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Tentación por Naomiyaoi38

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El olor a alcohol era intenso. Un aroma tan intenso que en otras ocasiones le hubiera resultado casi repulsivo, mas en ese momento no le importaba. Aunque se sintiera trémulo, tambaleante y desenfocado sostenía aquel trago en su mano como si fuese su única salvación. Y quizás en esos momentos lo era. La salvación de no pensar en nada.

—¿Pero qué...? ¡Estás hecho una mierda! —reprochó repentinamente Kaito arrebatándole el trago a Zero quien sentado en uno de los terrosos sofás de la sala de la casa de Kaito, profirió un gruñido mirando a su amigo con molestia en sus ojos algo desenfocados por el alcohol.

—¿Sabes? Te permití tomar esa botella porque pensaba que tomarías solo un trago. ¡Pero por Dios, Zero! Nunca sueles emborracharte y ahora... Entiendo que no hayas querido decir nada sobre lo que te ocurrió cuando Rido estaba presente pero ahora ese idiota no está. Así que empieza a hablar —exigió con dureza y preocupación brillando en su mirada.

Zero chasqueó la lengua recargando su espalda en el sofá. Kaito no se conformaría con su silencio luego de encontrarle de esa manera en la academia. En ese momento aunque se mostró preocupado no insistió en obligarle a hablar, simplemente se ofreció a invitarle a su casa y él aceptó. Sin embargo conocía muy bien a Kaito y por más que este se mostrara comprensivo ante aquellas circunstancias, ante el hecho de darse cuenta de que había algo que le afectaba tan cruelmente, ante eso Kaito no se quedaría callado. Después de todo para Kaito él representaba casi un hermano y ver como alguien que este apreciaba iba destruyéndose lentamente sin que Kaito pudiera intervenir era algo que este jamás permitiría. Mas a pesar de esto, en el fondo Zero deseaba, ¡necesitaba! compartir aquello que carcomía sus entrañas con alguien. ¿Pero cómo hacerlo sin que Kaito creyese que él había enloquecido? Quizás después de todo era imposible revelar toda la verdad.

—Kaito, ¿recuerdas el viaje que hice junto con Yuûki a París? —habló Zero enfrentando la mirada de Kaito.

—Sí, lo recuerdo —dijo tornando su semblante en uno suspicaz ante las palabras de Zero.

—En ese viaje le fui infiel a Yuûki —confesó con amargura viendo cómo Kaito se tornaba sorprendido pareciendo, a punto de hablar mas Zero continuó—: ¿Sabes? Aún sigo amando a Yuûki y durante ese viaje, cuando la traicioné nunca dejé de pensar en ella pero ese tipo... Ese maldito tipo... ¡Realmente quise alejarme, evitarlo, pero no pude! —exclamó furioso y con pesar para luego sumirse en silencio ante la mirada de su amigo.

Kaito le contempló con incredulidad unos segundos pero luego negó exhalando un suspiro, tomando asiento a un lado de Zero.

—¿Entonces eso tiene qué ver con que ahora estés hecho una mierda? Dime, ¿aún sigues con ese hombre? ¿Qué sientes por él?

—¡No siento nada por él! —espetó apretando los puños—. Cuando partí de París esperé dejarlo. Había algo en él que me atraía pero al mismo tiempo me perturbaba... Era aterrador... —dijo callando repentinamente siendo consciente de que no podría hablarle a Kaito de la verdadera naturaleza de Kaname.

—¿Pero entonces si creíste dejarlo qué sucedió?

—Creo que he comprendido que intentar escapar de él no es tan fácil...

—¿Escapar? ¿Con qué clase de hombre te has metido, Zero? —inquirió alarmado, sin embargo no obtuvo respuestas de Zero quien ligeramente tambaleante se levantó para luego dirigir una dolida mirada a Kaito.

—Con uno absolutamente inhumano —contestó dirigiéndose hacia la entrada ante el semblante preocupado de su amigo.

—Espera, Ze...

—Gracias por todo, Kaito —interrumpió haciéndole un ademán para que no le siguiera—. Tengo asuntos que resolver —finiquitó para con pasos trémulos y suma acritud en su interior dejar atrás a Kaito.

No podía revelar toda la verdad a Kaito. Pero había algo que necesitaba hacer. Era el momento de asumir sus culpas.






Una casa sumida en absoluto silencio y oscuridad le dieron la bienvenida a Yuûki quien extrañada se adentró con parsimonia, desconcertada ante aquello. ¿Por qué su hogar se encontraba así? Zero debía estar en casa, esperándola como siempre con una de sus cenas, sin embargo ese noche no era así.

Una sensación de inquietud la embargó. ¿Qué estaba sucediendo?

Consternada recorrió su hogar en busca de Zero hallándole finalmente en la cocina-comedor sentado en una de las sillas con expresión perdida. Un estremecimiento la recorrió yendo directo hacia su prometido.

—Zero, ¿qué sucedió? —inquirió alarmada ante el estado del hombre, sacudiéndole ligeramente por los hombros y acunando su mejilla, percibiendo gracias a la cercanía el intenso aroma a alcohol.

—Yuûki —musitó recargando su mejilla contra aquella femenina mano y fijando una mirada llena de pesar en ella.

—Zero, ¿qué sucede? ¿Por qué estabas bebiendo? —inquirió con dulzura y preocupación.

Le dolía ver a Zero de esa manera. Su prometido no era así. Algo debía haber ocurrido.

—Zero, vamos, más tarde puedes contarme —dijo asiendo a Zero del brazo y halándole para hacer que se levantara—. Primero por qué no...

—Lo siento —interrumpió tomando la mano de Yuûki y alejándola de sí.

—¿Qué? —inquirió confundida y dolida ante la actitud de Zero.

—Lo siento. Te engañé. Durante nuestro viaje a París te fui infiel con otro hombre.

«Te fui infiel.»

Aquellas palabras parecieron resonar en su mente tortuosamente. Zero, el hombre que amaba, el hombre en quien más confiaba, el hombre con quien deseaba compartir su vida, tener una familia la había traicionado.

Dejó escapar un jadeo que contuvo un sollozo y sus ojos se llenaron de incipientes lágrimas que pugnó por contener.

—¿Me engañaste? —dijo con voz trémula sintiendo el dolor y una incipiente rabia construirse en su interior.

¡Zero la había traicionado! ¡No le importaba en lo absoluto que fuera sido con un hombre o si lo hubiera hecho con otra mujer! Lo que le dolía, lo que quemaba sus entrañas era saber que aquel hombre en el cual siempre había confiado la había engañado.

—Y, ¿sentías algo por ese hombre?

—¡No! —gritó desesperado, dolido como nunca Yuûki le había visto, ni siquiera cuando sus padres fallecieron vio ess expresión en Zero. Y esto punzó en su interior. A pesar de todo quizás jamás podría odiarle por completo.

—¿Entonces por qué?

—No lo sé. ¡No lo sé maldita sea! Quisiera darte una excusa pero realmente no puedo. No puedo hacerlo porque a pesar de todo no quiero lastimarte. Porque a pesar de todo aún eres con quien quisiera compartir mi vida...

—Pero aun así me engañaste —espetó y el semblante de Zero se llenó de dolorosa culpa.

—¿Sabes, Zero? Quisiera odiarte, simplemente odiarte por completo pero a pesar de todo creo que quizás no quiero llenarme de rencor... ¿Qué obtendría con eso? ¿Podría regresar al pasado? ¿Evitar que me engañaras? No vale la pena ya.

»Creo que lo mejor es que descanses. En tu estado ir por cualquier sitio sería peligroso y no quiero eso en mi conciencia. Yo me quedaré en casa de Sayori por un tiempo. Creo que es lo mejor —dijo sintiendo una lágrima rodar por su mejilla.

Tragó saliva apartando la mirada de Zero. No soportaba verle así; en ese estado tan lamentable. Era tan doloroso verle de esa manera. Sin embargo necesitaba tiempo para pensar. Necesitaba tiempo para intentar sanar y poder decidir.

Pugnando con el nudo que ascendía por su garganta salió de la vivienda, enfrentando a la fría y solitaria noche, contemplando a la oscuridad y deseando al igual que cuando era una niña y una adolescente el consuelo de esa presencia maldita por la eternidad la cual en el pasado siempre estuvo a su lado.

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