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Padre Sobreprotector por MikiPever

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De sus problemas no hablaron más. Otabek en lo único que pensaba era en volver a Rusia ¡ya mismo! y alguien estaba impidiendo que eso pasara.

JJ se enteró que ya se estaban preparando para la vuelta a casa cuando entró al cuarto, viendo a Yurio hacer las maletas. Entonces se atormentaba, abrazándolo con fuerza, tratando de no llorar pareciendo extremista, pedía que por favor aún no se vaya, que al menos se quedaran unas horas mas, que ya se acercaba el anochecer, que descansen bien y luego viajen tranquilos (y si podía seguir encontrando excusas para que se quede, las diría)

Otabek negó la oferta. No quería seguir soportándolo, y aún guardaba el rencor por haber empujado a Yuri a Canadá. Ni en sueños cumpliría con tal petición.

En cambio, Yuri a pesar de decir varias veces que no, al final quedó en un si, aceptando. Es que no se le quitaba eso de que JJ había hecho mucho por él, y se la debía. Que si bien, ha hecho por él mucho, tampoco tenía la obligación de estar cumpliendo caprichos del canadiense. Sin embargo esta última aceptación seria la final. Tuvo que explicárselo a su pareja y este, sin estar de acuerdo, no tuvo remedio que hacerle caso, porque si iba en contra, quizá Yuri podría enojarse y quizás nunca podría traerlo de vuelta a Rusia. Era simplemente ceder a un último pedido de "su rey".

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Lo poco que quedaba del día, acabó. Los padres de Jean estuvieron presentes unas cuantas horas, las cuales fueron compartidas entre todos. El jardín espléndido que embelesó a la madre fue la mejor parte del día. Ella buscó entre tantas flores, alguna que la cautive, quizá Gardenias, o Tulipanes. Pero no podía darle premio a una. Además la fuente pequeña tan llamativa con un enano a su lado como el típico jardín que sin ese adorno no es nada, también eran dignos de un premio. Y así, feliz de que su hijo haga esa reforma por el simple hecho de querer recibirla y que se tope con una sorpresa, decidió dárselo a él, por siempre ser un amor y querer hacer feliz a los demás.

Yuri encontró tan enternecedor aquel momento, que interiormente se prometió que algún día sorprendería de una manera parecida a sus padres. Porque también merecían, después de tantos momentos desagradables juntos, una sorpresa que los haga feliz. Ya que no dejaba de pensar en lo que Otabek dijo con respecto a ellos la última vez que los vio.

Jean autoproclamaba que ese era uno de los mejores jardines de Canadá, con orgullo. Y sus padres, divertidos, lo aplaudían como aprobación.

El hijo quiso acompañar a sus padres hasta la casa. Y disculpándose con Yuri y Otabek porque seguramente no llegaría a la hora de la cena, dejó a ambos a cargo de la casa hasta que volviese.

Al estar solos y mas tranquilos, Otabek, ya mas sereno, percatándose nuevamente de esa remera que imaginó a JJ regalándosela, tuvo que preguntar.

-Yuri ¿Por qué traes esa remera todo el rato? No es tu estilo, te queda gigante y parece gastada...

Yurio noto la brusquedad con la que se refirió a la remera y lejos de parecerle ofensivo, le divertía que Otabek se perturbe fácilmente. Así que lo miró con extrañeza y contestó;

-Al principio era para dormir en las noches cómodo, la he pedido prestada. Luego me encariñe con ella porque es perfecta para andar deambulando por la casa ¿No crees? No tengo porque verme cool las 24 horas del día.

-No es que te quede mal...

-¿Entonces?

-No lo sé, me molesta un poco y no creo tener razones. -Se sonrojó mientras desviaba la mirada de vergüenza que sentía.

-Entonces me la quitaré. -Se la quitó, quedando solo en bóxer de animal print, que al ser una remera larga, cubría lo suficiente como si fuera vestido, sin necesidad de pantalones.

Otabek no quería mirarlo, si lo hacía, iba a terminar comiéndoselo vivo. Mantuvo la mirada gacha hasta que Yurio lo tomó del mentón para hacer contacto visual.

-¿Mejor ahora?

-Eres... demasiado lindo.

Y sí, la ausencia de JJ era digna de aprovechar, y lo hicieron. Se besaban sin detenerse a tomar un poco de aire. Yuri estaba sentado en la mesada de la cocina, teniendo a Otabek pegado a él. Un beso que no buscaba el fin, con tanta pasión, tantos sentimientos juntos que no daban paso a la calma, logrando a esa desesperación cruzar la línea, haciendo a Otabek ya no aguantar más, causando un fuerte mordisco en el labio inferior del menor, que lo hizo emitir un suave gemido. Entonces se detuvo.

-¿Estas bien? Lo siento mucho, debí controlarme.

-Eso me gustó. Beka, si quieres puedes...

Pero aquel no estaba escuchando, estaba tan encendido y a la vez se sentía tan mal por no poder dar el freno, por llevar consigo esos pensamientos pecaminosos. Lo interrumpió.

-Necesito tranquilizarme, ya vuelvo. -Se dirigía al baño. Cuando llegó, cerró rápido la puerta y se pegó a ella de espaldas, agitado, con sus ojos cerrados fuertemente tratando de esperar la calma (Cosa que no lograría hasta hacer eso)

Por eso se atrevió. Se bajo el pantalón junto a su ropa interior para directamente jalar con fuerza su pene, así, sin más vuelta.

De sus pensamientos no quitaba a su precioso Yuri, que podía imaginarlo en tantas posiciones, con diferentes expresiones excitantes en su rostro, que se sentía explotar. El deseo era tan fuerte pero no debía salir de su imaginación, allí se quedaría. Prefería saciarse el mismo.

Yurio intuía que en algo de eso estaba aquel, por eso encaminó en su búsqueda hasta el baño, entrando repentino y empujando a Otabek de su lugar, logrando que se asuste, dejando de hacer aquello y taparse, junto con morir de vergüenza, esperar a que la tierra se lo trague.

Pero el ruso no llevaba ni una pizca de sorpresa, estaba indignado, enojado y frustrado.

-Beka ¡¿Qué acaso eres idiota?! ¡Si quieres hacerlo dímelo!

-No puedo Yuri... no quiero mal influenciarte. Te amo así, puro e inocente.

-Pues te recuerdo que tú ya me has ensuciado.

-Lo sé, pero esta vez no puede dominarme la tentación. No quier- Yuri lo detuvo posando su dedo índice sobre los labios del kazajo para silenciarlo. Mostró en su rostro la expresión mas pervertida posible y comenzó a masturbarlo. Otabek quiso detenerlo aunque no puso mucha resistencia porque se sentía tan bien que se dejó llevar por aquella travesura.

-Quiero intentar algo. -Terminó de rodillas y contempló con su vista asombrado y dudoso. La intriga era mas grande que lo que tenía frente ¿O quizá no?

-No lo hag- Y sin dejar que acabe la oración, se lo metió en su boca y luego comenzó a lamerlo con mucho gusto.

Quería experimentar un poco lo que era el sexo oral. Cosa que además de hacerla muy amateur, no la quiso prolongar demasiado porque la situación daba para mucho más.

Pasó veloz al otro plano y se quitó el calzoncillo para quedar como llegó al mundo, apoyándose contra la pared, justo al lado del lavamanos.

-¿Qué esperas? ¡Házmelo!

Saber que Yuri Plisetsky se entregaba de esa manera, y solo con él, parecía un hermoso sueño, pero era la realidad que le mostraba un paraíso en la tierra.

Bien sabía que Victor lo podía castrar por poner sus manos y más, sobre su hijo, que en vez de estar esperando un vuelo a Rusia, estaba teniendo relaciones sexuales con alguien "prohibido de manchar"

*Lo siento Victor, no puedo controlar lo que siento y quiero. Volví a morder de la manzana. *

Otabek disfrutaba de un pequeño tour por el baño, llevaba encima a Yurio sin dejar de tocarlo, ni besarlo, ni salirse de él. Terminó en la ducha, donde se intensificaron las embestidas y el agua de la ducha que prendieron, sin saber la razón, los motivó más.

Finalizaron allí, luego se relajaron bajo el agua entre dulces caricias.

-Mierda, no usé protección.

-Es tarde Beka, ya acabamos.

-Lo siento.

-No te preocupes, lo que me preocupa es que llegue Jean y nos encuentre.

Lo que ellos no sabían era que JJ había llegado hacía ya varios minutos y escuchó la ducha encendida, aunque sin prestar atención de más, al ser ya muy tarde y notar que esos dos habían cenado, optó por ir a su habitación a descansar.

La pareja, luego del acto, se vistieron para ir a sus habitaciones a dormir. Otabek se recostó y notó un bulto al lado suyo que al descubrir, era Yuri de colado en su cama exigiendo compartir mas tiempo junto a él, cosa imposible de negar.


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