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Mi Buen Amigo Baal, Mi Buen Amo Satán. por 691396

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Cap. IV


 


Pasado


 


El sol en el plano mortal aún no había aparecido y obviamente en el infierno tampoco, pero, aun así, Naruto despertó, tenía un terrible dolor de huesos incrementándose en su cráneo, aunque intento levantarse no pudo, todo daba vueltas, haciéndole caer de nuevo en la cama a la vez que despertaba a quien estaba a su lado.


 


 


-Mi Naru-chan –Lo haló –vuelve a dormir, aun estas débil-.


 


 


-Mi… cabeza –susurró el rubio sorprendiéndose mientras tocaba su garganta – ¡Mi voz! ¡Es diferente!


 


 


-Lo hablaremos después, por ahora acuéstate antes de que te ataque, tu nueva voz me excita y ambos sabemos que no estás en condición.


 


 


Las palabras dichas por su captor le dieron un escalofrió, temía que hiciera lo mismo otra vez, recordó las palabras de su padre, era mejor quedarse quieto y dejarse hacer, así dolía menos, en este caso, era mejor obedecer.


 


 


-Que descases.


 


 


Escuchó la voz gruesa de satán en su oído, no pudo evitar el erizar de su piel al sentir los brazos contrarios rodearlo.


 


 


Despertó solo y confundido, tenía hambre, más de la que alguna vez en su vida pudo haber sentido, salió abriendo las descomunales puertas como si de viento se tratase y comenzó a caminar por los pasillos sintiendo como sus sentidos se agudizaban causándole una increíble jaqueca y haciéndole recostarse aún más en las paredes, las cuales le quitaban la apariencia de infierno, más parecía un gigantesco castillo, todo estaba hecho de mármol de distintos colores, las paredes en este caso de mármol azul, los pisos de mármol negro y el techo… Bueno, no podría especificar, era como una especie de agujero negro del cual provenían las luces que iluminaban los pasillos, pero aunque eso fuera muy intrigante, el rubio no se entretuvo, el hambre era demasiada y el dolor en su cabeza, más los sonidos que se agudizaban como unas uñas en un pizarrón y salían de todas partes  más los olores y por más extraño que suene, uno de sus sentidos se agudizo más que cualquier otro, su percepción, que le hacía sentir infinidad de cosas haciéndole agobiarse y ahogarse, pero logró tranquilizarse, en ese aspecto, parecía un fenómeno, lograba adaptarse a todo con sorprendente rapidez, prueba de eso era que ya había aceptado a Itachi, su nueva altura, incluso que estaba en el infierno y a sus nuevos sentidos; enderezándose y poniéndose en marcha, comenzó a escuchar sonidos provenientes de cada una de las puertas en los pasillos separadas las unas de las otras por una gran distancia, pero aun así siguió hasta quedar congelado frente a una, eran gritos, olía a sangre, sin poderlo resistir o más bien con el hambre controlándolo entró a aquella habitación horrorizándose con la vista, la habitación que parecía más una cueva con las paredes llenas de estacas de roca pintadas de sangre, y entre ellas infinidad de cuerpos desnudos en toda clase de artefactos y posiciones, habían hombres y mujeres y otros a los que no se les reconocía, en todo caso Naruto podía ver las gotas microscópicas de sangre en el ambiente, de nuevo su vista se enrojecía su hambre estaba al límite, pero trato de conservar la cordura, intento salir de allí, pero la puerta había desaparecido.


 


 


Cada vez se sentía más y más hambriento, estaba enloqueciendo, no podía salir de allí y estaba nervioso, poniéndose aún más inquieto al escuchar una voz tras de sí.


 


 


- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?


 


 


Al escucharlo, Naruto no soportó más emboscando a quien sea que estaba tras suyo a una velocidad increíble mientras clavaba sus dientes en la primera parte de piel que vio, lamiendo la sangre que salía, alcanzó a probar un poco de lo mejor que ha probado en toda su vida para luego ser apartado e inmovilizado por el otro en contra del piso inundado de sangre.


 


 


-Buscaba la cocina –Comunicó como si nada hundiendo la boca en el líquido carmesí.


 


 


-Claro, y yo soy un pedazo de carne para que me muerdas.


 


 


-No, juro que no quise lastimarte, no me pude controlar, tengo mucha hambre.


 


-Debes de ser un esclavo, entonces, supongo que tendré que castigarte –decía en forma burlona, mientras tomaba el rostro del rubio y lo acercaba a sí soltándolo de inmediato mientras se arrodillaba- discúlpeme madre, no era mi intención faltarle el respeto, le pido que me perdone.


 


- ¿Madre? - se preguntó el rubio mientras se levantaba mirando el rostro de quien le hablaba- ¿De qué habla Baal-san? por favor levántese, además si alguien tiene que disculparse soy yo, le mordí, por favor déjeme tratar su herida.


 


Suplicó viendo sangre en el hombro del peli azulado tratando de tocarlo.


 


-Madre, no me toque, no soy digno de siquiera una de sus miradas.


 


-No sea tonto, eso no es verdad Baal-san, por favor levántese –le tomó de los hombros levantándolo a la vez que le veía la herida, para su sorpresa no haba ninguna, solo era sangre, pero eso lo preguntaría después –no tiene que ser tan formal-.


 


-Pero madre…- miró a su alrededor viendo donde estaba- tiene que salir de aquí, esta no es una vista adecuada para usted.


 


-no se preocupe, ya me acostumbré, aunque me diría ¿cómo salgo de aquí? Por favor y ¿cómo llegar a la cocina?


 


-Nosotros no comemos comida mortal, así que no hay cocina para nosotros, a menos que sea un humano esclavo, si quiere puede ir a ese lugar –abriendo una puerta-siga por el camino negro directamente sin desviarse, llegará a una puerta plateada, entre allí.


 


-Muchas gracias Baal-san.


 


-Llámeme Sasuke, madre.


 


-Entonces muchas gracias Sasuke-san


 


Sonrió aún más radiante mientras salía por la puerta, la cual desapareció de inmediato.


 


 


Naruto comenzó a caminar, ignorando la sangre encima suyo, para él no existía, por lo menos por ahora se negaba a verla de forma consciente, sabía que si lo hacia sus recuerdos despertarían, los recuerdos de ese día lleno de neblina en que Itachi lo trajo a este lugar, pero hubo algo que de nuevo lo hizo parar, un olor proveniente de otra puerta en un camino que se desviaba del negro, uno gris que daba a una posición incierta, las advertencias dadas por Sasuke se perdieron en el mármol oscuro, yendo a paso rápido abrió aquella puerta que despertaba todos sus sentidos, la puerta desapareció, el interior de esa habitación era muy distinta a la anterior, esta era hermosa, habían pequeñas formas de luz flotando, todas de forma circular y de un color nunca antes visto que iluminaban pocos centímetros de donde pasaban, no hacían mucho por iluminar la perpetua oscuridad de ese lugar, aquella vista fascinó a la reina por completo, y con la mente de un niño comenzó a jugar con ellas, el dulce aroma que estas luces expedían lo hipnotizaron, solo podía viajar con ellas, y por extraño que se oiga, quería comérselas.


 


 


-Madre, aunque disfruto mucho verle jugar con mi propiedad, no debe de comérsela.


 


 


-Discúlpeme –no pudo evitar el sonrojo –el olor me atrajo ¿Qué es esto?–Señaló las luces- huelen muy bien.


 


 


-Son almas, se están purificando y huelen bien porque son alimento, yo soy quien purifica las almas de los que ya han cumplido sus penas y sirvan de alimento a la reina, así pueden renacer en el plano humano.


 


 


- ¿Reina?


 


 


- ¡Oh! Ya veo, aún no se lo han dicho, usted es nuestra madre, la madre de todos los demonios, la reina del inframundo.


 


 


-… ya veo –Lo ignoró - ¡así que estas son mi alimento! ¿Puedo comerme una? –Ahora tenía hambre, no importaba lo demás.


 


 


-Pero que humano más extraño es usted madre –Naruto apenas podía ver dos luces rojas que le miraban –claro que puede, más ninguna de estas, tengo una especial para usted- se escuchó el ruido de un aplauso, por un momento, el menor podía jurar ver la oscuridad distorsionada, se hizo la luz de repente, un cofre cubierto de cadenas- aquí hay un alma tan pura que tuve que hacer esto para que no subiera al cielo, es solo para usted, por favor cierre los ojos y abra la boca, déjame el resto a mí.


 


 


Naruto así lo hizo, sintiendo al poco tiempo como el cuerpo del otro se acercaba con algo tibio que comenzaba a meter en su boca, aquella alma tenía un sabor delicioso, tanto que el rubio tomo la mano del otro empujándola más adentro y tragándola, sonriendo después de haberla sentido en su interior.


 


 


-Ya puede abrir los ojos.


 


 


La reina obedeció, carmesí invadió el zafiro, tan hermoso que quien estaba a su frente quedó ensimismado.


 


 


-Disculpe señor ¿Cuál es su nombre?


 


 


- ¡Oh! Por un momento lo olvidé, usted es mi madre, llámeme Sai.


 


 


-Es un gusto conocerle Sai-san –sonrió amablemente- espero verle más seguido.


 


 


-El… -sonrió falsamente –el gusto es mío, mi querida madre –se arrodilló para besarle la mano.


 


 


-No me llame madre Sai-san, dígame Naruto, así me sentiré mejor. 


 


 


-No puedo hacer eso, seria faltarle el respeto – se levanta- pero si no hay nadie cerca, puedo complacerle.


 


 


-Ya veo– un suspiro escapó- me encantaría que así fuera, me alegró mucho conocerlo –sonrió- y gracias por la comida, estaba deliciosa –se despidió caminando en la oscuridad para darse cuenta de que no tenía idea de a dónde iba –eh- se volteo a ver a Sai- ¿Podría abrirme la puerta?


 


 


Una fue abierta a su lado, una de un blanco impoluto de la cual escurría una sustancia negra viscosa y espesa, lo ignoró, el rubio hizo una reverencia y salió por ella, sin evitar mancharse, al salir de ese cuarto se convirtió en sangre, esta vez, había bajado la guardia, sus barreras mentales no se alzaron lo suficiente rápido, su ropa, piel, manos, todo estaba rojo, los temblores comenzaron pero no sin antes ver como la puerta se cerraba tras de sí con la sonrisa de su demonio hijo, cuando la puerta al fin se cerró, Naruto se descompuso, cayó al suelo sosteniendo sus hombros, sus temblores se volvieron más fuertes, el temor a la sangre se hacía presente, sus ojos comenzaron a cambiar de color de forma intermitente, sentía como si su cabeza fuera a estallar, se iba a volver loco, aquellos recuerdos estaban volviendo a su mente, aquellos que había querido olvidar con todas sus ansias, aquellos que siempre le perseguirían hasta el fin de sus días.


 


 


Fue hace algunos días, regresaba a casa de la escuela no muy animado por dejar a su único amigo, pero sabía que no podía hacer nada, si llegaba tarde a casa su padre le golpearía de nuevo, así que corrió para llegar a tiempo, entrando y dirigiéndose a la cocina, encontrando a su padre con una sonrisa en el rostro mientras cocinaba.


 


 


- ¡Oh! Naru-chan –sonrió- siéntate, te serviré la cena.


 


 


Naruto asintió obedeciendo.


 


 


-Y, ¿Cómo te fue hoy?


 


 


-Muy bien, me divertí micho.


 


 


- ¿En serio? Que bien –sirvió la cena-.


 


 


-Sí, Kiba me ayudó mucho.


 


 


Al escuchar un nombre desconocido para él, el hombre dejo de servir, apretando la cazuela.


 


 


-¿ki…ba?


 


 


-Si –comenzando a comer- es mi nuevo amigo, nos divertimos mucho-.


 


 


-Ah sí… -dejando la cazuela en el lavaplatos- me… alegro por ti amor.


 


 


Trataba de sonar alegre mientras sus ojos mostraban ira extrema.


 


 


-Papá ¿Dónde está mamá?


 


 


- ¡Oh! Ella –sonrió amablemente –se fue de viaje, descubrió tus fotos y al parecer no le gustaron ¿Cómo puede tener tan mal gusto? Son fotos tuyas, nuestro pequeño hijo-.


 


 


- ¿Se fue? ¿Para dónde?


 


 


-A casa de tu abuela.


 


 


- ¿Cuándo volverá?


 


 


-No sé.


 


 


-La voy a extrañar.


 


 


-No te preocupes amor –le da un pequeño beso en los labios –yo estoy aquí.


 


 


-Si.


 


 


-Ahora termina de comer, nos vemos arriba.


 


 


-Sí, papá.


 


 


Unos momentos después, el rubio estaba lavando los platos, cuando escucho la voz de su madre, extrañado se dirigió a la fuente del sonido, era el segundo piso en donde los quejidos se oían con más fuerza, sin más el pequeño subió casi corriendo, abriendo de un golpe seco la puerta de la habitación de sus padres encontrándose con una terrible escena, su madre estaba tirada en el piso amordazada y atada mientras su padre la golpeaba con un mazo, volviéndole añicos el rostro y los brazos mientras ella intentaba resistirse.


 


 


La sangre salpicaba por todas partes, su padre sonreía, tan concentrado en ello que no se dio cuenta de su presencia, pudo haber escapado, pero no lo hizo, al contrario, se dirigió hacia su padre tratando de quitarlo de su madre que ya había dejado de moverse y su cuerpo estaba irreconocible; el rubio seguía tratando de quitar al mayor que seguía golpeando aquel inerte cuerpo, recibiendo un golpe que le estrelló contra la pared, pero no quedando inconsciente, en el momento del golpe el padre se dio cuenta de haber lastimado a su hijo lanzando inmediatamente el mazo y levantándose igual de rápido, para dirigirse a la posición del rubio mientras se arreglaba aquel largo y negro cabello que estaba cubierto de sangre al igual que su rostro, manos y ropa; Naruto veía como su padre se le acercaba, su corazón comenzó a latir fuerte y como por instinto miró para todos lados tratando de encontrar una forma de escapar, pero era tarde, el hombre lo tomó de los hombros mientras esbozaba una sonrisa y lo miraba a los ojos.


 


 


-Mi pequeño -susurró –no tengas miedo, lo hice para protegerte, esa bruja quería separarte de mí, vio tu belleza en las fotos que te tomo y enloqueció, comenzó a decir que yo era un depravado y que te apartaría de mi lado, yo no podía permitir eso, simplemente no podía-.


 


 


- ¡Aléjate de mí! –su rostro reflejaba terror sin fin-.


 


 


-Pero que dices mi pequeño –susurró con una sonrisa el pelinegro tratando de tocar el rostro del rubio con su más ferviente amor, pero al ver el miedo en los ojos del otro, su rostro que reflejaba una sonrisa se volvió serio, más de lo que debería-ya veo, esa bruja te contagio con su estupidez, pero no te preocupes –volvió a sonreír –yo limpiaré tu cuerpo –se comenzó a acercar, recibió rechazo-.


 


 


- ¡No me toques!


 


 


- ¡CALLATE! –gritó furioso, golpeando al rubio en el rostro –harás lo que yo te diga que hagas, y te digo que ¡TE QUEDES QUIETO! -.


 


 


- ¡AUXILIO! –se removía como poseído.


 


 


- ¡CALLATE! –Volvió a gritar mientras le sostenía de la pierna y lo atraía hasta si- ¡serás mío!


 


 


El pequeño estaba desesperado, miraba para todas partes, buscando algo para quitárselo de encima, viendo el mazo que estaba cerca del cadáver de su madre lastima lo lejano que se encontraba, su padre lo jaló de nuevo poniéndose sobre él, mientras le veía con la misma expresión con la que tomaba aquellas fotografías.


 


 


-Esta vez mi pequeño, no hay nada que me impida poseerte.


 


 


- ¡No, suéltame! –lloraba desconsolado- por favor papá, soy tu hijo-.


 


 


- ¡Tú no eres mi hijo! –Respiró profundo aun estando encima del niño – te recogí junto con Hinata cuando te estabas congelando junto al cadáver de tu madre, tuvimos compasión y te recogimos, eras tan hermoso ¡Ah! de tan solo recordarlo me excito, y más cuando recuerdo tu crecimiento, te volvías cada vez más y más hermoso, te comencé a ver de otra manera, para mi tu no eras mi hijo, para mi tú eras la persona que iba a convertir en mi amante.


 


 


-Eso es mentira, tu eres mi papá, la mujer que esta allá en mi mamá, no seas mentiroso papi, no mientas-.


 


 


Las lágrimas resbalaban de los ojos del rubio, sus expresiones reflejaban profundo dolor.


 


 


-Ya te lo dije, yo no soy tu padre y el asqueroso cuerpo que esta allá, a la que maté era mi prima, ella no es tu madre, tú no eres un Hyūga, eres un extraño al cual amo, al cual deseo y ¡AL CUAL VOY A TOMAR AHORA! –gritó sosteniéndole los brazos contra el suelo mientras comenzaba a besarle el cuello.


 


 


-Deja de mentir papá –lloraba, dejándose hacer ante el impacto de la verdad- eres un mentiroso-.


 


 


- ¡YA TE DIJE QUE NO SOY TU PADRE! –golpeó con más fuerza, para luego recuperarse –soy tu dueño, es así de simple, ahora se buen chico y déjame tener tu cuerpo, si lo haces prometo que todo volverá a la normalidad, solo que seremos tu y yo, enfrentando todo, todo será como antes ¿aceptas?


 


 


-Yo… -desvió la mirada ¿Qué era peor que ver a su familia romperse? Su papi le decía que todo volvería a la normalidad, quería creerle, entonces ¿Por qué su pecho dolía? No, era su papi, quien lo crio, quien le daba dulces cuando se portaba bien, quien le decía que lo quería mucho, quien lo mimaba - está bien, haré lo que papá diga –Nada podía ser peor que una familia rota ¿Verdad?


 


 


-Eso es –sonríe- buena decisión.


 


 


Sin esperar alguna oposición, se apoderó de aquel delicioso cuello pasando sus manos sin ningún descaro por todo el cuerpo del niño, comenzando a meterlas por debajo de la ropa, sintiendo como el cuerpo del pequeño temblaba.


 


 


El mayor fue quitando la camisa, el menor tenía los ojos fuertemente cerrados y solo se dejaba hacer; el pelinegro comenzó a besar el estómago y vientre de su hijo, subiendo y bajando marcándolo; mientras el rubio sentía cada toque, sentía como su padre comenzaba a quitar su camisa, marcaba su vientre con besos, pero de pronto ya no sintió nada, su padre paró, aun así no quería abrir los ojos hasta que escuchó uno voz extra en la habitación y algo cálido cayendo en su rostro, además del cuerpo de su padre caerle con todo el peso encima.


 


 


Naruto abrió los ojos, viendo una de las dos escenas que nunca se quitaría de la mente, la primera era la imagen de su madre siendo asesinada por su padre y la segunda, era la imagen del cuerpo de su padre sin cabeza llenándole de sangre, abrió los ojos aterrado mientras usaba todas sus fuerzas para quitar el cadáver de encima suyo; el pequeño se sentía mareado, estaba dirigiendo su mano a la cabeza cercenada, aunque fuera solo una vez más quería tocarle, su pecho le dolía infiernos, estaba en shock.


 


 


-Papá, levántate, no seas perezoso –zarandeaba el cuerpo mientras trataba de unirle la cabeza –vamos, papá-su voz comenzaba a sonar vidriosa –por favor papá, levántate, por favor – suplicaba con un hilo en la voz mientras se recostaba en el cuerpo de su padre y sus lágrimas comenzaban a salir aún más fuerte, cuando sintió que alguien posó una mano en su hombro, haciéndole mirar, viendo una silueta negra que poco a poco recuperaba la luz.


 


 


-Eso es lo que les pasa a quienes tocan lo que es mío –una sonrisa se vio –y tú eres mío –se acercó, el rubio que estaba atónito, todo lo que pasaba a su alrededor, la muerte de sus padres, la revelación de su origen y ahora la aparición de ese sujeto estaban poniendo a prueba su cordura, ya no soportaba más , salió corriendo tan rápido como podía dejando todo atrás, saliendo de la casa aun cubierto de sangre y en calcetines, corrió todo lo que pudo del asesino de su padre, pero no pudo ir muy lejos, a solo algunos metros de su casa esa persona estaba esperándolo con una sonrisa, trató de ir por otro lado, pero era inútil, parecía como si se tele-transportase “¿Qué era él?” era lo que surcaba aquella rubia cabecita, pero por distraerse por un momento, ese sujeto se apoderó de sus labios, Naruto lo alejó inmediatamente y se dio a la fuga de nuevo llegando a un puente el cual estaba cubierto de nieve, corrió como si no hubiera mañana, pero se resbaló raspándose brazos y rodillas, levantándose sin importarle, sintiendo como sus heridas sanaban, no paraba de correr, solo se concentraba en ello, hasta que tropezó de nuevo, esta vez con alguien más, cayendo al suelo.


 


 


- ¡Ah! Mi Naru-chan, debes tener más cuidado.


 


 


Después de esos recuerdos el rubio se levantó confundido y mareado, aunque hasta ahora se ha portado tan sumiso desde el principio, no podía negar el creciente odio que crecía en su interior hacia Itachi, pero la posición en la que se encontraba ahora… no, está mejor decir que por ese sentimiento que comenzaba a nacer, no le era permitido por el mismo hacerle daño o al menos intentarlo a la persona que más que odiar, comenzaba a querer, o eso creía él.

Notas finales:

Bien, sufrí con este capitulo como no tienen idea, esta historia es una de las que hice cuando tenia doce, así que tengo que editarla para poder subirle pero ¡Wow! que escritura tan asquerosa tenia en ese tiempo, tenia buena ortografía, siento orgullo en eso, pero en lo demás ¡Guacala! quisiera ir al pasado y pegarme 10.000 palmadas para que afine, o muera, lo que pase primero, como sea, gracias por leer esta horrible historia y soportar los raros comentarios del autor.


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