XXVIII: Sólo los dos
Sasuke se removió, ligeramente curioso. Era sábado por la tarde, y luego de otra ajetreada semana, nada caía mejor que un descanso aderezado de las actividades que más les gustaban. Y eso para Sasuke significaba toda una tarde leyendo tranquilamente, sentado en el sillón, con una taza de café a su lado, observado de vez en cuando a Naruto, que estaba sentado en la alfombra frente al televisor, jugando videos juegos.
Ni siquiera el excesivo estruendo que el God of War a todo volumen escupía sobre la habitación había conseguido romper la burbuja donde usualmente se encerraba, por lo que no podía dejar de pensar que, a pesar de los años, continuaba siendo demasiado vulnerable al par de irises que ahora lo observaban con insistencia. Finalmente, dejó el libro a un lado de la taza de café, sobre la mesa que tenía en frente, y se quitó los lentes, ubicándolos encima de éste. Naruto, sentado aún en la alfombra, tenía el codo sobre la mesita y la mejilla en la mano. Ambos estaban enfrentados, otorgándose ahora toda su atención. Y la expresión abstraída de Naruto le provocó una risa ligera.
—Dilo.
—Sólo pensaba —murmuró, alzándose de hombros. Sasuke sonrió y levantó una ceja, como siempre que Naruto conjugaba el verbo «pensar» con él mismo en una oración.
—¿En qué? —preguntó con burla, casi riendo. No obstante, Naruto estaba tan absorto que no prestó atención a ello.
—De verdad eres atractivo.
Esta vez, Sasuke no pudo evitar reír sueltamente.
—¿Sí? ¿Cómo lo notaste?
—Tú eras muy popular en secundaria —continuó hablando, ignorando el sarcasmo anterior—, aun cuando tenías una personalidad chocante. Es decir, ¿por qué todas esas chicas iban detrás de ti si casi les ponías un pie en el cuello a todas? Siempre me lo preguntaba.
Alzando ambas cejas y cruzando las piernas, Sasuke se mostró sinceramente interesado en la conversación.
—¿Encontraste una respuesta?
—Tu físico.
—¿Cuánto tardaste en descubrir lo obvio, tonto?
Con las extremidades levemente entumidas, Naruto se puso de pie, se estiró a gusto y rodeó la mesita para alcanzar a Sasuke, quien era ahora el que no le quitaba los ojos de encima.
—Tu aspecto nunca me atrajo románticamente —confesó, sentándose a su lado—. Es decir, no fue hasta que nos hicimos amigos que encontré una razón para comenzar a quererte. Y entonces pensaba que esas niñas eran unas imbéciles por afirmar que te amaban, cuando no conocían nada de ti.
Para acomodarse mejor, Sasuke giró el cuerpo y levantó la pierna izquierda, colocándola sobre el sofá, junto a la pierna derecha de Naruto. La mano de éste encontró rápidamente lugar sobre su rodilla, a la que apretó con suavidad.
—¿Así que mi aspecto físico no te agradaba? —cuestionó con fingida molestia y desilusión, a lo que Naruto se sobresaltó y comenzó a removerse, atropellándose con las palabras.
—¡No! Tú eras muy atractivo y me ponías mucho. Es decir, hasta llegué a tocarme una vez pensando en ti, cuando jugamos contra el equipo de Kiba y caí sobre ti al intentar hacerte un tapón antes de que encestaras.
Mientras Naruto hablaba, Sasuke se acercó un poco más y recostó el cuerpo en el respaldo, posicionando el brazo izquierdo sobre éste para sostenerse la cabeza y tener mayor comodidad.
—¡Me refiero a que lo físico no fue la causa mayor de que me enamorara de ti! —finalizó, sonrojado por los nervios y la muy sabida confesión. Sasuke le sonrió y llevó la mano libre para apretarle el muslo en un gesto conciliador.
—Lo sé, tonto.
—Me haces decir cosas vergonzosas, idiota. —Igualmente, Naruto recostó el perfil derecho en el respaldo del sillón, luego de acercarse más al otro—. Lo que quiero decir con todo esto —continuó, llevando la mano zurda hacia la mejilla de Sasuke, acariciándola con suavidad, intercalando su atención entre los rosados labios sonrientes y los profundos irises oscuros—, es que fue tu belleza interior la que me atrapó, no sólo la exterior.
Naruto no quitaba ahora sus ojos de los labios de Sasuke, ansioso y anhelante, y éste lo sabía, por lo que adrede se pasó la lengua por ellos, humedeciéndolos sólo para provocarlo; le era realmente divertido medir la paciencia de Naruto, cuánto más tardaría en atacarlo.
—Sé que lo que haces conmigo no lo harías con nadie más —prolongó Naruto, relamiéndose de pura expectación, de ganas incontrolables de tomar los labios de Sasuke entre los suyos y hacer con ellos todo lo que se le ocurriera. Pero también quería concluir con lo que venía pensando todo el día, desde que se encontró con Sakura, Karin e Ino en la cafetería cercana a la universidad, y recordó que las tres aseguraban amar profundamente a Sasuke—. Y no me refiero al sexo.
La mejilla de Sasuke era tan cálida, Naruto sentía en la palma, en las yemas y extensión de los dedos cómo la temperatura de dicha porción de piel elevaba la temperatura corporal, aunque en esa posición (una mano suya en una y la propia de Sasuke en la otra) no pudiera ver el creciente sonrojo manifestarse en ninguna de ellas.
—Lo sé —repitió. Los irises de Naruto devorándole los labios con sólo mirarlos acrecentaban su agitación—. Eso es así porque sólo existe un solo «tú». —Naruto rió feliz, devolviéndole la mirada a los ojos, sin perder atisbo de deseo. Sasuke, entonces, pensó que era muy afortunado—. El único «Uzumaki Naruto» en el universo me pertenece. —Se acercó sólo un poco, lo suficiente para que Naruto creyera que iba a eliminar toda distancia entre sus bocas e intentara ayudarlo, viéndose detenido, con los labios de Sasuke apenas rozando los suyos y sólo para susurrar—: Y yo le pertenezco a él.
Era un buen momento, el mejor de todos, para que Sasuke cumpliera uno de los deseos mudos de Naruto. Ese que aquel no se animaba a exteriorizar, y como siempre, él debería ayudarlo. Tomó, así, de la remera a Naruto y lo atrajo hacia él para que quedara encima. Y Naruto al verse sobre Sasuke, entre sus piernas convenientemente separadas, entendió el mensaje en una fracción de segundo.
Menos tardó en por fin devorarle la boca luego de eso.
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