Año 1942
Amaneció. Comenzaría su labor de inmediato entre más rápido comenzara más rápido terminaría.
Seto Kramer el comandante del campo de Auschwitz tenía que recibir a los nuevos invitados junto a su intérprete el cual hablaba 9 idiomas, traducía al idioma nativo de los deportados las órdenes y reglas que él castaño decía.
Caminaban rumbo a los vagones acompañado de soldados de menor rango. Detrás de ellos caminaban en filas algunos de los prisioneros del lugar los cuales se encargarían de recoger el equipaje de los nuevos huéspedes o bajar los cadáveres de los que no sobrevivieron al viaje.
Finalmente llegaron a destino.
-Salgan.- fue la orden firme e impasible que dio Kaiba su tono de voz era inexpresivo.
El olor a orina, vomito, muerte era lo que ellos desprendían.
-“Repugnante”.- era lo que él pensaba sobre aquellos que a sus ojos no merecían ni ser llamados humanos.
-Nunca había visto tanta mierda junta. -Dijo uno de los soldados mientras los veía bajar con desprecio del tren los que llegaron a escucharlo rieron por el comentario .
Aproximadamente había descargado de cuatro a cinco mil pasajeros, reunidos en el andel, todos formados en columnas que se extendían hasta centenares de metros
A los enfermos los llevaban directo con los “doctores” que guiaban a las ambulancias donde serian atendidos para darles la cura definitiva.
No podía evitaba sonreír al ver los rostros llenos de esperanza de las personas. Era increíble ver lo estúpidos que podían llegar ser, realmente creían eso de la atención medica cuando en realidad los llevarían a los crematorios. La coartada era muy útil, evitaba el desorden, es mejor tener a los perros mansos que agresivos.
Los soldados colocaban a las mujeres a un lado y a los hombres.
La rutina era la misma cada vez que llegaban los deportados.
Seto junto a sus soldados comenzaban escoger a las personas poniendo unos a la derecha y otros a la izquierda la primera selección para la cura definitiva como ellos lo llamaban.
Niños y viejos automáticamente a la izquierda.
¿Cuántos años tienes? Le pregunto a un niño el cual no pudo contestar por que su madre lo hizo por el.
-Diez años.-dijo histérica.- Tiene 10 años solo que aparenta más edad.- Lo miraba de manera suplicante esperando que le creyera.
-A la izquierda.- le dijo al niño.
-Disculpe a ¿Dónde llevan a los niños? Estaba asustada trato de sonar fuerte pero no puedo.
-Vera señora a los niños los llevamos a otro campo ya que no pueden realizar trabajos pesados, las personas mayores son las encargadas de cuidarlos.- sonrió para tranquilizarla.- No se preocupe dentro de pocas semanas se reunirán de nuevo. Lo último lo dijo con burla sin poder evitarlo.
La señora no se dio cuenta de esto, solo asistió con la cabeza relajándose pero sin dejar de verse preocupada, algo le decía que mentía pero ¿cómo saber lo contrario? Solo le quedaba fiarse de las palabras del comandante.
No era la primera y posiblemente la última vez que vería ese tipo de escenas por lo regular las madres mentían sobre la edad de sus hijos creyendo que les evitarían los trabajos forzados. Y vaya que les evitaban los trabajos forjados pero no de la manera que ellas esperaran.
Algunas personas esperaban a que los guardias se distrajeran para ir junto a sus amigos o seres queridos sin imaginar lo que les pasaría, de saberlo se quedarían en su sitio.
Una mujer intento ir a la fila en donde estaba su hijo el cual la llamaba desconsoladamente de sus mejillas se resbalaban las lagrimas tenía miedo, no entendía el por qué solo sabía que debía estar al lado de su madre
Fue detenida por una de las guardianas con una cachiporra arremeto contra la mujer golpeándola el impacto fue demasiado fuerte que la derribo parecía que el golpe le rompió la nariz botaba demasiada sangre de esta, con resignación se volvió ah acomodarse en la fila tratando con su mano inútilmente de aminorar el dolor del golpe.
Esto sirvió para que nadie intentara poner el desorden.
Comprendieron que para sobrevivir en ese lugar debes obedecer las órdenes sin discusión alguna o atente a las consecuencias.