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JUST FRIENDS por LunaMarcel

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaa...

Jskxkdmfldfmfl

¿Como les va? Espero de todo kokoro que muy bien. Como ya saben, vine a dejarles el nuevo capítulo. Pero antes de ello, una disculpa por tardar. 

Muchas gracias criaturas del demoni... Digo, del señor, por continuar leyendo, y a esas hermosas personitas que me dejaron su precioso review. Mil gracias más. Besotes y abrazos de oso para todos. 

ACLARACIÓN IMPORTANTE:

El principio, es lo que estaba sucediendo al mismo tiempo que con Eithan cuando estaba gurñendo que no veía a Jonna por ningún lado. O sea, mientras la clase de Educación Física aun se estaba impartiendo.

Ya después vuelve al tiempo real en la azotea. 

Solo :).

Por los posibles horrores ortográficos, dos mil disculpas. Lo leo y leo y lo leo y lo leo para buscar los pinshes horrores, pero estoy medio ciega y cuando una palabra esta mal escrito no me doy cuenta a la primera leída, ni a la segunda ni a la tercera. No sé que onda... Necesito beta. ;)

Sin  más que decir, los dejo leer. 

 

 

 

 

JUST FRIENDS

—Capítulo 22—

Ai

 

 


Julian sentía que flotaba en una nube de contextura un tanto tosca pero a la vez muy suavecita. La cual no solo se sentía muy bien, si no que desprendía un aroma muy rico.

Él intuía que estaba inconsciente, que posiblemente sólo estaba imaginando cosas, pero por primera vez desde que le diagnosticaran, no quería despertar. Quería continuar un momento más así. La sensación era agradable. Su corazón latía con suavidad y su pecho estaba cálido. Se sentía protegido, que no tenía nada que temer.

Sin embargo, también sabía que no podía permanecer así más tiempo, no podía solo escapar de su realidad. Debía despertar.

Sus párpados cerrados temblaron levemente, y luego se abrieron casi de golpe. Tardo un instante en acostumbrarse a la claridad, pero cuando lo hizo, no pudo apartar su mirada celeste hielo de la figura que yacía frente a sus ojos.

Era Jonna… quien lo cargaba en brazos mientras caminaba por los desolados pasillos del instituto. Él, de alguna forma, parecía desprender un aura divina que lo rodeaba por completo. Su expresión era muy seria mientras mantenía la vista al frente; sus pestañas parecían muy largas desde ese ángulo, y volteadas hacia arriba; era extramente hermoso que a penar del tono natural de sus cabellos, sus cejas y pestañas fueran tan negras como una noche sin luna ni estrellas. Sus ojos caramelo se veían hermosos y con cierto brillito desprendiendo de ellos. Lo sostenía en brazos con seguridad, pero también con un tanto de ternura y delicadeza. Se veía muy imponente, protector.

Juli se sintió muy pequeño entre sus brazos, pero se dijo, aceptando para si, que la forma en la que encajaba en ellos le gustaba mucho. También se pregunto internamente, ¿acaso ese chico siempre se había visto así de guapo como en ese momento? Esa seriedad en su mirada le sumaba demasiado atractivo a sus facciones. S

Sin darse cuenta de lo que hacia, extendió la mano hacia él, pronto, sus pequeños dedos rozaron con deliciosa suavidad la mejilla del chico, quien, al sentir el contacto, giro el cuello hacia él.

—Hola… —le dijo el rubio, y Julian noto como el brillo de sus ojos caramelo pareció intensificarse, así mismo lo hizo esa aura divina que desprendía su cuerpo.
El corazón de Julian revoloteo con fuerza en su pecho al verlo a los ojos, y sintió una parvada de águilas esqueléticas, porque esa fuerte sensación no podían ser pequeñas mariposas, revolverse en su vientre. El rubio parecía brillar frente a sus ojos, con una sensación muy cálida desprendiendo de él, a la vez que sonreía con esas sonrisas que él, Julian, sabía que derretían glaciares.

Justo en ese momento acaba de derretir uno.

El peli-negro no respondió al saludo, simplemente continuó observándolo a los ojos, a esos hermosos ojos, como hipnotizado. Veía sus labios moverse y formar palabras, pero Juli no le prestaba atención a lo que decía, tan solo observaba el movimiento de su boca. Luego subió la vista y vio su mirada caramelo. Por como sus cejas se encontraban un tanto juntas y en vez de calma había cierta agitación en sus irises, supo que se encontraba un tanto preocupado. ¿Por qué?

—Juli… Juli… —el rubio estaba comenzado a ponerse muy, muy nervioso—. Vamos, Juli, dime algo.

Jonna se había detenido de su caminata a medio pasillo. Con cada segundo que transcurría sin que el de ojos celeste hielo diera señales de estar verdaderamente consciente, la presión que sentía en su pecho aumentaba. Parecía que estaba dándole un ataque de cataplejía justo después de haberse dormido a causa de la narcolepsia. ¿Siempre sucedía así? Por que el rubio estaba seguro que, los narcolépticos, podía reintegrarse a sus actividades como si nada hubiera pasado luego de un periodo de sueño repentino. Entonces, ¿Por qué?

¡Demonios! Eran tan frustrante verlo en ese estado. Cerro los ojos y dobló el cuello sintiendo su pecho doler. Sin embargo, una nueva caricia, dulce y tranquilizante, le rozo la piel de la mejilla.

—Jonna —un suave murmullo llego a sus oídos. El rubio abrió rápidamente los ojos y alzo la mirada. Un largo suspiro de alivio salió de sus labios, junto con la presión en su caja torácica, al ver los ojitos de Juli emitir cierto brillito—. Jonna —repitió el más bajito, y luego sonrió —. Eres muy apuesto.

El rubio abrió los ojos de par en par a la vez que su corazón azotaba contra sus costillas con fuerza abrumadora. No sólo por las palabras de Julian, con las cuales sentía que podía morir de la felicidad, si no también por esa preciosa y deslumbrante sonrisa dibujaba en sus lindos labios. Jonna sintió sus mejillas arder. Jamás creyó que se le podía cortar la respiración de esa manera.

Comenzó a boquear cual pez fuera del agua en busca del oxigeno que no llegaba a sus pulmones.

—Tanto —prosiguió Juli, sin perder la sonrisa—, que me dan ganas de golpearte tu atractiva cara.

Jonna permaneció en silencio durante algunos segundos, con las cejas alzadas y los labios entreabiertos. Perplejo. Luego, dejo escapar una alegre risotada desde lo más profundo de su garganta, y que resonó en todo el pasillo en el que se encontraban.

—Ay… —suspiro—, eres tan lindo.

Las mejillas de Julian se colorearon. Después le dio un manotazo en el hombro a esa rubia loca.

—No me digas así —dijo, con fingido enojo—, no soy una chica —murmuro desviando la vista, aun avergonzado.

—No, no lo eres —Jonna sonrió con ternura—. Pero eres más bonito que una.
Como respuesta, tan solo recibió otro manotazo en el hombro. Ni siquiera dolía, eso hizo aun más feliz al rubio, pues sabía de sobra qué, si Julian en verdad estuviera molesto con él, podría romperle cualquier parte del cuerpo sin mucho esfuerzo de su parte. Sonrió ampliamente, antes de retomar sus pasos.

—A todo esto —hablo el peli-negro, sus mejillas aun ardiendo—, ¿Por qué estas cargándome? ¿A dónde me llevas?

—Vamos a la enfermería —el humor del rubio pareció disminuir un poco—, te quedaste dormido en clase y… bueno, estrellaste el rostro contra el escritorio, lo que provocó que te lastimaras.

Los labios de Julian formaron una «O». Luego procedió a inspeccionar con las manos su rostro. Rápidamente noto un papelito en uno de sus orificios nasales, y también sintió ligero dolor, que no había sentido antes o no le dio mayor importancia, en uno de sus labios.

Suspiro pesadamente.

«Que patético». Pensó.

—Bueno, puedo caminar… así que bájame.

—¿Y arriesgarme a que como consecuencia del golpe te den mareos y te caigas? No, gracias.

Julian no protestó, no dijo nada pues, para empezar, él no quería que lo bajara. Quería permanecer más tiempo en sus brazos.

«Eso es aun más patético». Volvió a ruborizarse.

Jonna se retorció como lombriz fuera de la tierra internamente, pero de felicidad, al de mirada somnolienta no debatirle. Por fuera, tan sólo se veían nuevamente de muy buen humor.

—Y… ¿Por qué me llevas tú? ¿No estabas en clase de Educación Física? —bastaba ver sus ropas para saberlo—. ¿Cómo supiste?

El rubio volteo a verlo por el rabillo del ojo, sin detenerse de su caminata.

—Tengo mis contactos —dijo, sonriendo de medio lado y guiñándole un ojo. Lo cual intensifico el sonrojo en las mejillas del de mirada somnolienta.

Efectivamente, tenía informantes en el salón de Julian. Quizá algunos lo dudaban, Will y Eith, pero él era bastante popular con las chicas. Basto una sonrisa y un poco de amabilidad de su parte para que algunas compañeras de salón del peli-negro, accedieran a informarle de cualquier cosa que le sucediera a Julian.

Tal vez sonaba a que era un asqueroso manipulador, pero realmente no le importaba si con ello podía estar al pendiente de lo que le sucediera a Juli, cuando él no estaba presente

—Por cierto… —retomo la palabra el de mirada caramelo—, he estado pensando mucho en lo que me dijiste, acerca de cambiar una forma especifica de pensar de una persona —por no decir: cambiar la forma de pensar de Eithan acerca de las relajaciones amorosas entre personas del mismo sexo.

Los ojitos celeste hielo de Julian lo contemplaron con fuerte interés.

—Tengo un par de ideas —dijo feliz de saber que podía ser de ayuda.

 


La sensación de flotar en el universo, rodeado del basto infinito y ser capaz de poder observar con sus propios ojos hermosas constelaciones, lejanos planetas y ardientes estrellas, se quedaba corto ante lo que Liam tanto Eithan experimentaban al sentir la suavidad de los labios del otro contra los suyos, moviéndose con deliciosa lentitud y un poquito de torpeza.

Eran tantas las emociones revoloteando dentro de sí, como olas chocando contra la playa en una fuerte tormenta, que era demasiado difícil el tratar de explicarlas. Pero sí le preguntaban a cualquier de los dos, podían decir que no era como observar el infinito y toda su magnificencia, si no que, más bien… como presenciar el fallecimiento, estallido, de una estrella de millones o miles de millones de años. Como observar un sistema solar contrayéndose y luego expandiéndose planeta a planeta entre terribles explosiones. O quizá como las sensaciones de ver a Asgard ser destruida en «Thor Ragnarok».

Era impactante, aterrador y hermoso. Te quitaba el aliento de una forma diferente pero sublime, con ondas expansivas que removían con fuerza abrumadora y ponían de cabeza todo su ser.

Nada sería como antes, incluso sí se decían a si mismos que se esforzarían porque las cosas continuaran igual entre ellos. Pero, por supuesto, esos cambios serían para bien.
Ellos se amaban con fuerza.

Podían sentirlo en sus pechos al estar compartiendo ese tierno beso, al sus respiraciones agitarse de forma frenética, al sus labios acariciarse entre si con un tanto de descoordinación y tratar ambos de seguir el ritmo lo mejor que podían, con el corazón martilleando en sus oídos y las manos temblándoles aferrándose al otro. No eran solo palabras o un momento de confusión, tampoco un amor adolescente que tenía como fecha de caducidad la graduación del instituto.

Su amor era distinto. Verdaderamente real. Y Ellos eran como dos imanes, impulsados por la fuerza electromagnética a estar uno siempre junto al otro y a buscarse con intensidad sí se les separaba.

Apenas era el primer paso sobre un camino lleno de dificultades, bajones, empinadas terribles… pero podían tener esa seguridad de que no siempre sería así. Que si lograban con éxito vencer todos los obstáculos, la recompensa sería grandiosa, espectacular.

El truco estaba en no darse por vencidos.

Y ellos no lo harían.

—Eith —Liam susurro contra los labios del susodicho entre el beso—. Eith… no puedo… respirar.
Sus palabras sonaron como una súplica, pero ni el propio William sabía si era para que le permitiera tomar oxígeno, o para que, a pesar de ello, no dejara de besarlo. Porque los labios de Eithan eran deliciosos y el oji-verde no podía estar satisfecho.

Con suave lentitud, el de cabellos negros finalizo el contacto entre sus labios y se alejo, inmediatamente sintió un gran vacío en el pecho, como si le hubieran arrancado una arte esencial del cuerpo. Volvió a acercarse de inmediato, aunque solo lo suficiente como para unir su frente a la del más bajo. El estar tan lejos se había sentido muy doloroso.

Sus párpados se abrieron y con sus irises grisáceos, contemplo la bellísima vista: Liam tenía los ojos cerrados, había un hermoso rubor en sus mejillas y sus labios estaban entreabiertos; su pecho se movía con irregularidad y trataba de llenar sus pulmones con oxígeno, inhalando grandes bocanadas de este… Eithan sólo sentía la fuerte necesidad de volver a besarlo. Reconocía su torpeza en dicho acto, pero la practica hacía al maestro. Y se moría por volver a practicar.

Finalmente, los ojos de Liam se abrieron y esas preciosas esmeraldas, que brillaban hermosas como estrellas en el firmamento, se ensancharon a los irises del peli-negro. William contemplo al más alto, la piel de sus pómulos estaba sonrosada, sus pupilas se encontraba dilatadas y su mirada irradiaba felicidad.

Algunas avecillas volaban en la lejanía, emitiendo dulces cantos. El aullido del viento resonaba en sus oídos trayendo consigo frescura y algunas hojitas. Abajo, se podía escuchar las voces difuminadas de los estudiantes, algunos gritando, otros riendo. Pero todo ello no llegaba a los canales auditivos de los jóvenes, toda su atención estaba puesta en los ojos del otro.

Se sostuvieron la vista durante cortos segundos, pero que ellos sintieron largamente eternos, como si todo a su alrededor se detuviera y les dieran todo el tiempo del mundo para observarse con infinito amor cuanto quisieran. Luego sus ojos se achinaron y sus labios se curvearon en resplandecientes sonrisas.

No hacia falta decir nada, las palabras sobraban cuando, prácticamente, sus expresiones y acciones decían todo por ellos. Sus ojos gritaban lo que sentían y ellos eran plenamente capaces de comprenderse entre si.

«Te amo».

Liam rodeo el cuello de Eith con sus brazos, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello. Eithan lo sujeto con fuerza y suavidad de la cintura, estrechándolo y atrayéndolo hacia sí. Rozaron sus narices con ternura, el aliento caliente de ambos choco entre si, luego sus labios se encontraron, una vez más, con anhelo y cierta necesidad. Aun estaba esa torpeza inicial, era tan sólo su segundo beso y desde luego no podían ser expertos en ello, pero los movimientos mejoraban poco a poco.

Inconscientemente, todas las escenas de besos que alguna vez hubieran observado antes llegaban a ellos y se instalaban en sus mentes, no dándoles experiencia pero si conocimiento. Y luego todo ese conocimiento se fue por la borda, porque no podían pensar ni tres segundos en otra cosas que fueran los labios del contrario sobre los suyos, moviéndose con mejor coordinación a cada instante que trascurría.

Liam soltó un largo y excitante suspiro, cuando Eith rozó sus dientes contra su labio inferior. Un escalofrío le bajo por la espalda ante el delicioso cosquilleo que recorrió la curva de sus labios. Eithan, a su vez, sintió tanto calor en su vientre bajo ante el pequeño jadeo, que un estremecimiento se manifestó en su cuerpo. Encantándole, por supuesto, la hermosa voz que Liam había hecho, atrapo su labio entre sus dientes y ejerció un tantito de presión a la vez que tiraba de el. Al de ojos verde esmeralda le sorprendió, y gimió por ello, pero también le encanto, así como al peli-negro.

Sus manos en el cuello de Eithan rozaron el cabello ahora corto de este, el cosquilleo en la piel de sus falanges se sintió rico, por lo que ambas palmas extendidas juguetearon con ellos, y también revolvieron un poco los más largos. El oji-gris le subió las manos por la espalda al casi rubio, estremeciéndolo al sentir la presión de sus manos sobre los omoplatos, para luego volver a enredar sus brazos en su cintura, pegándose aun más que antes, como si quisiera aplastarlo contra sí. Como si pudiera fusionarlos a ambos en una sola persona. Continuó besándolo, y Liam suspiraba entre el beso. Así, a esa distancia tan diminuta entre sus cuerpos, podían percibir el rápido latido del corazón del otro, una melodía dulce y hermosa que resonaba en sus oídos con placer.

La sangre en sus venas corría como ríos de ardiente lava, incendiando, quemando sus cuerpos. El viento soplaba y golpeaba contra ellos con frescura, calmando un poco todo ese incendio interior. O al menos eso se esperaba, puesto que el calor que emanaba sus cuerpos no había disminuido ni un solo grado. Si no todo lo contrario.

Otro suspiro escapo de los labios del oji-verde, acelerando aun más el rápido latido de su corazón. Sonidos de suaves estallidos llegaron a sus oídos, como el chasquido de una pequeña llamara antes de intensificarse, propagarse y arrasar con todo a su paso.

Sin embargo, esta se apago de golpe antes de que fuera demasiado tarde para contenerla.

La puerta de metal chirrió al ser abierta de improvisto, y ante la exclamación de sorpresa que lanzó la persona que cruzo por el marco, Eithan y Liam se separaron y giraron para observar de quien se tratan, pues no solo el desconocido se sorprendió, si no que también ambos jóvenes.

El silencio reino tan solo unos segundos, mientras los tres presentes se observaban a los ojos.

—Evan —susurro Eithan, un tanto apenado.

Liam le dio un codazo en las costillas.

—Profesor Evan —corrigió.

Evan dio un carraspeo de garganta. Llevaba en una mano una cajetilla de cigarrillos, y en la otra un encendedor, así que fue fácil suponer cual fue el motivo por el cual salió a la azotea.

Los azules y atractivos ojos del de castaños y un tanto rizados cabellos se clavaron en ambos jóvenes intercaladamente. Había una gran seriedad en su expresión, lo que puso un tanto nerviosos a ambos chicos. Cientos de cosas cruzaron la mente de los dos. Comenzaron a sudar frío no sabiendo que esperar. Lo ultimo que querían era ser enviados a dirección con un lindo reporte en sus manos por estar haciendo cosas indebidas en el instituto en plena jornada.

—¿Por qué tan pálidos? —cuestiono con esa misma seriedad aun dibujada en su expresión.

—¿Estamos en problemas? —Liam tenía cara de espanto.

—¿Ustedes que creen, señor Zellers… —Eithan dio un respingo al ser llamado por su apellido—, señor Lowry? —Liam se mordió el interior de las mejillas.

Evan los contemplo. Las ropas del uniforme se encontraban arrugadas y desordenados estaba sus cabellos; incluso en su palidez, William tenia las mejillas sonrosada, y Eithan desprendía un aura tan resplandeciente, que estaba comenzando a molestar los azules ojos del hombre. Sus respiraciones se encontraban un tanto agitadas, el movimiento del pecho de ambos y sus bocas entreabiertas se lo hizo saber. Sin olvidar la breve hinchazón y rojez de sus labios, por los besos. Sus irises emitían un brillito y el color de estos parecía dos tonos más intenso.

Los dos estaban radiantes.

—¿Llamaran a nuestros padres? —Eithan quiso saber. Sabia que, como profesor, Evan estaba en la obligación de reportar cualquier tipo de comportamiento que creyera indebido por parte de cualquier estudiante.

Liam volteo a verlo, un tanto preocupado. Podía encontrarse muy feliz de que sus sentimientos fueran tan jodida y hermosamente correspondidos, pero entendía que las cosas no serian tan fáciles. Por el momento, lo mejor sería mantenerlo en secreto, principalmente del padre de Eithan. Si en verdad Evan los reportaba… sería un gran problema. Estiro el brazo tomando entre sus dedos y apretando con fuerza y suavidad la mano de Eith. Eithan giro la vista hacia él, y le sonrió quedito.

Entonces una suave risilla llego a sus canales auditivos, ambos volvieron la mirada, completamente extrañados, hacia el atractivo castaño de ojos azules.

—Déjenme preguntarles algo —dijo él—. ¿Creen que estaban haciendo algo terrible?

La respuesta fue inmediata. Los dos negaron con la cabeza sin una pizca de duda.

—No —dijeron al unísono. Lo que provoco otra suave risita por parte de Evan.

—Estén tranquilos —les guiño un ojo. Les vio suspirar a los dos con gran alivio.

«¡Oh! Por supuesto», se dijo Will. El profesor Evan nunca le haría ese tipo de cosas a nadie. A Eithan más que otros.

Quizá los dos, Eith y el profesor Evan, actuaran como sí no se conocieran o solo tuvieran un relación maestro/alumno, pero Liam intuía que su querido Eithan moría por hablarle y cuestionarle muchas cosas. Tal vez el oji-azul aun estuviera molesto después de lo que sucedió, y de estarlo quizá ni era con el de ojos grises, pero, desde luego, no le haría a Eithan una bajeza de este tipo.

«Perdón por dudar de usted, profesor».

Los chicos volvieron a observarse a los ojos con una risita dulce y apretaron aun más el contacto entre sus manos.

¡Oh! Eran tan jodidamente tiernos, acepto el hombre de cabellos castaños.

—Bien —este agitó en alto el contenido de sus manos, la cajetillas de cigarrillos y el encendedor—. Su turno de usar la azotea terminó, ahora me toca a mi.

Los chicos asintieron aun con sonrisas en sus labios, pronto se encontraron caminando tomados de las manos y dirigiéndose hacia la puerta luego de cruzar por un costado de Evan. Estaban por ingresar cuando la voz del de ojos-azul se volvió a escuchar.

—Pregunta por ti todos los días —dijo. Eithan se detuvo de golpe, su corazón golpeteo con fuerza contra su garganta—. Es un tanto desesperante —prosiguió Evan—, pero es lindo pues, aunque solo le diga que te vi caminando a lo lejos por el pasillo, sus ojos se iluminan.

El oji-gris, muy lentamente, se giro hacia el mayor. Sus cejas se encontraban alzadas por el medio y en su mirada estaba dibujada una fuerte esperanza.

—Creí… creí que no quería saber nada de mi —siseó muy bajito—. Pensé que me odiaba después de lo que hice…

El castaño le sonrió, tranquilizándolo.

—Lloraría si te escucha decir eso. Deberías pasarte un día a verlo y charlar con él, los harías muy feliz… Te extraña.

—¿De verdad puedo? ¿De verdad él estaría feliz?

—Por supuesto.

Eithan asintió una y otra vez, con una sonrisa enorme en su rostro. Evan le dio la dirección del lugar y el oji-gris la apunto rápidamente en las notas de su celular. Luego, aun con esa preciosa sonrisa en sus labios, termino de adentrarse al edificio, tomando a un también muy sonriente Liam de la mano.

Los castaños cabellos de Evan se agitaron al delicioso y fresco viento dar contra su rostro. El sonrió suavemente antes de girarse y acercarse al barandal. Allí, tomo un cigarrillo y lo coloco en medio de sus labios, rápidamente lo encendió.

—Tendré que comprar muchos pañuelos cuando lo visite —medito para si, antes de dar una honda calada y luego expulsar todo el humo.

Sonrió.

 

Notas finales:

Yyyyyyyyyyyy eso fue todo.

¿Que tal? 

¿Les gusto? 

Desde lo mas profundo de mi alma yo espero que sí les haya gustado. Creanme cuando les digo que hasta dolor de cabeza me dio porque no sabía como representar bien el beso. Quería que quedara hermosa y genial y auxndofmdocndfif porque después de la declaración, el beso es lo más importante y esperado. Eso creo. El asunto, es que quería que quedara lo mejor posible. De verdad espero que les haya gustado la escena.

Ahora bien, ¿de quien estaban hablando Evan y Eith? ¿Que fue lo que Eithan hizo para creer que esa persona lo odiaba? Jdjdnxbdkf

Jonna y Juli son tan leeendos usjxisnxodnfoefld

Si el capítulo de verdad les gusto, pueden hacérmelo saber por medio de un hermoso y súper motivador review. Pero si al contrario, no fue de su agrado, igual pueden hacérmelo saber por medio de un comentario. Solo no me insulten musho que mi kokoro sufre. 

Muchas gracias por leer.

Besotes y abrazos de oso, una vez más, para todos ustedes.

¡Hasta la próxima!


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