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Mi niñera por Miky15E

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Notas del capitulo:

Lamento no haber actualizado ayer, estuve ocupada. uvu 

 

¡Disfruten!

Yuuri.


Esta semana he amanecido en la alfombra del piso, muriéndome de frío. Vitya me tira de la cama porque el espacio es pequeño para dos hombres y, aun así, me pide que me quede a dormir con él. No sabía que le tenía miedo a su armario o a que algún monstruo le jalara los pies, pero me divierte.


Cada día es una experiencia nueva. No sé cómo me sorprenderá hoy o si estará tranquilo viendo televisión. No sé si querrá que le explique algo o si se bañara y gastará media hora jugueteando con su cuerpo.


Es un niño muy curioso, y esa curiosidad lo lleva a desear comerse el mundo entero. A veces, pienso que la personalidad del Viktor de quince años no era la real. Yo no lo conocía tan bien o no quise conocerlo porque creía detestarlo. Sin embargo, este Viktor me intriga, provoca que observe todos sus movimientos para saber qué pretende hacer.


Terminé de cepillarme los dientes y estaba enjuagando mi rostro cuando escuché su grito mañanero, ése al que me había acostumbrado. Salí del sanitario sin prisa y caminé hacia su cama. Él no tenía ninguna prenda puesta, una manía que se le desarrollaba, y miraba al Poderoso, un sobrenombre a su paquete.


—¿Qué? ¿Se te hizo chiquito? —pregunté en burla.


—¡Shuuri, ¿por qué creció más?! —exclamó con una mezcla de asombro e incertidumbre, y se reincorporó de un salto.


—Ah… —Tragué saliva, avergonzándome al ver su erección—. Dios, eres un niño. ¿Qué se supone que haga con un niño?


—Shuuri, me duele —murmuró masajeándose ahí con la mano izquierda—. Ay, ¿por qué duele?


—Vitya, siéntate —le ordené—. Yo me encargaré de eso, pero cierra los ojos.


—¿Por qué? —cuestionó ladeando su cabeza—. ¿Me lo vas a cortar?


—¿Qué? ¡No! —negué de inmediato—. Sólo es una reacción normal del cuerpo. Debo estimularlo para que no te duela, ¿bien?


—Si Shuuri lo dice, está bien —afirmó, acomodándose en la orilla del colchón y cerró los ojos como un niño obediente—. No me lo cortes, Shuuri.


—Ya te dije que no lo cortaré, Vitya —respondí aguantándome las ganas de reír o de huir de la habitación—. No hagas trampa —sentencié, arrodillándome frente a él—. Si sientes que quieres orinar, significa que dejará de doler.


—¿Te voy a orinar? ¡No quiero, Shuuri!


—No te preocupes, no me orinarás —aseveré, aunque mentía porque en lugar de orín, me iba a lanzar otro tipo de sustancia.


Separé sus piernas y agarré su miembro con mi mano derecha, envolviéndolo de la base. Comencé un vaivén lento, subiendo hasta el glande, donde me detenía para acariciar con las yemas de mis dedos. Viktor se agitaba, jadeando e intentando alcanzar mis cabellos.


—¿Te sientes mal? —Conduje mi mano libre hacia su mejilla—. Perdón por hacerte estas cosas.


—S-Shuuri —balbuceó—, es extraño.


—Sí, lamento ser tan torpe en esto —musité, sin dejar de masturbarlo—. Avísame si te lastimo.


Él no dijo más, lo que era raro. Generalmente me ataca con preguntas, pero ahora no. Hoy se comporta distinto, como si entendiera lo que hago. No, es imposible, ¿verdad? Vitya es un niño con el cuerpo de un adulto. ¿Habrá crecido en edad? Si es así, ¿cuántos años? ¿Me lo dirá?


—Oye —susurré—, ¿cuántos años tienes?


—Y-Yuuri, ya —gimió, eyaculando—. Joder, sí que eras torpe, Yuuri.


—¿Ah? —Abrí la boca y me levanté rápido—. ¿Quién demonios eres?


—Oh, no me digas que no me reconoces —siseó en un tono de pervertido y me miró, esbozando una sonrisa—. ¿Crees que tengo cinco años? No luzco de esa forma, Yuuri. Soy un adulto.


—¡No, no! —grité y corrí rumbo a la puerta, pero el peso de Viktor me derrumbó al suelo—. Fuera, pervertido.


—Hace unos segundos me estabas masturbando y ahorita quieres escapar, ¿qué te pasa? ¿Por qué me tratas de esa manera, Yuuri? —Me dio la media vuelta y me apresó con ambas piernas a mis costados—. No fue suficiente.


—¿No fue suficiente? —repliqué angustiado, no por él, sino por mí—. ¡No soy homo! ¡Ni te atrevas a besarme o a follarme porque te rebano tu fabuloso pene!


—Oh, ¿es fabuloso? —repitió riendo—. Gracias por el cumplido, me haces feliz. Siempre me haces feliz, Yuuri.


—¿Recuerdas que me vas a conquistar? Pues no estoy enamorado de ti, así que no me toques —declaré frunciendo las cejas.


—¿De quién estás enamorado, Yuuri? —Tomó mis manos y las sujetó arriba de mi cabeza—. Dime, ¿con quién debo pelear?


—¡Con nadie, Viktor! —vociferé, temiendo que me violara aquí.


—¿No te gusto? —murmulló con lágrimas asomándose en sus ojos azules—. ¿Por qué no te gusto, Yuuri? Tú me gustas mucho.


—Me gustan las mujeres, tonto —contesté, sintiéndome como un maldito estúpido al hacer que llorara—. Viktor, párate.


—Shuuri, tengo hambre —enunció, apoyando su cara contra mi pecho—. Quiero dormir más, Shuuri.


¿Qué sucedió? ¿Por qué de repente se me abalanzó? Ése no era Vitya ni el Viktor de quince, esa persona me asustó. ¿Cómo cambió de una personalidad a otra? ¿Será un efecto secundario? Esto es más complicado que las matemáticas.


No quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si mi Vitya no reacciona. Mi trasero no está seguro, no cuando hay un tipo que puede inmovilizarme en cualquier momento. Hoy o mañana, no importa el día, pero me angustia que el pervertido regrese.



—¿Dices que perdió la razón y luego se transformó en un sujeto diferente?


—Sí, y su voz e incluso la mirada eran aterradoras.


—No sé por qué hubo esa alteración en su personalidad —explicó, mortificado—. Lo comentaré con mi equipo.


—Sí estaré esperando —asentí y colgué la llamada.


—¿Era papi? —inquirió, pero no lo atendí—. ¿Estás enojado conmigo?


—N-No —titubeé, dirigiendo la vista a él—. ¡Vitya!


Su altura había disminuido a la de un niño de cinco. El camisón le quedaba grande, por lo que lo arrastraba y abrazaba un peluche de conejo.


—Ven, te necesito. —Me agaché y extendí mis brazos.


—¡Shuuri! —exclamó y, de un brinco, llegó hasta mí—. Shuuri, te quiero.


—No olvides lo valioso que eres en mi corazón.


Después de todo, Vitya es Vitya. Hace rato sentí que era un desconocido, pero quizá sólo estaba desorientado. El agua que bebió puede causar que este pequeño sea un hombre temible y eso no me agrada porque soy incapaz de defenderme. No obstante, debo protegerlo.


—¿Quieres cenar? —Lo alejé unos centímetros, sosteniéndolo aún de la cintura—. No has comido.


—¡Haz panquecitos de chocolate! —canturreó alegre—. Shuuri, vamos.


—Sí, sí —confirmé sonriéndole.


Mi vida ya no es igual sin ti, Vitya.  

Notas finales:

Vitya estará teniendo cambios en su cuerpo y, dependiendo de su edad y tamaño, será su comportamiento y la suerte de Shuuri. 7u7 <3 


 


¡Nos leemos luego! 


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