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Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

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Las causas de un aborto natural pueden variar, en éste caso, Jungkook lo sufrió por desnutrición. El no comer le estaba causando dolores graves contra su abdomen y su consciencia, exigiendo alimento tanto para él como para el bebé. Pero no quería, se negaba a alimentar a una criatura que sería el retrato mismo de Park Jimin.

No quería soportar los siguientes meses, donde el feto crecería hasta tener formada sus piernas, aprovechando en patear su estómago para recalcar su presencia. Provocaría esos vómitos repugnantes para hacerle saber que arruinaba su interior, que los órganos se quedaban aplastados por la placenta en la cual él vivía, que él se encargaría de recordarle todos los días de su vida la violación inhumana que sufrió sólo por tomar un desvío de camino.

Fue sedado cuando decidieron que lo mejor sería eliminar el feto destrozado de su interior y, de paso, revisar si no había demasiado tejido muerto que causara una infección. Aún dormitaba sobre la dura cama de hospital, sólo con el pitido de la máquina que controlaba su ritmo cardíaco y la mano de HoSeok entrelazada con la suya.

Lo sentía, Jung HoSeok había permanecido a su lado todo este tiempo, aun cuando había ingresado a la operación sentía su terca presencia cerca suyo. Podía ser una suave palabra o un apretón de manos, su característico aroma a dulce pan fresco, café y chocolate armonizado. Su mano dura, tibia, se mantenía contra la suya fielmente, dando caricias con su pulgar desde la muñeca de Jungkook cortamente.

-¿Ya se despertó?—preguntó en un susurro SeokJin, entrando cuidadosamente en la habitación donde se encontraba el menor de todos. Traía entre sus brazos un pequeño peluche de conejo rosa pastel y una mediana sonrisa sobre sus labios.

-La enfermera dijo que el sedante pasaría después de tres horas, luego se despertaría por él mismo—explicó HoSeok adormilado, acomodando las mantas sobre el pecho de Jungkook para que no pasara frío.

SeokJin se acercó a la camilla, dejó el peluche al lado del cuerpo de Jungkook y se sentó en la silla libre. Primero se dedicó a mirar la cara dormida de Jeongguk, sus mejillas delgadas que se quebraban en transparentes lágrimas secas, sus labios rotos y rojos de tanto maltratarlos por sí mismo. Miró a HoSeok, sus ojeras oscuras resaltando bajo esos orbes avellanas que se habían opacado ligeramente. Todo era doloroso, demasiado para soportar, y aun así ellos lo hacían.

En el fondo de su corazón deseaba que toda esa tortura terminara, que tanto YoonGi como Jungkook pudieran abrir los ojos a las estrellas fugaces que tenían en frente; ellos tenían la suerte de ver su destellar por largos momentos que no entendían lo efímero que podría durar toda la blanca luz. Rezó, suplicó ayuda silenciosamente para que ellos pudieran despertar y apreciar el milagro de tener a personas tan maravillosas como lo eran HoSeok, Taehyung y, por qué no, NamJoon.

Al final, esa falacia del ángel guardián para cada persona podría ser verdad.

Un quejido bajo se pudo escuchar, un suspiro reseco por esos labios partidos, el estremecimiento de todas sus extensiones frotarse contra las sábanas de la cama y la presión ejercida en la mano de HoSeok fue suficiente para que ambos visitantes se lanzaran a ver a la cama. Jungkook pestañeaba vagamente, abriendo y cerrando los labios en busca de agua mientras que con su mano libre buscaba sacar las lagañas de sus ojos a base de frotes suaves.

-¡Iré por la enfermera!—anunció SeokJin levantándose costosamente del asiento y saliendo disparado en busca del personal.

-Jungkook—llamó débilmente HoSeok, deteniéndose a su lado cuando el susodicho hacía un esfuerzo por sentarse y mirar al castaño de lindos ojos avellanas. Al conectar miradas, Jungkook sonrió cansino, apretando con un poco más de fuerza la mano de HoSeok para hacerle saber que estaba bien, que seguía ahí, con él.

-Muchas gracias—susurró ronco, dejando descansar sus ojos un poco más, manteniendo sus labios estirados en una linda sonrisa tibia. HoSeok miró esos pequeños belfos, notó su color suave del rosa pastel, el color oscurecerse cuando miraba su arco de cupido y fundirse completamente contra sus comisuras. Entonces se sonrojó ante la idea alocada que cruzó su mente por escasos segundos. HoSeok suspiró una sonrisa, relajando sus hombros y acercándose lentamente hacia Jungkook—; por quedarte conmigo…

Hubiese continuado, le hubiese dicho lo agradecido que estaba, que debía su vida a cada acción que HoSeok realizaba para él y por él. Sin embargo, cayó cuando unas suaves y firmes caricias que provenían de algo dulce y suave se posaron contra su mejilla, rozando la esquina de su labio con calidez. Jungkook sintió amargura sobre sus labios, pero detuvo su negatividad al momento de sentir los labios de HoSeok bajar poco a poco la altura, de acariciar con electricidad su mejilla a respirar hondamente en sus labios. Apenas se movieron de su sitio, con las manos entrelazadas y eternas sonrisas enmarcadas en los labiales ajenos; al ser el primer beso no encajaban completamente, pero mientras movían de un lado a otro su cabeza buscando la posición perfecta, pudieron armar su rompecabezas.

*¨*¨*¨*¨

-¿Por qué intentaste matarme?—calmadamente y con cuidado, Taehyung curaba toda herida sobre el cuerpo de YoonGi. A pesar de haber vendado sus piernas la noche anterior, debía asegurarse de desinfectar cada corte o rasguño.

-Yo…—divagaba sus palabras, miraba a cualquier punto invisible con tal de no perderse en el cálido color de la iris de Taehyung. Hace media hora estaba despierto, con las piernas envueltas en gasas ligeramente rojas, su anatomía enteramente adolorida y un Taehyung que pedía explicaciones a todo lo que sucedía—; si no lo hacía, Do-Hyung hubiese dañado a mi bebé, me mataba a mí y a ti sin importar qué. Ambos hubiéramos muerto.

Taehyung se limitó a asentir sin dejar las piernas de YoonGi de lado. Un algodón humedecido en agua oxigenada pasó por los costados de su pie izquierdo, presionando ligeramente contra el hueso del tobillo. Aprovechaba que había vestido a YoonGi con su larga camisa blanca que cubría hasta sus muslos, curarlo se le hacía más fácil. Alzó sus ojos para encontrarse con el pecho de YoonGi cubierto con sus brazos que protegían el mismo libro que llevaba desde que lo vio por primera vez: la curiosa S se podía ver mejor, desgastada en un verde crayón claro que recaía en picada por el final de la cubierta de cuero marrón; su inicio parecía ser el de la clave de SOL, pero no era así, ya que, cuando subía el trazo, bajaba precipitadamente en una delgada onda que se afinaba como una gota desprendida.

-Éste cuaderno pertenecía a mi papá, Sun Hee, era su diario donde escribía sobre mí desde que yo me alojé dentro suyo—relató YoonGi con la voz ligeramente apagada—; deseaba que naciera sano y feliz, que fuera fuerte. Él decidió mi nombre antes de dejarme en brazos de extraños. Nunca pude ver su rostro, tampoco lo escuché hablar, siempre me preguntaba cómo serían sus caricias, sus regaños, si se hubiese esforzado en enseñarme a leer o escribir, responder las preguntas que se modificaban conforme crecía. Si me seguiría amando si supiera que soy gay. Cómo sería enojado, me mandaría cada día de semana al colegio bien temprano, me prepararía de comer y desearía que tuviera un buen día—supo recién que había llorado cuando Taehyung besó sus pómulos y párpados, calmando los espasmos violentos que amenazaban con colapsarlo completamente.

-Tu padre te amaría y te ama, donde sea que esté. Él te está cuidando, te muestra diferentes caminos para que elijas cuál pisar, está presente en éste libro, en tu corazón—roncamente, Taehyung consolaba a YoonGi, tomando una porción de la cama para sentarse a su lado y abrazarlo desde su cintura y hombros.

Lloró poco, lo necesario para sentirse miserable y merecedor de Taehyung. No pudo llorar más, le había dado hambre y un rugido bastante sonoro abandonó su estómago.

-Cierto, que ahora somos tres—sonrió Taehyung, apoyando su palma contra el estómago de YoonGi, proporcionando lánguidas y cortas caricias al casi invisible bulto donde se ubicaba el feto.

Sin pedir permiso, buscó los labios de YoonGi y los besó paulatinamente, moviendo sus gruesos belfos sin dañar a su YoonGi, a su pareja.

-¿Sabes?—inició una pequeña charla contra sus labios.

-¿Qué?—YoonGi estaba ido, con las manos sobre la espalda de su chico a la vez que aspiraba su aroma dulzón que se aglomeraba en sus labios, tentándolo a otro beso.

 

-Espero ser un gran padre para nuestro bebé— y nuevamente lo besó. 

 


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