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Vampires and Demons por Anna-chan

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Notas del capitulo:

Hola! Me disculpo por la tardanza.

La universidad me tiene consumida.

Espero que les guste el capítulo!

Yagari caminaba en círculos en el salón. La adrenalina y la ansiedad le estaban jugando una mala pasada. Ya había sentido esto antes, pero ahora volvían a tener hijos. Kaien, su esposo estaba dando a luz a sus bebés, y cuanto más pasaba el tiempo, más quería llorar de los nervios. Un llanto atravesó las paredes, había nacido sano y fuerte. Se abrió la puerta de la habitación y Yagari entro apacible, miro la cama, pero no encontró a su esposo en ella. Al parecer ya se había levantado, al ser un vampiro, sus heridas sanaban muy rápido y los dolores desaparecían.

Se acercó a la cuna, y allí vio a sus dos tesoros. Su corazón lloro de ternura. Sus hijos habían heredado el linaje Kiryuu, cabellos plateados, y de seguro, hermosos ojos violetas. Upo a uno de ellos, y sintió una fuerte descarga. No solo heredaron la belleza, también el oscuro poder del antiguo linaje de la madre. Beso la blanquecina frente, y el niño sonrió en medio de su sueño. Escucho un sonido, y Kaien apareció del baño, fue junto a él y lo abrazo.

 -Gemelos…- Sonrió Kaien.

 - Un beta y un omega. – Yagari seguía mirando a sus retoños.

 -Al que estas cargando es Ichiru, y quien está en la cuna es Zero. – La madre acaricio los mechones que crecían en sus cabezas.

 -No sabes lo feliz que estoy… - Ichiru gimoteo cuando su padre lo volvió a acostar.

 -Imagínate yo… - Los reyes siguieron mirando a los pequeños príncipes.

 -Gracias, amor. – Yagari besó la mejilla de su esposo.

……………………………………………………………….

El salón estaba vació, y el silencio podía escucharse en su interior. Ningún alma penaba en algún rincón de ese silencioso salón. La puerta se abrió asustando al único fantasma que cruzaba allí, un gato peludo y gris atravesó el lugar con prisa, intentando huir de tres pequeños niños que lo seguían sin razón aparente. Un niño de cabellos castaños entro en el lugar y se quedó analizando, había perdido de vista al escurridizo gatito. Ichiru choco contra él por no prestar atención en su camino. Kaito le miro mal y cuando estaba por darle un coscorrón, Zero apareció detrás suyo.

 -Kaito nii-chan ¿Dónde está el gato? – El cabello largo del niño se balanceaba con la ternura de este.

 -Se ha escapado, Lo siento Zero, Ichiru, algún día lo atrapare. – Kaito se sonrojo al no poder atrapar al animal.

 -No te preocupes Kaito-nii. – Ichiru sonrió mostrando todos sus dientes.

 -¡Malditos escuincles! – Una sombre negra cubrió a Yagari.

 -¡Corran! –

Y los niños volvieron a una carrera divertida, donde huían de su padre.

Cinco años pasaron desde el nacimiento de sus hijos, cuatro años después de que encontraron al pequeño Kaito en una aldea destruida. La aldea fue atacada por los bandidos humanos, quienes asesinaron a la familia del niño, dejándolo sin hogar ni nada en el mundo. Fue exactamente en esos minutos, cuando los reyes vampiros iban pasando cerca, escucharon un fuerte llanto cerca de ellos. Olieron la sangre de los muertos y con prisa fueron a aquella aldea destruida. Y allí lo encontraron, un pequeño niño llorando cerca del cadáver de su madre, sin ser consciente de lo que estaba pasando.

Kaien lo acuno entre sus brazos y el niño calló al sentir nuevamente el calor protector de alguien. No hizo falta preguntar a su esposo, miro a Yagari y subió a la carroza. El pelo negro no le negó nada, en su lugar habría hecho lo mismo. Desde ese día los gemelos tenían un hermano mayor.

Yagari despertó de sus recuerdos y con una sonrisa malvaba fue a buscar a los diablillos. El día de hoy harían una fiesta por el cumpleaños número cinco de los gemelos. En uno de los tantos pasillos, Yagari pudo atraparlos. Ichiru y Kaito fueron upados en el hombro del mayor, quien los colgó como saco de papas, mientras Zero caminaba frente a ellos. No es que era el más obediente, pero no quería enfrentar la furia de su padre, por lo que decidió hacerle caso e irse a bañar antes de que comience su fiesta.

El padre pateo la puerta del baño con fuerza, asustando más a sus dos hijos colgados. Zero retrocedió ante la presencia de su madre dentro, pero antes de que escapara, los brazos de Kaien le sujetaron. Rio con malicia y, en un abrir y cerrar de ojos, Zero ya se encontraba bajo la ducha. Treinta minutos después, el pequeño ya se encontraba bien vestido y perfumado. Su madre suspiro con cansancio, pero cayó en la cuenta de que ahora tendría que bañar a dos fieras llamadas Kaito e Ichiru. Hecho a Zero del baño advirtiéndole que, si volvía a correr por los pasillos, no iba a comer postre, el niño, con miedo y asintiendo con efusividad, salió como un rayo del baño.

Se tronó los nudillos y el cuello. Lo único que Zero escucho fue una pequeña riña en el baño. No sabía por qué sus hermanos no querían bañarse. Por suerte a él le encantaba hacerlo, y lo hacía primero ya que así podía echarse una siesta en el lapso de tiempo en que bañaban a sus sucios hermanos.

Dos horas más tarde, los tres pequeños ya se encontraban bien vestidos y bien perfumados. Faltaba poco para que la fiesta comenzara. Los invitados ya hacían acto de presencia en el salón de baile. Vampiros, la realeza humana, y familiares de los reyes. El gran salón de paredes de color arena, ventanales con cortinas rojas abiertas, dejando que la hermosa luna viera el baile que se llevaba a cabo. Los invitados vestidos con elegancia reían y bebían felices. Las largas mesas llenas de aperitivos salados y dulces. Los adultos hablaban de cosas diversas en base a la economía y a la tregua entre los humanos y vampiros. Los niños corrían por todos lados jugando con otros pequeños que decidieron unirse en su alegre diversión.

La puerta de caoba oscura se abrió, llamando la atención de todas las personas en el salón. Unas presencias oscuras enfriaron el lugar, y los vampiros se pusieron en alerta. Demonios. Los últimos invitados aparecieron, los reyes del mundo de los demonios eran amigos cercanos de la reina. Dos de los niños se escondieron detrás de tu padre. Kaien avanzo hasta ellos, y dando una cordial reverencia, invito a que pasaran. Era una pareja, ambos de cabellos marrones. Un hombre muy apuesto y una mujer muy elegante. Cuando la reina advirtió que los invitados eran cercanos a él, los guardias y demás personas se tranquilizaron y volvieron a retomar sus asuntos.

Kaien los guio hasta su esposo, donde con cordialidad comenzaron a entablar una conversación. Al Principio, Yagari permaneció serio, analizando cada gesto, cada movimiento de la pareja con cautela.

 -Amor, estos son Akeno y Satoru, somos amigos de la infancia. – Kaien se los presentó.

 -Mucho gusto, Ygari Kiryuu. – Hizo una reverencia.

 -También es gusto nuestro. – La demonio sonrió. - ¿Estos son tus hijos?

 -¿Eh? – Kaien miro a Kaito e Ichiru que se encontraban detrás de su padre. – Son dos de mis hijos.

 -¿Cuántos tienes? – Pregunto el demonio.

 -Tenemos tres hijos. – Yagari apunto a Zero, quien se acercó a él. – Este es el menor.

 -¡Oh! También tenemos tres pequeños. – Akeno abrazo más a su esposo. - ¡Niños, vengan aquí!

 -Madre, ya estamos aquí. – Un niño con ojos heterocrómicos y cabello cobrizo, estiro del vestido de su progenitora.

 -Ah, ya veo. – Rio apenada.

 -Estos son mis hijos, Rido de siete años, Haruka y Juuri de seis años. – Los niños hicieron una respetuosa reverencia.

Zero estaba regañando a sus hermanos, ya que lo dejaron solo en su juego. Y Cuando escucho el nombre de ellos se volteo, encontrándose con cuatro ojos mirándole. Se quedó petrificado ante aquellos dos niños.

 -¡Son hermosos! – Kaien acaricio el cabello del pequeño Rido. – Esos dos miedosos son Kaito e Ichiru y el que recién llego es Zero, el futuro rey. – Sonrio

Fue así como conocí a su padre…

Las niñas lo escuchaban atentamente, aunque se estén muriendo del sueño. Bostezaron al mismo tiempo, haciendo reír a su madre. Tanto Rido como Haruka se levantaron de la cama, ya preparándose para ir a dormir, pues ya estaba amaneciendo. Zero también se salió de la cama.

 -Buenas noches mis amores… - Zero se despidió de sus hijas.

 -Buenas noches, mamá. – Respondieron las dos al unísono.

Zero apago las luces y cerró la puerta. Caminó hasta su habitación, pero no pudo llegar lejos. Apenas entró, la puerta fue cerrada con una fuerza invisible. Dos brazos sujetaron su cintura, y su oreja fue invadida por una lengua. Abrió los ojos que había cerrado del susto. Rido ya lo esperaba en la cama sin sus prendas superiores.

 -Ya las complaciste a ellas, ahora nos toca a nosotros. – Susurro Haruka desabrochándole los botones.

 -Tenemos antes del anochecer. – Rido apareció frente a él, quitándole la camisa.

 -Entonces deberíamos empezar ya… -

El susurro del vampiro fue callado por los labios del demonio mayor, mientras Haruka besaba su cuello. Y fue lo último que dijo antes de apagar las luces, dejando que la luz de la luna atravesara la gruesa cortina de la habitación.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado el cap!

Nos leemos luego!

Anna-chan


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