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Mi niñera por Miky15E

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Notas del capitulo:

¡Disfruten! 

Yuuri.


La mañana pacífica inició con los rayos del sol iluminando mi cara en la alfombra. Sí, no sé a qué hora, pero el pequeño Viktor me tumbó de la cama en la madrugada. Es decir, ¿cómo pudo echarme de su cama si él es un niño? ¡Qué fuerza!


Cuando el reloj de la mesita, con la que me golpeé la cabeza al levantarme, sonó a las ocho en punto, me desperté. Fui al baño y me duché, típico de mí. Creí que este día no iba a sorprenderme, no después de que Vladimir me regañara por la tonta definición de pedófilo que le enseñé a su Vitya. ¡Ese discurso me aburrió! Pero, lo olvidé cuando su hijo me lanzó el plátano en mi plato de cereal y la leché me manchó la camisa.


Ayer no era un gran día y hoy debía serlo, ¿no?


—¡Santos Shuuris, qué guapo estoy! —gritó el menor de la casa en su habitación y no lo tomé en cuenta porque él es escandaloso—. ¡Mi viborita creció a tamaño premium, Shuuri!


—¿Su viborita? —repliqué agitando el chocolate que se derretía en una olla—. ¿Qué viborita?


—¡Shuuri! —me llamó, y escuché sus pasos acercándose a mí—. ¡Mira nada más! ¿Qué es este animal?


—¿Qué animal? —pregunté curioso y me volteé, dejando caer el cucharón de plástico que sostenía.


Viktor estaba completamente desnudo, y eso no era lo peor, eso hubiera sido normal porque le gusta estar en ropa interior corriendo por los cuartos. Lo peor era su altura, su cuerpo entero y, sí, tenía tamaño premium.


—¿Qué demonios? —Pegué un brinco hacia atrás, entreabriendo la boca a causa de la sorpresa—. ¿Dónde está el niño, maldito ladrón?


—¿Estoy soñando, Shuuri? ¿Por qué crecí tanto? —murmulló asustado y empezó a tocarse de arriba abajo, sin soltar su anaconda con la mano derecha, porque ya no era una viborita.


—¿Y yo qué sé? Estás muy… ¿grande? —dije dudando—. Ay, Dios, ¿qué es esto? ¿Por qué a mí me pasan estas cosas?


—Shuuri, mira. —Carcajeó contemplando cómo zarandeaba su pene de un lado a otro—. Es divertido, Shuuri.


—N-No hagas eso, pervertido —balbuceé sonrojándome—. Ve a vestirte, cochino.


—Pero mi ropa es chica, Shuuri —musitó, aún concentrado en ese monstruo que le colgaba entre las piernas—. ¿Busco en el armario de papi?


—S-Sí, anda —titubeé, según yo, ordenándole.


—¡Me bañaré y lavaré a Vitya el poderoso! —exclamó girándose para regresar a su habitación.


—¿Vitya el poderoso? —repetí—. ¿Ya lo nombraste?


Me apresuré a agarrar el teléfono de casa, que siempre estaba en la encimera, a pesar de que yo lo dejaba en el comedor o en la sala. De inmediato, marqué el primer número que aparecía en la agenda, el del señor Vladimir, y éste atendió mi llamada tan pronto como timbró.


—¡Katsuki!


—¡Le mide mucho! —bufé, percatándome de lo estúpido que soy en casos como éstos. ¡Es que, estos casos no son diarios! —Digo, Viktor creció.


—¿Qué? ¿Cuántos años? —cuestionó preocupado.


—Calculo que tiene veinte años. Mide más de 1.80 metros y su cuerpo está musculoso, es ridículo porque es guapo, pero su memoria es la del Vitya de cinco años.


—¿Cómo es posible? —refunfuñó.


—En la noche estaba bien y hoy amaneció así.


—No puedo retirarme del laboratorio en estos instantes, Yuuri. Por favor, mantenme informado.


—Sí, señor —afirmé y colgué.


Terminé de preparar el chocolate y cociné huevos estrellados y arroz. Tuve que ir por Viktor, ya que no salía del baño con el pretexto de estar explorando sus maravillas y lo arrastré hasta el comedor.


—Shuuri, ¿no me quieres de esta forma? —susurró con una voz melancólica—. ¿Estoy feo? ¿No te gusto?


—Claro que me gustas. Vitya es Vitya, aunque aumentes de tamaño muy rápido —respondí bromeando, a lo que él rió—. Me dejaste en shock, pero te quiero.


—¿Entonces no es un sueño? ¿Por qué estoy más alto que tú?


—Porque incluso tu genética es perfecta —rezongué enojado conmigo mismo—. No es un sueño, pero tampoco es fácil de explicar.


—¿Por qué? —interrogó, como todo buen niño a esa edad. Se convierten en unos detectives que pretenden descubrir los misterios de la vida.


—Bebiste una sustancia que era un experimento de Vladimir y tu organismo está sufriendo cambios radicales, pero no te angusties, tu papá ya está solucionando el problema. —Recogí una cucharada de arroz y la conduje directo a mi boca.


—¿Fui un niño malo? ¿Por esa razón mami no ha venido? —Se reincorporó de la silla—. ¿Ella me odia?


—N-No, Viktor —negué, atragantándome con la comida, y me paré de mi asiento antes de que huyera—. Tu mami está en un viaje de negocios.


—Quiero verla, Shuuri —expresó con un rostro lleno de tristeza, y eso me rompía el corazón en pedacitos.


—Lo siento, ella no tiene celulares ni los medios para comunicarse con ustedes —contesté y, acortando la distancia que nos separaba, lo abracé rodeando su cintura—. Pero me tienes a mí, ¿no es suficiente? ¿Te sientes solo?


—No, Vitya ama a Shuuri —murmuró correspondiéndome con sus brazos alrededor de mi espalda—. Te quiero, Shuuri.


—Yo también, Vitya.


Pensé que, si Viktor ya era un joven mayor, no tendría más dificultades. Sin embargo, me equivoqué. Un Viktor de veinte años con la mentalidad de un niño de cinco es agotador. Jugamos a las escondidas y se metía debajo de la mesa, con los pies sobresaliendo. Me brincaba encima y, ¡joder!, me derribaba en el suelo.


Sólo es un día y no soy capaz de alzar un dedo para llegar a su recámara y alistar la tina con burbujas. Estoy postrado en el piso de la sala, imaginando mil historias y observando el techo, sin hallar las ganas para que…


—¡Shuuri! —vociferó sentándose sobre mi abdomen.


—Ugh —jadeé expulsando el aire que guardaban mis pulmones—. ¿Qué pasa? ¿No ibas a ver la caricatura?


—No. —Colocó las palmas de sus manos a la altura de mis hombros y me miró fijamente con sus hermosos ojos azules—. Shuuri, tengo fuerza.


—Sí, mucha —asentí esbozando una sonrisa y sujeté uno de los mechones de su largo cabello platinado.


—Ya puedo trabajar —articuló, avecinándose más a mi cara—. Serás mi esposa, igual que mi mami es la esposa de papi.


—Eres un niño tierno —declaré, apretando su nariz perfilada—. Yo no espero que trabajes para mí. Yo deseo trabajar y apoyar con los gastos.


—¿Significa que aceptas ser mi esposa? —inquirió emocionado—. ¡Santos Shuuris!


—Significa que primero debes conquistar a la persona que amas y luego, quizás, esa persona diga que sí —expliqué. Es inteligente, pero temo que está confundiendo sus sentimientos de amor.


—Te compraré rosas, Shuuri —aseveró depositando un beso en mi frente—. Serás mi tesoro.  


No me enamoraré de ti, Vitya. Yo tengo a alguien a quien amo y no la defraudaré. Eres un niño valioso y me encantan tus sonrisas, pero cuando Vladimir encuentre la cura, ignorarás mi existencia.      

Notas finales:

Vitya es tamaño premium, ya no es ilegal. ¡Santos Shuuris! xD


 


Gracias por continuar leyendo este fanfic. <3 ¡Nos leemos luego!


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