ASAMIXTAKABA (prologo)
Sus pasos eran imponentes, como su persona y más que nada esa mirada fiera, desde hace una semana que no sabe nada de su objeto precioso, su propiedad la cual él se hizo dueño contra esa voluntad y agallas más que nada; tomo siento y trato por todos los medios concentrarse en los documentos que descansaban en su escritorio. Por más que diera y analizara, su estrés y mal humor acrecentaba, ¿Cómo es posible que le perdiera el rastro a un mocoso? Por unos instantes vino a su mente la posibilidad de no saber más de Takaba Akihito; de ser cierto, una sola cosa, era más importante de lo que el admitiría, jamás vio esa oportunidad de amar.
Sus pensamientos reflexivos fueron interrumpidos por su Kirishima, solo esperaba que fueran noticias buenas o mejor dicho que supieran de una buena vez donde estaba ese chiquillo arrogante, le gustaba esa parte, que se negara a doblegarse para que al final él lo moldara a su gusto. Excitante. Furia. Y más que nada LUJURIA, una combinación perfecta y casi imposible de terminar con una sola vez, dos. Tres, las que fueran para saciarse ambos en los cuerpos contrarios, porque ya nadie le era atractivo, nada lo incendiaba más que ver a ese rubio de ojos verdes negarse al placer y dolor del delicioso sexo.
ASAMI- ¿y bien?
KIRISHIMA- va en dirección a su departamento.
No espero más para verlo, salió de su oficina, lo bueno es que el mismo era su jefe, solo de ser necesario, pero estrictamente “necesario” tendría que dejar su diversión para después, era una directa que solo se confirma con la mirada dorada, saldaría cuentas con el fotógrafo, las explicaciones vendrían después.
Takaba esperaba en su habitación, con el paso de algunos días se acostumbró a los lujos con los que vivía Asami, solo esa persona lograba enfurecerla en el ámbito sexual, siempre lo dejaba inconsciente, miro su puerta que le faltaba lo esencial, la chapa quedo inservible al recibir un plomazo y ahora no tenía nada que lo protegiera de ese demonio del sexo, no encontraba un defecto o un error en ese fuerte y atractivo hombre, su cuerpo bien trabajado y más que nada esa monstruosidad que tenía entre las piernas, a veces se preguntaba como su cuerpo recibía eso.
ASAMI- no sé si eres valiente o tonto por enfrentarme
TAKABA- A sami… yo…
ASAMI- espero algo más que tartamudeos, no hay excusa, tú me perteneces y no importa que estés de acuerdo o no. Acéptalo y nos ahorraremos estos dramas.
TAKABA- ese es el problema, soy una persona, no un mueble o un juguete que puedas usar cuando se te dé la gana, tengo sueños e ilusiones…
ASAMI- otra vez eso, ¿Qué hiciste exactamente durante siete días? Odio no saber tus pasos, lo sé cuándo ya está tu vida peligrando y no me queda de otra más que salvar tu trasero.
TAKABA- jhe, jhe, el cual no le das descanso hasta que yo termino desmayado y no puedo levantarme al día siguiente. Lo único que diré a mi favor es que necesitaba tiempo, no quiero depender de ti siempre, un día terminaras por aburrirte de mí y no quiero quedarme sin nada.
ASAMI- es más fácil que termine en la bancarrota que aburrirme de ti, de todas las personas con las que me he cruzado tú eres… a la que le he tenido mucha paciencia, sabes de sobra que no me gustan estas cursilerías.
TAKABA- pero yo si tengo que abrirte el corazón, por más barreras que ponga, las terminas por derrumbar… ¿Qué somos? Si ya te he dado todo… no me queda nada y yo no recibo nada de ti, solo sexo.
ASAMI- tienes una crisis existencial, y ahora has mencionado algo importante… y no aceptare un no como respuesta.
TAKABA- algo me dice que mi trasero será destrozado.
Se perdió en esos ojos dominantes y sensuales, como odiaba quedar embelesado y cediendo sin tanto esfuerzo al final, al principio se negaba a caer en esas redes, esa sonrisa le causo un escalofrió, sus ansias y razonamiento podían perderse por unas horas, una vez no era suficiente y más con tan sexy semental insaciable como era Asami.
ASAMI- no ve el caso de postergar esto, si sabemos los dos como terminaremos, será por las buenas o por las malas, la elección es tuya.
Se mordió los labios, esas opciones solo tenían un común denominador: seria partido exquisitamente en dos y no dormiría en toda la bendita noche.