Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando las flores hablen por él por AngiePM

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sentado en el suelo con la espalda apoyada de la puerta cerrada de su habitación, Daichi veía una vez más a la camelia en sus manos. La había sacado cuando le contó a su madre sobre su mala suerte, ahora no podía volver a esconderla. No se sentía como si hubiese salido de sus pulmones —¿cómo pudo salir de sus pulmones sin deformarse?—, era como una flor que encontraría en cualquier otro lugar natural. Tenía que admitirlo, era hermosa, pero saber por qué brotó la rodeaba de aires turbulentos.

 

Hacía un rato que Suga le contestó su último mensaje, si la vibración en el bolsillo derecho de sus pantalones era una pista clara; sin embargo, necesitaba un respiro y no leer su respuesta le daba una sensación de estarse ahorrando otra mala noticia más. Conociéndolo, de seguro le escribió algo para subirle el ánimo, solo que lo vería más como un recordatorio de todo.

 

¿De cuántas cosas se había enterado? Estaba enfermo a pesar de sentirse perfectamente sano —¿cómo no sintió que había algo de ese tamaño creciéndole por dentro?— y no había una cura sencilla; sería algo a largo plazo. Podía morir si nada resultaba estar a su favor; de verdad podía morir de amor sin ningún sentido figurativo de por medio. La enfermedad fue provocada por la unilateralidad de sus sentimientos; vaya forma de enterarse, escupiendo las flores que no podría regalarle.

 

Daichi estaba consciente de que su enamoramiento podría jamás ser recíproco, las posibilidades de que lo fuera eran muy mínimas. Desde el día en el que esa amplia sonrisa alborotó a sus latidos por primera vez supo que estaba a un paso de perderse. Hoy había dado ese paso restante. Podía hallar el camino de regreso, al menos. Podía encontrar el mapa que tanto buscaba y salir triunfante del laberinto. Podía toparse con expertos que lo sacarían de ahí a la fuerza, pero eso le dejaría el vacío de nunca haber sido exitoso por su cuenta. También podía negarse a recibir ayuda si el mapa resultaba ser inexistente o si la esperanza superaba a la razón, el problema era que nadie llegaba a la salida sin recursos.

 

Lo sabía, era imposible el siquiera gustarle. No debió dolerle tanto el pecho por algo que había dado por sentado, supuso que una pizca de ilusión seguía latente. No le había contado nada de lo que sentía porque, entre muchos otros motivos, no quería oír cómo era rechazado; pero que Suga fuera quien le dijera que se había enfermado por amar sin ser correspondido tuvo el mismo efecto. Después de todo, no podía culpar a su corazón por romperse si terminó escuchando lo que temía en la voz que menos lo deseaba.

 

No bastó con una enfermedad que unos doctores le explicarían luego para enterarse. El mundo tuvo el descaro de hacer que la persona que amaba, sin darse cuenta, le informara que no lo amaba de vuelta antes que cualquier tercero sin tanto poder de herirlo.

 

La camelia se hizo borrosa, así se percató de que estaba llorando. Ni siquiera le sorprendió, más bien, consideraba que aguantó demasiado. Había noticias que ganaban peso dependiendo de quien las diera, y Suga era el único capaz de sumarle toneladas al asunto. ¿Qué conspiración había en su contra? Este era el peor día de su vida, dudaba que alguno se le acercara.

 

Soltó la flor para secarse las lágrimas y tratar de traer buenos pensamientos. Le aliviaba que su madre no preguntase de quién se enamoró, habría sido complicado de explicar, por más que supiera de sus preferencias. También le aliviaría descubrir un significado positivo para la camelia, así que le hizo caso a su celular después de tantos minutos ignorándolo.

 

«Las camelias pueden sustituir a las rosas y las rosas son románticas. No te preocupes así por algo de lo que no estás seguro, te estás pareciendo a Asahi».

 

Era obvio que Suga investigaría y le mandaría el primer mensaje bonito que leyera. También se imaginó su tono de reprimenda tranquila —tan opuesta a la suya— con lo último, y un toque de jugueteo en la comparación para aligerar la situación. No pudo evitar esbozar una diminuta sonrisa de lado; por estas cosas empezó a quererlo.

 

«Me alegra no haber escupido una flor con espinas, entonces. ¡Y mis razones son válidas! ¿Qué pensarías si te regalan una flor típica de funerales?».

 

Dejó el celular sobre su cama; continuaría la conversación luego de bañarse y cenar, le haría bien.

 

Estuvo en lo correcto. El baño nunca fallaba en relajar tensiones y en calmar preocupaciones temporalmente. Aún había cierto escozor entre el pecho y la garganta, pero suponía que era de esperarse. Su apetito había vuelto, así que se sintió refrescado hasta que llenó a su estómago y regresó a su habitación para revisar su teléfono.

 

«Tú ganas».

 

¿Eso era todo lo que iba a decir? Daichi soltó una risilla, podía ver el puchero en esas letras.

 

Hablar con Suga por mensajes seguía siendo fácil. Daichi nunca había sido alguien que respondiera rápido, así que no importaba si se demoraba por motivos sentimentales a partir de ahora, no se notaría. Entablar una conversación en persona no debía ser el gran problema mientras no tocaran nada relacionado con el hanahaki o el amor. Tendrían que hacerlo de vez en cuando por su acuerdo de mantenerlo al tanto, pero esperaba que fuera soportable. Ya comprobaría eso mañana.

 

La práctica matutina pudo ser peor. Hicieron tantos ejercicios que casi no hubo tiempo para interactuar por fuera del deporte. Además, se estaban dedicando más a volver a sincronizarse con Asahi y Nishinoya ahora que habían regresado. Con el equipo finalmente completo, las siguientes semanas estarían llenas de mucho trabajo.

 

Algo de lo que estaba pendiente era de las sensaciones extrañas en su interior. Aún le impactaba el hecho de que una flor pudiese desarrollarse en sus pulmones sin que él se diera cuenta, por lo que de vez en cuando se concentraba para determinar si había más adentro. Sin embargo, por pesada que se volviera su respiración con el entrenamiento, no parecía haber intrusos en sus vías respiratorias. Le preguntaría eso al doctor.

 

Compartir clases con Suga nunca había parecido tan contraproducente. Le gustaba poder estar con él casi todo el día, estudiar juntos porque tenían las mismas asignaciones, mismos profesores y mismas evaluaciones; trabajar en equipo cuando se requería, obtener apuntes fácilmente si se ausentaban. Le permitía ser más cercano a él, conocerlo mejor, no solo relacionarse como compañeros de equipo. Cuando se enamoró, le agradaba la idea de tenerlo a su alcance; se complacía con sus interacciones y por la confianza que brindaba ser mejores amigos, era feliz con eso. Ahora que sabía de sus sentimientos, Daichi estaba seguro de que el armador lo detallaría para recolectar pistas de por quién estaba así. Tendría que cuidarse demasiado para no delatarse, aunque podía continuar igual que antes; si alguien tan perceptivo como Suga no sospechó de su situación sentimental, quería decir que disimulaba de maravilla.

 

Eso no significaba que no se sintiera observado aunque no estuviera ni cerca de su campo de visión. Suga estaría atento ante cualquier descuido y no le diría nada por su promesa. No quería que se hiciera ideas equivocadas, pero tampoco quería que diera con la correcta.

 

Hubo un momento en el que estornudó y temió que un pétalo escapase de su nariz de nuevo en frente de toda la clase. Suga, sentado en el pupitre vecino, volteó a verlo de inmediato, aparentemente con el mismo temor. Escuchó varios «salud» susurrados antes de retirar su mano que, gracias al Cielo, estaba vacía. Los días se le harían largos esperando que el hanahaki no hiciera de las suyas en la escuela.

 

Con el timbre de salida, se despidió de Suga —quien le recordó que le contara cómo le iba— antes de irse sin ser visto por los demás del club. Su madre ya lo estaba esperando cuando llegó a casa, así que solo se cambió de ropa y recogió la camelia, también decidió llevar su celular a última hora para entretenerse en caso de que hubiese muchas personas en espera. No hizo mucha falta; solo estuvo sentado en la sala unos quince minutos cuando lo llamaron al consultorio.

 

El doctor se sorprendió apenas vio la flor. Los casos de hanahaki no eran muy frecuentes, mucho menos en chicos jóvenes como Daichi. Le hizo algunos exámenes de rutina, otros específicos de su condición y luego el diagnóstico que ya conocía. Además de lo que Suga y su madre le habían explicado, descubrió otros datos importantes. No había sentido nada en su interior porque estaba en la fase inicial, pero sí lo haría conforme avanzara. Habría días en los que sentiría fatiga porque estas flores se alimentaban de sus nutrientes y emociones, así que era probable que tuviese que controlar su gasto enérgico o cambiar su dieta para evitar colapsos más adelante. Por alimentarse de sus emociones, guardaban relación directa con ellas; era importante estar pendiente de sus significados para calcular cuánto tiempo tendría.

 

Le preguntó si podía seguir con el voleibol con el corazón en la garganta. Por suerte, contestó que no habría problemas mientras no se complicara la condición, pero que tuviera cuidado cuando comenzara a tener problemas para respirar o cuando presentara debilidad. Solicitó conversar con su entrenador, a lo que solo asintió sin estar muy seguro de qué hacer, pues no era como si Ukai fuese el entrenador oficial todavía.

 

Luego de unas aclaraciones más, regresó a casa más tranquilo. Era bueno poder seguir con su vida normal sin cambios drásticos durante las primeras semanas; tendría tiempo para prepararse. Suga ya le había invadido el teléfono de preguntas que ya estaba respondiendo cuando la pantalla pasó a avisarle de una llamada entrante. Daichi volteó los ojos, ¡qué impaciencia!

 

—Suga, ya estaba escribiéndote.

 

—Me preocupó la tardanza, uno no suele tardar en el médico si no está grave. ¿Cómo te fue?

 

—Estoy relativamente bien por ahora. Hay que esperar unos días para ver si mi caso será lento o si será agresivo, pero creen que tengo alrededor de diez meses antes de que sea irreversible.

 

—¡Ah, eso es bueno! —suspiró—. Es más que suficiente para lograr que la otra persona se enamore de ti —canturreó.

 

—Si esta es una excusa para que te…

 

—¡No! —interrumpió—. Solo te estoy dando ideas, Daichi. Lo mejor para ti será enamorarla, tienes que intentarlo.

 

—No sé cómo, realmente.

 

—¡Te ayudaré! Aunque no sepa quién es, hay cosas que sirven con todo el mundo.

 

—Lo haré yo solo. Tendría que describirte a la persona para que me des buenas ideas, no caeré en esa trampa. —Oyó un rezongo de Suga—. ¿Cómo estuvo la práctica sin mí?

 

No hacía falta que se lo dijera; Daichi no se rendía con facilidad y sin antes intentarlo. No planeaba morir asfixiado por flores ni borrar sus sentimientos para siempre, así que su única alternativa era enamorarlo. Sí, era cierto que no tenía idea de cómo, pero ya tendría el tiempo para descubrirlo. Lo que ayer lo inundó de desesperanza, hoy lo determinó a conquistarlo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).