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Actitud fría, corazón caliente por WITTPOOLTAS

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Notas del capitulo:

Hi ;y

No tengo mucho tiempo XD. Pero espero que les guste el nuevo capi.

Les dejo leer.

cuchilladas en el estomago, y finalmente me dejé arrastrar por ella, escuchando una última frase en toda mi existencia: Go to sleep…

Fin del PoV.

_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_

 

Hace  unas horas del encuentro de la 3ra víctima.

PoV Normal / X:

Empezó a amanecer y él seguía recostado en el rincón de la celda. No había dormido nada y se había pasado toda la noche pensando en que nada lo libraría de ir a Prisión.

Temía pisar la cárcel y estaba seguro de que no saldría hasta que fuese un viejo achacoso y acabado.

Se apretaba fuertemente las rodillas con las manos mientras las lágrimas empezaban a caerle por el rostro. Sabía que era inocente, que él no tenía nada que ver con el asesinato del profesor Guillermino y de una tal Shirley a quien ni siquiera conocía. Sólo supo que su desaparición causó muchas especulaciones luego de las 2 denuncias que lo sindicaban como el principal sospechoso.

La primera denuncia la hizo el taxista la tarde siguiente de haberse enterado del asesinato del profesor Guillermino.

-Taxista hijo de puta! Mal agradecido de mierda! Gracias a mi dinero comiste ese día. Por qué carajo se te ocurrió denunciarme?!

El oficial a cargo de la investigación, le contó que el taxista había ido a la comisaría que se ubicaba a pocas cuadras del lugar en donde había sido cometido el asesinato.

Dijo que la noche anterior, al promediar las 10:30 un joven lo interceptó. A primera vista daba la impresión de haber sido asaltado. Estaba nervioso, tembloroso y apestaba a orines. El joven le pidió que lo llevase a la comisaría más cercana, pero al llegar se puso más nervioso aún y sólo pidió que lo llevasen a unas cuadras cuadras del puente T. M.; dio las descripciones del sujeto y se retiró. Con eso la policía ya tuvo a su primer sospechoso.

Pasando algún tiempo, 4 días después del asesinato del profesor Guillermino y cuando aún no se reponía de aquella visión tan cruel, prendió la televisión y vio el noticiero. Casi se desmaya al ver un identikit del sospechoso del crimen y que ese sospechoso era muy parecido a él.

Fue ahí que decidió escapar y ocultarse en la casa de su primo Nicolás. Estuvo ahí por más de una semana, contando una y otra vez que él no era el asesino. Sus familiares lo apoyaron, pero le pidieron que se entregase. Él no estaba dispuesto a hacerlo. Estaba seguro que lo enviarían de frente a la Prisión.

La segunda denuncia la hizo una compañera suya. Cuando el oficial que lo interrogó le contó esto, él empezó a barajar muchos nombres de mujeres que lo detestaban en el salón. Sin embargo, el oficial no se lo ocultó: Lady Coronado.

-Desgraciada! Te afectó que Guillermino se muriera antes de ponerte tu 20 porque todo el semestre fuiste su mayor aduladora. Chupamedias de porquería!

Aunque sabía que tarde o temprano igualmente alguien lo habría hecho. Su desaparición resultó muy sospechosa, sobre todo porque fue un día después de la muerte del profesor que le fastidió todo el semestre.

Todos fueron testigos de su antipatía a aquel hombre, del intento por recolectar firmas para que la sacaran del dictado de la clase, y que sólo obtuvo una firma: la suya. Y por último, la tan recordada carta enviada a la Decana.

Luego de la denuncia su casa fue intervenida. Más de una decena de policías la cercaron, entraron a la fuerza y rebuscaron todo su cuarto. Su padre fue detenido por una noche al oponerse a la investigación y su madre fue a pedirle que se entregara, pues tarde o temprano lo atraparían y eso sería peor. No hizo caso a esas advertencias y siguió oculto… hasta esta noche.

Ahora se preguntaba qué pasaría con él. Durante la madrugada había sido entrevistado por aquel oficial que manejaba el caso. No se acordaba bien el nombre, pero su apellido era algo así como Chacaltina. Lo que sí no se le borraba era aquella larguísima interrogación la cual lo hizo sentir que solamente él tenía la culpa de ahora estar encerrado.

-Nombre completo.

-Arturo Jaime Mayta Vega.

-Muy bien amigo Arturo, tenemos mucho que hablar.

-De qué podemos hablar? Soy inocente! Lo juro!!

-Primero me bajas el tono de cómo me hablas. Luego quiero que te calmes y que no te des ningún título antes de que termine el interrogatorio. Eso lo determinará un juez.

-Un juez?

-Aún no te das cuenta que estás metido hasta el culo en un gran lío? Cuéntame, cómo lo mataste?

-Matar?...

-No quiero que llores como un maldito maricón de mierda! Sólo quiero que respondas mis preguntas.

-Yo no he matado a nadie!!

-Bájame la voz, perro de porquería, y sólo responde a mis preguntas.

-Yo no he matado a nadie…

-Entonces por qué estuviste prófugo? Por qué te escondiste por tanto tiempo? Y, por lo que me contaron sobre esta noche, por qué te resististe a la intervención?

-…

-Puta madre, vas a hablar o quieres que te deje encerrado aquí y que mi informe coloque todo lo que me parezca?

-Señor… Yo no maté a nadie, yo ni siquiera conozco a la segunda víctima de la cual se me acusa. Ni siquiera se su nombre.

-Shirley Pérez Salas.

-Ya ve, ni siquiera sabía cómo se llamaba.

-No hay necesidad de que un asesino sepa el nombre de sus víctimas, sólo las mata y ya. O acaso crees que el asesino primero tiene que investigar los nombres, qué hacen, dónde viven y qué comen sus víctimas?

-Señor, yo sólo sé lo que pasó con el profesor Guillermino, nada más.

-Qué es lo que dices? Que tu sólo sabes lo que pasó con el profesor? A ver, cuéntame, cómo está eso que no entiendo.

-Yo sólo soy un testigo, señor.

-Testigo?

-Sí señor, un simple testigo.

-Creo que necesito sentarme, esta historia me parecerá interesante.

El oficial se sentó a su lado y su trato cambió con él. Le ofreció un cigarrillo e incluso su semblante cambió mientras relató toda la historia. Le contó cómo es que el sólo la seguía para increparle su actitud, cómo es que, para su mala suerte, vio que la agarraban a unos cuantos golpes y cómo es que escapó con mucho temor, pues creía que a él también lo matarían.

-Cómo sé si no te inventaste esta historia? Cómo sé si tu mente de asesino no quiere confundirme?

-Señor, no soy ningún asesino, no tengo antecedentes, sólo soy un simple estudiante que odió a un injusto profesor.

-Odió? Por eso lo mataste?

-Señor, yo no maté a nadie, se lo juro.

-Cómo es que la única persona que vio al asesino no puede decirme siquiera su rostro? O es que lo conoces y estás encubriéndolo?

-Sólo lo vi de espaldas. No sé nada más de él.

-Por qué te escondiste por tanto tiempo? Si es que acaso no eras el asesino, no tenías por qué huir.

-Tenía miedo, señor; pensaba que me culparían de la muerte del profesor Guillermino. Tuve la intención de ir, por eso le dije al taxista que me llevase a la comisaría más cercana. Tal vez si lo hacía se hubiese podido descubrir al asesino…

-Es lo más seguro. Pero por qué no lo hiciste?

-Ya le dije señor, tenía miedo porque todo el mundo sospecharía de mí. Todos sabían que odiaba al profesor Guillermino, estaba harto de sus clases mediocres, de su gran ego y de sus mismas historias.

-No sabes que esos pueden ser motivos suficientes para matar a alguien?

-Tal vez señor, pero le estoy siendo sincero. Por eso me escondí por tanto tiempo. Yo iba a ir a denunciar el hecho hace  unas semanas, cuando mis nervios se hubiesen repuesto, pero cuando vi mi imagen en la televisión me desesperé completamente.

-Por qué te resiste a la intervención?

-Pensé que me conducirían de frente a la prisión. Tenía miedo, señor.

-Qué sabes de Shirley Pérez Salas?

-Nada, señor, nunca había escuchado ese nombre en mi vida.

-Tienes algo más que decirme? Tal vez cómo era el sujeto que dices que asesinó a Guillermino Roel.

-No pude verle la cara, pero tenía el cabello más abajo de los hombros sin llegar a ser tan largo; él estaba de espaldas mientras le daba unos cuantos golpes al profesor Guillermino. Se encontraba vestido con un pantalón negro, tal vez un jeans; en la parte superior tenía una sudadera blanca y parecía que portaba algunos guantes de color blanco, nada más.

-… “guantes? Tal vez por eso no hemos encontrado alguna huella en todos los cadáveres” –Pensó el General- Cabellera larga dices? Acaso es una mujer?

-Lo dudo señor, tenía un porte alto y su vestimenta era un poco ancha; yo diría que es un varón.

Vio que el oficial se levantaba y parecía que si iba a retirar.

-Señor, qué pasará conmigo?

-Seguiremos investigando.

-Iré a prisión?

-Eso no lo sé, las investigaciones determinarán eso.

-Es que no hay nada que pueda salvarme?

-Creo que no, aunque…

Vio que una débil sonrisa se le dibujaba en sus labios. No estuvo seguro si era una sonrisa irónica o una sonrisa de crueldad al verlo en esa situación.

-Aunque qué, señor?…

-Aunque si muere alguien mientras estás encerrado, entonces pensaríamos que no eres el culpable.

No sabía qué hacer. No podía pedirle a Dios que matase a alguien para que así pudiese salir en libertad. Lo único que hizo fue recostarse en un rincón y abrazar sus rodillas hasta el amanecer.

Ahora estaba muy preocupado. Creía que no había soluciones a sus problemas y estaba casi resignado a morir en prisión. Creía que todo era culpa suya.

Tal vez si no se hubiera escondido, tal vez si hubiese denunciado el hecho a tiempo, tal vez si no hubiese seguido al profesor Guillermino no se habría metido en este embrollo, tal vez… Se dio cuenta que había entrado en las suposiciones del “tal vez” y que nada lo sacaría de este problema, sólo un milagro.

De repente, el milagro sucedió…

­­­­Escuchó cómo inicialmente llegó como un murmullo hasta terminar convirtiéndose en alboroto. Los guardias corrieron hacia todos lados mientras comentaban el suceso: una tercera víctima! Se alegró al darse cuenta de que sus problemas estaban resueltos, pero tuvo gran cargo de conciencia al notar que se estaba alegrando de la muerte de un inocente.

Comenzó a llorar con mayor intensidad, aunque no estaba seguro si era por felicidad o por lo perverso que era al alegrarse de que alguien más hubiese muerto.

Fin del PoV Normal / X.

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Por fin el vehículo en el que viajaban el General Bustamante con el Teniente Martínez llegó hasta la entrada del lugar de los hechos. En el camino la consternación se instaló en el General al volver a recordar que la víctima era familiar del jefe de la investigación, de su gran amigo, de Leopondo Chacaliasa.

No sabía cómo actuar exactamente, pero estaba claro que el asesino estaba provocando a la justicia.

-La culpa la tuvieron los medios.

-Disculpe señor?

-Gracias a los periodistas meticulosos el asesino supo quién estaba detrás de él, y como diciendo “No les tengo miedo”, mató a una familiar de Chacaliasa…

Martínez se mantuvo callado luego de que le respondió, mientras que Bustamante se aseguraba de lo que había dicho, pues él tuvo que revelar ante la Nación quién era el encargado de investigar al “asesino sin piedad” como lo había denominado la prensa.

No sabía cuál sería la reacción de Chacaliasa, pero temía que abandonase el caso. Era posible que el asesino tratase de eliminar a alguien más de su familia si continuaba con sus investigaciones. Pero si se retiraba del caso, quién descubriría al culpable? Estaba muy preocupado y ahora veía que el asesino iba en serio y que incluso podría meterse con…

-No, eso no puede ser posible… -Su mirada se clavó en Martínez y luego en el retrovisor, mirando por unos segundos a la pequeña dormir; además también temía por Brigith, su hija.

Martínez quiso preguntar el por qué de aquellas palabras pero al mirar detenidamente el rostro del mayor, se dio cuenta de que era algo sumamente personal y en cierto punto vio preocupación. No habló, solo mantuvo la mirada en el General hasta que el vehículo se estacionó.

Bustamante recordó que hace menos de 2 horas había estado casi seguro de que habían encontrado al asesino, incluso estuvo pensando en ir a interrogarlo severamente en la noche. Pero la noticia le había caído como un baldazo de agua helada y casi se desploma de la impresión de no ser por el Teniente Martínez.

Ahora había comprobado que lo que el General Chacaliasa dijo era verdad: el joven recluido era inocente. Debió confiar y creer en él, pero se dejó llevar por la emoción y por querer encontrar un culpable. Ahora el desarrollo del caso estaba peor que antes.

Reaccionó cuando tenía el cadáver casi a su lado. El Teniente Martínez lo acompañaba y no habló durante el trayecto. Esta vez el asesinato había sido más lejos del radio de ataque de las 2 víctimas anteriores. Estaban en la playa de Agua Dulce en Chorrillos y el cadáver tenía todos los signos de que la víctima había sido golpeada y acuchillada como en los casos anteriores, pero esta vez había algo diferente y muy notorio.

Sólo se observaba un rostro quemado con algunos mechones, la gran sonrisa cortada y las punzadas en el estomago. La sangre era muy notoria debido a la vestimenta blanca que llevaba.

-Martínez, esta mujer era enfermera?

Al escuchar su apellido ser pronunciado, Ángel detiene su plática con los de criminalista y se acerca apresurado hasta su General.

-Por lo que se ha investigado, así es señor. Trabajaba en la clínica Maison de Santé que se ubica a pocos metros de la bajada hacia esta playa.

Bustamante no pudo evitar dirigir su mirada hacia el menor, viendo un gran detalle, la pequeña no se encontraba. Intentando no parecer algo sospechoso, sujeta del hombro a Martínez y lo lleva unos metros fuera del rango de los demás.

-Dónde está ella?

-Diana, señor?

-Sí, de quién más podría hablar?

-Ella se encuentra en la patrulla, la tapé con una de sus mantas y acomodé su cabecita para que no se despertara. No podía traerla para acá conmigo, primero por ser una niña pequeña y segundo llamaría la atención de los demás.

Luis se sorprendió, el muchacho tenía algo de experiencia a pesar de que nunca tuvo un hermano o hermana menor, mucho menos un hijo. Le dedicó una sonrisa seguido de una caricia en la cabeza, despeinándolo en el acto.

-Bien hecho. Ahora quisiera que me dieras los datos de cuándo fue la última vez que trabajó en dicha clínica. –Ya sabiendo eso,  vuelven a la escena, quedándose muy cerca del cadáver.

-Pues… al parecer su turno acabó a las 9 de la noche del día de ayer. –Respondió leyendo el folder que contenía información de la mujer.

-Se sabe algo más de ella luego de esa hora? –Bustamante vuelve a su monótona voz seria.

-No señor, debía dirigirse a su casa, pero nunca llegó.

-Y si a lo mejor no fue el asesino? Y si simplemente se trata de una muerte como la de todos los días? Y si a lo mejor no guarda relación con el caso que investigamos?

Sabía que trataba de buscar excusas para que el General Chacaliasa no abandonase el caso, pero era evidente que se trataba de una víctima más del “asesino sin piedad”: el rostro quemado con legía y alcohol casi destrozado por unos golpes, una sonrisa tallada de mejilla a mejilla, la cortadura en el cuello hecha por un cuchillo filoso y las 2 puñaladas en el estomago revelaban que así era; sin embargo había algo nuevo, la víctima hacía falta de la mano derecha.

Incluso Martínez no quiso responder a su jefe, pero en su mirada se notaba que no quería contradecirlo, aunque todo estaba muy claro. El General Luis Bustamante movió la cabeza y no le quedó nada más que decir.

-Carajo, estamos jodidos, Martínez… Te espero en mi patrulla. Trae el parte de ocurrencias y todas las investigaciones que puedas recolectar con respecto a este caso. Por mi parte, veo que tendré que buscar otro oficial para que se encargue de investigar a este monstruo.

-Está bien; qué les digo a los encargados de vigilar al joven que está encarcelado, señor?

 Aunque sabía que casi estaba descartado de estos crímenes, dijo:

-Diles que lo retengan aún, necesitamos continuar con las investigaciones.

Martínez asiente antes de caminar hasta algunos de sus compañeros peritos y de criminalista. Mientras que el general Luis caminó hacia la patrulla y cuando estaba a punto de abrir la puerta del conductor escuchó los gritos casi ahogados de Martínez.

-Jefeeee!

Bustamante no se encontraba acostumbrado a este tipo de escándalos, pero se contuvo el reproche que estaba dispuesto a lanzarle a causa del nerviosismo que sentía en ese momento.

-Qué es lo que sucede para que llames mi atención de esa manera, Martínez?

-Señor, acompáñeme por favor, es algo sumamente importante.

Cualquiera que viera el rostro del Teniente Ángel se daría cuenta de la gran emoción que desbordaba, no solo por la sonrisa que portaba, sino también por el brillo de satisfacción en sus ojos.

El General lo acompañó sin dudarlo, tratando de adivinar que era lo que su Teniente quería mostrarle con tanta ansiedad.

Martínez guiaba al mayor con los pasos acelerados, sabía que era una falta de respeto llamarlo como lo hizo antes pero, tenía una información demasiado importante para el caso.

Cuando Martínez se detuvo, Bustamante solo vio nuevamente el cuerpo de la víctima, no entendiendo que era lo que su subordinado quería enseñarle.

-Ahora, qué es lo tan importante que querías enseñarme, Martínez?

-Señor, si se fija bien, alrededor del cuerpo se pueden apreciar muchas huellas.

-Sí y eso qué?, Los de criminalista tuvieron que acercarse para identificar la muerte. Al igual que nosotros.

-Bueno si, pero… Hay unas huellas que pertenecen a zapatillas, y como puede ver, todos los presentes de aquí portamos botines o zapatos.

-A qué quieres llegar con esto?

-Señor, esas huellas pueden ser pertenecientes a las del asesino. Además, tengo algo más que mostrarle.

-Y qué puede ser ahora?

-Ya lo verá señor.

Si que estaba un poco confuso con todo esto,  entendió lo de las huellas, y eso sí que sería una pista, pero todavía no sabía que era más importante que eso… tal vez era el arma, algún pedazo de ropa o inclusive alguna fibra de cabello. Sin embargo, quedó perplejo ante lo que Martínez señalaba.

-Eso es…

-Sí señor, una frase de sangre. Esto ya no puede ser una simple coincidencia.

Martínez esbozaba una gran sonrisa como si hubiese hecho un magnífico descubrimiento. Mientras tanto, el General Bustamante aún miraba perplejo y boquiabierto la frase rojiza que se encontraba a varios metros del cadáver.

-Llevémosla a investigaciones, Martínez. –A pesar de que ese no era su trabajo, un impulso dentro de él lo empujo a hacer tal acción, sacando una bolsa de criminalista, lista para ser usada.

@@@@@@

 

Luego de 24 horas desde que se hizo el descubrimiento de la tercera víctima ya los medios habían causado pánico en la población. Las primeras planas de todos los diarios aludían al caso: “El asesino sin piedad existe”. “Tercera víctima confirma la existencia de asesino en serie”. “La policía no avanza, el asesino sí”. “Asesino sigue matando más gente”. “Asesino se burla de la Policía y mata familiar de investigador”. “Burla a nuestra Policía Nacional: Asesino mata a sus familiares”. “El País conmocionado a causa de un asesino serial”. En cuanto a la prensa amarilla, fue más escandalosa aún: “Asesino enfría prima de tombo investigador”. “Policía no hace nada ante tercera muerte horrible”. “Prima de investigador es asesinada para provocar tombos”. “Y ahora, quién podrá defendernos?: Llamen al Chapulín Colorado porque la Policía no podrá”.

El General Bustamante estaba furioso, se sentía atacado y a la vez inútil al no poder descubrir al asesino que se había burlado enormemente de ellos. No quiso dar cara a la prensa ni ninguna conferencia solicitada. La ciudad estaba atemorizada por la existencia del “Asesino sin piedad” y muchas personas opinaban en periódicos, emisoras radiales y canales de televisión, que la Policía era ineficiente y que ya nadie se sentía seguro. Tampoco había llamado a su amigo y ex investigador, el general Chacaliasa. Argüía el no haber tenido tiempo, pero en realidad sentía que él era el culpable de esa muerte, pues le pidió a Chacaliasa encargarse de este caso.

Había estado viendo a quién designaría tan grande empresa de investigar al “Asesino sin piedad”. Lo más seguro era que muchos se rehusasen por la seguridad de sus familiares, por eso es que aún no se había decidido nombrar a uno.

Martínez había hecho todas las investigaciones sobre la tercera víctima. El asesinato había sido igual a los anteriores: Algunos golpes y fracturas en el rostro, cortada de una gran sonrisa, al igual que un porte poco profundo en el cuello, 2 apuñaladas siendo en el estomago y vientre, además de la falta de riñones. A pesar de que era igual a las otras muertes, había una diferencia en este cuerpo y era que no tenía una de sus manos.

Pero lo que más le sorprendía era que el iniciado Martínez se hubiera dado cuenta de algo que ni siquiera el gran Chacaliasa había notado: la marca señera del asesino, la frase de sangre. Se había encontrado el ADN de la víctima en él, pero no una microfibra de alguna huella del asesino. Y a pesar de que también se vieron muchas huellas, ninguna resultó de mucha importancia ya que estas desaparecieron una vez estando en la acera; sólo se dio a saber toda la vestimenta que usualmente usaba el asesino, gracias a la información que el general Chacaliasa había recolectado del joven testigo.

Tuvieron que regresar nuevamente a la DININCRI para seguir con la investigación, descartando así la tarde de descanso. Felizmente Diana estuvo dormida todo el tiempo en el cual Martínez se encontraba investigando más sobre la víctima. Ya después, casi por la madrugada, el menor tuvo que retirarse a descansar en un hospedaje, ya no había autobuses que lo llevaran a su casa. Regresando al trabajo apenas las 6:00am con la pequeña  oculta en sus brazos.

Volviendo con el caso del asesino, al parecer se enfrentaban a un hombre totalmente astuto y a la vez osado, pues había atacado directamente a la mismísima Policía Nacional. No obstante, no tenían ningún indicio o sospecha de quién podía ser el asesino y ya habían pasado 5 semanas desde la primera víctima. No tenían nada en qué basarse, salvo aquella frase de sangre la cual había sido casi insignificante para todos.

El General Bustamante decidió encender un cigarrillo, no estaba acostumbrado a hacerlo, salvo en ocasiones de riesgo y nervios. No sabía qué partido tomar y lo más seguro es que sería reprendido por sus superiores y posiblemente destituido de su cargo.

Estaba muy nervioso ante toda esta situación, sobre todo porque esa mañana estaban entrevistando al mismo Presidente y le estaban preguntando sobre el caso más sonado en la historia policial del País.

El Presidente sólo dijo que la ciudadanía debía mantener la calma, pues nuestra Policía Nacional resolvería el caso y que apenas se descubriese al culpable, se le castigaría con todo el peso de la ley. No profundizó más sobre el tema ni destituyó a nadie. En parte eso calmó al General Bustamante, pues quería evitar la vergüenza de la destitución pública.

Apagó su cigarrillo al ver que alguien empujaba la puerta y casi se cae de su sillón al tener frente a sí al General Chacaliasa.

-Leopondo…

Se le veía ojeroso, con el rostro contraído y cansado. El general Bustamante no pudo articular más palabra. Estaba en el momento más incomodo de su vida y, peor aún, ante un amigo muy querido. Buscaba las palabras precisas y estuvo seguro que la frase “mi más sentido pésame” sonaría estúpida y hasta burlona. Pero no tuvo tiempo de decir nada, pues fue Chacaliasa quien habló.

-Quiero continuar con el caso.

-Pero… Qué es lo que dices, Leopondo?

-Que no quiero que me retiren del caso, más todavía con lo que acaba de suceder.

-Leopondo, esto no es un juego ni un afán de venganza. Estamos ante una investigación de la cual depende la seguridad de toda la ciudad. No debe haber aquí asuntos personales.

El General Chacaliasa mantuvo la calma, actitud muy característica de él. Se acomodó en el asiento y tuvo tiempo de encender un cigarrillo.

-Tú todavía eres quien se atreve a decirme eso?

Bustamante lo miró entre sorprendido y ofendido.

-Tú que me designaste para esta investigación porque temías por la vida de tu hija y sólo buscabas un guachimán para ella? Tú que ni siquiera me llamaste luego de enterarte de que a quien habían asesinado era mi prima hermana?

-Leopondo…

-No quiero tus sermones! Sólo quiero que me dejes continuar con mi trabajo. Sé que encontraré a ese infeliz asesino y si me quitas el cargo, entonces lo haré por mi cuenta…

El general Bustamante vio la rabia en los ojos de Chacaliasa y supo que éste hablaba muy en serio. Se sintió seguro, pues sabía que no descansaría hasta encontrar al asesino. Sin embargo, no quiso dar a conocer su entusiasmo y aceptación.

-Leopondo, perdóname por no haberte llamado, pero me sentía culpable por lo que había sucedido. Perdón por todos los problemas que te ha causado esta investigación. Eres mi amigo, mi hermano, y si quiero que te retires de esta investigación es por tu propio bien.

-Mi propio bien está en descubrir quién es el culpable de todo esto!

-Estás seguro que podrás hacerlo?

-Me conoces y sabes que no descanso hasta conseguir lo que quiero. Te traeré a ese maldito hijo de puta a la cárcel.

-Pero…

-Y no quiero que nadie se entrometa en mi investigación. Quiero trabajar sólo con las personas que yo designe, que no haya informes ni prensas, ni presión ni nada. Sólo la investigación y yo.

Luis Bustamante no podía contener su felicidad al saber que Chacaliasa ardía en deseos de encontrar al asesino. Y estaba casi seguro de que lo conseguiría.

-Muy bien, Leopondo.

Chacaliasa apagó su cigarrillo en la planta de su zapato. Se levantó repentinamente, pero se detuvo en la puerta como si hubiera recordado algo.

-Lo olvidaba. Quiero que uno de mis ayudantes sea el tal Martínez. Veo que lo subestimé y que tiene ojo de buen investigador.

Bustamante asintió con la cabeza mientras Chacaliasa se retiraba de su presencia sin agradecer ni despedirse y cerrando la puerta con fuerza. Luis sólo pudo sonreír y sentirse feliz con esta actitud. Sentía remordimiento por la muerte de su prima hermana, pero creía que este hecho había despertado al verdadero Chacaliasa.

Ya lo decía Maquiavelo, caracho, “El fin justifica los medios”.

Encendió un cigarrillo más, lo aspiró profundamente y tomó el teléfono.

-Martínez, espérame listo con Diana, iremos a mi casa en 5 minutos, tengo que hablar contigo.

-Está todo bien, señor?

-No podía estar mejor. Te espero en el estacionamiento, está bien?

-Sí, jefe. Sólo alistaré algunas cosas y voy para allá.

-De acuerdo.

Finalizó la llamada y apagó el cigarrillo que recién había encendido. Salió de su oficina con una sonrisa en los labios y al llegar al estacionamiento pensó que hacía una bonita tarde de verano.

 

Notas finales:

Tengo noticias! Ahora las actualizaciones se haràs entre: Viernes, Sábado y Domingo de cada semana!!

Como siempre, espero que les halla gustado.

G.T.S.B. <3 WITTPOOLTAS


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