarme a esto. Yo nací como omega, pero no lo soy.


—¿Qué? ¿Quieres huir? —Colocó sus manos a la altura de los hombros de Nikiforov, acorralándolo—. ¿Me prometiste que no escaparías y es lo primero que haces? Siempre te largas.


—Sí, siempre me largo —afirmó con los ojos empañados en lágrimas—-. Por esa razón vamos a acabar con este noviazgo.


—¿Sabes que ya estás marcado? Eres mío —recalcó enojado y triste. Deseaba sentirse superior a sus emociones, pero éstas lo amargaban con cada palabra de Viktor—. ¿Por qué quieres abandonarme? ¿No me amas?


—Es una pregunta estúpida —murmuró con una sonrisa fingida en su rostro, algo que no lucía bien en él.


—Entonces no te acobardes. No me dejes, no te des por vencido antes de luchar por nuestro amor. —Jaló al peliblanco de la cintura y lo abrazó, como si arrullara a ese cuerpo frío que se resistía a una caricia.


—Te haré daño —expresó y, poco después, sin finalizar su oración y siendo incapaz de confesarle la verdad, comenzó a llorar.


Lloró hasta que sus ojos se secaron y ninguna lágrima rodó en sus mejillas. Lloró pensando en un futuro incierto; un futuro que ni siquiera podía existir. Se culpó tantas veces por no atreverse a ser feliz con el hombre que amaba y por ser infértil. Anhelaba mucho y la vida no lo premiaba. Injusto o no, él no lo sabría, pero rogó por una nueva oportunidad.


Si cabía la posibilidad de que en su vientre creciera un bebé, no pediría más. No le importaba el costo, lo pagaría. Sólo uno; niño o niña, lo amaría por igual. Un bebé y se quedaría con Yuuri.


-n-


Dos meses transcurrieron sin problemas. Katsuki cumplió veinte años y Viktor cumplió treinta y uno. Celebraron juntos con Yurio y JJ en la playa porque ese sitio era hermoso y los tranquilizaba a todos.


Padre e hijo se comunicaban lo normal y necesario, pero nada era igual en el apartamento de la familia Nikiforov. Tal vez, Jean era quien conocía las inquietudes del rubio y el peliplata, sin embargo, no estaba en sus manos arreglar lo que ya no tenía reparación. Si ninguna de las partes se animaba a hablar, la situación continuaría así.


En cuanto a Viktor, él no había ido a su empresa. La última ocasión que entró a su oficina fue el día que se desmayó a causa del sedante que le suministraron. Luego de eso, avisó que faltaría, canceló varias citas y contratos, y dejó de encargado a Chris. ¿Cuándo regresaría? No sabía.


—Mañana es fin de año, ¿Yuuri vendrá? —cuestionó Leroy, sirviéndose vino en una copa de vidrio.


—No, sus papás lo llamaron ayer. Hoy tuvo que haber salido en un vuelo —musitó agarrando una manzana roja del frutero de la encimera.


—¿Hay señales de tu celo? —Se volteó para guardar la botella en el refrigerador y aprovechó a sacar una lonchera con queso cortado en cubos.


—No, los supresores me han funcionado. —Recargó su espalda en la pared de atrás y mordió un pedazo de la fruta dulce que sostenía con la mano derecha.


—Ah, invité a Yurio a una pista de patinaje. ¿Quieres acompañarnos? —Se giró y colocó la lonchera en la encimera para empezar a comer queso.


—Vayan ustedes y diviértanse. Estoy cansado… —Exhaló y se avecinó a su amigo, a quien le arrebató unos trozos de lo que comía—. Delicioso, ¿dónde lo compraste?


—Tu chico lo trajo —susurró y contempló la manera en que Viktor devoraba los pedazos de queso sin ser consciente de lo que hacía—. Oye, ¿tienes hambre? Cenamos hace una hora y casi te atragantas.


—Cállate, JJ —bramó y no se detuvo. Su estómago gruñía más y más.


Nikiforov hubiera arrasado con el aperitivo, sino es porque el timbre sonó y Jean lo llevó con él o acabaría con la comida del congelador.


—¡Santo Dios! —gritó al ver al personaje delante de él, novio del amo de la casa, con un ramo de rosas blancas.


—Hola —saludó, ya acostumbrado a los gestos exagerados de JJ e ingresó al apartamento como si fuera el segundo dueño.


—Yuuri —articuló y corrió a abalanzarse sobre el menor, sin interesarle aplastar las flores—. ¿Por qué? ¿Qué haces aquí? ¿Y tus papás?


—Ellos están en mi casa y desean que te presente.


—Yo estoy de mal tercio —cuchicheó Leroy, dirigiéndose al pasillo con la intención de ir a enfadar al gatito que hacía tarea.


—¿Estás seguro? —Se alejó del alfa algo nervioso, pero no negaría que también estaba contento.


—Sí, es hora de formalizar nuestra relación. —Se agachó para tirar el ramo en el piso y volvió a rodear la cadera de su omega—. Mañana pasaré por ti, tu amigo e hijo. No creas que los olvidé. Mis padres están enterados de Yurio.


—¿Y lo aceptan? —Envolvió el cuello de Katsuki con sus brazos y depositó un beso en esos labios suaves que solían recorrer centímetro a centímetro su piel.


—Aceptan mi felicidad y mi felicidad es contigo. —Caminó retrocediendo, hasta que chocaron con el mueble grande de la sala—. Me quedaré esta noche.


—¿Me harás el amor?


—Es mi plan. —Carcajeó y cargó desprevenido a su lindo novio, que se sorprendió, pero no lo rechazó ni un instante.


Avanzaron rumbo a la habitación del mayor y entraron en calma. Aseguraron la puerta para no ser interrumpidos y Yuuri recostó a Viktor en la cama. Subió encima del peliplata y, mientras sus dedos desabotonan el suéter de Nikiforov, su boca besaba las áreas que le atraían.


—Nh —jadeó contrayéndose en un fuerte espasmo.


El pelinegro descubrió el pecho de su amante y lamió ambos pezones rosados, remolineándolos con la punta de su lengua y estirándolos sin lastimar a su omega. El peliblanco se estremeció y gimió alto, ignorando que del otro lado se hallaba su hijo.


—A-Apresúrate —balbuceó avergonzado de su propio organismo que no se oponía, pero se arqueó al sentir un intenso dolor en su vientre y empujó a Yuuri.


—¿Viktor? —titubeó sin comprender el porqué de la repentina distancia.


—Perdón —se disculpó y se levantó, pero sus piernas tiritaron y lo tumbaron de rodillas.


—¡Viktor! —vociferó pegando un brinco para ayudarlo y lo apresó de la cintura e intentó ponerlo de pie.


—Baño —masculló tapándose la boca.


Katsuki hizo lo ordenado, si es que eso era una orden y lo metió al baño. Ahí, el omega se inclinó en el inodoro, siendo atacado por contracciones que lo obligaron a devolver los alimentos. Vomitó hasta quedar pálido y se desvaneció al minuto siguiente. 

Notas finales:

Estamos llegando a la mitad o un poco más de este fanfic. Esta semana la tendré un poco difícil y la siguiente también porque estoy en exámenes finales y debo entregar proyectos. Intentaré actualizar miércoles y sábado como lo hago, pero no les aseguro que haya dos actualizaciones. ¡Perdón! uvu 


 


Muchas gracias por continuar leyendo esta historia. Tengo en mente varias tramas, pero, por lo pronto, sólo escribiré Una promesa congelada y Mi niñera. Espero continúen siguiendo mis futuros trabajos. <3 


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