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45. Jong Su (09) por dayanstyle

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Kiseok estaba contra una pared de paneles oscuros, mirando a los hombres de pie a su alrededor. Él no era lo que uno podría considerar valiente ni remotamente, pero vaya si no se sentía atrapado por cada último hombre en la habitación.

Todos los ojos estaban sobre él, haciéndole sentir como si debiera correr por su vida. Lo miraban como si fuera el coco y un enemigo de su ciudad. O tal vez fue sólo tener a Jaehyuk con él. Unos pocos hombres en la habitación habían olfateado a su amigo, un par de veces.

Kiseok no conocía a Jaehyuk desde hacia tanto tiempo, pero nunca notó ningún olor. ¿Por qué los hombres estaban oliéndole? Bueno, eso no era lo importante ahora mismo. Necesitaba priorizar. Se preocuparía sobre el problema del olor corporal de Jaehyuk más adelante.

—¿Por qué estoy aquí? —Kiseok preguntó mientras observaba a Changjo de pie detrás de su escritorio. Se dio cuenta de lo grande que era el hombre. Su gran masa corporal parecía lo suficientemente grande como para ser considerado un planeta. Kiseok dio un paso hacia atrás, presionando la espalda con firmeza en la pared. No conocía a estas personas. Podrían haber tenido malas intenciones por todo lo que sabía. ¿Qué sabía realmente acerca de cualquiera de estos hombres? Ni una maldita cosa.

Miró a Jong Su, el hombre que había montado en el asiento trasero con él todo el camino hasta aquí.

Jong Su le dio una ligera inclinación de cabeza, con los ojos confiados y los ángulos de su rostro fuertes, pero sus labios eran suaves y sensuales, aligerando  algunos  de  sus  rasgos  más  afilados.  Kiseok se sentía un poco fuera de ambiente aquí. No tenía idea de por qué  necesitaba protección, pero tener a Jong Su de pie tan cerca hizo que se sintiera un poco mejor.

Pero no mucho.

Estaba en un cuarto lleno de shifters de lobo, después de todo. Jaehyuk puede que sea uno, pero Kiseok era cien por ciento humano.

Si se desatara una pelea, estaba de mierda hasta el cuello.

—Estás aquí a causa de tu análisis de sangre.

Kiseok observó cuando el médico del hospital entró en la oficina de gran tamaño. Estaba estudiando un archivo en la mano, su atención en lo que estaba leyendo, pero el hombre logró encontrar el camino a la habitación sin chocar con nada ni nadie. Su cabeza se levantó de lo que estaba leyendo con sus espesas cejas negras fruncidas. —¿Por qué estás aquí junto a la pared?

Debido a que ir lo más lejos en una habitación llena de lobos no parecía una buena idea a Kiseok. Se dio cuenta de que Jaehyuk se sentó un poco más erguido, sus ojos se quedaron en el médico, ya que se retorcía con cierto desasosiego. Jaehyuk no se retorcía. ¿Qué demonios estaba pasando con eso?

—Estoy bien —dijo Kiseok—. ¿Por qué estoy aquí? —Sabía que el médico había querido hacerle más pruebas. ¿Era éste el modo en que el hombre quería que él cooperara? ¿Había enviado a un músculos para conseguir que Kiseok regresara?¿Qué demonios había en su sangre para que el médico pasara por todo esto? No, no había manera de que el bien parecido doctor configurara todo esto sólo para conseguir más sangre.

Nadie estaba tan desesperado. Eso esperaba.

—¿Vamos a empezar? —El Alfa preguntó.

Kiseok miró a Changjo. Su presencia era dominante, su tono de voz casi real mientras estaba allí. Kiseok se sentía como si el hombre debiera   llevar una corona o algo para demostrar que él era el líder de esta manada de lobos. Su dominio parecía ocupar cada pulgada adicional en la oficina.

Kiseok asintió, pero se quedó contra la pared. No iba a dar su espalda a cualquier persona en la habitación. Sus ojos se deslizaron de nuevo en Jong Su. El hombre le estaba mirando, el calor en sus ojos marrones, líquido. Kiseok conocía esa mirada. No era nada menos que de pura jodida. El hombre quería a Kiseok. El peso de su anhelo no sólo estaba en sus ojos, sino que Kiseok podía sentir como una caricia física a lo largo de su piel.

Desvió la mirada de nuevo al Alfa.

—¿Alguna vez has oído hablar de la styre mente? —preguntó Changjo mientras tomaba asiento detrás de su escritorio.

—No se puede decir que lo haya hecho —dijo Kiseok cuando cambió al otro pie. El médico le dio una suave sonrisa. Era una de esas sonrisas que decían: oh, bueno, entonces, espera algo extraordinario.

A Kiseok no le gustaban las cosas extraordinarias.

Se quedó allí, escuchando al médico explicarle lo que era una styre mente, y empezó a sentirse mal del estómago. Esto tenía que ser una broma. Tenía que ser una especie de broma de mal gusto y retorcida que el médico le decía a sus pacientes sólo para conseguir que cooperaran. Si quería más sangre, todo lo que tenía que hacer era pedir. No es que Kiseok hubiera dicho que sí, pero era mejor que escuchar esta mierda.

Kiseok se estaba poniendo incómodo. Era una sensación que no le gustaba. El doctor estaba hablando de algo completamente imposible. El hombre tenía que estar demente.

—¿Entiendes lo que te estoy diciendo, Kiseok? —El  médico preguntó.

—Ni una sola maldita palabra. Ahora, ¿puedo ir a casa de mi mamá? —No quiso decirlo de forma tan agresiva, pero Kiseok estaba cansado de escuchar esta mierda. Un hombre rubio dio un paso al lado del doctor, sus ojos azules rastrillando sobre Kiseok como si ni siquiera fuera lo suficientemente digno para hablar con el médico, o tal vez simplemente no le gustaba Kiseok. A él realmente no le importaba.

—Estoy bien, Gong Chan—dijo el médico al hombre rubio—. Sólo está asustado.

Al Sr. Rubiales no parecía que le importara cual fuera la razón  para el tono de Kiseok. Si hubiera estado en una habitación llena de seres humanos, Kiseok les habría probablemente tumbado a todos y se hubiera alejado, pero no lo estaba. Los ojos de Gong Chan eran de un azul glacial, la punta de un canino asomaba en el labio superior.

Estaba en una habitación llena de lobos.

¿Saldría de aquí con vida? Esa fue un infierno de mirada de advertencia la que le disparó. Kiseok captó el mensaje alto y claro. Sin gritar al médico. Pero Kiseok no iba a retractarse, no frente a estos hombres. Por lo que sabía, olerían la debilidad y se dirigirían a él, sin dejar nada atrás excepto sus huesos como palillos de dientes.

—Si permitimos que te vayas, Kiseok, el hombre que estaba detrás de ti podría encontrarte y matarte, —dijo Jong Su cuando se acercó más.  Kiseok se alejó un paso. No quería a ninguno de estos hombres al alcance de la mano.

—No creo nada de esto.

—Entonces ¿por qué Zick está detrás de ti? —Jong Su preguntó.

Diablos si Kiseok lo sabía. Lo único que sabía con certeza era que quería salir de esta habitación. Estaba empezando a enojarse y no podía simplemente ir a casa de su mamá. Nadie debería ser capaz de encontrarlo allí. La única razón de que alguien supiera dónde vivía, era porque, o bien le seguían a casa o conseguía la información de los informes del hospital.

—Quiero marcharme.

Sintió una oleada de poder extenderse desde su mente, expandiéndose a través de la habitación como pequeñas ondas en un estanque después de que alguien hubiera tirado una roca dentro. Eran como diminutos tentáculos llegando, antenas agarrando a la persona más cercana. Kiseok los había sentido realmente. Se quedó allí sorprendido cuando Changjo le sonrió.

—Puedes ir a casa de tu mamá. No vamos a retrasarte por más tiempo.

Si no hubiera sentido el poder ejercido abandonarle, Kiseok no lo hubiera creído. Había sido como nada de lo que hubiera sentido nunca antes. Se concentró en la idea de marcharse, empujándola hacia la manada de lobos, presionándoles para que lo dejaran ir.

—¡Basta!

Kiseok miró a Jong Su. Sus manos estaban hechas un ovillo en los puños, pequeñas salpicaduras de sangre en sus manos. Parecía que Jong Su había cavado su uñas en las palmas de sus manos, luchando contra lo que diablos fuera que Kiseok había estado tratando de hacer.

—No puedes utilizar eso contra cualquiera que no esté tratando de hacerte daño.

Los hombres que lo rodeaban parpadearon como si salieran de un sueño y luego empezaron a gruñir bajo en sus gargantas. ¿Calificaría eso como hacerle daño? Ellos seguro como la mierda que parecía que es lo que querían.

—No hagas eso de nuevo —dijo Changjo, su voz con un tono cabreado.

—¿O? —desafió Kiseok con un corte seco en su tono de voz.

—¿De verdad quieres saber? —Apretó Changjo sus dientes. Se inclinó sobre su escritorio, las palmas de las manos planas mientras sus ojos oscuros se comían a Kiseok vivo. Si no hubiera estado atolondrado por este nuevo poder, Kiseok probablemente se habría hecho pis encima justo en este momento. Pero, por desgracia le había subido a la cabeza, haciéndole sentir invencible.

Jong Su se deslizó delante de Kiseok, bloqueando su vista del Alfa.

—¿Ahora me crees, Kiseok? —preguntó el médico con Gong Chan al lado.

Kiseok se sentía cansado, un ligero dolor de cabeza golpeando en la parte posterior de su cráneo. No se sentía poderoso por más tiempo, sino agotado. —Sí.

 

—¿En serio? —preguntó Jaehyuk cuando saltó del sofá de cuero en el que había estado sentado—. ¿Eres una especie de controlador de la mente?

¿Por qué el hombre lo hacía sonar como si fuera la cosa más guay nunca inventada? Kiseok no estaba seguro de querer esto. Francamente, estaba cagado de miedo. Su cuerpo estaba perdiendo la poca altura a la que había estado cabalgando, y ahora todo lo que quería hacer era estrellarse en alguna parte. Echó un vistazo en torno a los hombres en la habitación, tratando de enfocarse.

—Está agotado y confundido —dijo el médico mientras se  acercaba a Kiseok.

Kiseok presionó la espalda contra la pared, lanzando las manos arriba para protegerse del hombre. Trató de enviar el mensaje de que no le tocaran, pero cuanto más duro Kiseok trató de empujar el mensaje en el médico, más le dolía la cabeza.

Estaba indefenso.

—Todo lo que quiero hacer es examinarte, Kiseok. Te prometo que no voy a hacerte daño o tratar de realizar cualquier experimento.

Kiseok bajó los brazos lentamente, sus ojos golpeando a Jong Su en busca de ayuda. No había ninguna lógica detrás de llegar hasta Jong Su, pero parecía que el único en la habitación que le obligaría. Kiseok no confiaba en el médico, y Jaehyuk estaba demasiado ocupado mirando deslumbrado a Kiseok.

¡Qué bobo!

Se quedó inmóvil mientras el médico proyectaba la linterna en sus ojos. Kiseok miró a Jong Su, asegurándose de que el hombre estuviera a su lado. No había nada que pudiera hacer, sino estar allí y permitir que el hombre lo comprobara. El médico lo sabía. Kiseok lo sabía. Estaba indefenso.

—Tus ojos están dilatándose, Kiseok. —El médico bajó la linterna.

—¿Y?

—Deberías alejarte de la luz, para que no se pongan más grandes.

¿Qué significaba eso?

»Descansa un poco. —El doctor caminó de nuevo hacia el papel que había estado leyendo la primera vez que entró en la habitación, escribiendo algo abajo.

—Te voy a mostrar un lugar cómodo donde puedas descansar. — Jong Su  hizo señas a Kiseok para que lo siguiera.

—¿Qué pasa con Jaehyuk?

Jong Su miró atrás a la oficina. —Jaehyuk está muy bien. Es shifter de gato. Baro, el médico, es shifter de león. No dejará que le pase nada a Jaehyuk. Además, ambos están en el lugar más seguro que podrían estar.

Kiseok no estaba demasiado seguro de apostar en esa afirmación. El lugar más seguro que podía pensar era en casa de su madre.

—También hay un shifter Jaguar aquí. Jaehyuk estará a salvo.

Kiseok no tenía ni maldita idea de que existieran tantas especies diferentes de shifters. Él sabía de Jaehyuk, y sabía acerca de los lobos, ¿pero leones y jaguares? ¿Por qué no se sentía más seguro?

 

 

Changjo se volvió a sentar en su silla, pareciendo agotado. —¿Realmente sólo trató de conseguir que le dejáramos salir por la puerta principal?

Baro asintió. —Y eso fue sólo una prueba. ¿Te imaginas lo que será cuando tenga sus plenos poderes? —Tan fascinado como Baro estaba con el caso, se trataba de una triste realidad. Kiseok era un arma cargada lista para dispararse. Si la manada no ayudaba al joven a canalizar su capacidad, muchas cosas malas podrían suceder.

Cosas irreversibles.

Y Baro por una vez no quería huevos revueltos por cerebro. Era un shifter de león, seguro de sí mismo, fuerte y seguro, pero la idea de tener a Kiseok a plena potencia le hizo incluso tomar una pausa.

—Creo que necesito poner al tanto a Jong Su en todo lo que pueda. Cuanto más sepa acerca de las styre mentes, mejor podrá manejar a su pareja. —Baro se había dado cuenta de la manera que Jong Su se había resistido a Kiseok. No fue fácil por la mirada tensa en la cara de Jong Su, pero se había resistido. El resto de ellos estaban dispuestos a bailar a su alrededor y el apodo de Changjo era la reina de las hadas, si Kiseok lo hubiera sugerido.

Y eso cabreó a Baro. Pero ese era su león que estaba enojado. Baro, como médico, estaba intrigado.

Jong Su mantuvo su rostro cerrado y cauteloso. No quería que Kiseok supiera exactamente lo verdaderamente cabreado que estaba. Sabía que Kiseok sólo estaba entrando en sus poderes, pero su pareja había intentado a propósito utilizar su control de la mente sobre todos en la oficina para conseguir lo que quería.

Incluso si se tratara de su libertad.

Tal vez eso era lo que tenía a Jong Su tan enojado. Que su pareja no se sintiera seguro en su presencia. La tensión entre ellos le estaba ahogando, cuando Jong Su llevó a Kiseok a su dormitorio. Había un montón de habitaciones vacantes que Jong Su podría haber dado a Kiseok, pero el hombre era su pareja, después de todo.

—Puedes tumbarte aquí y descansar un poco.

Kiseok miró por encima del hombro a Jong Su. Sus ojos azules como el aciano, brillaban con la incertidumbre y el miedo puro y tangible que nadaba en ellos. Jong Su se arriesgó a dar un paso más cerca, tocando con los dedos la mejilla de Kiseok. —Estás a salvo. Te doy mi palabra.

La sonrisa de Kiseok apareció, pero vaciló. —Yo no te conozco.

—Pero dime que no sientes que estás a salvo conmigo. —Quería escuchar esas palabras, necesitaba escucharlas para calmar a su lobo. Su lobo no estaba demasiado feliz de que Kiseok tuviera miedo. Era un olor fétido que insultaba los sentidos de la criatura.

Kiseok se echó hacia atrás, mirando por encima de la cama. Jong Su frunció los dedos en el suave tacto que la piel de su pareja le dejó, pero   no obligó a Kiseok a darle una respuesta. Kiseok se quitó los zapatos y se subió sobre la cama, descansando la cabeza sobre la almohada, mientras cerraba sus ojos.

Jong Su hizo lo único que podía. Cerró la puerta detrás de él mientras Kiseok descansaba. Mientras caminaba hacia la oficina de Changjo, su teléfono móvil vibró a su lado. Jong Su lo cogió y respondió. —¿Sí?

¿Es así como normalmente contestas el teléfono?

 

Jong Su se congeló. Era el agente Kang Nam. Su voz sedosa derretía a Jong Su y envió pequeñas ondas de choque a su estómago y a su ingle. — Cuánto tiempo sin oírte.

En realidad podía sentir el malestar en el otro extremo del    teléfono.

Kang Nam se aclaró la garganta. —Sí, he tenido la intención de llamarte.

Jong Su no estaba muy seguro de que creyera eso. Habían pasado cuatro meses, después de todo. ¿Cuánto tiempo se tarda en hacer una llamada telefónica y decir: hola, todavía estoy vivo? No mucho. Apretó los dientes mientras miraba hacia atrás a la puerta del Yu Honitorio.

Entonces, ¿cómo te va? —preguntó mientras se movía hacia la pared y luego se inclinó contra ella, sintiendo la aventura de esta noche finalmente filtrarse en sus huesos. Estaba medio tentado de volver a su habitación y descansar con Kiseok.

No estaba muy seguro de que el humano diera la bienvenida a eso.

Finalmente cerré el caso con el corredor de apuestas. Estaba pensando en dirigirme allí. —La voz de Kang Nam fue precavida, cautelosa. Jong Su no estaba seguro de que Kang Nam estuviera esperando que Jong Su le dijera que se olvidara de él.

¿Cuándo?

 

Un suspiro de alivio sonó en el otro extremo. No lo suficientemente fuerte para que Jong Su se diera cuenta si era humano. Una sonrisa inclinó los labios de Jong Su, y se alegró  de que Kang Nam no pudiera verle.

Puedo estar allí mañana por la noche. ¿Quieres reunirte conmigo en el bar de Junkook?

 

Jong Su miró a la puerta de su habitación de nuevo, preguntándose si podría salir de aquí mientras Kiseok se reunía con Kang Nam. No estaba seguro de que presentarles a los dos fuera tan bueno ya que realmente no conocía a ninguno de los dos.

Claro.

—Nos vemos entonces, Jong Su.

Jong Su colgó, preguntándose cuánto más de este lío iba a tener. Volvió de nuevo a presionar el clip del teléfono y terminó caminando a la oficina del Alfa. Baro estaba todavía ahí, Gong Chan a su lado mientras hablaban en voz baja. Changjo estaba sentado tras su escritorio, al teléfono.

Jong Su entró y se sentó frente al escritorio de Changjo en una de las sillas de cuero a juego. Esperó a que el hombre terminara su llamada de teléfono.

—Necesito hablar contigo, Jong Su —dijo Baro a su espalda—. Quiero darte las notas que tengo sobre las styre mentes .

—¿No nos explicaste todo en el hospital? —preguntó cuando se dio la vuelta. No le gustaba el ceño en la cara de Baro.

—Realmente deberías leerlas.

Jong Su prefería que Baro se las dijera. No era bueno en la lectura de aburridos archivos, y oír al médico explicarle las cosas, se le pegaría mejor en su cerebro. En realidad, nunca fue demasiado bueno en retener cosas que leía si el material era largo y prolongado, en términos que hacían cruzar los ojos de Jong Su.

—¿Y qué hay si me dices lo que ya sabes?

Baro se sentó en el sofá, Gong Chan sentado a su lado. Gong Chan puede que ya se hubiera recuperado de su terrible experiencia con el ex-alfa, Jihoon, pero todavía era muy callado, a veces. Gong Chan puso una mano sobre la rodilla de Baro cuando el médico se sentó rígidamente.

—Te dije todo lo que leí acerca de las styre mentes, Jong Su. Pero lo que está emergiendo a través de su análisis de sangre no está en cualquier papel que me haya encontrado.

 

Jong Su se giró totalmente. No estaba seguro de que le fuera a gustar lo que Baro estaba a punto de decirle. Tenía ganas de mirarle arriba para ver si había una bomba dirigiéndose directamente a su regazo, ya que se sentía como que estaba a punto de caerle una en el mismo.

—¿Y qué hay de malo en su análisis de sangre?

—Eso es lo que estoy tratando de averiguar, Jong Su. Es normal, pero no. Tiene los marcadores de una styre mente, pero es incompleto en lo mejor. Todavía estoy trabajando en su sangre. Mi consejo para ti es que le ayudes a controlar sus impulsos. Todavía no estamos seguro de lo fuerte que pueda llegar a ser, y ciertamente tiene el potencial para control mental total. Sólo ten cuidado.

—¿Y qué hay del asunto de las parejas? ¿No debería ser inmune a lo que pueda hacer?

—A veces, simplemente no es tan fácil contestar negro o blanco. Sabes tan bien como yo que la naturaleza tiene una manera de hacer las cosas por su cuenta. La mente humana es complicada, y el ADN es aún más complicado cuando se trata de criaturas sobrenaturales.

Jong Su se echó hacia atrás y suspiró. Y aquí pensaba que conseguiría una pareja con un problema sencillo. Sabía que no iba a ser un paseo a la hora de acoplarse. Tratar con Jihoon y ver a los otros soldados con sus parejas le permitió saber que las cosas no iban a ser fáciles, pero esta era la mierda más complicada de la que había oído hablar hasta la fecha.

Y él vivía en el mundo de lo paranormal.

 

 

 

 

 


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