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Tentación por Naomiyaoi38

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La sutil fragancia de las diferentes flores se espracían por el ambiente, creando una fragancia única, apreciada por algunos quizás, sin embargo la cual a él le saturaba.. Rosas, violetas, claveles, jazmines... La mezcla de aquellas flores saturaba su nariz, congestionándola, haciéndole pugnar con su alergia ante el polen de las flores presente en el ambiente de aquella floristería. Cuánto deseaba marcharse de allí sin embargo, si permanecía allí, frente a aquella señora de afable sonrisa pero absurdo peinado, tras tres tortuosas horas de revisar catalogos de arreglos florales para bodas, era por Yuûki, quien a su lado le asía ocasionalmente del brazo, dirigiéndole una tenue sonrisa apenada por el claro sufrimiento de Zero pero mostrando una mirada tan llena de calidez y dulzura, agradeciendo aquel pequeño sacrificio de Zero para con ella.

Ante aquel gesto el corazón de Zero latía cálidamente. Realmente podría detestar las flores en circunstancias así, mas aquel era un sacrificio nimio en comparación a cumplir uno de los pequeños anhelos de la mujer que amaba, de la mujer que sin pedir nada a cambio había estado desde el inicio siendo su punto de apoyo.

Sin embargo su nariz volvió a molestarle, haciéndole estornudar repetidas veces sin poder evitarlo.

—¿Estás bien? —inquirió Yuûki preocupada asiendo la mano de Zero e inquiriendo en el rostro ligeramente arrebolado a causa de la alergia de este.

—No te preocupes. Estoy bien.

—No, no lo estás —dijo Yuûki haciendo una sutil mueca a la vez que la preocupación de su semblante se acrecentaba—. Creo que lo mejor sería irnos. De verdad lamento haberte traído hasta aquí. ¿Qué te parece si simplemente les ordenamos un par de arreglos por internet? O incluso puede que ni sean tan necesarios...

—No voy a morir solo por un par de flores —interrumpió frunciendo el ceño—. Desde el principio querías los arreglos de esta tienda, ¿no? Si eliges algunos, mientras no sean excesivos todo estará bien.

»Solo termina de elegir lo que te parezca mejor. Yo te esperaré en casa. Solo no tardes mucho que ya está anocheciendo —dijo seriamente y Yuûki asintió para luego sonreír y besar a Zero nuevamente.

—¿Me esperarás con una genial cena? —inquirió con una leve sonrisa y un dejo de diversión en su mirada.

—Por supuesto. Si confío en esperar que cocines deberé recordar los números de emergencia. Aún tengo pesadillas con la intoxicación por alimentos mutantes de aquella vez —comentó y Yuûki frunció el ceño ligeramente ofendida.

—Mi cocina no es tan mala.

—¿En serio? —inquirió Zero enarcando una ceja y Yuûki hizo un mohín para luego reír suavemente.

—De acuerdo. Prometo llevar algo especial cuando termine aquí —dijo con una pequeña sonrisa enigmática y Zero curvó sus labios en una tenue sonrisa de diversión, despidiéndose de Yuûki con un ligero beso para encaminarse hacia la salida, no sin antes reparar en un arreglo de rosas que yacía cerca de esta. Rosas rojas, tan rojas como la sangre, tan rojas como el recuerdo aquellos labios tras beber de él en medio del tortuoso placer.

Se estremeció ante aquel recuerdo y apartando aquellos pensamientos de su mente, salió definitivamente del lugar. No tenía sentido pensar en «aquello.» Eso ya era parte de un pasado que habría de olvidar.






La presencia de ligeras nubes grises en medio de la noche que apenas acaecía anunciaba una posible lluvia. Zero frunció el ceño ante este hecho, apresurando el paso mientras avanzaba por las calles. Para ir desde su casa hasta la floristería solo eran media docena de cuadras, por lo cual Yuûki y él decidieron no utilizar el auto, sin embargo ahora se daba cuenta de que quizás había sido mala idea. Debía apresurarse a regresar. Solo esperaba que Yuûki llegara a casa antes de que lloviera.

Con pasos presurosos decidió tomar un atajo entre unos callejones. Las sombras de la incipiente noche se reflejaban por el callejón y repentinamente aquella sensación grotescamente inquietante de estar siendo acechado inundó cada resquicio de su ser.

Detuvo su paso mientras su pulso se aceleraba.

«No es nada. No es nada.»

No entendía el porqué de esa sensación, sin embargo no podía ser nada que tuviera sentido.

Pugnando con aquello que agitaba su ser se giró escudriñando todo a su alrededor mas sin divisar algo en lo absoluto. Definitivamente estaba imaginando cosas. Pero al empezar a sentirse levemente aliviado al intentar convencerse de lo absurdo de su sentir una inesperada presencia inesperada, y el frío filo de una navaja contra un lado de su garganta le paralizó.

—¿Qué...? —intentó hablar más la presión del filo tornándose peligroso le hizo callar a la vez que observaba de reojo al fornido hombre tras él.

—¡Dame tu cartera, el celular, ese maldito reloj que llevas...! ¡Dame todo lo de maldito valor que tengas! —exigió en un gruñido.

Zero se tensó aunque en el fondo un ápice de alivio le inundó al pensar que quizás aquella sensación de peligro sentida todos esos días había sido producto de ese hombre el cual seguramente le había seguido.

—Oye... No es....

—¡Cállate y solo obedece! —espetó propinándole un rodillazo en la parte baja de la espalda a Zero quien siseó dolorido a punto de trastabillar pero sintiéndose a la vez fúrico con aquel sujeto, dispuesto a enfrentarle a pesar de la desventaja de la navaja del sujeto, pero la aparición de una sombra, el siseo del aire rasgado y un grito de horror por parte del hombre hicieron que su semblante se tornara livído y su corazón se paralizara durante un instante al fijar sus ojos en aquella sombra la cual cernía sus garras con crueldad sobre aquel sujeto.

—K... Kaname —pronunció aquel nombre con incredulidad y horror viendo a aquella criatura causante de sus pesadillas, de su culpa, de su tormento, allí frente a él, con un porte regiamente sereno mientras a sus pies yacía el cuerpo inerte de aquel ladrón con un grotesco rictus en su rostro.

—Eres un hombre muy osado, Zero —habló acercándose a Zero serenamente mientras una tenue sonrisa se dibujaba en sus labios—. ¿En verdad creías que podrías dejarme atrás, que podrías escapar? Realmente nunca creí que fueras tan inocente —ronroneó quedando frente a Zero, quien permanecía inmóvil, pareciendo incapaz de creer que aquella criatura, aquel ser del que había escapado ahora estuviese allí como si eso significara que realmente nunca podría huir de él, que estaba condenado a ser arrastrado hacia aquella tormentosa oscuridad.

—¿Qué sucede, Zero? No pareces muy satisfecho de verme —dijo con ironía acercando su rostro al de Zero, rozando aquellos labios y aquel contacto, logró hacer reaccionar a Zero el cual empujó con fuerza al vampiro quien solo se movió ligeramente mientras que Zero retrocedía horrorizado y furioso.

—¡¿Por qué mierda estás aquí?! —gritó con sumo cabreo mientras en el fondo su ser se agitaba con cierta inquietud y temor.

—¿Realmente necesitas una respuesta a esa pregunta? Tu ser me llama, Zero, aunque tú aún no te des cuenta.

—¡Vete a la mierda! ¡Solo eres un maldito monstruo! —espetó alejándose presuroso y agitado, observando ocasionalmente a sus espaldas, temiendo ser seguido, sin embargo aunque se alejaba cada vez más del vampiro, este parecía no tener ninguna intención de seguirle.

Kaname simplemente permaneció en ese callejón, quedándose atrás con una sonrisa llena de enigmas en su rostro y sus ojos brillando en un infernal carmesí, pareciendo no importarle que el objeto de su deseo se alejara, pareciendo creer que sin importar cuánto lo hiciera no habría lugar donde Zero pudiera realmente huir de él. Y aquella idea llenó de rabia y angustia a Zero. Aunque lo quisiera, aunque lo intentara aquel maldito ser parecía aferrado a jamás darle nuevamente su libertad.

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