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Sólo una palabra por lady_shizu

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Notas del capitulo:

Mientras subía éste drabble ayer ¡se me apagó la laptop por falta de batería! :’v

Luego me dio flojera buscar el cable para cargarla, prenderla y…, bueno, me dio flojera todo eso, sin mencionar que ya eran como las doce de la madrugada y tenía que dormir.

#Sonrisa.

En breve subo el siguiente. Lo estoy terminando ahora mismo así que creo que ya estará… A menos que algo inesperado ocurra, lol.

XXIII: Otro día más

 

Sasuke siempre fue muy popular. Desde que tenía uso de memoria, había dedicado mucho tiempo de sus días a sólo rechazar confesiones de amor. Con el pasar del tiempo, inevitablemente se había acostumbrado a ello.

 

Actualmente, si le dieran a elegir, sin dudas escogería ser él el único centro de atención de las jovencitas del colegio. Y sí, no era más que un ultimátum con el que se había topado muy duramente.

 

De camino a clases, la misma escena que ya se repetía muy a menudo estaba sucediendo otra vez. Frunció el ceño, molesto, al ver la expresión tímida e incluso condescendiente en el rostro de Naruto, abordado por una estudiante. Uzumaki Naruto pecaba de amable. Suspiró con total desagrado ante el espectáculo que presenciaba desde la lejanía, y decidió darle fin, encaminándose en esa dirección. Después de todo, la clase a la que debía entrar quedaba en ese pasillo.

 

—Profesor Uzumaki, ¿sucede algo?

 

El aludido dio un respingo, volteándose en su dirección de forma precipitada. La muchachita, que prácticamente lo arrinconaba contra la pared, vistiéndose de timidez que a Sasuke le pareció de lo más falsa, también retrocedió, llevándose ambas manos hacia el pecho. Generoso pecho.

 

—En absoluto —respondió éste con rapidez, levantando las manos como parte del ya conocido ademán con el que quería ocultar su nerviosismo, dejándolo más en evidencia. Los ojos de Sasuke lo miraron con seriedad—, profesor Uchiha…

 

A través del cristal de los lentes, los irises oscuros dedicaron, esta vez, a la alumna una severa advertencia, que provocó en ella que se sonrojara, totalmente cohibida, y temiera por su osadía al verse descubierta. Huyó, entonces, disculpándose e inclinándose repetidas veces ante un sombrío Sasuke y un incómodo Naruto.

 

—Es la tercera esta semana —fue el primero en hablar, acomodándose los lentes sin apartar la mirada del pasillo por el que la alumna había desaparecido—. Se ha vuelto muy popular, profesor Uzumaki.

 

—Tú lo serías aun más si no tuvieras esa cara de estreñido todo el tiempo, y yo no te digo nada ni espanto con tal inmisericordia a las alumnas que aun así se te declaran, y ellas sí que son temerarias, Sasuke. Y no creas que no me he dado cuenta.

 

Allí se iba el respeto y la formalidad que debían guardarse mientras estuvieran en horas laborales.

 

—Eres demasiado amable con ellas —le reprochó, volteando el rostro para verlo—. Si dejaras de sonreírles de esa forma, no se tomarían atribuciones que no les corresponden. Son alumnas, Naruto. Da aviso a dirección y envíalas al demonio, o te traerán problemas serios después. Te pueden quitar la licencia.

 

Naruto desvió la mirada, consciente de que las palabras dichas tenían verdad, mas no podía, por más que lo intentara, hacer lo que Sasuke le sugería siempre. Para el profesor Uchiha, rechazar sin compasión era algo, al parecer, inmanente; tan natural y fácil de manejar como el respirar mismo. No así para él, que no podía ni siquiera adoptar una postura indiferente y meramente profesional ante sus alumnos ni el resto de estudiantes del colegio, como Sasuke ejecutaba con experta destreza.

 

Y era esa maldita sonrisa radiante, acompañada por unos irises de un azul demasiado fascinante, la que dejaba a los pies de Naruto a cuanta chiquilla con las hormonas alborotadas la vieran. Sasuke lo sabía mejor que nadie porque él también había caído bajo ese infalible hechizo.

 

—A veces pienso que no estaría mal ponerte un cartel que rece «fuera del alcance» —admitió con implacable franqueza y seriedad, entre la fina línea que separaba la serenidad de los celos innegables que sentía—. Si no fuera por los tontos escrúpulos de esta sociedad retrógrada, ya les habría dejado en claro a todas esas chiquillas púberas que eres sólo mío y que no tienen ninguna posibilidad.

 

—¡¿Q-Qué dices tan de repente?! —Nervioso, Naruto miró a su alrededor, esperando no encontrarse con un tercero que hubiera escuchado aquello. Afortunadamente, y por ser la hora del almuerzo, continuaban solos en el pasillo.

 

—Odio verlas pululando a tu alrededor como moscas a la miel. —Lo observó con reproche, arrugando el ceño—. Y tú no haces más que darles ánimos y falsas esperanzas.

 

Con gesto contrariado, Naruto lo miraba sin decir nada.

 

—Eso no es verdad —arguyó seriamente, provocando que Sasuke se interesara por lo que fuera que iba a decir a su favor—, porque es «como abejas a la miel», no moscas.

 

La sonrisa que Sasuke le dedicó fue suficiente para que comprendiera lo que pensaba en ese momento. Negando con la cabeza y sonriendo resignado, Naruto se cruzó de brazos.

 

¿Abejas?

 

Naruto, en realidad, tenía en muy alta estima a esas estudiantes.

.

.

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Notas finales:

Recordemos que los japoneses son muy conservadores, y, entre otras cosas, no ven con buenos ojos la homosexualidad. ¡Ni siquiera las demostraciones de cariño en público! (y no hablo de las apretadas adolescentes o besos muy subidos de nivel, que si vieran eso se mueren, alv). Stos japos.

¡Gracias por leer y comentar!

Bis bald!


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