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Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

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-Les explicaré por qué es un poco más caro que los demás: no es por su garganta profunda, o que se deje golpear cuando usted quiera—Do-Hyung susurraba contra el micrófono roncamente, con esa sonrisa gatuna que caracterizaba. Mostrando los dientes en una ancha sonrisa asesina ojeaba a su clientela, queriendo captar su atención, aunque no era problema—. Él se encuentra cinta ahora mismo.

La exclamación del público fue fascinantes, todos se encontraban sorprendidos y satisfechos ante tal revelación. Las manos se levantaron indicando el montón a pagar por el muchacho, otros discutían cosas materiales para no ir directamente al efectivo; incluso hubo intento de reembolsos para poder comprar a YoonGi.

En cambio, Taehyung se congeló en su asiento, olvidando el dolor en su brazo, el nudo mal atado de su corbata y el hecho de que haya usado zapatillas en lugar de zapatos de cuero con su conjunto de gala. El color castaño de sus ojos se fue oscureciendo al dibujar la transparencia de las lágrimas de YoonGi escapar debajo de la tela, sus ahogados gritos resbalar por su barbilla hasta caer contra sus muslos amoratados. No escuchaba más que el llanto de YoonGi, las súplicas a la nada que susurraba en fuertes hipidos que alteraban su respiración, rogando amargamente mientras decía el nombre de Taehyung.

Se aclaró la garganta, contó mentalmente hasta tres y alzó la mano derecha sin apuro, con ojos adormecidos miró al presentador, a su tío—. 70.000.000w más el cincuenta por ciento de mi herencia en la empresa de los Kim—sabía lo que estaba buscando, era el veneno en su familia, pero si con eso conseguía comprar la felicidad de YoonGi, lo valía.

-¡¿Quién da más?!—gritó eufórico Do-Hyung ante la oferta dada, alzando la comisura de sus labios descomunalmente, resaltando sus mejillas rojas de alegría. Se lamió los labios, mirando victorioso a Taehyung.

-100.000.000w y mi colección de autos clásicos—un hombre mayor alzó la voz, dejando su vaso de whisky sobre la mesa a la vez que buscaba limpiar lo sobrante de líquido sobre su bigote gris bien recortado con la lengua. Dio justo en la fascinación de Do-Hyung, quien era amante de los automóviles de antaño.

-200.000.000w junto con toda mi herencia de la empresa, todo—el júbilo de Do-Hyung estalló en una estruendosa carcajada, estaba obteniendo lo que quería y sólo tuvo que sacrificar a un insignificante chico totalmente inservible y analfabeta. Mejor plan no hubiera sido improvisado.

YoonGi sólo negaba con la cabeza, no reconocía esa voz tan ronca y grave que había acaparado cualquier oferta entre la multitud, la seguridad de sus palabras y la indiferencia de las mismas confundían sus sentidos, aunque se concentraba más en la sonrisa de Taehyung que proyectaba su mente, a sus lindos besos y cálidos abrazos. Lo necesitaba.

-¡Vendido al joven Kim!—especuló en un alarido Do-Hyung, dando la orden a los reflectores claros para que iluminaran al comprador. Éste, por vanidad más que nada, se levantó de su asiento teniendo cuidado con su brazo, aún dolía demasiado, y caminó directo al escenario sin expresar nada sobre su rostro, sólo con los labios caídos y su pupila fija sobre el cuerpo de Do-Hyung. Subió escalón por escalón, cuidando de no tropezar con los cordones blancos de sus vans; su mano fría se estrechó con la de Do-Hyung, cerrando así la exitosa compra que había realizado Taehyung.

-Un placer haber hecho este negocio contigo, muchacho—mofo, sonrió dolorosamente, apretando más de lo debido la mano de Taehyung.

-¿Si sabe usted, Do-Hyung, que lo que está haciendo es vender personas?—susurró sólo para que, entre los fuertes y obligados aplausos de la gente, solamente pudieran escucharse ellos.

-Lo tengo bien sabido, hijo.

Chasqueando la lengua, Taehyung dejó caer la mano de Do-Hyung sin ningún remordimiento, caminando directo hacia YoonGi sin importarle si debía o no hacer eso. Los nudos que inmovilizaban las muñecas de YoonGi fueron desatados, la venda fue aflojada hasta que ésta cayó deslizándose por las mejillas del chico, quien aguantó los gritos de terror tras esa bola de plástico contra sus labios. Cuando reconoció la figura borrosa de Taehyung, las luces apuntándoles desde cualquier dirección y tanta gente mirándolo desnudo, se rompió en lágrimas, abrazándose enseguida a su novio mientras Taehyung desabrochaba el bozal. Con las muñecas coloradas con ese rojo irritado, los labios adoloridos y la debilidad de su cuerpo, lloró contra el pecho de Taehyung.

-Perdón, Taehyung, lo siento tanto—hipó en el silencio que se instaló en el local, levantándose del asiento cuando Taehyung puso su brazo detrás de su cintura y lo alzaba cuidadosamente, permitiendo que esté de pie. Con dificultad consiguió quitarse su saco negro y colocarlo alrededor de los hombros de YoonGi, dejando que cubra su piel y lo cobije un poco. Se lamentaba no poder alzarlo cual princesa en apuros que necesitaba a su caballero, sus piernas temblaban en un intento de sostener su peso; Taehyung sólo lo sostenía de la cintura, limpiando el resto de sus lágrimas con sus labios.

-Lo único que me importa ahora es que ambos están bien—suspiró contra su mejilla, atrayendo más el cuerpo de YoonGi contra el suyo para robarle el beso que tanto ansiaba darle. Sus bocas se fundieron en un beso delicado, sin mucho movimiento, donde YoonGi arrugaba sus manos contra el pecho de Taehyung y calmaba su llanto, tragando su dolor y permitiendo que una sonrisa cubriera los labios de su amado.

-Perdone la interrupción, pero necesito que entregue todo el dinero de alguna u otra forma—Do-Hyung se interpuso en el camino que YoonGi y Taehyung iban a tomar para salir de allí.

-¿Qué?—YoonGi tembló más—, Taehyung, por favor, no me digas que has pagado muchísimo por mí, no lo valgo. Taehyung, por favor escúchame—débilmente intentó sacudirlo, intento ver esos lindos ojos sonreírle y decir que era mentira.

-¿Muchísimo? El niño me entregó la empresa misma—rió Do-Hyung un largo rato, tomando su estómago para calmar el dolor que había causado su risotada—, y sólo tuviste que venderte, Suga.

-¿Sabes qué más te entregué?—gruñó entre dientes Taehyung, evitando alzar su ronca voz. En cambio, sólo sonrió de costado, relajando su mirada asesina y soltando una pequeña risa que se esfumó en el aire—; te di una entrada gratis a prisión.

Y como si fuera una señal, policías armados entraron con violencia al lugar, causando gritos y alborotos tanto en empleados como en los clientes que buscaban escapar de los uniformados con las manos limpias. Las balas de goma fueron disparadas en puntos ciegos, dando contra varios hombres y derribándolos con éxito. Tres efectivos se acercaron rápidamente a Do-Hyung, los tres armados y con los cascos verdes sobre su cabeza, apuntando directamente al hombre, dueño y responsable de todo esto.

-¡Maldito!—gritó Do-Hyung, alzando la mano y queriendo golpear a YoonGi aunque sea. Sin esperarlo, Taehyung dio una fuerte patada contra su pecho, mandándolo directamente contra los oficiales, resguardando a YoonGi entre su pecho y la pared para que no vea la masacre que se estaba presenciando allí.

-Sólo mírame a mí, Yoonnie, ambos estamos bien aquí—habló contra la frente del mencionado, dejando posar sus labios por un momento para dejar un beso allí.

Los ojos negros y tristes de YoonGi miraron a los claros orbes de Taehyung, asintiendo con timidez tratando de ignorar todos los gritos que se creaban detrás de la espalda de Taehyung. Se cohibió contra su pecho nuevamente, abrazándolo por la cintura cuidando de no tocar su brazo donde él había hecho la herida.

-Lo siento tanto—susurró con intenciones de volver a llorar, sin embargo Taehyung sólo sonrió rectangularmente, abrazándolo con fuerza y tarareando Someone Like You para distraerlo. Ambos sabían que esa canción era la primera de YoonGi.

-Te amo, Min YoonGi, los amo a los dos.

 

 

*¨*¨*¨*¨*¨

 

La mañana fresca del siguiente día se revelaron los acontecimientos de la noche anterior. Cerca de veintiún chicos y treinta mujeres habían sido vendidos en el burdel, y su ubicación se desconocía completamente. Do-Hyung fue penado esa misma mañana a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional o fianza que pagara su delito.

Lo siguiente fue la imagen de Park Jimin revelándose en el televisor en donde veía Jungkook, declarando la pena de veinticinco años al dueño de Pro’s entertaiment sin involucrar su acusación.

Jungkook prefirió cerrar los ojos que volver a ver al hombre que lo torturó por tanto tiempo, con solo su nombre le provocaban estremecimientos horrendos que se acumulaban en su corazón. Aunque quisiera olvidarlo, el recuerdo se solidificaría con el niño que llevaba dentro de su estómago, un bebé concebido sin permiso a los quince años. La depresión que llevaba Jungkook siempre se reducía a su estómago, al pequeño bulto que acariciaba día y noche con cuidado, borrando lentamente el dolor y buscando querer a la criatura que, algún día, se convertiría en su hijo.

Aunque HoSeok siempre estaba ahí cuando él lo necesitaba, Jungkook le había pedido que no se preocupe tanto por él, que el local era su prioridad. No consiguió que se despegara completamente de él, a pesar de no molestarse con su cariño, pero al menos su mayor se preocupaba de cocinar los dulces durante la mañana.

Un mareo lo rodeó por completo. Esa semana estaba teniendo muchas náuseas y grandes mareos que lo desestabilizaban por largos momentos, sin llegar a desmayarse. Sintiendo el vómito cerca, caminó lentamente hacia el baño, con la espalda encorvada y los brazos colgando a sus costados. Últimamente acostumbraba vestir siempre su pijama cuando estaba fuera de la cama, dormía poco y comía lo mínimo a pesar de estar realmente hambriento y cansado.

Sus ojeras incrementaron, sus labios y pómulos palidecieron, tenía la cara más delgada y las clavículas marcadas. Eso pudo notar en el espejo, esperando a que las náuseas cesaran y pudiera irse directo al sofá para mirar su programa infantil sin ningún problema. Cuando creyó poder irse de allí, un dolor sobre su estómago lo hizo retorcerse un poco, apoyando ambas manos sobre el lavabo para sostener su peso muerto; sus piernas no respondían, cayendo de rodillas al suelo mientras gritaba, aferrando sus manos a su estómago y llorando de dolor.

Gritó el nombre de HoSeok como pudo, retorciéndose en el suelo del baño en grandes alaridos que lastimaban su garganta. Sentía su estómago deshacerse, líquido caliente y espeso pintar sus piernas y ensuciar el piso del baño, su visión obstaculizada por esas lágrimas horrorosas que desprendía con fuerza.

-¡Jungkook!—HoSeok apareció por la puerta, corriendo hacia el niño para socorrerlo, pero la sangre había robado toda su atención. Las piernas pálidas y delgadas de Jungkook estaban sucias de sangre que provenía de él mismo, de su intimidad. Y entonces, tomando a Jeongguk en brazos, llegó a su conclusión.

Jungkook había tenido un aborto natural.


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