Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¿Creía que no era capaz?
Miss~

-Señor Park—las palabras salían trastabillando por intentar negar el tacto de Jimin sobre su cintura. Le miraba por el espejo, temblando y con los ojos brillosos por el miedo, no quería eso.

Los besos de Jimin vagaban suavemente por su cuello, lamiendo la nuca del menor y clavando sus dientes en diferentes porciones de piel. Sus manos, frías por el frío abrazador que avecinaba la noche, bajaban por la pelvis de Jungkook, metiendo sus manos debajo de la remera del menor y acariciando su piel desnuda.

-B-Basta—lloriqueó entre pequeños susurros, no era capaz de elevar su voz ni de detener las caricias de Jimin por sí mismo—. N-No quiero—sus piernas temblaban con fuerza y sus brazos flaquearon, su pecho subía y bajaba por el temor y la ansiedad.

-No digas que no, Jungkook—agravió su voz, hablando contra su nuca y bajando ambas manos a los pantalones del niño, desabrochándolo y metiendo sus manos dentro de la ropa interior.

Jungkook lloraba silenciosamente, viéndose miserable frente al espejo, un niño que se había caído en lo más profundo del mundo, llegando a odiarse. Quiso forzarse, negarse mil veces y gritar por ayuda, pero no podía con Jimin susurrándole cada cosa en el oído.

-No niegues quién eres—habló con altiveza, sonriendo contra su piel y encontrando el flácido miembro de Jungkook—, eres una puta, no tienes oportunidad en la vida. Tu cuerpo sirve para complacerme sólo a mí—mordió su mejilla cuando ésta se empapaba con lágrimas saladas, creando así la primera herida en el cuerpo de Jungkook.

La ropa de Jungkook fue despojaba con gran brutalidad y apuro, Jimin tenía su boda cerca de la medianoche y no podía desperdiciar tiempo valioso. Le separó las piernas con las dos manos, conociendo el anillo muscular de Jeon casi enseguida, pues alrededor de éste había varias marcas de mordidas violentas.

Jungkook no se sentía bien, se estaba mareando y ahogando a la vez, en cualquier momento sentía que se desmayaría, pero un fuerte golpe sobre sus muslos le hizo regresar a la realidad, en el que él estaba llorando con fuerza.

-¡Ni se te ocurra gritar!—espetó con severidad Jimin, agachándose para ver su entrada tan estrecha como recordaba, sabiendo que debía “dilatar” un poco, pero él se conformaba metiendo dos dedos de una sola, secos y sin piedad. Y así fue como lo hizo, escuchando orgullosamente los sollozos lastimeros del menor.

-P-Pare—intentó Jungkook, sentía su piel enrojecer por los golpes que iban en aumento, pues estaba desobedeciendo a su antiguo cliente al querer negarse a sus atenciones. Pequeñas porciones de su piel se fueron amoratando a medida que él lloraba.

Jeon no pudo sostenerse más. Cayó contra el suelo frío del baño, débil y lloroso. Jimin aprovechó el momento y tomó de las caderas a Jungkook para alzarle el trasero, y en cuanto él estuvo en la posición deseada, Park se despojó del cinturón que sostenía su pantalón.

-¿Quieres que me detenga?—ironizó, enderezándose para alinear su miembro algo erecto contra la entrada de Jungkook sin llegar a acariciarla, quería disfrutar del momento y sonreír con superioridad al tener las súplicas del niño en la palma de su mano. Separó las nalgas del ajeno con fuerza, dejando ver su ano palpitar por la impaciencia y los nervios. Jimin le escupió cortamente para luego frotar su miembro contra su entrada, escuchando los gemidos suaves que soltaban los finos labios de Jungkook.

-Sí—asintió desesperado, aferrándose al sueño con ambas manos y apoyando el rostro contra las frías baldosas. Le estaba doliendo el cuerpo, y como si Jimin le hubiese leído las súplicas, azotó su espalda con el cinturón de cuero negro, llevándole la contra.

Los gritos de Jungkook no escapaban del baño, parecían rebotar entre las puertas de los cubículos para luego volver a su cuerpo, y Park adoraba eso. Los golpes fueron contados mentalmente por el mayor, pero más de una vez había perdido la cuenta y volvía a cero, para tener contados al menos cinco golpes por diferentes zonas de la piel. El rojo y el morado reaparecieron en la piel del menor como si nunca antes se hubiesen borrado, pintándose esta vez con más fuerza.

-Mírame—Jimin le dio la vuelta, dejando su espalda desnuda sobre las baldosas y atrapando su cuello enseguida. Tenía la corbata desatada, los cabellos negros revueltos y la mirada enojada, enfrascado en su propio placer sadomasoquista.

Jungkook arañó las muñecas de Jimin, estaba privándolo del oxígeno apretándole con fuerza la tráquea. Sus orbes negros se mantenían aguados, resquebrajados, desbordante de lágrimas y desesperación. Fue cuando Jimin libero escasamente el cuello de Jungkook, acariciando su nuez de Adán con dos dedos. Cuando Jeon pudo recuperar un poco de aire, sintió su interior abrirse con violencia; sentía su interior desgarrarse con cada centímetro más, le dolía mucho.

-¡Basta!—gritó ahogadamente, nuevamente Jimin mantenía su cuello cerrado con ambas manos mientras él se movía en su interior, revolviéndole las entrañas a Jeongguk. Arqueó su espalda ante cada estocada, clavando sus dedos contra los antebrazos de su abusador; sí, es el término correcto.

Él estaba siendo violado.

Palpaba un líquido caliente salir y escurrirse entre sus nalgas, adivinando a tientas que podía ser su propia sangre, porque Jimin no se podía correr en su interior tan rápido. Ya no pensaba con claridad, la falta de oxígeno le hacía mella en su cabeza, provocando dolores y poca capacidad de racionamiento. Sólo sentía a Jimin moverse brutalmente en su interior, sus jadeos contra su piel y sus besos quemarle la carne.

Tal vez fueron diez minutos de coito, pero para Jungkook fueron horas interminables de un martirio que se basaba en golpes y embestidas, palabras incomprensibles y poco raciocinio. Sintió llenarse hasta el fondo por la esperma espesa y caliente de Jimin, mezclarse con su sangre y salir de su interior sin cuidado. Park aprovechó y limpió la punta de su glande contra el estómago de Jeon, esparciendo su semen completamente satisfecho.

-No sé cuánto estés cobrando ahora—se mofó Jimin, tomando nuevamente su cinturón para luego alzarse los pantalones. Jungkook apenas recordaba el sonido del cierre bajar, estaba demasiado ensimismado en respirar y controlar el dolor sobre sus costillas. Apenas pudo dejar descansar sus piernas sin que éstas dolieran al tratar de cerrarlas.

Cubrió su cuerpo con su ropa ya sucia y rasgada, tomando cada prenda con lentitud, como si le doliera la vida, pero le dolía el alma. No miró a Jimin, no quería dejar que viera su cara trizada en lágrimas y asco.

-Toma—Park tiró unos cuantos billetes a los pies de Jungkook, como si estos no tuvieran valor alguno, para luego acomodarse la corbata negra. Tomó del mentón a Jungkook al ver que éste se negaba a mirarle siquiera de reojo, para luego estamparle un brutal beso que le dejó los labios sangrando al menor, quien se vio obligado a corresponder.

Park Jimin salió del baño lo más natural posible, dejando un rastro agridulce de tabaco y un poco de sudor; no podía sentir el olor a sexo impregnado en su cuerpo, pues éste apenas salió del establecimiento, encendió uno de sus tantos cigarrillos de marca para acabarlo en tres caladas.

Jeon Jungkook tiritaba en el suelo, con las piernas manchadas en sangre y el cuerpo mancillado por las mordidas de Jimin. No podía ni ver el dinero sin antes darse asco, sensaciones de vómito se asomaban por su garganta a la vez que sonoros sollozos querían escapar. Mordía su labio y muñeca, acurrucándose contra una pared del baño para que la cegadora luz no le iluminara, alejándose de la escasa fortuna que Park le lanzó con languidez.

-¿Jungkook?—escuchó a lo lejos vagamente que le llamaban, pero él no tenía fuerzas para responder: el frío le torturaba cada uno de sus miembros y el daño se acumulaba en su garganta. Tímidamente, llevó una de sus manos a husmear entre sus piernas, y su diestra encontró fluidos indeseados: sangre y semen, creando una mezcla viscosa y asquerosa. Arrastró su mano desde sus caderas hasta su pecho, pintándose del líquido antes mencionado, creando un camino entre moretón y golpe.

-¿Jeon Jungkook?—la voz de HoSeok volvió a preguntar, acercándose a las puertas del baño peligrosamente, advirtiendo su entrada. Jungkook tartamudeó varias negaciones, HoSeok no podía verlo así, no podía darle la cara y decir todo lo que pasó; no podía arruinar a otra persona en la vida. Sus ojos lloraron con fuerza, y su garganta dolió ante la liberación de su voz, gritando que no se acercara, que no podía cruzar la puerta.

Pero HoSeok entró a la vez que Jungkook se desmayaba.

*¨*¨*¨*¨*¨

 

 

 

Hace cinco días que SeokJin vivía junto a NamJoon. Pero las cosas no eran fáciles, Jin se negaba a su presencia pero le agradecía su estadía con simples venias o buena comida casera que NamJoon no acostumbraba a consumir. Apenas se miraban sin que el otro lo supiese, se escuchaban sin hablar, y se conocían por medianas sonrisas.

Jin apreció los reconocimientos de NamJoon como artista, incluso vio un BillBoard detrás de su vidriera, en donde se enmarcaban hermosos cuadros de su época de joven con artistas que creyó visualizar en pantallas que anunciaban los nuevos éxitos de la música; sin duda Rap Monster era alguien increíble.

A pesar de ser un lunes apacible, NamJoon no paró desde que bebió su primera taza de café mañanera. SeokJin tomaba té rojo, calentando su cuerpo y calmando su frío mientras NamJoon daba mil vueltas en el departamento con teléfono contra la oreja, diciendo cada cosa tropezando sus palabras.

Cuando NamJoon por fin colgó el teléfono, SeokJin le habló: — ¿Todo está bien?

Rap Monster vio por la ventana el cielo despejado y las calles más o menos liberadas, era comienzo de semana y lamentablemente el trabajo no podía parar. Su reloj de muñeca daban la una de la tarde, apenas había almorzado algo, pero los deseos y una sonrisa cómplice le pudo más.

-Perfecto, SeokJin—le miró con felicidad, enmarcando con su sonrisa esos hoyuelos que tenían loco al rubio.

Jin se ruborizó, mirando esos carnosos labios curvarse en una bella sonrisa. Desde que había pisado esa casa no le había besado ni el rostro, controlándose, porque pensaba que NamJoon aún lo veía como el prostituto que era.

-Alístate—ordenó NamJoon amablemente, peinando sus cabellos grises por el reciente teñido que había tenido. Se puso un saco abrigador en los hombros y una bufanda enredada por su cuello.

-¿A dónde vamos?—interrogó SeokJin, levantándose de su asiento para buscar su campera impermeable, el día amenazaba con nevar nuevamente.

-De viaje.

El sol se escondía en el horizonte, y el viaje en auto aún no acababa. Jin se aburría en el asiento del copiloto, mirando el paisaje a sus costados con la misma sencillez del principio, no se maravillaba por la cantidad de nieve o el cielo rosado que se pintaba sobre las estrellas.

-¿Ya llegamos?—preguntó por quinta o sexta vez, el viaje se sentía tan largo que ya presentía su trasero cuadrado y el cinturón de seguridad tatuado contra su pecho. Estaban llegando a una ciudad algo pequeña, incluso se podría considerar pueblo, pero SeokJin sabía que no era así.

-Sí—afirmó NamJoon al ver la cara de su acompañante más expresiva. Los pequeños ojos de Jin reflejaban asombro, melancolía y tal vez felicidad, pero sus recuerdos eran impalpables.

Kim NamJoon estacionó el auto frente a una cabaña, hecha de madera de arce y pintada con ocre reluciente. Se bajó antes que Jin para abrirle la puerta como correspondía.

-¿Dónde estamos?—preguntó crédulo, conocía muy bien la respuesta. Tomó la mano de NamJoon sin salir de su asombro, repasando una y otra vez sus memorias.

El patio del hogar era grande, inundado de nieve virgen, y aún así SeokJin pudo reconocer sus pasos de niño. Había correteado ése jardín tantas veces, había escalado el árbol de manzanas tras caídas, y recordaba la fragancia de madera recién cortada para avivar el fuego.

-Estás en casa, SeokJin—murmuró NamJoon contra el viento sin soltar el agarre que tenía contra la mano de su mayor, animándole a caminar a su lado hasta las puertas de la cabaña.

La nieve se amoldaba a sus pisadas, dándole un sólido camino hasta las puertas de aquella cabaña tan cálida que se situaba entre sus memorias. Jin en ningún momento soltó la mano de NamJoon, con la cara petrificada en sueños y esperanzas llegaron hasta los escalones del umbral. Una luz anaranjada les acogió a ambos, y SeokJin tembló al ver rayones gastados contra la madera de la puerta y el timbre de su blanco marfil.

-Toca—pidió NamJoon con una sonrisa simple, mirando las acciones de su acompañante.

Jin se mordió el labio, y sin antes saberlo, las lágrimas se agolpaban contra sus ojos. Presionó el timbre, y tres campanas sonaron por el vació de afuera. Se escuchó unas llaves dar vueltas y la manija de la puerta temblar al tratar de abrir la puerta, y SeokJin lloró.

-¿Quién es?—preguntó una voz femenina, degastada por la edad y la soledad. Abrió la puerta por completo y se quedó helada ahí mismo, admirando la belleza de quien había añorado tantas noches durante más de diez años.

-Mamá—lloró Jin, soltando la mano de NamJoon para acercarse a la mujer, admirando su rostro arrugado y sus ojos cristalizados—estoy en casa.

La mujer tomó a Jin desde sus mejillas, acariciándole con manos temblorosas sus poros, mirando sus ojos titubeantes. Sus manos bajaron enseguida en busca de las de Jin, reconociendo esos dedos chuecos que se había tronado infinidades de veces en su infancia. Sonrió, rompiendo sus labios secos y subiendo la mirada—. Bienvenido, hijo.

SeokJin abrazó a su madre, notando de paso lo que había crecido en ése tiempo, pues la pasaba por menos de una cabeza. Ambos lloraban de felicidad, ambos se sentían completos ahora.

Jin le acarició su largo cabello crespo, susurrando miles de palabras cariñosas entre hipidos, agradeciéndole que le recibiera nuevamente en su seno.

-Gracias—la madre de SeokJin se dirigió a NamJoon esta vez, quien sonreía enternecido por la escena que se presentaba frente suyo.

-¿Fuiste tú?—Jin se separó escasamente de la mujer, clavando su mirada en el cuerpo del menor.

-Me contaste que huiste de casa, pero nunca el por qué; busqué información tuya y encontré esta ciudad entre tus registros más búsquedas en tu nombre. Me contacté con tu madre para comprobar si su hijo se había extraviado, y fue así. Inmediatamente, luego de una confirmación, te traje aquí—NamJoon habló fluidamente, escondiendo sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

Jin fue ésta vez hacia los brazos de NamJoon, abrazándole con fuerza y buscando sus labios para dedicarle un pequeño ósculo salado dada las lágrimas; con los ojos cerrados besó su mejilla y se abrazó más, bajando a llorar por su pecho y suspirando de felicidad.

-Gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).