Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi niñera por Miky15E

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 


¿Me extrañaron? Eso espero uvu. 


 


¡Disfruten! 

Yuuri.


La muerte de la madre de Viktor había afectado emocionalmente a mi querido niño, pero también había traído alegrías a la casa. Ahora, él acostumbraba a despertar temprano y asomarse en el ventanal del comedor para ver las mariposas que volaban en lo alto de los cielos. Makkachin lo acompañaba y, como si supiera, se sentaba junto a Vitya y no se movía de ahí hasta que yo los llamaba a desayunar.


Makkachin era un caniche de dos meses de edad, parecido a una bolita de pelos afelpada que se arrimaba con Vitya cuando tenía la oportunidad de que su amo lo mimara. Sí, ese perro recibía mucho amor del menor de la casa y de mí. ¿Cómo no amarlo? Makkachin es tierno, cariñoso y muy protector.


—¡Yuuri! —gritó una voz desconocida para mis oídos, seguido de un ladrido.


Corrí de inmediato rumbo a su habitación, sin embargo, recordé esa ocasión en la que él se dirigió a mí con ese nombre. Yo soy su Shuuri, no Yuuri. Vitya no tiene cinco años, es un hombre mayor.


—¡Yuuri! —repitió más alto.


—V—Valentía —balbuceé, animándome para girar la manija de la puerta—. ¿Qué pasa, Viktor?


—¡Santos Yuuris! ¿Por qué tardaste? —cuestionó, recriminándome al bajar de la cama.


Sí, ése no es mi Vitya, él es… ¿Quién demonios es? Bueno, un tipo de 1.85m, piel blanca, ojos azules, cuerpo de dios griego, nalgas de oro; semental que no deja ir a una presa libre. ¿Absurdo? Pues sí, también es absurdo que un único ser humano posea tanta belleza en el rostro y que sea perfecto de pies a cabeza.


—¿Debo preguntar quién eres? —interrogué sin apartarme de la entrada.


—No, espera, ¿por qué me preguntas eso? ¡Soy tu Vitya! —exclamó con una enorme sonrisa en sus labios rosados—. Ah, pero dime, ¿me golpeé o algo así? No recuerdo que mi ropa me quedara tan chica ni que tuviera un perro.


—¿Qué? —murmuré sin comprender ni una mínima palabra—. ¿Por qué no estoy entendiendo nada de lo que hablas? No creo ser un estúpido y tampoco me congelaron diez años para que tú crecieras y te convirtieras en este ejemplar de hombre.


—¿Me estás diciendo guapo? —inquirió travieso, acercándose lentamente hacia mí—. Me gusta que Yuuri note cuán atractivo soy.


—Proclamo este minuto como el minuto de la ignorancia —respondí suspirando—. Me siento mal porque tú eres un niño y yo soy el adulto, pero no sé qué carajos…


—Guarda silencio, Yuuri —susurró, interrumpiendo mi discurso—. Es increíble que hayas olvidado que somos novios.


—¿Novios? —repliqué angustiado—. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué soy novio de una persona que me odiaba?


—Eso fue cuando tenía quince años, Yuuri, ahora tengo veinte y estamos comprometidos —confesó, dejando caer un peso sobre mis hombros.


—¿Comprometidos? —titubeé riendo nervioso—. No, yo estoy comprometido al cuidarte a ti porque eres un niño.


—Yuuri, fuiste mi niñera, pero es historia del pasado —contestó frunciendo una ceja—. ¿Estás bromeando conmigo?


—Ojalá —mascullé—. Ojalá sea una broma o una maldita pesadilla porque juro que quiero desmayarme.


—Desmáyate, yo te atraparé —expresó, haciendo de sus brazos una cárcel para retenerme contra la puerta—. Yuuri, te amo.


¡Espera, espera! ¡Ya sé que me amas, pero prefiero que me lo diga el Vitya de cinco años! Cuando Viktor, que está a punto de ser nombrado la octava maravilla del mundo por ser tan hermoso, me habla para hacerme ese tipo de confesión, mi corazón palpita más rápido. El señor Vladimir no me advirtió de este desastre, mucho menos me dijo que iba a tener que cambiar de pañales a condones.    


—¿No sabes del experimento? —pregunté confundido—. ¿Sabes cómo llegó Makkachin a nuestras vidas? ¿Sabes lo de tu mamá?


—Makkachin es un regalo tuyo y… ¿mamá? —musitó, retrocediendo—. ¿Mamá? Mamá está en un viaje. No, mamá está comprando en la tienda —articuló dudando de lo que decía—. ¿Por qué olvidé a mamá?


—Viktor, cálmate —ordené y lo sujeté de sus mejillas, obligándolo a mirarme—. No estás bien, necesito marcarle a tu papá.


—Papá está muerto, Yuuri —aseveró, y de sólo escucharlo, temblé de miedo—. Falleció en un accidente automovilístico.


Él modificó los papeles; su mamá es quien está viva y su papá es quien está muerto. ¿Por qué? ¿Por qué ha hecho eso? ¿Es consecuencia de la sustancia que ingirió? ¡Imposible! Se supone que el experimento tenía como objetivo el crecimiento veloz, no la pérdida de memoria.


—Ya superé lo de papá, no te atormentes por ello, Yuuri —pidió, posando sus manos encima de las mías—. Siempre eres así. Tú eres capaz de adivinar mis sentimientos con una sola mirada.


—No —negué—. Yo no lo adivino, pero soy consciente de lo que enfrentas en estos momentos, aunque tú lo ignores.


—Prometí que estaríamos unidos porque nosotros nacimos para hacer historia, y lo estamos haciendo en nuestros corazones, Yuuri —aseguró con una voz suave—. Yo ya no podría vivir sin ti.


—Viktor, esto no es lo que tú piensas —contradije, separándome de él y de su agarre—. Esto no es…


Sus labios sellaron mi boca con un delicado beso; una presión que era como el toque de una pluma en la piel, pero que fue incendiándose a una velocidad que me aturdía con cada movimiento. Pronto, sus manos descendieron firmemente a través de mi camisa y continuaron su camino hacia abajo, apretándome milímetro a milímetro hasta dejar un ardor inextinguible.


Mis piernas comenzaron a tiritar y mi mente se puso en blanco sin saber cómo reaccionar. Apenas y respiraba, porque incluso inhalar y exhalar se me había olvidado. El Viktor que se apoderaba de mi lengua dentro de mi cavidad bucal no era el niño adorable que me correteaba en la sala. Me aterraba imaginar un futuro con él porque era incierto y lleno de trampas, pero besarnos de una manera tan apasionada transformaba mis dudas en polvo.


Si no es por el ladrido de Makkachin al querer salir de la recámara, no me hubiese distanciado.


—Debe estar orinándose —avisó, limpiando la comisura de mi boca—. Perdón, ¿te sientes mareado?


—Lo sacaré a pasear —señalé y me di la media vuelta para marcharme con Makkachin siguiéndome—. Soy un idiota.


Me apresuré a llegar a la cocina, busqué el teléfono de casa y tecleé un par de números para comunicarme con Vladimir. Dos timbres fueron suficientes y él aceptó la llamada.


—¡Yuuri!


—No puedo más. Me estoy asfixiando —expliqué—. Quiero a Vitya, pero este Viktor es distinto.


—Volvió a aumentar de tamaño y te atacó —concluyó resignado—. Lamento que tengas que pasar por una serie de situaciones incómodas, pero aún no encuentro la cura.


—Si no lo hace, me iré —amenacé—. Él recreó sus memorias. Para Viktor, usted está muerto y su madre está viva. Yo soy su novio y…


—¿Su novio? ¿Qué? ¿Por qué? No, ¡alto! —demandó—. ¿Por qué fallecí?


—No lo sé, pero es un delito que me crea su novio. Yo soy su niñera y él tiene cinco años, ¿no es considerado delito?


—Literalmente, mi hijo es mayor de edad, pero no lo toques —bramó—. Mi Vitya es un tesoro que ha permanecido puro.


—Señor Vladimir, ¡su hijo será quien me arrebate la virginidad si no halla esa maldita cura! —chillé con una mezcla de tristeza y frustración—. ¡Preocúpese por mí, por favor!

Notas finales:

 


Ya saben que si quieren leer las actualizaciones más seguido, pueden buscarme en Wattpad como: Miky15Echelon 


 


¡Nos leemos luego! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).