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Trouble x TaeGi por Miss TaeGi

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NamJoon miraba la tonalidad rosa de la que suponía era la puerta del cuarto de SeokJin, una mujer le había indicado dicho cuarto luego de habérsele insinuado elevando su falda y dejando a la vista sus muslos; NamJoon no perdía el respeto hacia las mujeres, y con una amable sonrisa se despidió de ella.

Sus nudillos chocaron con ligereza contra la madera, sonando dos veces sus golpes. Los lentes oscuros descansaban en uno de sus bolsillos y ambos brazos colgaban al costado de su cuerpo, sus ojos paseaban por el contorno de la puerta, deslizándose ligeramente por el pomo plateado.

-Voy—se oyó una voz soñolienta del otro lado, una voz ronca y cansada seguida de ligeros crujidos de colchón y madera, no escuchaba pasos así que era fácil adivinar que el dueño de la voz se encontraba descalzo.

La manija de la puerta giró una vez y NamJoon contó los milisegundos que pasaron antes de ver el rostro de SeokJin en pleno amanecer.

-Hola—NamJoon le miró inerte, no sabía cómo reaccionar a los cabellos mañaneros de Jin, a sus mejillas hinchadas por el poco sueño o a la máscara mal acomodada sobre su rostro.

Jin no supo cómo encontrarse, tenía al hombre quien había tatuado sus labios con un simple beso y quien le confesó su mayor vergüenza antes de recibir la primera cachetada que en verdad le dolió.

-¿Qué haces aquí?—Jin podía haber sido descortés, pero no era tiempo para la buena ética; con molestia se quitó la máscara y la tiró por ahí, envolviendo mejor su cuerpo con la sábana de su cuarto para cubrir su ropa atrevida que usó durante su turno.

NamJoon no perdió nada y sin preocuparse en soltar palabra entró en el cuarto de Jin apartándolo a él del camino haciendo uso de su zurda.

-Tienes bonito cuarto—comentó sin sentimiento observando con cuidado cada rincón de la habitación, notando que todo mayormente era de un rosa pálido o un blanco hueso.

-Te pregunté algo, NamJoon—SeokJin sonaba molesto, enfadado por el atrevimiento del menor. Sin esperar mucho cerró la puerta, nunca faltaban esas chismosas que cotorreaban a cada palabra nueva que escuchaban.

El mencionado no le miró. Inspeccionó el cuarto con tranquilidad, notando el desorden que había sobre su cama más unos cuantos billetes resumidos en dólares.

-¿Eso es lo que ganas en una noche?—a pesar de que NamJoon había venido por otra cosa no podía evitar mofarse un poco de la situación, soltando una sonrisa sarcástica y mirándole con desdén.

-Eso es el dinero que he recaudado durante diez años sacando mis gastos económicos—su ceño permaneció fruncido y sus labios resecos, mirando al intruso con una molestia que no sabría disipar.

-¿Para qué juntas dinero?—ironizó, no creía que una persona como SeokJin ahorrase dólares para un futuro.

-Para comprarme.

Ahí, en ése mismo instante, las palabras tatuadas en la lengua de NamJoon se fueron volando. No entendía su respuesta y menos sus acciones. Vio el cuerpo de Jin acercarse a la cama y sentarse con tranquilidad, resonando los resortes del colchón al momento de apoyar su cuerpo; Jin tomó con una mano un manojo de billetes asegurando el agarre de su sábana con su diestra libre.

-Aquí, para poder salir de éste lugar tienes varias opciones: una es escaparte, otra es que te compren, pero la imposible es comprarte por ti mismo—habló Jin con nostalgia, contando adrede los billetes—. Yo intenté hacerlo, pero siempre me cambiaban el precio.

-¿Cuánto cuestas?

-¿Mi cuerpo? Unos… 700.000 w—suspiró con desgano, mirando sus pies desnudos ser acariciados por la alfombra.

NamJoon por primera vez vio los ojos tristes de SeokJin, vio sus labios formar una rota sonrisa y sus manos temblar ante el conteo de su dinero. Se notaba que le hacían falta unos cuantos billetes, además de detonar ese deseo de que el precio fuese el mismo que la vez anterior.

-Me faltan 10,000 w—continuó hablando conteniendo los hipidos de un llanto próximo. Con el dorso de sus manos limpió sus mejillas y pómulos, repasando sus dedos sobre sus ojos para borrar las lágrimas llevándose consigo manchas de un desgastado rímel y delineador.

NamJoon cerró sus labios unos momentos, buscando las palabras correctas para decir pero no tenía nada.

-¿A qué viniste, NamJoon? ¿Cómo me encontraste?—Jin trataba de hablar tranquilo, pero su voz temblorosa le delataba en cierta manera.

-Me costó encontrarte, nunca visité estos lugares—relató NamJoon aun manteniéndose de pie, mirando a Jin de vez en cuando, en momentos en que sus ojos no estuvieran clavados en las manos del mayor—Y vine a comprobar si era cierto lo que me dijiste.

SeokJin peinó sus rubios cabellos para que cayera un poco sobre su rostro y delineó sus labios con un dedo para quitar el labial mate que seguía pintado—. Pues, ya está. Ya sabes que me prostituyo, que no he ido al colegio desde mis trece años, que perdí la virginidad en una violación de calle y que puedo procrear, ¿qué más quieres?—le miró con valor, sin embargo su iris temblaba levemente, evitando ver profundamente esos ojos hermosos.

Los ojos de NamJoon son preciosos, no son verdes y tampoco azules; son café. El café de la mañana para despertarte o el café de la medianoche para aliviar la tensión de un insomnio. Y lo peor de todo es que Jin admitía que era el mejor café que jamás pudo probar.

-Jin… ¿Tienes un sueño?—las palabras se escaparon de sus labios en un susurro y sus ojos se opacaron; SeokJin le miró con asombro, buscando una respuesta coherente a la interrogante más boba que le han hecho en su vida.

-¿Si tengo un sueño?—aseguró con voz rasposa subiendo sus pies a la cama y tapándose mejor con la sábana, poco le importaba ya la ropa que traía puesta. La blanca tela se separó de su cuerpo con delicadeza, seda acariciaba su piel; el corsé negro se aflojó en su abdomen y las cuerdas blancas deshicieron sus nudos, dejando libre la prenda y dándole a Jin mejor respiración.
Las costillas de SeokJin se notaban apenas, sin embargo varios golpes y marcas de cuerdas se veían muy bien en su lechosa piel. Se acurrucó en el cabezal de la cama cubriendo sus hombros con la sábana blanca, deslizando sus piernas sobre el colchón evitando el contacto con el dinero.

NamJoon esperó paciente a SeokJin, escuchando sus suspiros al no encontrar nada entre sus pensamientos.

-Siéntate—pidió Jin abrazando sus piernas para dejarle espacio a NamJoon; sin entender mucho Rap Monster se sentó sobre el colchón no sin antes quitarse el abrigo y dejarlo sobre una silla; notó a Jin tiritar por el escaso calor que le ofrecía la pobre sábana, él no tenía cubrecamas y parecía no querer sacar un abrigo de su armario. NamJoon se despojó la bufanda gris de su cuello, tela gruesa y ancha, y se la colocó a Jin, acariciando de paso sus hombros sin evitar deslizarse lentamente por los brazos pálidos del ajeno, remarcando el camino de sus no tan notorias venas.

-¿Tienes un sueño?—volvió a preguntar mirando la iris de Jin resquebrajarse con lentitud.

-Sí, tengo un sueño—contestó en un murmullo, sintiendo sus labios pegados al tratar de hablar con comodidad. Su mentón tembló al igual que sus manos, pero se tranquilizó al sentir el fuerte aroma de colonia sobre su cuello sabiendo que pertenecía al hombre frente suyo—: mi sueño es poder volar, salir de éste infierno y poder hacer lo que siempre quise: estudiar.

NamJoon sintió la tristeza y el deseo oculto entre las palabras de Jin, escuchó su corazón latir y el torbellino de lágrimas que ardía en los almendrados ojos del rubio. Sin saberlo unas pequeñas gotas se escaparon de los párpados de Jin, perlando sus largas pestañas.

-SeokJin—su voz ronca le hizo frente al sollozo del ajeno y sus manos cálidas acunaron las mejillas húmedas del mayor, repasando las lágrimas con sus pulgares—te compraré.

 

*¨*¨*¨*¨

 

Había muchas maneras de hacer el amor y Taehyung quería probarlas todas con YoonGi.

El reloj ya marcaba las 3:45 de la tarde y sólo habían pasado los minutos entre los besos suaves y delicados que tenían roces fugaces de un músculo travieso.
La cama parecía lejana y la ropa rasposa, lo único que se habían quitado eran las zapatillas y medias, y Suga no pudo evitar soltar risas al ver los calcetines de lunares de colores de Taehyung.

Entre pasos torpes y caricias indecisas se metieron en la sala de estar, chocando contra el sofá de cuero marrón. YoonGi se aferró a la nuca del menor y se separó de sus labios para soltar un gritito al momento de sentirse caer, aterrizando entre los almohadones negros.

-Qué torpes—sonrió YoonGi al contener la risa que picaba sobre sus belfos, pero fue ahogado cuando el peso completo de Taehyung cayó seco sobre su cuerpo-

-Lo siento Hyung—río Taehyung evitando estallar en carcajadas por la torpeza de ambos y arruinar completamente el ambiente denso que se disipó hace segundos.

YoonGi soltó risas ligeras sacándose sus anteojos para tener mejor comodidad, dejó los lentes en el suelo con cuidado y volvió sus manos a los cabellos de Taehyung, ronroneando cuando los labios del menor se acercaron de nuevo a los suyos.

Taehyung amenazó con besar los belfos de YoonGi, pero raspó sus labios apenas dejando una chispa que desapareció en el aire y aterrizó sobre su mejilla. Los besos de Tae bajaron por la mejilla de Suga, desapareciendo sobre su barbilla y pintándose sobre el cuello blanquecino.

Entre suspiros Suga inclinó su cabeza hacia un lado, sintiendo los labiales de Taehyung tatuarse sobre su piel, quemándole delicadamente de una forma tan extravagante y divina. Sus ojos pasearon en el salón, buscando un lugar cómodo donde situarse y perderse cómodamente en los escalofríos de simples ósculos sobre su cuerpo, cuando una pintura le llama la atención.

-¿Me pintaste?—YoonGi detuvo los movimientos del menor para levantarse y ver la obra de arte que colgaba de una pared, sobre el piano de caoba que tenía teclas viejas y fotos de la familia de Taehyung.

-Sí, hace unas semanas, cuando apenas te conocí—confesó Tae levantándose del sofá para encaminarse hacia el cuadro. La pintura parecía fresca aún, con un brillo especial sobre los labios rosas de YoonGi y las pupilas bien ubicadas detrás de los vidrios de los lentes.

Suga caminó al lado de Tae hipnotizado por la gran habilidad que tenía el menor con un simple lienzo. Mirándose a sí mismo en una pintura hecha a mano e imaginación, tuvo una idea bastante loca.

-Píntame.

La palabra había escapado de sus labios sin querer, sus orbes apenas habían parpadeado al momento de perderse en el papel con tantos colores brillantes, permaneciendo sus labios húmedos y abiertos por su rostro maravillado. Elevó su mano derecha, queriendo rozar con la yema de sus dedos la pintura, conocer la textura del papel y los colores vivos que alimentaban su rostro; YoonGi no supo verse hermoso en un espejo más una simple pintura de su retrato contradecía sus pensamientos: tenía bonitos labios, no tan finos y con un color delicado que daba miedo besarlos, ojos bellos contorneados con un negro que ni él mismo conocía, trazando el brillo de la iluminación con un ocre débil; le encantaron sus cabellos, un verde menta muy fuerte que sobresalía a toda costa, y sus manos que sostenían su afamado cuaderno marrón con la tapa correcta, incluso la S cursiva se escribió como si fuese hilo de cocer.

Amaba aquel libro, con palabras simples que aprendió a leer de corrido pero que describían todos sus secretos, contado sus miedos y dibujado sus sueños: todo con un simple lápiz negro.

-¿Quieres que te pinte?—preguntó Tae queriendo asegurarse de la palabra de su mayor. Se acercó a él con cautela, atrapando a YoonGi con un abrazo desde la cintura descansando su barbilla sobre el hombro ajeno, quien asintió ante la interrogante del contrario—, ¿cómo quieres que te pinte?

-Sólo dibujaste mi rostro y un brazo mío—YoonGi se mordió un labio en busca de valor para decir lo que deseaba: —, quiero que me retrates desnudo.

Los párpados de Taehyung se abrieron tanto que juraría se le caerían los ojos de las cuencas. YoonGi ladeó su rostro para verle directo a sus orbes con una sonrisa bastante inocente para la situación, llevando sus manos sobre el agarre de Tae para acariciar sus muñecas. El menor de ambos sonrió, besando castamente los labios de Suga.

-Haré un pequeño boceto tuyo y listo, no quiero perder tanto tiempo.

Taehyung fue en busca de su cuaderno y su lápiz ignorando por completo la existencia de una goma, mientras que YoonGi pensaba una cómoda ubicación dentro de la sala de estar. Suponía que Tae no tardaría mucho en dibujar su forma, por lo que el sofá anteriormente mencionado le apareció un lugar magnífico donde quedarse.

Se desnudó con pena, raspando su piel con sus prendas casuales. Era la primera vez que alguien veía su ropa natural y no esas bragas finas con encajes que le causaban comezón luego de un uso. YoonGi sabía que no tenía que tener vergüenza sobre su cuerpo, sin embargo ésta vez era diferente: no traía la máscara consigo y Taehyung era el único que lo conocía.

-¿Estás listo?—preguntó V del otro lado de la pared no queriendo entrar a la sala para darle incomodidad al mayor, jugueteando con la punta de la mina de su lápiz creando distracción a su ansiedad, o al menos alivianarla.

Se oyó un suspiro que dibujó un pequeño vaho en la sala, estaba comenzando a hacer frío—. Si, puedes pasar.

YoonGi se ubicó parado junto al sofá tapado con una bata negra de baño ofrecida por Taehyung, no tenía hecho el nudo pero sujetaba la prenda que cubría su completa desnudez con sus antebrazos. Tae le miró sonrojándose un poco por la situación futura.

V se sentó sobre un sillón individual apoyando su libro de bocetos sobre sus piernas, mirando expectante a Suga y anticipando sus acciones. Con notoria vergüenza, el mayor separó sus manos de su cintura, dejando caer la bata de baño desde sus hombros hasta ambas muñecas.

Se desnudó por completo ante la vista de Tae, dejando la bata caer en el piso junto a sus otras prendas. Mirando fijamente al menor se recostó sobre el sofá, apoyando su cabeza entre los cojines y cubriendo con una sola pierna sus partes nobles y colocando ambas manos sobre su pecho, tapando sus pezones. Con labios abiertos miró a Taehyung, quien tragó nervioso por la imagen tan erótica que presenció; tal vez Dios le había mandado un ángel.

-¿Estás cómodo?—Taehyung sentía la lengua darle la contraria, no se quería poner a tartamudear frente a su mayor.

-Sí—afirmó YoonGi mirándole con recelo, buscando un punto fijo sobre el cuerpo de V para tranquilizarse.

Taehyung se mordió el labio, sintiendo su mano temblar al acariciar la hoja blanca con la punta del lápiz sin provocar ningún rayón. Trazó una línea contorneando el rostro de Suga, bajando por su barbilla y formando poco a poco su cuello.

-¿Sabes?—YoonGi empezó a hablar para iniciar una conversación y hacer menos aburrido el momento—, siempre me pregunté si te he visto antes.

-Lo has hecho—respondió Tae mirando de reojo a YoonGi para confirmar la posición de sus clavículas y hombros, tallando de vez en cuando sus cabellos verdes esparcidos sobre las almohadas—, pero me ignorabas porque siempre leías. Creo que la primera vez que te vi se fue hace un año y medio—contó Tae sin despegar el lápiz sobre la hoja.

-¿En serio?—YoonGi cambió su rostro neutro a uno asombrado, tratando de hacer memoria durante el verano en donde haya visto de un solo parpadeo a un chico de cabellos castaños y bonitos ojos, con bellos lunares y labios adictivos.

-No muevas tanto tus facciones que al final haré cualquier cosa—advirtió divertido Tae sonriendo por la ligera torpeza que mostraba su Hyung—y sí, te vi la primera vez justo después de conocer la universidad en donde estudio. El dueño, mi primo, me invitó un café luego de tiempo sin verle, al final tomé un batido.

-¡Espera!—espetó Suga tratando de mantener la posición actual, aunque sus músculos se comenzaban a tensar debía quedarse quieto, fue su deseo principalmente y no lo echaría a perder a medio camino—Jung HoSeok… ¿Es tu primo?

-Loco ¿no?—bromeó V dedicándole una inocente sonrisa cuadrada más una linda mirada antes de volver a su trabajo de sombreado—. El apellido de soltera de mi madre es Jung, ella era la hermana de la madre de Hobi—contó con un deje de melancolía en sus palabras, y YoonGi trató de adivinar el brillo sobre los ojos de Tae.

-¿Por qué dices que era la hermana?—Suga no supo descifrar los orbes de Taehyung ni distinguir el color de su iris.

-Porque ella falleció hace siete años.

Los labios de YoonGi se fueron cerrando poco a poco ante la nueva noticia que había conocido.

-HoSeok amó una sola vez en su vida y ése amor perteneció a su madre, sufrió depresión por dos años pero gracias a mi madre pudo volver a sonreír tranquilamente—Taehyung aguantó un lágrima que picaba sobre su ojo con insistencia—. A mi tía realmente le gustaban los dulces, el corto aroma a café en la mañana y la alegría, y HoSeok quiso retratar todo eso con una gran cafetería.

YoonGi no quiso preguntar más nada, no quiso saber sobre el padre de HoSeok ya que él mismo nunca mencionó sobre la existencia de uno. Ahora el estar desnudo le causaba incomodidad, no podía con la pena del momento.

Taehyung dibujó con cuidado las piernas de YoonGi, mordiéndose la lengua por concentración y dando miradas fugaces al cuerpo lechoso que tenía frente, escuchando suspiros de parte suya.

-Ya casi está—comentó Tae realizando los trazos del sofá alrededor del dibujo de YoonGi.

-¿Puedo pararme?—Suga sentía las piernas adormiladas y los labios resecos, creyó contar quince minutos acostado sobre el sofá más otros veinte minutos de dibujos, sin agregar los cuatro minutos que Taehyung se le pasó mirando.

-Sí—contestó secamente escribiendo una V en una esquina superior de la hoja junto a su firma—, me saliste muy hermoso.

YoonGi no se molestó en cubrirse, con delicados pasos se acercó hacia el menor, colocándose detrás del sofá individual y abrazándolo por la espalda, mirando la hoja anteriormente blanca manchada con un dibujo bastante bonito a sus ojos.

-¿Te gusta?—interrogó Tae algo nervioso, nunca había dibujado a una persona desnuda ni reflejado perfectamente los sentimientos vacíos dentro de unos bellos orbes, ni difuminado la humedad de los labios con miedo.

-Me encanta, eres muy talentoso para esto—alagó YoonGi dándole a Taehyung un beso de mejilla sonoro. Nuevamente se apreció sobre la hoja, se enamoró de su cuerpo, y por qué no, de Taehyung también.

-No lo sé, sólo hice lo mejor que pude—contestó dejando el dibujo sobre el apoyabrazos del sofá, y sin darse vuelta pudo saber que YoonGi seguía desnudo.

-¿Por qué no me miras?—preguntó YoonGi sin preocupación, susurrando contra el oído de Taehyung para provocarlo, llevando las caricias de sus manos sobre el cálido pecho ajeno repasando un poco sobre su cuello y clavículas.

-Porque no tienes ropa puesta—las palabras le salieron con dificultad, nunca tuvo una experiencia sexual más allá de pérdida de virginidad en su primera noche de borrachera con una chica que apenas vislumbra entre recuerdos borrosos.

-¿Acaso no me viste ya desnudo?—ironía era tachada sobre su pregunta, su tono de voz se había vuelto más juguetón y una sonrisa se formó sobre sus labios, tratando de tentar a Taehyung.

V pensó las palabras dichas por Suga, buscando una excusa algo creíble para no decir que se cohibió con sólo pensar en ver a su mayor desnudo nuevamente—. La única diferencia fue que te vi, no te toqué.

YoonGi detuvo todas sus intenciones de provocación. Siempre había vivido con la idea de que quien lo viese completamente a su disposición lo tocaría con toda la vulgaridad, le trataría como una persona sin nombre, solo un plástico para generar placer a un hombre que lo deseaba corporalmente. Y con miedo de no acertar, creyó que Taehyung le veía diferente.

-Entonces tócame, Taehyung.

No hubo pensamientos racionales en aquel entonces, sólo el inicio de un beso que se iría olvidando entre tantos otros.
Tae le besó con cuidado, solo pegando sus labios contra los de su mayor en una suave caricia que esperaba durar eternamente, llevando tímidamente sus manos por la espalda de YoonGi, tocando temblorosamente su columna y alejando sus dedos cada vez que tocaba su fría piel, como si fuese un choque eléctrico el que lo tocase.

Los desnudos pies de YoonGi dejaron de sentir la pomposa alfombra que pinchaba sus plantas cuando sus pisadas se situaron sobre el frío suelo del piso flotante, pero fue escasa la sensación ya que Taehyung, un poco más animado, lo cargó tomándolo de la cintura.

Sin interrumpir el beso y conociendo el camino, fue buscando entre tropezones la puerta de su habitación; si querían hacerlo debían hacerlo bien. De una ligera patada abrió la puerta de su cuarto sin soltar las piernas de YoonGi ni abandonar sus labios; oh santa cama con sábanas de rayas de colores y almohadas blancas. Agradecía haber hecho su cama en la mañana.

Lo depositó con cuidado sobre su litera, oyéndole jadear cuando sus bocas se separaron y se alejó levemente, apreciando el cuerpo de YoonGi de otra manera más cruda: su pecho subía y bajaba en busca de aire, sus pezones rojos y algo irritados, levemente erectos. Sus labios húmedos al igual que sus ojos, y sobre todo, sus mejillas que se sonrojaban con la espera y el sonido de su corazón latir efervescentemente.

Taehyung, entre graves jadeos, se fue quitando su playera revelando su torso desnudo con un atrayente color y textura que YoonGi no pudo evitar; su blanca mano se posó sobre su pecho, y lentamente descendió ante la atenta mirada de V. La diestra de Suga se paseaba sobre su torso, bajando cuidadosamente por su estómago hasta acariciar la hebilla del cinturón de cuero del menor.

V se hizo un espacio entre las finas piernas de YoonGi, acercándose nuevamente a sus labios para devorarlos con gula, pero ésta vez usando su lengua. Entre beso y beso el cinturón de Tae se desabrochó, dejando espacio para que Suga desabotonara el pantalón de jean del contrario sin interrumpir el beso, sintiendo casi enseguida el elástico del bóxer de Taehyung rozar la yema de sus dedos cada botón menos.

-Eres tan hermoso, YoonGi—suspiró Tae posando sus labios en el cuello pálido de Suga, besando su garganta y sintiendo la vibración de sus jadeos bajo sus belfos, bajando cuidadosamente sus caricias por su pecho, descubriendo los pezones erectos del contrario; no pensó mucho sobre sus acciones: Taehyung llevó a su boca un pezón, lamiéndolo cortamente para darle su lamida correspondiente al otro.

-Ah…—gimió quedamente YoonGi con temor, comenzando a respirar con dificultad por la sensación de una sola boca cálida. Taehyung le besaba el cuerpo con cariño, le daba leves caricias sobre su estómago creando caminos alrededor de su ombligo y le acariciaba las piernas con firmeza, tallando sus extremidades inferiores con tranquilidad.

-Taehyung—le llamó temblorosamente. Por primera vez se creía incapaz de satisfacer a una persona, sentía que, cuando V sintiera todo su cuerpo carnalmente, lo dejaría luego de oír pobres palabras que se olvidarían con el tiempo.

El nombrado detuvo sus roces húmedos al oír la voz de YoonGi al borde del llanto. Creía que estaba asustado, así que decidió calmar sus pensamientos—no temas, YoonGi.

No hubo que esperar más. Suga asintió al ver un dedo de V entrar en su boca propia, sabía muy bien lo que venía: lo iba a dilatar. Taehyung tenía los dedos largos y él lo sabía, y cuando su dedo estuvo ensalivado se acercó a la entrada de YoonGi, susurrando lindas palabras para que no se tensase demasiado.

-Tranquilo, amor—murmuró entrelazando su mano libre con la de YoonGi, adivinando que era la zurda por una cicatriz sobre la palma sin saber muy bien su origen. Un dedo entró en el estrecho interior de Suga, quien jadeó como respuesta al sentir el dedo largo de V acariciar sus paredes. La sensación no era la misma al típico plástico lubricado, conociendo muy bien la textura húmeda del condón.

Taehyung inició besos sobre la rodilla de YoonGi, dando leves lengüetazos sobre los muslos pálidos de Suga, escuchando con paciencia los suspiros que se escapaban de los finos labios del ajeno. Separando su mano del estómago de YoonGi la bajó por la ingle contraria, masajeando la base del pene de Suga con cuidado.

-Tae—suspiró nuevamente cuando su miembro fue rodeado por la cálida mano del nombrado. Escalofríos recorrieron su cuerpo con plenitud, nadie nunca le había besado las piernas o tocado su virilidad con delicadeza.

YoonGi pensó que estaba realizado en la vida, pero cuando el único dedo sobre su interior le abandonó se sorprendió, creyó que enseguida lo penetraría, pero toda duda se esfumó cuando las caricias de una lengua se humedecieron en su interior. Nunca le habían besado aquel lugar, y sus gemidos delataban dicha confesión.

La caliente lengua de Kim le tocaba sin pudor, mordiendo descaradamente su anillo muscular y respirando debajo de sus testículos, le estaba masturbando mientras le hacía aquello: YoonGi pensó que no faltaba mucho para fallecer.

Su garganta le picaba más con cada gemido que daba, las múltiples sensaciones que le provocaban una sola lengua era demasiado, no tuvo más de otra que aferrarse a los castaños cabellos del menor mientras sus piernas se movían descontroladamente; trataba de mantenerse abierto pero no podía.

-T-Tae—tembló cuando su miembro comenzaba a doler y el calor sobre su ingle le quemaba sus suaves bellos. El nombrado entendió la indirecta y se separó casi de inmediato, quería que esto durara un poco más.

-¿Estás listo?—preguntó jadeante relamiéndose los labios para deshacerse del exceso de saliva. Bajó el cierre de su pantalón y se despojó de dicha prenda junto a su bóxer.

Comenzaba a hacer mucho calor a pesar de que el invierno había comenzado dos días atrás. Las ventanas estaban levemente empañadas y el olor a sexo pasaba desapercibido para ambos.
YoonGi sentía un dolor en su estómago que no supo descifrar con exactitud, su cuerpo ser quemado con cada minuto de esperar y su corazón latir con miedo. Tragó seco justo antes de que el glande desnudo de Taehyung acariciara sus nalgas con timidez.

-Hazlo… Taehyung—se avivó YoonGi, cerrando los ojos por la vergüenza y esperando no contar los mismos segundos que noches anteriores, en donde se escondía en la clandestinidad de una máscara y dinero sucio.

-Mírame—suplicó Taehyung perfilando su miembro en la entrada del contrario, respirando pesadamente con labios húmedos y ojos acuosos. A pesar de querer negarse al pedido del menor, Suga le miró desconfiado, comenzando a respirar con anormalidad.

Taehyung no esperó más, descubrió el color del iris de YoonGi al momento de profanar su entrada. Un calor le rodeó con fuerza, sentía que faltaba lubricación pero un gemido de Suga no le permitió pensar más. YoonGi se quemaba con lentitud, contaba los centímetros de aquel miembro y calculaba que llegaba más a fondo que muchos otros.

Le encantó.

Con movimientos suaves se inició el coito. La pelvis de Taehyung se movía a un ritmo placentero para YoonGi, sabiendo dónde tocar y maltratando su interior desnudo. Sus piernas flexionadas permanecían rodeando la cintura de Tae y sus manos se aferraban a los hombros canelas del ajeno, arañando castamente su piel caliente. Su garganta jadeaba con cada movimiento y su respiración se agitaba.

 YoonGi se sentía lleno.

Los cosquilleos sobre su piel eran incontrolables, no podía correrse, no era el momento.

-Taehyung—le llamó en un lastimero gemido empujando con sus manos al nombrado para que saliese de su interior. Tae cayó de espaldas contra el colchón, algo confundido por la actitud de su mayor; pero cuando vio a su mayor gatear hacia él y situarse sobre sus muslos, entendió todo.
YoonGi tomó el miembro de Tae palpando su humedad, respiró hondamente, y se dejó caer sobre el pedazo de carne, advirtiendo de que llegaba más a fondo aún.

-Y-YoonGi—murmuró volviendo al calor húmedo de antes. Jadeando, Suga le miró, sonriendo temblorosamente y mirándolo con pesar.

-Te siento, Taehyung—susurró entre suspiros, llevando ambas manos sobre su estómago, palpando la calidez de su piel propia—, te siento aquí.

Los vidrios se empañaron completamente por el calor que ambos cuerpos unidos en uno trasmitían; nunca sintieron el frío de afuera, o vieron la nieve caer al momento en que YoonGi fue llenado por el orgasmo de Taehyung, llegando exitosamente al suyo propio.

 


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