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Wolf's Sonata por Pandora09

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Notas del capitulo:

Among the shooting stars ~ Sonata Arctica

Save me, you only could save me
or you’ll have to slay me…

 

- ¿No ha pasado tiempo suficiente para estar jugando a la familia feliz?

Bang YongGuk enarcó una ceja y soltó una risa seca, sin molestarse en responder a la prepotencia ajena.

- Solo debes devolverme a mis chicos y me iré sin siquiera llamar la atención –Suho sonrió de forma socarrona, como si conociera un secreto del que YongGuk no estaba enterado.

- Tus chicos –susurró devolviéndole la mueca de superioridad e imprimiendo todo el sarcasmo que pudo a esas dos palabras- están acá por voluntad propia, no porque yo los esté obligando o se los haya pedido. Son libres de irse cuando quieran, así que…

- No juegues conmigo, Bang YongGuk –con la mandíbula tensa, Suho dio un paso hacia adelante en un vano intento de intimidarlo, como si el líder de B.A.P realmente pudiera ser intimidado por licántropo cualquiera-, no vine aquí a negociar sobre tus políticas…

- Mira, Kim JunMyeon, como ya dije, ellos están acá porque quieren y se irán cuando así lo deseen –YongGuk contuvo su temple como siempre, sin dejarse llevar por la evidente tendencia provocativa de Suho y cualquier miembro de Exo, si pensaba que podía hacer lo que quisiera bajo su techo, estaba completamente equivocado-. Si quieres hacer valer las reglas de tu manada, hazlo en tu territorio; en el mío, se cumplen mis reglas.

- Me gusta ese tono altanero –susurró divertido, con una mirada casi excitada-, pero estoy seguro de que lo que más valoras es la paz de tu territorio… Tres días han sido tiempo más que suficiente para divertirte. Si no quieres liberar a mis hombres, tendrás que aceptar las consecuencias.

- ¿Te atreves a amenazarme en mi propia casa?

Suho sonrió nuevamente, desviando la mirada más allá del cuerpo de YongGuk y no necesitó ser adivino o tener ojos en la espalda para saber que su atención estaba fija en Zelo.

- Si no quieres poner en peligro a tu mascota, deberías darme lo que quiero.

Y esa frase fue la que desató la ira asesina en su interior, incluso si no fue capaz de exteriorizarlo. Suho podía amenazarlo con encender el mundo en llamas si así hubiese deseado y a YongGuk no le hubiese importado en lo más mínimo que cumpliera con su amenaza, pero se atrevió insinuar hacerle daño a Zelo, su Zelo, su cachorro, y eso nunca lo permitiría. Zelo lo hizo soportar demasiado dolor en el pasado como para dejar que un simple licántropo con ínfulas de Dios insinuara siquiera arrebatárselo.

Con un gesto de mano, le indicó a Zelo acercarse, cosa que el menor hizo sin problemas y con una sonrisa cínica y preciosa dibujada en su rostro.

- ¿Qué necesitas, hyung?

Zelo no demostró el innegable desprecio que sentía por Suho, ni siquiera se molestó en lanzarle una mirada y se sintió orgulloso de él. Suho era, al igual que Kris, un líder poderoso. Todos en el bajo mundo conocían las leyendas de los clanes de lobos, su fortaleza y falta de misericordia. Despiadados e inhumanos, ellos regaban pánico y miseria ahí donde pasaban, Zelo conocía mejor que nadie sus políticas implacables. Pero, incluso con esa reputación y el historial que compartían, no eran más que niños jugando con fuego antes de dormir y acabarían en un colchón mojado.

YongGuk conocía a las verdaderas bestias que habitan la noche y logró imponerse a ellos sin demasiado esfuerzo. Jugar con Exo sería solo eso, un juego de niños.

- ¿Recuerdas esa frase que tanto te gustó y dijiste que debíamos hacerla el lema de Wolf?

Zelo sonrió y pestañeó por primera vez en dirección a Suho, viéndose absolutamente inocente y humano.

- Ven en paz o vete en pedazos.

En seguida, el aire se volvió pesado y viciado, Suho no tardó en intentar demostrar su fuerza como solo los lobos salvajes hacían. Ni YongGuk ni Zelo se inclinaron ante él y eso lo frustró a sobremanera.

- Ya lo sabes, no me gustaría enfrentarme a ti, pero si vuelves a amenazar a mi mascota, ni siquiera quedarán pedazos de ti para intentar unir.

Incluso si ese no se volvía el lema oficial de Wolf, Bang YongGuk no dudaría en matar a quien fuera necesario con tal de mantener a Zelo y a los demás a salvo.

Cuando Suho se fue pateando el piso en el camino, YongGuk supo que no se quedaría así de tranquilo eternamente. LuHan, ChanYeol, Lay y los humanos que los acompañaban seguían ocultándose en el sótano. MinSeok había superado la transformación con éxito, pero eso no significaba que estaba contento con su nueva vida y qué decir de BaekHyun y Sehun, ambos estaban demasiado asustados como para atreverse a salir a la calle.

- ¿Él volverá?

Quiso decir que no, que Suho sería lo bastante inteligente como para darse cuenta de que crear conflictos con B.A.P no era una buena opción y que sacar los trapos sucios del pasado solo serviría para aumentar la tensión sobre ellos, pero conocía bien a los licántropos y sus bestiales formas, sabía que volvería y más enfadado.

Comprendió su duda, ni Suho ni Kris tendrían piedad con quien se interpusiera en sus objetivos y ellos estaban más que dispuestos a enfrentarlos. YongGuk no volvería a poner en peligro a su familia y no importaba si era el clan Kim quien los amenazaba nuevamente, desgarraría sus gargantas demostrando la misma piedad que ellos en el pasado.

Sostuvo al menor por la cintura y lo obligó a verlo a los ojos, incluso si Zelo era más alto y era quien realmente daba las órdenes, siempre se dejaba hacer por él y se entregaba por completo a sus caricias. Zelo no era el tipo de persona que iba por la vida haciendo alarde de su fuerza o su inteligencia, era precavido y un poco burlesco, todos lo veían como el niño bonito de Wolf, la carnada para atraer clientes. Y a YongGuk le gustaba eso, un poco, la verdadera fortaleza de Zelo, esa que siempre quedaba opacada por su mirada brillante y sonrisa deslumbrante, solo él la conocía. No podía sentirse más dichoso por la elección que hizo la Luna cuando se lo presentó como su compañero.

Zelo no demostró miedo, en sus ojos no había temor, ni siquiera rencor, solo una firme decisión de mantenerse y a su familia a salvo.

- Claro que sí, pero enfrentaremos lo que venga… juntos.

Porque así como no le importaba que Suho incendiara el mundo mientras su familia estuviera a salvo, a Bang YongGuk no le temblaría la mano al proteger a Zelo.

 

 

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Un ligero movimiento en la vista periférica de LuHan llamó su atención y no dudó en acercarse a MinSeok, que pestañeaba desorientado bajo las mantas de la cama. Le acercó un vaso de agua que Zelo había dejado sobre el velador y lo sostuvo mientras tomaba cortos sorbos y tosía. También lo ayudó a acomodarse sobre el colchón y quitó los mechones de cabello que se adherían a la piel de su rostro. Había hecho un gran trabajo quitando las manchas de sangre, pero aún quedaban residuos que hacían ver su piel oscura y sucia.

MinSeok miró con ojos vacíos su alrededor, sin decir palabras, sin demostrar nada. ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué acababa de despertar en un lugar desconocido y no decía nada? ¿Por qué ni siquiera lo miraba?

LuHan temió acercarse, quería acariciarlo, besarlo y abrazarlo, comprobar que Kim MinSeok estaba a su lado, vivo; pero temía hacer cualquier movimiento que el otro viera como un ataque.

- Ho-hola –LuHan lo intentó, pero no pudo mantener sus emociones lejos de su voz, no pudo hablar con voz firme porque todo en su existencia temblaba como gelatina y apenas podía sostenerse sobre sus pies-, ¿cómo te sientes?

- Estoy cansado –respondió de forma resignada después de unos minutos, luego de darse cuenta de que su mutismo no lo llevaría a ninguna parte o que LuHan era su única salida; o así interpretó el licántropo su respuesta-. ¿Por qué me duele todo el cuerpo?

- Has tenido días difíciles.

Sin poder contener sus impulsos, LuHan alzó una mano y acomodó los mechones castaños que se escapaban al rostro pálido de MinSeok, apenas rozó su piel, el otro se encogió y rehuyó de su toque, rompiéndole el corazón.

LuHan sabía lo que pasaba cuando un hombre se convertía en licántropo por primera vez, fue testigo en un montón de conversiones y nunca le afectó saber que ellos perdían la memoria, nunca le molestó tener que pintar esos lienzos vírgenes para los que pretendía ser familia. También vio a Xiumin morir seis veces antes de conocerlo como Kim MinSeok y cada una de esas muertes aún torturaba su memoria despiadadamente, pero nunca se sintió tan agónico como leer el olvido en los preciosos ojos marrones que lo condenaron.

Sentía que podía romper a llorar ahí mismo, sobre su pecho y rogando por su amor, pero debía ser fuerte. Incluso si MinSeok nunca lo recordaba, incluso si comenzaba a odiarlo por haberlo convertido en ese monstruo, LuHan no podía sucumbir al dolor. No todavía.

- ¿Recuerdas algo de los últimos días? –a pesar de conocer la respuesta de antemano, se obligó a preguntar.

Con duda, MinSeok negó sacudiendo la cabeza y se dejó caer sobre los cojines, cerrando los ojos y suspirando sonoramente.

- ¿Quién soy?

LuHan lo imitó, cerrando los ojos y conteniendo el gruñido que golpeó su pecho cuando escuchó su voz ahogada.

Cuando el clan de Xiao Tong lo maldijo y condenó a MinSeok a pagar con él por toda la eternidad, sintió tanto odio y tanto dolor por verlo morir, que con sus propias garras, diezmó al clan. Mutilado como se sentía, sacó fuerzas de donde no tenía para tomar su propia venganza.

Aún recordaba esa noche, como si no hubiese pasado el tiempo desde que tuvo el cuello de su casi esposa entre sus dientes hasta ese momento, donde MinSeok ya no recordaba nada de su existencia. Casi podía saborear su sangre, sentir lo rayos plateados de la Luna iluminando su sendero hacia la perdición, rememoraba con exactitud el odio de esa noche y todas sus consecuencias. Pensó que podía vivir de esa manera, con el odio, el dolor y el miedo, pero se mintió a sí mismo y lo descubrió cuando encontró a Xiumin en su siguiente vida. Todo ese tiempo, lo único que hizo fue sobrevivir.

En su mente aún guardaba los recuerdos de sus muertes y las tumbas que cavó para él, no importaba cuántas veces Xiumin muriera en sus brazos, nunca se volvía más soportable, por el contrario, el dolor solo se acentuaba y, últimamente, sentía que lo desquiciaba.

LuHan se había prometido salvar a Xiumin, ya fuera en la piel de MinSeok o de cualquiera de sus encarnaciones y por fin el descuido de Chen –disfrazado de furia asesina y envidia vengativa- creó una brecha en su destino que le permitía ver una pueril luz de esperanza.

- Sé que ahora no lo entiendes –susurró tomando una mano de Minseok y sintiendo perfectamente que este se tensaba bajo su tacto-, pero pronto lo harás.

- ¿De qué estás hablando? –preguntó el neófito licántropo, sosteniendo su mano a pesar del evidente desagrado que le causaba tenerlo cerca.

- Lo que pasó, no lo solucionaré, pero sí haré que pague.

MinSeok le frunció el ceño y se movió con intención de levantarse, pero se vio obligado a desistir cuando su cuerpo débil no pudo mantenerse de pie por más de tres segundos. LuHan podía escuchar perfectamente el palpitar de la sangre en sus venas y sentir el pánico abriéndose paso en su rostro cuando se dio cuenta de que él también tenía un oído más sensible, al igual que el tacto y la visión.

Poco a poco, esperaba, se acostumbraría a su vida, de la misma forma en que él hizo. Tal vez hasta aprendería a amar su maldición.

Acarició por última vez la piel ajena, jurando en silencio que se vengaría de Chen y que el peor castigo que les podría dar a los pocos miembros de clan Guan que quedaban vivos sería verlo a él y a Kim MinSeok amándose en absoluta libertad. O ambos morirían en el intento.

- Chen no lo sabe, pero está a punto de convertirse en mi mejor obra de arte.

 

 

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Sehun observó con atención las líneas que marcaban sus manos. Las sentía resecas y ásperas, al igual que sus labios y sus mejillas. Repentinamente, su cuerpo entero estaba demacrado.

- Deberías dormir un poco –desde el otro extremo de la habitación, Lay habló en voz baja. El lugar era inmenso, pero la falta de muebles que ocuparan espacio provocó que su voz viajara por el aire sin dificultad, casi haciendo eco en las paredes estériles.

Asintió, pero no se atrevió a cambiar de posición. Con la espalda pegada a la pared y las rodillas firmemente abrazadas contra su pecho, taladró al otro con la mirada, no podía quitarlo de su vista.

Decir que se sentía herido era insultarse a sí mismo. Decir que se sentía engañado era incluso peor. De formas que no podía comprender, se sentía devastado. La desaparición de Yixing en Canadá se convirtió en el eco tenue del sufrimiento en su cabeza, se sentía casi como una broma infantil comparado a todo lo que había pasado en los últimos días.

Zelo le contó, a él y a BaekHyun, una increíble historia sobre hombres lobos, sorprendiéndole que no hablara sobre guerras contra vampiros y todas esas mierdas de las que estaban hechas las películas. Durante mucho tiempo, se preguntó si todo eso era una broma de mal gusto, a Zelo le encantaba burlarse de la gente y no le habría sorprendido ser una víctima más de sus juegos maliciosos. Después, pensó que era todo una especie de alucinación colectiva, un complejo mesiánico o alguna mierda así; pero vio la sangre, la ropa de MinSeok hecha girones y los rasguños curándose a velocidad inhumana en la piel de YongGuk.

Por si fuera poco, Lay le mostró su piel lozana cubierta de vello largo y espeso, como los perros, y sus huesos alargados y alterados hasta formar garras mortales. Lo escuchó gruñir y aullar cuando la Luna llena iluminó la noche. Creyó que estaba loco, preso de ese engaño colectivo del que todos eran víctimas, pero no era así, sin importar cuánto quisiera seguir engañándose.

- Alguien debe comer algo y luego irse a dormir –con ese espíritu acojonantemente alegre y emocionado, Zelo entró a la habitación haciendo ruido y casi dando saltos, sosteniendo grácilmente una bandeja con dos vasos y dos platos de comida, no podía creer que fuera parte de toda esa mierda, pero al mismo tiempo no le sorprendía-. Tal vez deberías dejarlo solo –agregó dirigiéndose a Lay-, yo puedo quedarme con él.

- No me iré.

De un extremo a otro, compartieron una mirada desafiante.

- No necesito que me cuiden –susurró el humano, sin llegar a sentirse cómodo con la presencia de ninguno de los dos-, ni que me traten como a un niño.

- No deberías comportarte como uno entonces –Zelo dejó la bandeja en el velador y salió rápidamente. Sus cambios de humor seguían impresionándolo.

- Zelo tiene razón, por lo menos deberías alimentarte apropiadamente.

- ¿Y tú lo haces? Veo que has estado comiendo solo alimento de humanos, ¿no quieres algo de Doko? –Lay se rió por lo bajo con un molesto siseo, pero no respondió a su provocación.

- Sehun, por favor…

- ¿Por favor qué? ¿Quieres que me comporte como un hombre? ¿Quieres que me calle? ¿Quieres que crea todas las mentiras que has dicho?

- En teoría –susurró Lay mientras Sehun se acurrucaba sobre sí mismo porque sentía que comenzaba a congelarse-, yo no te he mentido.

Y el problema no eran las mentiras que Lay pudo haber dicho, el problema eran todas las cosas que calló y su cuerpo se dedicó a expresar. Porque Sehun creyó que Lay había disfrutado de yacer a su lado, de entrecruzar sus manos y danzar sobre las sábanas en la oscuridad de su casa y probablemente erró con todas sus conclusiones, se preguntó si realmente logró comprenderlo aunque fuera un poco; pero no importaba nada de lo que Lay dijera en ese momento, no podría creer ninguna de sus palabras.

- ¿En qué se diferencia callar una verdad de expresar una mentira?

- ¿Quieres la verdad, es eso?

¿Por qué Lay se indignaba con sus preguntas?

Sehun se cubrió el rostro con las manos y suspiró contra sus dedos fríos, concentrando toda su voluntad en contener el sollozo que le quería romper el pecho, porque sentía que ya había llorado demasiado y no necesitaba deshacerse en lágrimas y acabar avergonzándose incluso más frente a Lay. Y ese espontáneo pensamiento lo hizo despreciarse también, porque no importaba mucho todo lo que había visto y escuchado en los últimos días, lo único que realmente le picaba era que Lay no hubiera confiado lo suficiente en él como para confesarle su verdad.

- Entonces ven conmigo, veremos qué tan bien puedes soportar la verdad.

Lay no tuvo piedad cuando jaló su mano y lo sacó de la cama para arrastrarlo hacia el pasillo y por unas escaleras infinitas que lo llevaron hasta la azotea del edificio. Wolf era un sitio inmenso en longitud, de dos pisos más el sótano, pero incluso si no eran demasiados los metros que lo separaban del suelo, la ciudad se veía pequeña a la distancia y el vértigo lo golpeó directamente en el estómago.

Afuera, el aire lo sacudía con latigazos gélidos y encima de su cabeza, la Luna llena lanzaba reflejos pálidos en todas las direcciones. Por unos segundos, Sehun se distrajo mirando al cielo. Odiaba la Luna llena, como la que le sonreía con saña esa noche, la misma que iluminó la noche que Yixing desapareció, la sentía como la musa traidora de los poetas malditos. Ella, que tantos sonetos de amor inspiró, no se detuvo al arrebatarle a la única persona por la que Sehun habría escrito poesía. ¿Envidia? ¿Simple crueldad? ¿Celestial desprecio por la humanidad condenada? Lo que fuera, la Luna era solo un objeto congelado en el cielo, lejana y completamente ajena a sus mundanos pesares.

- No fue algo que yo haya elegido, ¿sabes?

Había un pequeño juego de comedor en la azotea, como de campamento, donde Lay lo empujó sobre una silla de mimbre y arrastró otra para sentarse pegado a su cuerpo. Se preguntó si los miembros de B.A.P (como supo se llamaba la manada que regía Wolf) solían ir a la azotea a beber el té mientras veían la puesta de Sol en el horizonte.

- Ahora que lo dices, lo sé –respondió con voz átona, no quería saber a dónde lo quería llevar esa conversación ni que Lay se diera cuenta de lo miserable que estaba siendo.

- Yo simplemente me desperté un día y era esto. Me desprecié por mucho tiempo, me pregunté qué hice para merecerlo –Lay negó con la cabeza y Sehun sintió algo de compasión por él, a pesar de todo, intentaba comprender su realidad-. Han sido tres años de miseria casi despótica, Sehun. Tres años de vivir sin recuerdos, completamente hueco…

Sehun lo comprendía, mierda, lo comprendía tan bien que dolía, porque él estuvo ahí mismo y lo recordaba con lujo de detalles. Si bien sus huesos no se deformaban ni su piel adquiría la apariencia de ser un perro callejero apaleado, conocía perfectamente la sensación de estar en un mundo nuevo, sin pasado ni futuro, viendo todo por primera vez a su alrededor. Fue como se sintió cuando llegó a Canadá escupido desde Corea, desorientado, reconociendo únicamente los latidos de su corazón, obligándose a ser fuerte porque nadie tendría misericordia de él.

Entendía perfectamente lo que Lay estaba diciendo, el darse cuenta y aceptar que ningún evento estaba bajo su control. Lo entendía, sí, pero no quería hacerlo realmente.

- Tu amigo dijo que él mató a Kasper –soltó de golpe, porque vio demasiadas películas de terror y fantasía a lo largo de su vida, leyó los suficientes libros para hacerse una idea de lo que Lay quería explicar y casi podía comprenderlo. Lo que no comprendía era el estoicismo con que ChanYeol había dicho esas palabras y el sosiego con que el resto lo aceptó.

BaekHyun estaba destrozado, no podía aceptar que su primo realmente estuviera muerto y que el asesino estuviera bajo el mismo techo que él. Ni siquiera Sehun podía comprender ese tipo de salvajismo. Todos, incluyendo a Lay, alegaban que ChanYeol no había tenido más opción y, en el mundo de Oh Sehun –ese Oh Sehun hijo de un policía y casi uno de ellos- siempre había otra opción.

- En el reino animal, las manadas de lobos tienen un líder, un alfa, cuando los licántropos se agrupan, desarrollan las mismas habilidades sociales de los lobos, por decirlo de alguna forma –Lay no lo miró mientras hablaba, pero sí tomó sus manos y eso fue suficiente para que Sehun se sintiera un poco más a salvo y no tan expuesto a la brutalidad del mundo como se había estado sintiendo los últimos días-. Ese alfa tiene habilidades que le permiten dirigir a la manada. YongGuk acostumbró a su manada a comportarse como una familia, siendo él el padre, por lo que ellos obedecen a sus emociones y al cariño que comparten –las palabras sonaban incrédulas en su boca, como si no pudiera concebir una familia en el mundo de los cambia formas-. Nosotros, en cambio, nos regimos por la fuerza que podemos demostrar.

- ¿A dónde quieres ir con eso?

- A una explicación comprensible para ti –esas palabras solo sirvieron para que Sehun sintiera su inteligencia insultada, por lo que se alejó de golpe y miró de forma despectiva a Lay-. No estoy diciendo que seas tonto o algo por el estilo, solo quiero decir…

- ¿Fue una orden, a eso quieres llegar?

- Algo así –Lay sonrió y volvió a tomarle la mano, pero esta vez llevándola a su boca para besarle el dorso y acariciar su propia mejilla con ella-. No fue solo una orden, a eso te puedes negar, pero a un mandato del líder de tu manada, no.

- ¿Por qué?

- Ya te dije, DaeHyun o YoungJae hacen lo que YongGuk pide porque lo aprecian y ese aprecio les impide negarse o faltarle el respeto, es algo casi intrínseco en su personalidad, hacer todo lo que YongGuk quiere porque es obvio que él nunca les pediría algo que los dañara –lo último lo agregó con el mismo tono de no poder creer sus propias palabras-. Nuestro alfa no es igual, nuestra manada no es igual. Nuestro alfa tiene el poder de someter nuestra voluntad hasta cegarnos, él se mete en nuestra piel y actúa por nosotros. Ni siquiera es algo sobre matar o rebelarnos para salvarnos, matar por no morir, es matar por matar.

Sehun se preguntó si haría una diferencia el tener que elegir qué vida salvar y cuál sacrificar.

- Cuando a ChanYeol se le ordenó matar a Kasper, él se negó. No porque lo amara o algo por estilo, se negó porque asesinar un ser humano inocente es la forma en que acabamos por convertirnos en los monstruos que estamos condenados a ser.

- Pero lo hizo.

- Fueron sus manos, sí, pero no fue él, no fue su voluntad.

Sehun negó con la cabeza, no podía aceptar esas palabras. Comprendía, tal vez, un poco a lo que Lay se estaba refiriendo, pero ese era su límite. ¿Qué clase de persona sería si simplemente lo aceptaba y dejaba ese hecho pasar? ¿Qué lo diferenciaría de Lay y el resto de los licántropos si él simplemente lo asumía como parte de su naturaleza?

La gente muere, eso sí es parte de la naturaleza –se dijo en silencio-, pero morir de dejarse ir con el tiempo, con cabellos canos y arrugas en la piel, incluso por una enfermedad mortal, pero morir a manos de otro, por órdenes de otro, eso es completamente antinatural.

BaekHyun nunca le perdonaría el aceptar la muerte de Kasper como un simple evento desafortunado, tal vez ni siquiera pudiera superar el trauma. No, Sehun no sería ese tipo de monstruo.

- Él debe pagar.

- ChanYeol está pagando.

Con un movimiento rápido y brusco, se soltó del agarre de Lay y se cubrió el rostro, frustrado. ¿Qué podía hacer? Él no tenía la fuerza ni la autoridad para castigar un crimen como ese, ni siquiera tenía el derecho de cobrar venganza por alguien que ni siquiera conoció. ¿Qué mierda podía hacer para acabar con el sufrimiento inmisericorde de su amigo? ¿O para que MinSeok volviera a la normalidad? ¿Qué podía hacer? Era solo un inútil incapaz de ayudar a las personas que apreciaba, casi como un estorbo ahí, llamando la atención de quienes debían estar cuidando de sus amigos.

Por mucho tiempo, Oh Sehun se sintió como un desperdicio y fue justo en ese momento cuando comprendió el peso y la verdad de ese pensamiento.

- Sehun –Lay tomó sus manos, interrumpiendo la verborrea de sus pensamientos y cubrió su campo de visión con la imagen de su rostro preocupado, con las mejillas sonrojadas por el frío y las cejas arqueadas de forma elegante, casi majestuosa.

Oh Sehun era un hijo de perra, un bastardo malagradecido que, mientras sus amigos luchaban batallas campales con su realidad, solo podía pensar en lo atractivo que Lay resultaba con esa aura de animal salvaje de la que solo entonces era consciente.

Gimió por lo bajo y fue recibido en un abrazo cálido cuando creyó que se caería a pedazos. Lay lo sostuvo tal como había hecho en la cocina de su casa, envueltos por la complicidad que se había creado entre ellos. Lay fue, por unos infinitos segundos, el refugio al que quería correr cada vez que la noche se volvía demasiado oscura.

- Sé que esto es difícil para ti, sé que estás asustado.

Ojalá Lay pudiera comprender sus verdaderos sentimientos. Porque Sehun estaba tan confundido que no se comprendía a sí mismo. Podía descifrar cierta preocupación por sus amigos en su mente. Encontraba un rastro de temor en sus pensamientos sobre todo lo que Wolf podía significar. Si escarbaba con paciencia, encontraba las raíces del pánico. Pero si se dejaba llevar por los superficiales impulsos nerviosos de su cerebro, se preguntaba si podía simplemente ignorar todo y ocultarse ahí, en el calor que el cuerpo de Lay irradiaba. ¿En qué clase de persona se estaba convirtiendo?

- Pero tú pediste la verdad… y la verdad es que mis órdenes son matarte.

Fue fugaz, demasiado rápido para que Sehun pudiera procesar su propia reacción, sus propios movimientos, de un momento a otro, él simplemente estuvo en el borde de la azotea, con un camino de muebles tirados en el piso y tropezones que lo llevaron tan lejos de Lay como el edificio se lo permitió.

En lugar de llorar o desesperarse aterrado, como habría sido de esperar en su situación, solo profirió una carcajada estridente y volvió a cubrirse el rostro con las manos, esta vez temblando por una razón completamente diferente.

- ¡Dios, qué tan imbécil puedo llegar a ser! –en ese momento, era incluso asqueroso estar dentro de su piel.

- ¿Sehun?

- Yo aquí, con la mente complemente abierta para poder comprender, completamente cejado por tus encantos fantasmagóricos y tu hoyuelo pecaminoso, tan dispuesto a cazar quimeras si me lo pidieras y tú… tú ahí, todo fascinante y etéreo, burlándote de mí y planeando mi muerte, es-es simplemente hilarante –escuchaba voces y música desde el primer piso, se preguntó si alguno de ellos, sino todos ellos, sabían que en la azotea una vida estaba a punto de ser segada. Se preguntó si alguno de ellos se escandalizaría al ver su cuerpo sin vida colisionar con el suelo y destrozarse.

- No dije que lo haría…

- ¿Puedes negarte? ¿Puedes negarte a una orden de tu alfa, del que se mete en tu piel y actúa con tu cuerpo? ¿Puedes poner de excusa el cariño que comparten y refugiarte en la farsa de familia que son para no hacerlo? ¿Puedes morir por mí? –la voz le tembló casi frenética, al ritmo al que su corazón palpitaba desgarrándole el interior del pecho, ¿por qué dolía tanto?- ¿O yo debo morir para salvarte?

Se preguntó si, tres años en el pasado, hubiera puesto su pecho en el lugar de Yixing para morir por él y la respuesta fue obvia incluso antes de formular la pregunta.

- Moriría antes de matar a alguien inocente y Kris me mataría si desobedezco una orden directa.

Lo que era patético, incluso siendo objetivo, era que a pesar del poco tiempo que Lay llevaba en su vida, sabía que haría lo mismo por él. Y no solo cegado por la idea de que muriendo se encontraría con Yixing.

- Hazlo, mátame. Mátame si eso es lo que quieres, si es lo que debes hacer.

Más rápido de lo que el corazón de Sehun pudo latir, Lay se movió para encerrarlo en un abrazo férreo y doloroso.

¿Lo mataría, realmente lo haría?

- Nadie matará a nadie –habló pausado, como si estuviera dirigiéndose a un niño apenas comenzando a hablar-. Yo no te mataré.

- ¿Co-cómo puedo estar seguro de eso?

- Lo habría hecho hace tiempo, cuando estaba en tu casa, en tu cama, entre tus piernas. Lo pude hacer mientras estabas distraído gimiendo mi nombre, pudo ser rápido, ni siquiera te habrías percatado de que te arranqué el corazón hasta no ver tu propia sangre dibujando ríos escarlatas sobre mi cuerpo.

Sehun se revolvió entre sus brazos, asqueado por la imagen mental y desarrollando algún tipo de fobia a sus abrazos, pero Lay no cedió y siguió hablando, en voz baja y grave, casi susurrando una suave canción sobre su oreja.

- Pude haber bebido la vida de ti, Oh Sehun, y realmente habría disfrutado hundir mis colmillos en tu tierna carne. Tus gritos de dolor habrían sabido a gloria en mi lengua.

¿Cuánto más podía humillarlo?

Nauseoso, Sehun realmente quiso luchar contra él y concentró su poca energía en desenroscarse de los brazos ajenos, pero Lay no tuvo piedad de su desesperación y afianzó su agarre, asegurándose de que sus rostros estaban lo bastante cerca como para que Sehun pudiera sentir su aliento tibio recorrerle la piel.

- Pude haberte asesinado, Oh Sehun, pero no lo hice y ahora es un poco imposible hacerlo.

- ¿Morirás? –soltó dándose por vencido y fijando la mirada en la Luna, que probablemente se regocijaba en la miseria que consumía a los terrícolas con ella como única espectadora-. Si no me matas, ¿morirás?

- No debes preocuparte por eso, Sehun, tengo una carta bajo la manga –Lay cambió su tono cruel y malicioso por uno balsámico y Sehun se sintió derretir por la delicadeza con que mecía sus cuerpos. Hubiera deseado tener más fuerza de voluntad y obedecer a lo que su mente proclamaba como correcto, pero su cuerpo tenía deseos completamente opuestos y estaba sediento, demasiado sediento por algo que solo le encendería la garganta en llamas si se atrevía a beberlo-. Solo debes confiar en mí.

Y Sehun confiaba en Lay al punto de beberse todo el fuego con que poseyó su cuerpo hace tan poco tiempo que parecía una eternidad.

- ¿Puedes liberarte? ¿Puedes de alguna forma ser libre de todo esto? ¿Puedes escaparte o algo? –patético, simplemente patético.

- Moriría antes de hacerte daño, Oh Sehun.

Finalmente, Lay aflojó el agarre, pero no lo soltó por completo, solo le dio el espacio suficiente para que sus miradas se conectaran y Sehun buscara en sus ojos las palabras que deseaba escuchar.

- Incluso si ellos prometieran darme la libertad, si tu muerte es el precio… Si tu muerte es el precio nada vale la pena.

Pero Sehun estaba aprendiendo a ser realista, y no importaba qué tan doloroso fuera al final, solo podía pensar en que, si su vida era el precio que Lay debía pagar para ser libre, era uno muy barato.

¿Por qué debería vivir él si Lay no lo hacía? Si Kasper y Yixing habían muerto, si MinSeok era un monstruo y BaekHyun acababa desquiciado. ¿A qué tipo de cielo iría si todas las personas que le importaban ardían en el infierno?

¿Todos esos pensamientos no lo convertían a él en una bestia?

En algún lugar de la noche un animal aulló y Sehun se estremeció.

Con Zhang Yixing, Oh Sehun había querido envejecer, hacer ángeles de nieve cada invierno y broncearse en la playa cada verano. Con Yixing muerto y Lay mirándolo con esos ojos profundos y heridos…

- Mátame –rogó buscando los labios del mayor hasta poder mordisquear y succionar el inferior. La boca de Lay estaba salada y, cuando vio la imagen cristalizada de sus ojos aguados, Sehun no supo si se debía a sus lágrimas o las de Lay-, si al final no puedes salvarte, necesito que me mates.

 

Notas finales:

Dos capítulos para el final.


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