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Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

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Cuatro años después.

 

 

Taehyung se despedía de Kim NamJoon, su ídolo y compañero de trabajo, con un confianzudo saludo de manos, riendo entre bromas amistosas. Con veintidós años de edad, Kim Taehyung pudo entrar a la empresa donde trabajaba Rap Monster, entrenando así para convertirse en el ídolo solista denominado V en el anonimato, puesto que no daba la cara a la televisión, generando que más fans lo admiraran por mantener el misterio detrás de aquella máscara negra que siempre usaba junto a su famoso barbijo gris. Le debía mucho a SeokJin, quien se había presentado en la cena que festejaba los cuatro meses de embarazo de YoonGi más el género del bebé. Aun se avergüenza de haber gritado y casi colapsado al abrir la puerta y reconocer a su artista favorito.

Con un pequeño varón alzado en sus brazos, despidió a NamJoon y caminó hacia su auto; conservaba la motocicleta en su garaje, pero era mejor un auto de cuatro puertas negro para la seguridad de su hijo.

Kim Bae, único carácter, nacido un cinco de septiembre en un parto que duró cerca de diez horas desde las primeras contracciones. Cabello castaño oscuro sin flequillo, con esa línea divisora que corregía su aspecto, todas las muelas de leche, ojitos almendrados y coloreados de un cálido anaranjado que se teñía en marrón. Labios delgados y pálidos, con la piel ligeramente clara. La sonrisa de Taehyung, los labios de YoonGi, un cuerpo pequeño y adorable. Todavía no caminaba.

-¿Ma?—preguntó apenas fue sentado en los asientos traseros, mirando a su padre que luchaba con el cinturón de seguridad de su butaca, abrochando exitosamente los lazos celestes sobre su estómago. Con su manita tomó un dedo de Taehyung, captando su atención.

-Lo sé, amor, yo también quiero verlo—besó su cachete derecho sonrojado naturalmente por el calor de la primavera. Asegurando una última vez el asiento de su hijo, tendió un pequeño peluche en forma de galleta que había fabricado Jungkook, una pequeña terapia que había aliviado gran parte de las pesadillas nocturnas que había vivido meses después del aborto.

¿Cómo estará YoonGi? Se preguntaba mientras conducía por las largas carreteras de Seúl, mirando de a momentos a su hijo quien dormía abrazado a su peluche. ¿Los estaría cuidando a la distancia? Había tiempos donde se encontraba extrañando a su YoonGi, a su Hyung.

A veces no podía escribir o cantar, pintar o tocar un instrumento, por tener en mente la presencia intachable del amor de su vida; se perdía en sus sueños, en las suaves risas que daba YoonGi, o esos ruiditos que lo caracterizaban tan lindamente. Incluso llegaba a repetir los insultos que decía, mofándose del intento de su mayor al parecer un chico rudo cuando le salía un puchero.

Dobló a la derecha, yendo por un camino de tierra y debajo del túnel de hojas verdes y pétalos de cerezo. La sombra de las plantas era tan agradable, el silencio de aquel vecindario casi desierto era tan perfecto. Entrando un poco más en el laberinto de largos e inconmensurables árboles que ocultaban bellas y enormes cabañas, se detuvo suavemente frente a su portón negro, abriéndolo desde un botón dentro del vehículo. Condujo por un camino asfaltado que mantenía el contorno de las piedras hasta estar lo suficientemente cerca de su casa de dos pisos más ático. Un balcón en el ático, una ventana completa en vez de pared en el mismo piso, la casa hecha de madera y algún rastro de ladrillo rojo y cemento que había sido pintado de blanco hueso.

-Bae, ya llegamos hijo—el motor fue apagado y él bajó para ayudar a su hijo a bajar. Desatando las correas y despertando a su hijo a base de besos y cosquillas, logró que éste pisara el camino de piedras que llevaba a la entrada de la casa.

Con pasos lánguidos y cortos, sosteniendo de la mano a su pequeño Bae que luchaba por mantener el equilibrio sobre sus dos pies, Taehyung llegó a su casa sonriendo por el progreso de correr de su hijo tan bonito. Apenas la puerta fue abierta, Bae enseguida entró a tropezones, dejando a Shooky, su peluche galleta nombrado por Jungkook, en el suelo.

-¿Mamá?—Bae paseó por la cocina dejando atrás a su padre, buscando a su mamá por el comedor, la sala de estar, detrás del sillón, e incluso debajo de la planta. Nada, no había llegado.

-¿Mami todavía no está?—Taehyung se acuclilló a la altura de Bae, acariciando su cabeza cuando el niño negó vagamente, formando un puchero en sus labios—¿qué te parece si primero te bañamos y luego cocinamos algo los dos en lo que mamá llega?

Cargando a su hijo, fue directo al cuarto de Bae para buscar su pijama, dentro de poco iba a anochecer. Se enterneció al ver la imagen de YoonGi encuadrada sobre el ropero de Bae; recuerda que le sacó esa fotografía después de la última ecografía. Se mostraba a su amor con los cabellos igual de verdes, sosteniendo en una mano la imagen de su hijo mientras que la zurda se posaba en su hinchado vientre.

Tratando de evitar ponerse melancólico, volvió para ver a Bae discutir entre sus juguetes para decidir a quién llevaría consigo para “el rescate del pato”, una misión ultra secreta que ni su papi sabía, si alguien lo llegaba a saber la policía iría por él y pediría explicaciones razonables. Así que, guardemos mejor el secreto.

Luego de un exitoso rescate por parte del sargento Jung junto a su mano derecha, el señor calabaza, Bae y Taehyung se encontraban cenando Bibimbap sin mucho picante.

-Mamá todavía no ha llegado—comenta Bae después de tragar el último vegetal y dejar bien limpio el plato.

-Tal vez si duermes temprano hoy, mami esté aquí mañana.

Bae iba a protestar, sin embargo el sonido de unas llaves girar en la puerta lo alteraron. En seguida abandonó la mesa, corriendo a la entrada seguido de Taehyung, ambos con la euforia florecida mágicamente sobre sus anatomías.

-Estoy en casa—la voz de YoonGi, sus pasos arrastrados, su aroma inundando toda la casa y embriagando a Taehyung. Los horarios de estudios se habían alargado, pero era algo bueno si con eso podía llegar a salir adelante. En estos cuatro años había avanzado excepcionalmente en lo que es lectura, matemáticas y sociedad, era cuestión de tiempo para que saliera del secundario.

-¡Mami!—chilló Bae corriendo a los brazos del ser que le dio la vida, abrazándose a su pierna a la vez que ponía sus ojos acuosos para recibir un besito de saludo.

-Aunque te diga que soy papi jamás me dirás así—suspiró YoonGi, agachándose para llenar la carita de su tierno bebé de besos rápidos que aterrizaban o en su nariz, frente, cachetes, párpados.

YoonGi recientemente había cumplido veinticuatro años, y decidió mantener su pelo negro como lo era originalmente. Durante el embarazo no había día que no sonriera –salvo cuando se veía una de sus películas tristes-, siempre amado por Taehyung que cada día le recordaba lo feliz que era a su lado. Convivían juntos desde que las heridas en las piernas de YoonGi habían sanado, creando una dependencia entre ambos.

-Te extrañamos, bebé—habló ésta vez Taehyung, agachándose al lado de YoonGi y besándolo con paciencia, aprovechando de mordisquear su labio superior sólo un poco.

El pequeño Bae ocultó sus ojos detrás de sus manitas, escondiéndose en el pecho de YoonGi para evitar ver esos besos vergonzosos que se daban.

-Bueno, ya—se separó YoonGi, levantándose y alzando consigo a su hijo—llevaré a éste pequeño a la cama, es bastante tarde para andar jugando, Bae.

Luego de ver a YoonGi subir las escaleras en espiral hasta el cuarto de Bae, Taehyung corrió directo hacia el ático tratando de ser lo más silencioso posible, debía poner su plan en marcha en lo que su pareja le leía a Bae “El principito.”

El cielo todavía era claro, las luces de la ciudad apenas se vislumbraban a la distancia, la luna menguante buscaba aclararse entre todas las estrellas que pedían su lugar en el firmamento. Satisfecho, agarró su encendedor y fue prendiendo vela por vela cuidadosamente, ubicándolas en un lugar estratégico lejos de los pétalos de tulipanes naranjas que tanto amaba YoonGi.

Calculó bien el tiempo, pues apenas había acabado, YoonGi subía directo al ático buscándolo a él. Apenas vio su hermosa figura pasar por la puerta, el reproductor fue encendido, dejando escuchar la tibia melodía del piano, el comienzo de la canción “A Thousand Years.”

YoonGi caminó más lento sobre los pétalos, admirando cada flama delgada de las pequeñas velas que Taehyung había ubicado a su alrededor circularmente. Sonrió, mordiéndose el labio cuando miró a su novio que le extendía la mano.

-¿Bailas conmigo?

-Sí.

Sonrojado, con esa sonrisa siempre en sus labios y tomando sin dudar la mano de Taehyung, fue acercado poco a poco al pecho de su novio, iniciando un vals lento al ritmo de la canción. Una mano sobre la cintura de YoonGi, la otra sosteniendo su espalda; sobre la nuca de Taehyung descansaban las manos de YoonGi, tomando tiempo de acariciar esa zona suavemente, perdido en los bonitos ojos de su amor.

No recorrieron mucho, sólo se miraron en sonrisas claras, sintiendo la música deslizarse por ambos cuerpos provocando que se juntaran sólo un poco más. Al terminar el violín en un vibrato agudo, Taehyung se acercó lo suficiente como para besar los labios de YoonGi dulcemente, siendo correspondido inmediatamente.

Amaba besarlo, Taehyung amaba a YoonGi.

Cuando hubo el suficiente silencio y la noche había caído a ellos sorpresivamente como la lluvia natural en verano, las velas acentuaron su luz y los edificios de la cuidad desaparecieron, sólo se apreciaban estrellas artificiales  que parpadeaban a la bruma de la luna. Luz y oscuridad aglomerada armoniosamente, el silencio que se difuminaba con cada suspiro de ambos.

-Sabes que te amaré por lo que queda de mi vida—Taehyung deslizó sus brazos por las caderas de YoonGi, sin dejar de ver esos ojos negros y sonreír por culpa de esos labios curvos.

-Lo sé, Tae—sus orbes acuosos, su sonrisa doliendo; YoonGi intentaba ser fuerte, no derrumbarse y llorar frente a la persona que le ha demostrado que se puede amar sin ningún problema.

Abandonando un último beso en la barbilla de YoonGi, se agachó y apoyó sobre una rodilla sin dejar de verlo. Su mano dentro de sus pantalones, sacando una caja negra aterciopelada.

YoonGi contuvo la respiración, llorando ya sin un deje de preocupación. Su corazón latió tan rápido que creyó que era una bomba de tiempo, el calor se aglomeró en sus mejillas y los hipidos se disparaban en su pecho.

-¿Quieres hacerme el hombre, no, el ser más feliz de todo éste planeta, casándote conmigo?—abrió la caja, y reveló el anillo de plata con un pequeño diamante blanco incrustado.

-¡Sí! ¡Mierda, sí!—saltó directo a los labios de Taehyung, llorando cuando cayó sobre su cuerpo sin dejar de besarlo con fuerza. Ambos en el suelo –YoonGi sobre Taehyung-, besándose hambrientamente. El anillo yacía encerrado en la palma de Tae, esperando para rodear el dedo anular de YoonGi, y así declarar oficial su compromiso.

 

 

 

*¨*¨*¨

La boda fue organizada al aire libre de la playa de Daegu, con los suficientes invitados como para que se viera como algo personal.

HoSeok llegaba de la mano con Jungkook, quien pronto cumpliría la mayoría de edad y podría decir que llevaba una relación con el señor Jung desde hace tres años. Las secuelas de la violación y el aborto casi no se notaban, siempre estaba con esos dientes reluciendo en una radiante risa liviana que paseaba por todos lados.

SeokJin llegó como el padrino del novio YoonGi, acompañado fielmente de NamJoon aunque se vieran sólo como amigos; una relación pública entre ellos aún no se permitía, pero era cuestión de tiempo, sólo eso. Y de convencer al jefe de NamJoon que no importaba la imagen.

El padrino de Taehyung sería nada más y nada menos que HoSeok. Los anillos los llevaría Bae y el señor Kim Wo-Hyung sería quien llevara a YoonGi hacia el altar.

Antes de que acabara la primavera, Taehyung y YoonGi lograron conseguir sacerdote y lugar dónde casarse. Era mejor así antes de que el otoño los castigara con fuertes vientos que desplumarían toda la decoración.

Vestido con sólo su camisa blanca, el moño negro y los pantalones negros –ignorando la existencia de los zapatos ya que hablamos de las arenas de una playa- miraba para todos lados esperando ver a su lindo novio vestido en su traje gris, o blanco, como prefiera.

-Tranquilo, ya debe de estar por llegar—lo calmó HoSeok.

-Es que es casi el atardecer y no aparece—balbuceó, buscando ordenar los mechones castaños que se despeinaban por la brisa salada del mar. El agua estaba clara ese día, con ese celeste claro que se confundía con el blanco de las nubes que acobijaban al sol y sus rayos.

El piano inició su sotana, fuerte, dura, sin titubeos. La alfombra roja fue decorada por pétalos blancos gracias a Jungkook, quien aseguraba que cada pétalo fuese bien utilizado en el camino. Cuando él desapareció, Taehyung pudo ver a su padre, acompañando a YoonGi, y no aguantó las lágrimas.

Un pantalón corto, una camisa blanca y suelta que revoloteaba a sus costados, y el velo larguísimo que arrastraba por el suelo sostenido desde la corona de flores sobre sus cabellos azabaches. El ramo de rosas de colores aferrado a sus manos, la sonrisa de un rosa pálido que siempre amó, sus ojos contorneados bellamente. El velo descansaba sobre su espalda, arrastrando consigo varios pétalos.

Al momento de llegar al altar, YoonGi soltó los brazos de Wo-Hyung—; muchas gracias, papá—hizo una pequeña venia a su suegro, dando un paso adelante para tomar la mano que le extendía Taehyung.

Sin dejar que el viento fuese un impedimento, YoonGi acomodó el velo sobre sus hombros y viró a Taehyung, sonriendo nervioso cuando las palabras del párroco iniciaron. Cada salmo fue gentilmente ignorado, pues Taehyung estaba ensimismado en admirar cada porción del rostro de su amado, desde la corona de flores que se aferraba a su cabeza hasta el colgante de plata que le había dado la señora Kim.

El momento de los votos llegó, y Taehyung fue el primero:

-Yo, Kim Taehyung, te tomo a ti, Min YoonGi, como mi esposo, para amarte y respetarte, en las buenas y en las malas. Cada día lo viviré por ti y para ti, no me atreveré a dejarte solo cuando llores, te acompañaré en cada risa, te amaré cuando te molestes conmigo, me disculparé si es necesario, y prometo hacerte feliz con casa cosa que esté, o no, al alcance de mis manos—el anillo de plata fue acariciando el dedo anular de YoonGi hasta ajustarse en su lugar. Taehyung se acercó a su mano, y la besó.

-Yo, Min YoonGi, te tomo a ti, Kim Taehyung, para amarte y respetarte, en las buenas y en las malas. Te amaré por cada bobería que hagas, te perdonaré y espero que me perdones si mis errores son demasiados en el futuro. Deseo hacerte feliz a mi manera, dando todo de mí para que cada día sea una nueva historia en la noche—sorbiendo su nariz para no llorar, colocó el anillo de plata en el dedo de Taehyung, donde tenía grabado la Y.T.B. en cursivas.

El permiso del beso fue concedido, y ambos pudieron fundirse en sus labios con delicadeza. Acompasándose e ignorando los aplausos fuertes que daban sus familiares, sellaron su casamiento con ese beso tan deseado. Hubieran seguido así por un largo tiempo, pero el arroz fue lanzado hacia la feliz pareja en festejo a su unión.

-Tengo algo que decirte—habló YoonGi entre todas las risas de los invitados, acercándose un poco más a Taehyung para robarle un rápido beso.

-¿Qué?—mordió suavemente su labio, queriendo probar un poco más de aquella carne expuesta. Una mano sobre su pecho lo detuvo de su fechoría, y una sonrisa lo cautivó.

-Taehyung, estoy embarazado.

Notas finales:

Muchísimas gracias por leer hasta el final, ya ha acabado, no lo creo, no debo llorar,,, ahbdasgfkadf 


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