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Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

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Notas del capitulo:

Hola, perdónen la demora ,-;

Y necesito saber... HopeKook o Jikook.

Miss TaeGi*¨*¨

         Cuando estaba en el orfanato leía muchos libros de ficción infantil, me encantaba leer sobre el príncipe que rescataba a la princesa quien también era el que calmaba el martirio de su corazón con un dulce beso.

         Busqué por el edificio a aquella niña que se proclamara princesa y se encontrase en peligro, tanto que yo pudiera socorrerla. A mis 10 años tenía las rodillas raspadas y paseaba por el lugar devastado, mi princesa no había aparecido.

         Cumplí trece años, la costra de mis rodillas ya había sanado y escapé de la casa de monjas en la que había vivido desde que tengo memoria. Adquirí el nombre de Kim NamJoon, estudié por mi cuenta y encontré la pasión den la música, me volví rapero y productor apodado Rap Monster.

                   Y seguí sin encontrar a mi princesa.

A mis 23 años de edad comencé a ser reconocido por mi trabajo, el dinero que ganaba parte lo enviaba al orfanato anónimamente, pues me daban por muerto, y lo otro lo usaba para nuevos estéreos o demás cosas para mi diversión o trabajo. La princesa que busqué ciegamente todos estos años nunca apareció, y la di por perdida.

Estaba tan pensativo que no supe cómo terminé por chocar contra un chico de cabellos rubios y ojos ocres, con labios rechonchos y piel nívea que se teñía de un pálido rojo a partir de sus mejillas. Su voz era bonita y tímida, entrecortada que soltaba palabras bobas como disculpas; cuando yo le pedí disculpas él se inclinó muchas veces y yo le sugerí ir a comer como una disculpa más apropiada.

         Tal vez nunca encontraría a mi princesa pero encontré a un bonito chico de cabellos rubios y ojos perdidos que no sabían en dónde situarse en este mundo, y si él llega a estar en peligro no dudaré en rescatarlo, en ir a ayudarle y calmar su pesar con un cálido gesto como lo puede ser una simple caricia o un beso.

         Porque SeokJin era el príncipe que tanto había buscado, y me aseguraría de darle un reino.

 

*¨*¨*¨*¨*¨

  

A Taehyung le atraía YoonGi, desde la primera vez que le vio sentado en la cafetería y él había entrado ahí por mera casualidad, desde entonces se convirtió en su lugar favorito para contemplarlo con discreción.

No se consideraba un acosador pues nada más lo veía en la cafetería, lo veía escribir y perderse entre palabras junto con el cálido sabor de un buen café o capuchino, le veía morderse el labio cuando las letras no querían fluir de sus dedos o la pluma se quedaba sin tinta. Admite que fue un acto de torpeza haberle sacado una foto de sorpresa, pero no se arrepiente del todo; ahora tiene una salida que consideraba una cita con el chico de cabellos menta que le había robado suspiros en los meses que se dedicó a mirarlo.

Ansiaba el momento de verlo en otro lugar que no fuese simplemente sentado en una silla, mientras su cuerpo acaparaba un poco la ventana evitando así ver un tráfico asfixiante. Se imaginaba ya sus pequeñas risas para la película que Taehyung tanto quería ver desde hace tiempo, y qué mejor que verla con su Hyung.

La mañana del miércoles se levantó de inmediato, no dejó que el sol le despertara o la alarma le sacara de su cálida cama como acostumbraba, se bañó lo mejor que pudo cantando a todo pulmón If You de BigBang, una de las ventajas de vivir solo.

Salió de la ducha y comió cualquier cosa que encontrase en la heladera, pero un papel en blanco pegado a su pared le interrumpió. No había nada llamativo ahí que le calmase, apenas había unas pequeñas líneas de sol que se atrevían a pasar por las ventanas.

Tomó el pincel con torpeza, pasando sus hebras amarillentas por la témpera roja que seguía algo fresca; lo mezcló con el blanco para apaciguar el fuerte color y convertirlo en uno más suave. Lo primero que trazó fue una línea algo delgada, de un rosa pálido, sin ser muy larga. No supo cuándo la línea terminó por convertirse en unos labios pequeños.

Dibujaba con dificultad, el pincel se quedaba sin témpera pero lo volvía a remojar con el verde claro para pasarlo delicadamente sobre unos ojos oscuros que se dedicó cortamente a iluminar. Los mechones de pelo estaban bien dibujados sobre la frente, con unas pequeñas líneas blancas por la luz. Siguió con la quijada y la barbilla, pasando con mucho cuidado y concentración un pequeño lápiz negro para crear sombra. Siguió con la piel, que varió entre el blanco y unos pequeños trazos de rosa pálido para remarcar las mejillas.

No quiso hacerle el sombrero, pero sí perfeccionó las pestañas largas y negras de los ojos de YoonGi, trazó con un gris en mina el iris de sus ojos además del pequeño brillo que siempre tenía.
Dibujó con lápiz su cuello, y ahí terminó, justo cuando comenzaban las clavículas, el papel no le daba para más. Lo había acaparado completamente. Una V fue escrita en una esquina inferior y se alejó para presenciar el arte que creó.

Min YoonGi.

Todas sus facciones bien dibujadas, las cejas bien contorneadas y negras al igual que sus pestañas, ojos con el iris bien iluminado y labios rosa pálido que le tentaron a una pequeña fantasía. Seguía fresco, así que esperaría a que la pintura se secara.

El tiempo no existía cuando se perdía en el arte, sin saber cómo el alba ya había pasado y se había llevado su sueño, dejándolo con una alegría y un entusiasmo.

Se lavó las manos con algo de alcohol para quitarse la pintura y se terminó de vestir. Una simple chaqueta, que le llegaba más debajo de la cintura, cubría su remera negra con letras rojas que decían simples palabras en inglés. Sus pantalones fueron unos jeans claros algo rasgados en las rodillas, una pulsera en su muñeca derecha y unas simples zapatillas negras.

El café que se había preparado se enfrío, y no le importó. Se había pasado la mañana pintando a tanta concentración que supo la hora apenas desbloqueó su celular.

El reloj rozaba el mediodía con sus ajugas, Taehyung recordó nunca más pintar una mañana en la que milagrosamente despierta temprano.

Por el otro lado, YoonGi se encontraba saliendo de la ducha, su cuerpo cubierto por una toalla larga y negra, cubriendo innecesariamente su pecho. Su pelo menta se pegaba parte en su frente dejando escapar gotas que se deslizaban por su cuello, remarcando el camino de sus notorias venas tras esa blanca piel.

La ropa volaba de un lado a otro, no tenía nada decente para ponerse, ni siquiera la ropa interior; toda su ropa interior se basaba en prendas con distintos encajes, colores pasteles y babydoll que cubrían nada su cuerpo. Un bóxer sin usar se iluminó en el fondo del cajón, un bóxer masculino y de color negro que se ajustaría bien. Esperanzado tomó la prenda y casi de inmediato se la colocó.

Suave, cómodo, le cubría bien. Su pequeño trasero estaba a gusto con el bóxer, parecía que después de todo sí podría verse decente y sentirse aliviado.

Una remera gris de mangas cortas que le llegaba un poco más debajo de la cintura, un buzo negro con un estampado de una V en blanca, jeans negros y unas zapatillas verdes simples. No quiso colocarse la gabardina, confiaba en que Taehyung le dejara libre antes del atardecer.

Se miró frente al espejo de cuerpo completo, se sentía demasiado común; necesitaba maquillarse un poco, sus labios eran algo pálidos para su gusto, demasiado finos. Sus mejillas no le gustaban, quería remarcarlas para hacerlas más delgadas y no verlas tan pálidas. Con todos sus cosméticos en mano y parado frente al espejo trató de mejorar su rostro, pero antes de delinearse un ojo se detuvo.

¿Qué estaba haciendo?

Sólo era una salida con un simple muchacho que había conocido hace menos de una semana y quien le había atraído por las pocas locuras que mostraba en su extraña sonrisa rectangular. Era simple.
Se desplomó sobre su cama cayendo sobre su toalla húmeda, un pequeño berrinche para alguien de veinte años y un poco más; nunca había actuado así, acostumbrado a estar detrás de una máscara, de llenar su rostro de pinturas y ser un hipócrita con cada cliente que reconoce y que no, se arrepentía de haber aceptado la propuesta del pequeño universitario.

No debía meterse con él, Taehyung tenía un futuro y no debía arruinarlo por un pequeño capricho de un pequeño amorío. Se recordaba mentalmente que sólo sería una salida, nada fuera de lo normal, seguro hablarían de sus profesiones, sueños y demás. Cosas que él no tenía.

Ahogándose en la tristeza de no tener un buen futuro ni un buen comienzo del día, la puerta sonó dos veces.

-Permiso –SeokJin entró cabizbajo, caminando de puntillas como si supiera que YoonGi se encontraría durmiendo. Grande fue su sorpresa al verlo sentado en su cama, con su pelo menta alborotado y puchereando mientras miraba a la nada –Buenos días –le sonrió tímido, con ojos brillando al mediodía que se asomaba por la ventana del cuarto. No habló más, cerró la puerta y con cuidado se encaminó hasta poder sentarse al lado de YoonGi. Todavía traía puesto su pijama y traía consigo un pequeño peluche de mano, un osito blanco con la nariz rosada.

-Buenos días, Jin –Suga seguía perdido en sus pensamientos, distrayéndose con el ruido del tráfico semanal; se sintió cansado emocionalmente.

-Me impactó que hayas despertado primero que yo –se mofó Jin aliviando un poco la tensión en Suga, acomodándose sobre las frazadas blancas y bien tendidas le miró.

-¿Y ése peluche? –YoonGi no era de reír o de muchas expresiones, notaba lo obvio en poco distancia y pudo deducir por la sonrisa boba de SeokJin que éste debía contarle algo. Jin bajó la mirada algo apenado, jugó un rato con su labio y con el oso entre sus manos.

-Me lo regalaron –estaba yendo contra sus propias advertencia, no debía contarle nada a YoonGi por ahora, no sabía la duración de la ilusión que le dio un simple hombre de hermosos hoyuelos y ojos bondadosos. Antes de continuar hablando sobre el muñeco, Jin lo lanzó contra la puerta provocando que Suga le mirara sorprendido y estallara en risas.

-No sabía que le tenías odio a esas cosas –limpió una lágrima falsa que le escurría por el lagrimal. Respiro hondo para recuperar un poco el aire que había soltado por sus pocas carcajadas, además de la intimidante y nada bonita mirada que le lanzaba Jin.

-No es eso… -bajó la voz haciendo un puchero involuntario que acostumbraba a hacer, eran cosas simples para él que sucedían tan cotidianamente - ¡Ah! Cierto, me explicaste ayer por teléfono que tenías una cita hoy –Jin elevó sus cejas varias veces insinuándose un poco burlón. Ahora el sonrojado era YoonGi.

-Sí, eso… Es en un par de horas –se cohibió tímido, arrastrándose de espaldas por su cama hasta hallar los almohadones y abrazar uno entre sus piernas. Escondió su cara apenada y rendida entre la comodidad de las plumas, soltando un pequeño grito algo derrotado –. No sé cómo actuar.

-Sólo sé tú –le comprendió, y acarició su pierna para tratar de relajar la tensión que se acumulaba en su cuerpo.

-Ése es el problema, no puedo ser yo, él no me querrá sabiendo lo que soy –le miró frustrado, con un pequeño brillo en los ojos reflejando su propia decepción, despectivo a sí mismo.

-¿Acaso te gusta? –.

 

 

 

 

*¨*¨*¨*¨

 

 

 

YoonGi se encontraba en el parque con una chaqueta negra cubriéndole del frío que le calaba su pequeño cuerpo, sus manos se mantenían en sus bolsillos y tiritaba de vez en cuando por el viento helado que había en breves momentos. Había estado así desde hace cinco minutos mirando la pantalla de su celular cada dos, incluso llegó veinte minutos antes, se sentía en la obligación de ser puntual. Estando bajo un árbol podía ver claramente las hojas de color como ocre, ámbar, naranja; le parecía tan cálido.

El ruido de una moto lo sacó de su pequeña ensoñación, sobresaltándose levemente y mirando enseguida a todas partes, chocando la vista con algunas personas que pasaban por ahí. Una motocicleta se detuvo frente suyo, un muchacho se sacó el casco y dejó al aire sus cabellos castaños, YoonGi los recordaba más claros a esos mechones.

-Perdón si demoré –Taehyung apagó la moto y se acomodó su abrigo de tono azul marino para que no le interrumpiese tanto. Bajó de la moto y la dejó un momento de lado para ver a YoonGi y sonreírle agradecido – Hola.

-Hola –susurró YoonGi sin mirarle, sintiendo como éste le veía una y otra vez.

-Vamos –Taehyung resopló en una pequeña sonrisa, sacando del maletero de su moto otro casco negro. Seguridad ante todo.
Taehyung tenía planeado varias cosas para ése día, no haría la salida tradicional en la que ambos se perdían en el silencio y oscuridad de una película.

-¿Para qué es esto? –tomó el casco con sus manos dudoso de colocárselo. Vio como Tae se subía nuevamente en su moto y la encendía.

-Póntelo si no quieres que choquemos –bromeó abrochando su propio casco. Suga enseguida se lo puso, no le pareció tan gracioso la broma que había dicho Taehyung. Con cuidado de no caerse y romperse algo se subió detrás de Tae, posando sus manos desde los hombros del menor hasta llegar a deslizarse y aferrarse en su cintura.

Taehyung sonrió por el nada sutil agarre sobre su cuerpo, jugó un poco antes de poner la motocicleta en marcha por las calles asfaltadas. La velocidad era considerable, YoonGi cerró los ojos y se escondió en la encorvada espalda de Tae, gritando levemente cuando la velocidad aumentaba dejándole aturdido por chocar contra el viento.

Viajando por diferentes caminos llegaron a una calle repleta de negocios, un lugar tranquilo en donde los autos no hacían su molesta presencia. Varias personas paseaban tranquilamente con vasos en la mano. Taehyung estacionó su motocicleta en un lugar seguro y le indicó a YoonGi que ya podía bajar.

-Nunca más me quiero subir a esa cosa –apenas bajó ya se había alejado un poco de la moto, le había hecho pasar momentos vergonzosos en un simple viaje de unos cuantos minutos.

-Yo pensé lo mismo la primera vez que la use –habló Tae colocando el candado entre la rueda y un poste para evitar que se la robaran, guardó sus llaves dentro de su campera y se irguió – Vamos.

-¿A dónde? –no entendía bien, nunca había ido a esa parte de la ciudad, no la conocía muy bien del todo pues siempre anduvo por las mismas calles, conociéndolas de noche y recorriéndolas de día.

-A conocernos – Tae le tomó de la mano, casi de inmediato entrelazaron sus dedos, y corrieron a perderse entre la multitud.

Fue una tarde bonita, llena de bobadas y chistes de vez en cuando, preguntas sobre el otro y algunas inocentes mentiras. Saborearon tantas cosas, desde un licuado de fresas hasta dulces coreanos caseros, se empalagaron tanto, caminaron hasta el cansancio, pero no se aburrieron.

-¡Yo igual soy de Daegu! –Taehyung hablaba emocionado, el sol se había escondido hace rato provocando que la calle, antes rebosante de gente, se vaciase lentamente. Las luces de los faroles ya se encendieron y ambos muchachos se mantenían aún caminando bajo las luces nocturnas. El frío y el viento a veces detenían su caminata, pero la volvían a retomar casi de inmediato.

YoonGi se sentía a gusto con el muchacho que le había tomado una foto de improviso, le parecía gracioso, amable, tierno; Taehyung se ocupó de todos los gastos ése día mientras que Suga no había sacado su billetera de su chaqueta. Toda la tarde la habían pasado entre tanta charla y ninguno sacó su celular, era tan agradable tener a alguien quien no estuviese pendiente de aquél aparato cada tres segundos, quien le mirase a él.

-Eres lindo –le halagó Tae cuando ambos se habían detenido bajo un farol, el castaño escondió sus manos en sus bolsillos mientras miraba su compañero sonrojarse poco a poco.

-Gracias –YoonGi permanecía con la cabeza gacha, sin saber si jugar con sus dedos o con el hilo que colgaba de una de sus mangas -, ya es algo tarde, debería irme –no mentía tanto, sentía que ya eran cerca de las diez y tanto de la noche, no debía llegar tarde o se asfixiaría de todas las cosas que habría en el prostíbulo.

-Espera –Tae le tomó de las manos y del mentón, elevando su mirada hacia él.

YoonGi notó tantas cosas en el rostro de Tae que antes no había notado, su pequeño lunar en la punta de su nariz, sus párpados diferentes, sus cejas, lo grueso de sus labios.
Taehyung encontró un lunar en la mejilla izquierda de YoonGi, un sonrojo que pintaba la mayoría de su cara, unas cejas oscuras, unos labios entre abiertos y húmedos, y una mirada que se perdía en sus belfos. Acarició con su zurda la mano de YoonGi, notando que estaba fría. 

-Gracias por estar aquí conmigo –susurró ronco el menor, acercándose peligrosamente a su mayor, acariciando con la punta de la nariz la ajena. Antes de pasar a otras cosas, le besó la mejilla derecha y se mantuvo ahí unos pocos segundos.

Cuando se despegó miró a YoonGi y sonrió algo apenado, soltando poco a poco la mano de Suga. Pero antes de eso el mayor lo tomó con fuerza y lo acercó a él, se paró de puntas colocando sus manos detrás de la nuca del menor, se mordió el labio justo antes de impactarlos contra los del menor.

YoonGi se robó el primer beso de Tae, y Tae el primer suspiro de YoonGi.

Se besaron con calma, con timidez, sus ojos permanecían cerrados para saborearse con más detalle. No hubo lengua, ni caricias sugerentes. Un inocente beso que manchó la noche, un beso que cubrió los secretos que YoonGi casi soltaba.

 

 

 

“-Soy prostituto –“


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