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Historias Hannigram~Madancy por Sora17

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Notas del capitulo:

Otro infame one-shot, mas que decir en notas finales (?

Estar solo en aquella habitación, y encima esposado, no era lo mejor de la vida de Matthew Brown, pero había sido descubierto mientras intentaba asesinar a Hannibal Lecter y este era el castigo que tendría que afrontar.

Sabía que con toda posibilidad le darían la pena máxima. La inyección letal. Aun así, el enfermero sonreía para si mismo, por Will hubiera estado dispuesto a afrontar miles de penas de muerte. O eso creía.

Después de todo su insignificante vida no había servido nunca para nada, pero le agradecía a Will y quizás también a Hannibal los cinco minutos de fama que había logrado ganarse ante los ojos del FBI.

Contempló el blanco techo de la habitación de hospital en la cual estaba luego de haber recibido un disparo por parte de Jack Crawford, el jefe de la unidad de ciencias del comportamiento del fbi.

Su mente, como siempre, divagaba respecto a Will, y se preguntaba que estaría haciendo este último. Se preguntaba también si Lecter habría sobrevivido, después de todo estaba tan aislado que no recibía ninguna noticia desde el exterior.

Pasó muchos días esposado en esa cama, recuperándose lentamente, y a la par que pensaba en Will también intentaba planear una manera de escaparse de allí, después de todo no había tanta vigilancia.

Miró al doctor que llenaba una planilla frente a él, habían tardado bastante en poder sacarle la bala, la cual estaba alojada en un sitio bastante peligroso de su anatomía.

Se había soltado la esposa sin que nadie se diera cuenta, lo que le había llevado un buen tiempo de tener que resistir el dolor para ser capaz de dislocarse el dedo pulgar, pero ahora todo valdría la pena, mataría a ese doctor y entonces por fin iría a por Will, a rescatarlo.

Se levantó rápidamente y se lanzó encima del desprevenido doctor, pensando en matarlo de una forma fácil y nada escandalosa antes de que este pudiera llamar a nadie o intente defenderse, pero no tenía armas.

Clavó los dientes en el cuello de ese doctor, intentando arrancárselo de una mordida o rompérselo, a la par que le tapaba la boca, pero antes de que pudiera terminar de hacerlo sintió que unas manos lo sujetaban de la espalda.

¿Cómo era posible que alguien se hubiera dado cuenta de nada? Maldita sea.

Intentó soltarse por todos los medios, hasta que de pronto su rostro quedó muy pegado al rostro de su atacante…

Era Hannibal Lecter en persona, también vestido como un médico que recién hubiera terminado de operar a alguien o se estuviera preparando para hacerlo.

Llevaba el barbijo, la bata, el gorro y los guantes, y Brown solo lo reconoció porque simplemente esa mirada ávida y hambrienta era algo que no se podía olvidar jamás en la vida una vez que había sido vista.

Como si eso no fuera suficiente, Lecter se bajó el barbijo para que a Brown no le cupiera duda alguna de quien se trataba.

El enfermero se debatió con aun más violentamente, pero esas fuerzas cesaron tras un golpe aplicado con la fuerza suficiente a un costado de su cuello.

Sintió como si hubiera perdido toda la movilidad del cuerpo, y no tuvo más opción que quedarse fláccido entre los brazos del hombre más grande que él.

Mientras tanto, el otro doctor seguía sosteniéndose el cuello con una mano, intentando pedir ayuda, aunque estaba claro que con los jadeos apenas audibles que salían de su boca nadie vendría a rescatarlo… A ninguno de los dos.

Hannibal soltó a Brown y fue tranquilamente hacia el otro doctor, rompiéndole el cuello de un movimiento tan brutal como fluido. Como si de quebrar una ramilla seca se tratase.

Brown sintió miedo por primera vez en mucho tiempo cuando, al terminar, Hannibal se giró hacia él con una mirada por completo desprovista de vida, aunque en el fondo de sus ojos brillaba el cruel anticipo de una sádica diversión.

Lecter lo había estado observando todo el tiempo, esperando que él intentara escapar. Ahora había un médico muerto, con las marcas de sus dientes y su saliva en el cuerpo. Todo el mundo creería que había escapado. Incluso se imaginó a Crawford poniéndole custodia policial a Hannibal para que “no fuera atacado” por el malvado asesino que había escapado.

Mierda, era un buen plan.  

Pero mientras reflexionaba sobre todo esto, la oscuridad repentinamente invadió por completo a Matthew, enviándolo a un infierno carente de sueños, donde solo las tinieblas amenazaban con tragárselo.

Cuando despertó estaba en un lugar oscuro, por lo que realmente no podía saber si seguía dormido o despierto.

Estaba atado a una silla, y lucho por liberarse con todas sus fuerzas.

—¿Qué harás Lecter? ¿Me vas a torturar? — le gritó a la oscuridad con todas sus fuerzas, con una voz jadeante pero divertida, no se lo pensaba poner facil a Lecter.

Antes de darse cuenta, sus ataduras desaparecieron, y Brown se levantó, buscando a su captor por todos lados. Estaba dispuesto a luchar y a vencerlo, despues de todo ¿Acaso no habia logrado someterlo una vez?

Que fuera pura suerte y utilizando un sedante no pasaba por su mente en ese momento.

Siguió tanteando en la oscuridad, hasta que escuchó unas risas, unas risas muy conocidas.

Era la hermosa risa de Will, solo que sonaba… Tan tetrica.

¿Cómo sabia que era la risa de will si él jamas la habia escuchado?

Simplemente lo sabia.

—¡Will! ¿Dónde estas? — gritó Brown desesperado, quizas él tambien estaba atrapado en el sotano de Lecter.

—A tu derecha. — le susurró una voz casi a su oido, Brown estiró sus manos en esa direccion pero solo sintio el aire escurriendose entre sus dedos.

—¡No puedo encontrarte! — Brown aulló su frustracion como un animal herido.

—¡Que tonto es! ¿Aun no se ha dado cuenta? — escuchó preguntar a la voz de Will.

—Parece que no…— esa era la voz de Lecter y crispó aun mas a Brown.

—¡Da la cara maldito! — gritó el enfermero.

—Ya la he dado Matthew, el unico problema es que eres tu quien no puede verme…— replicó la voz suave y en cierto punto sensual de Hannibal.

—¿Cómo quieres que te vea si estoy sumido en la oscuridad? —

—Todo aquí está perfectamente iluminado Matt…— dijo la tranquila voz de Will.

—Imposible…— el enfermero no lo creia, ya que llevaba un buen rato tanteando aquella nada en la densa oscuridad que lo envolvia.

—Estas ciego. — replicó la voz helada de Lecter, invadiendo la oscuridad y haciendo danzar chispas rojas en torno a la nada que envolvia a Matthew.

El enfermero se llevó una mano a la cara, solo para descubrir que el lugar donde antes estaban sus ojos ahora solo habia dos cuencas vacias y heridas.

Sus ojos habian sido extirpados, quizas de manera quirurjica, quizas no.

Un fuerte rayo de dolor atravezó su mente en ese momento, haciendolo caer de rodillas mientras escuchaba las risas despiadadas de Will y de Hannibal.

Metió sus dedos dentro de las cuencas vacias de sus ojos, no era posible.

¿Acaso ese maldito de Lecter le habia arrebatado la vista como castigo por sus pecados? No lo sabia, lo unico en lo que podia pensar era en el vacio que sus dedos tanteaban en el sitio donde deberian haber estado sus ojos.

Ahora solo habia dos huecos humedos, humedad que sin duda provenia de la sangre llenando las cuencas aun.

Hubiera podido quedarse eternamente tocando el vacio en su cara, pero escuchó susurro de pasos a su lado y se alejó. Pronto sintio que alguien metia algo dentro de la cuenca de su ojo derecho y la luz comenzó a hacer desaparecer aquella oscuridad terrible.

Cuando la imagen fue algo mas clara, pudo observar a Hannibal de pie frente a él, mirandolo de manera fria y soberbia al mismo tiempo. El doctor sostenia el otro ojo de Matt en su mano, pero ahora el enfermero podia ver por uno de sus ojos.

Se llevó la mano a la cara otra vez, notando que habia recuperado uno de sus ojos.

Jadeaba cada vez mas y mas asustado ¿Cómo era eso posible?

Miró a Hannibal con odio, y este ultimo dejó caer el ojo del enfermero al suelo, regresando junto con Will.

Estaban en una habitacion de piedra, perfectamente alumbrada por muchas velas. Parecia la mazmorra de algun antiguo castillo.

La visión del unico ojo de Brown enseguida se fijó en Will, quien estaba sentado en una silla en la pared opuesta.

—Will… yo…— Matt intentó levantarse sin saber que pasaba pero no tenia fuerzas, estaba en un charco de su propia sangre.

Hannibal tomó a Will del brazo de una manera un tanto brusca y lo hizo levantarse, lo acercó hacia si y lo besó de manera sumamente posesiva, que por lo visto a Graham le gustó ya que correspondió de inmediato el beso.

Matt desvió la vista, asqueado y dolido, y cuando volvio a mirar pudo notar que el beso no hacia mas que volverse mas y mas intenso, mientras sus dos protagonistas manoseaban con ansias el cuerpo del otro.

El ojo que yacia en el piso se abrió por completo, y se enfocó en Brown, permitiendole a este ultimo tener una vision mas clara de si mismo.

Yacia en el suelo, con el rostro lleno de sangre y un hueco donde se suponia que debia estar su ojo izquierdo, el cual ahora lo miraba desde el suelo.

Pero el ojo no se molestó en mirar a Brown por mucho mas tiempo, y se enfocó en la lujuriosa escena de Hannibal besando a Will y de Will besando a Hannibal, ambos devorando la boca del otro sin ningun reparo.

Las manos de Lecter comenzaron a volverse negras, brillantes como el onice, al igual que las afiladas garras que surgieron de las puntas de sus dedos, clavandose mas y mas en la carne de Will mientras este no paraba de gemir.

Pudo verlos desnudos a ambos, de rodillas sobre una elegante cama con sabanas rojas que parecian cubiertas de petalos de rosas tambien rojas.

Las uñas de la criatura se clavaban mas y mas profundo en Will, rompiendo su blanca carne y siendo lubricadas gracias al sudor que brotaba del cuerpo del agente. Y mientras mas se enterraban mas placer parecian provocar en Will.

Hannibal ya era una criatura completamente negra, como la misma oscuridad, con una radiante cornamenta emergiendo de su cabeza.

Los ojos de Will se clavaron en Brown mientras el agente seguia con la boca abierta y la saliva escurriendo de sus labios, en una expresion de placer infinito; y entonces, bruscamente, los cuernos del wendigo atravesaron su cuerpo, al igual que las uñas. Un grito grave y cargado de placer surgió de la garganta del agente, como si asi hubiera llegado al climax.

Brown temblaba ante la escena, la cual contenia una locura imposible de describir al menos ante sus ojos. La visión lo rompia al medio, le destrozaba el corazon y lo sumia en la mas profunda de las penas. Ver a su amado entregarse a la bestia que deseaba matarlo y a la cual deseaba matar… Era demasiado perturbador incluso para él.

Vio la cornamenta del wendigo extenderse en miles de ramificaciones por toda la habitacion, con Will clavado en el centro de ella, todavia vivo y aun jadeando en el paroxismo del placer.

Las puntas se clavaron en las paredes de piedra, como si estas fueran de mero cartón, y mantuvieron a Will firme en su sitio mientras se iba desangrando lentamente. Brown miró mejor y notó que los petalos de rosa de la cama nunca habian sido nada mas que un montón de sangre ensuciandolo todo.

El enfermero estiró una mano hacia su ojo como pudo y lo volvió a colocar dentro de la cuenca, recuperando rapidamente la vision de ambos ojos, pero para cuando lo hizo todo habia desaparecido, volvia a estar a oscuras por completo, aunque esta vez estuvo seguro de que no estaba ciego.

Se preguntaba si Lecter lo habia drogado. Bueno, la pregunta era simplemente estupida, estaba seguro de que era asi, solo por eso hubiera podido tener un delirio tan espantoso como aquel.

Algo irreal, algo irreal y que carcomia su mente desde adentro comenzaba a asustarlo mas y mas. Tener una pesadilla de vez en cuando no esta mal, ¿Pero que hacer si estas se vuelven repetitivas?

—¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a torturar Lecter? — le gritó a la oscuridad, otra vez lo mismo que habia dicho en un principio.

Otra vez escuchó risas, pero esta vez eran de otras personas que no tenian nada que ver con Will ni con Hannibal. Eran risas de niños que lo sustraian a la miseria que habia sido su infancia entera.

—¡Eh Brown! ¿Ocurre algo? Tus padres siguen juntos o la zorra de tu madre le ha vuelto a poner los cuernos? —

Matt abrió los ojos y estaba en la calle, miró hacia todos lados, viendo a otros niños venir hacia él.

Ahora solo tenia diez años y estaba otra vez en Detroit, sufriendo el multiple abuso del que son capaces los grupos de niños cuando se encuentran a un niño que es aun mas desgraciado que ellos.

Su primer impulso fue correr, pero lo contuvo, ya no era un niño, no tenia por que tenerles miedo a esos chiquillos que habian hecho miserable su infancia.

—La zorra de “Mariaaaaaaaa” — dijo uno de los niños pronunciando con desprecio el nombre mexicano de la madre de Brown.

—Deberias volverte a tu pais, granujilla, inmigrante asqueroso. — vociferó otro de los niños, lanzandole una piedra que Matt logró esquivar por pura suerte.

—Yo naci aquí… No soy un… No soy…— intentó decir Brown con su voz de niño que le sonó ridicula hasta a sus propios oidos.

—No eres mas que una gallinita mexicana ¿Le tienes miedo a la oscuridad no es cierto? Greg nos contó que te measte en su casa aquella noche ¿No es cierto? —

Todos los niños rieron a la par mientras los ojos de Brown se llenaban de lagrimas de impotencia y de humillacion.

Greg era su unico amigo, solo una vez se habia quedado a dormir en esa casa y cuando habian apagado la luz en efecto le habia ocurrido un vergonzoso incidente y no habia sido capaz de llegar al baño.

Jamas habia sentido tanta vergüenza en su vida, pero habia sido incapaz de levantarse en la oscuridad para ir al baño de una casa que a duras penas conocia.

Esa había sido y sería la primera y única invitación que le haría su amigo para pasar la noche en su casa.

—¡Eh! ¿Saben como le pagó la madre de Brown el colchón mojado a la familia de Greg? — gritó uno de los niños.

—¡Pues claro! — gritaron todos y enseguida llevaron un puño a la boca, como si se estuvieran metiendo un falo enorme en ellas.

Matt se llevó las manos a su rostro, sintiendo como viejas heridas y humillaciones volvian a hacer correr el acido por sus venas. El sol caia a plomo sobre el barrio donde vivia, aquel maldito vertedero del que habia salido con tanto esfuerzo… ¡Cuánto lo odiaba!

—Mariaaaaaaa…. Mariaaaaaa….. Maaaaaaaa…..riiiiiiiii…….aaaaaaaaa. — seguían gritando los niños.

—Hasta yo me la tiré. — acotó el mayor de ellos, que no parecia tener mas de 15 años.

Bien. Si. Quizás su madre habia sido la zorra del barrio y su padre un imbecil, pero eso ya no importaba. ¿No es cierto? Todo eso era parte del pasado, todo eso habia quedado atrás.

La escena cambió rápidamente frente a sus ojos, y se vio a si mismo besando a otro muchacho, algo mayor que él.

Estaba en la preparatoria, la cual no terminaría jamás, pero que cuyo paso por ella había quedado grabado en su mente.

Alli había conocido a su primer amor.

O algo asi…

—Que flaca que estas, puta. — dijo el otro muchacho mientras lo ponia contra la pared del baño de la escuela y empezaba a penetrarlo bruscamente, sin ningun cuidado.

Brown jadeaba molesto por esos comentarios que él siempre soltaba mientras lo hacian pero tambien disfrutando del acto.

—Deberías meterte a un gimnasio… Urgente…— dijo el otro chico entremedio de un montón de sonidos obsenos que surgian de su boca.

—¿Si? Vale, eso haré y te romperé la cara imbecil…— replicó Brown aunque su voz enseguida culminó en un monton de gemidos ahogados. Sus manos se apoyaban en los sucios azulejos del baño de chicos, que entremedio de las clases se encontraban vacios.

Mordia sus labios intentando aguantar las embestidas de “su chico” que tanto placer y dolor le provocaban en el alma y en el cuerpo al mismo tiempo.

—Ya que tu cara es horrible… Por lo menos deberias compensarla teniendo un fisico decente…— continuó el otro muchacho sujetandolo con fuerza de la cintura mientras seguia moviendose.

Brown no dijo nada, suponia que él tenia razon.

En medio de ese mar de agobiantes humillaciones, Brown abrió los ojos otra vez. Hacia mucho que habia dejado de sentirse miserable por aquellas palabras dichas en medio de un acto que se suponia que debia ser bonito.

Enfocó la mirada, sintiendo un leve estremecimiento por todo su cuerpo. Esta vez estaba parado frente a Hannibal Lecter en una habitacion. Solos los dos.

Pensó en lanzarse encima de él y atacarlo, pero la mirada helada de Hannibal lo convenció por un momento de quedarse quieto.

Brown debia admitir que nunca habia conocido a nadie como Lecter, su mirada era tan… Inhumana. Y al mismo tiempo tenia una clase de extraña belleza que lo hacía parecer ajeno al mundo al que él y todos los demás estaban acostumbrados.

Era como un ángel caído.

Sus pupilas tenian esa tonalidad rojiza al fondo e infundían miedo a cualquiera que se atreviera a fijar demasiado la vista en ellos. Mas sin embargo, esos ojos solo infundian miedo cuando su dueño asi lo deseaba. Si era su voluntad, esos mismos ojos asesinos podian hacer caer rendido el corazón de la mujer o el hombre mas duro de todos.

La seducción y el poder de un demonio eran lo que emanaba constantemente de la mirada de Lecter y de toda su persona.

Su cabello dorado brillaba, y dominaba con su imponente altura al enfermero.

Mientras que Hannibal era único, Brown simplemente era alguien mas del montón.

—No… No soy alguien mas del montón… Yo soy… soy…— intentó avanzar hacia Hannibal mientras hablaba, pero ni siquiera le fue permitido decir ni una palabra mas ni moverse un centimetro mas en presencia del otro hombre.

Hannibal levantó una mano frente a él y chasqueó los dedos sin que su expresion helada se alterase ni un poco.

Y con ese simple chasquido de dedos, convirtió en polvo el cuerpo de Brown, el cual cayó de rodillas frente a él, desintegrandose hasta convertirse en la nada misma. Lo ultimo que quedó en sus retinas antes de que estas tambien se volvieran polvo fue la expresion inmutable del lituano.

El viento sopló, y aquel polvo, que era todo lo que quedaba de Brown, fue arrastrado en un torbellino de recuerdos, todos ellos pertenecientes a las memorias del propio enfermero.

Se refugió en ellas, jamas le habia gustado la oscuridad, pero navegó en ella por el medio de sus recuerdos. Habia superado ese miedo hacia tiempo, o eso intentaba creer, pero aun asi se hundió en el recuerdo mas cercano que tenia para evitar las ranuras oscuras que existian dentro de su mente entre un recuerdo y el otro.

En cuanto su hombre habia muerto de sobredosis él habia abandonado la preparatoria y se había marchado de su barrio para intentar hacer su vida.

Se habia dejado crecer el bigote y se había metido en un gimnasio.

Matt vio pasar esta secuencia frente a sus ojos otra vez, su cuerpo aparecia reducido a la nada en comparación a su mente, como si ahora se encontrase viviendo dentro de ella.

Conoció a un muchacho en el gimnasio, uno que le agradaba mucho, uno que le hizo creer en el amor hasta el día en que lo encontró follando en el apartamento que rentaban con una que tambien iba al gimnasio.

Ese fue el punto de quiebre de Brown, los mató a ambos.

Vio los años que pasó en una institución psiquiatrica hasta por fin conseguir salir.

Will había sido el retorno de la esperanza en su vida de mierda.

Daba igual si el agente no lo queria, ya todo daba igual. Se arrastraria como una zorra, como la zorra de su madre, detrás de la primer persona que le diera un poco de afecto. Detrás de la primer persona que fuera capaz de alejar la oscuridad a la que tanto le temia de su vida.

Cuando despertó estaba otra vez en la cama del hospital, y no parecía que nada hubiera pasado.

—Muy bien, pronto le daremos de alta al paciente. — decía en ese momento un doctor, el mismo doctor que habia intentando matar y que luego Hannibal habia matado. Estaba frente a él y estaba ileso, perfectamente vivo.

A pesar de que no estaba esposado, esta vez Brown no se atrevió a intentar escapar, si no que se quedó muy quieto. No le haría mas facil el trabajo a Hannibal si este venia a buscarlo, como habia sucedido en su ¿Sueño?

El doctor salió de la habitacion, y Brown se quedó a solas.

Se sentó en la cama con cuidado, quizás con un poco de esfuerzo podria escaparse por la ventana.

Claro que ésta seguramente estaría bien cerrada y tendría que romperla para huir, lo que le quitaria valiosos segundos a su escape.

Sin embargo, mientras el reflexionaba sobre si escapar o no, algo lo tomó del cabello con fuerza, el delirio al parecer todavía no había concluido.

Matt sintió un aliento helado en su cuello y en su oreja, que le erizó la piel por completo, llenándolo de temor.

Ni siquiera podía ver de quien o que se trataba, pero estaba claro que no era Will, ni Hannibal, o al menos no del todo.

Pero era algo negro, cubierto de una densa capa de la oscuridad a la que él tanto le temía.

—¿Qué pasa Matt? — susurró una voz claramente femenina —¿Tienes miedo a algo? —

Brown ni siquiera pudo contestar.

—¿De que están hechas tus pesadillas? — preguntó la voz acariciadora mientras aquella criatura, persona o lo que fuera, aun lo mantenia sujeto con fuerza por el cabello.

—¿De abandonos de noviecitos? ¿De niños riendose de tu madre por ser un poco puta? ¿De verte a ti mismo meandole la cama al unico amiguito que tenias? ¿De infidelidades? ¿De oscuridad? — la voz sonaba tan burlona que Brown sintio que comenzaba a enojarse mas y mas.

Unas garras filosas y negras se pasearon suavemente por su yugular desprotegida, dejando unos leves cortes que enseguida derramaron pequeñas gotas de liquido escarlata por la piel del enfermero.

—¿Te crees el heroe de esta historia? ¿La otra cara de la moneda? ¿Una de las posibilidades de elección de Will Graham? Oh pobrecito… El chico marginal en contra del principe lituano. No eres mas que un cliché, una patraña, algo que ni siquiera existe y que no tendrá ni una sola posibilidad jamás. —

—¿Quién eres? — susurró la voz temblorosa de Matt, que sonaba asustada pero tambien furiosa.

—Soy tu muerte…— replicó la criatura aun acariciando ese cuello indefenso con sus largas uñas negras.

—Entonces llevame de una vez al infierno. —

—Y tus miedos mas profundos…— añadió aquella cosa sin soltarlo. El tiempo parecia haberse detenido, no era muy probable que alguien entrase en ese momento para salvarlo.

—Mirate… Tu y tus insginificantes problemas, tu insiginificante vida ¿Y que lograste? Años en una institucion mental y luego ser un mediocre y pobre enfermero… Ahora miralo a él… Contempla la desgracia en su vida… Y aun asi observa como progresó hasta volverse infinitamente superior a ti. Aquí no existe el hombre rico, ni el chico pobre. Aquí solo existen dos seres, uno mas debil que el otro, uno inferior y el otro superior. No hace falta ser un genio para adivinar quien eres tú en este juego. ¿Cómo pudiste esperar que Will siquiera te diera una segunda mirada a ti teniendo al hombre que tiene a su lado? ¡Iluso! —

Matt cerro los ojos con fuerza, por lo visto aquellos eran sus miedos mas profundos, ser poca cosa para Will, no estar jamas a la altura de Hannibal Lecter.

Y bien sabia que no lo estaria jamas, por mucho que se esforzase.

La criatura se detuvo por un momento, quizas buscando inspiracion, y enterro las uñas en el cuello de Brown.

—Tantas veces escuché a tu mente pensar “Si yo tuviera dinero… Sería mejor que Lecter” o “Si yo hubiera tenido una educacion privilegiada como a la que él pudo acceder sin duda sería mejor” Lo que tu no pareces saber es que él utilizó medios que tu tambien pudiste utilizar. Él era incluso mas pobre que tu después de la guerra que le quitó todo… Pintaba y hacía dibujos los cuales vendía para ganarse la vida y pagarse los estudios, con solo 13 años… Tu ni siquiera te esforzabas en trabajar… Y le permitias a tu propia madre prostituirse para pagarte tus gustos… ¿Quién es mejor ahora? ¿Fueron las circunstancias? No lo creo… Fuiste tu… Fuiste tu que nunca valiste para nada… Nunca fuiste mas que un estorbo…—

Al escuchar todas esas verdades Brown se retorció bruscamente, incluso con las garras de esa cosa clavadas en su cuello.

—¡Lo sé! — gritó de manera agonica, por supuesto que lo sabia, en el fondo de su mente siempre lo supo. —Él es mejor que yo…— admitió por fin en un leve susurro de su voz rota.

El techo del cuarto de la habitacion comenzó a agrietarse, parte a parte, y los fragmentos de yeso cayeron sobre las sabanas de la cama.

Estaba libre, aquella cosa, fuera lo que fuera, se habia cansado de torturarlo y se habia marchado de alli. Quizás conforme al escuchar las palabras de rendicion del enfermero.

Sin embargo, el alivio que invadió su corazón no duró por mucho tiempo, por que pronto el techo completo de la habitacion de hospital salió volando por los aires, revelando un cielo color rojo sangre e incendiado.

El paisaje era apocaliptico, una colina envuelta en llamas como el propio cielo, con arboles agitados por un viento tan caliente que cocinaba la piel de Brown hasta hacerle reventar horribles y dolorosas ampollas en todo el cuerpo.

El viento impiadoso lo sacó de la cama y lo arrastró hacia ese escenario apocaliptico, tragandolo y despedazandolo en el camino mientras la carne se separaba de sus huesos lentamente en aquella caida infinita.

Atravezó el tiempo y el espacio, envuelto en un mar de agonia inconmensurable, mientras los azules ojos de Will vigilaban su caida, prendiendose fuego.

Aterrizó otra vez en una cama, otra vez en poder de Lecter, o eso creia, por que volvia a estar en la habitacion de piedra del principio, solo que esta vez si estaba atado con correas a la camilla sobre la cual se encontraba tendido.

Logró levantar un poco la cabeza y vio alli a Will, empujando la camilla rapidamente, sacandolo de esa habitacion.

—¿A dónde me llevas? — susurró Brown, cuya mente comenzaba a agotarse luego de tantos horribles delirios sin sentido y recuerdos de su vida.

—¡Shhhh! ¡él podría escucharnos y venir a por nosotros! — replicó Will en un siseo angustiado.

El corazón de Brown retumbó en su propio pecho con fuerza.

Quizás esta era la realidad, quizás Will habia descubierto que Hannibal lo habia secuestrado del hospital y habia venido a por él, para rescatarlo.

La sola esperanza se prendió de una manera tan dolorosa en el pecho de Brown que le hizo mostrar una leve mueca.

Decidió guardar silencio, tal y como Will se lo había pedido. Pero pronto, después de la precipitada huida de la habitación por pasillos de piedra de dimensiones incomensurables y que realmente asemejaban la mazmorra de un castillo, la parte delantera de la camilla con ruedas donde Will transportaba a Brown choco contra algo de piedra y se detuvo.

Brown levantó la cabeza, para ver de que se trataba, pero solo vio una forma de piedra extrañamente familiar.

Miró a Will sin entender que pasaba, pero este ya no parecia preocupado, si no que sonreia.

—Oh mi tonto Matt… ¿De verdad pensaste que te ayudaria a escapar? Que ingenuo pero que divertido que fue ver la esperanza alumbrando tu rostro. — Will soltó una risa emocionada y malvada al mismo tiempo y Hannibal salió de entre las sombras en ese momento, avanzó hacia Graham y lo besó apasionadamente, sosteniendo el rostro del agente entre sus fuertes manos.

—¿Por qué? — gritó Brown, completamente harto de todo esto —¿Por qué me haceis esto? —

Hannibal se separó un momento para dedicarle la misma mirada que le podría dedicar a un pedazo de carne que no pensaba comerse.

—Para que por fin comprendas cual es tu lugar en el plano general de las cosas. — respondió Hannibal tranquilamente volviendo a besar a Will.

—Hijo de perra…—

—Puede ser, pero adivina que… Yo soy el protagonista de esta historia. — un eco poderoso de risas malvadas, capaces de destrozar los timpanos de Brown, coronó aquella frase mientras el enfermero se retorcía contra las correas que lo matenían sujeto a la camilla.

—Y no hay lugar aquí para ti…— añadió Will en ese momento, refugiandose en el pecho de su hombre. —Solo te utilicé para acercarme a Hannibal…—

—Nos ayudaste mucho…— añadió Lecter —Si no fuera por ti Will y yo no hubieramos descubierto lo divertido que era mandarnos titeres el uno al otro para cortejarnos… Y gracias a eso ahora estamos juntos… Y lo estaremos siempre…—

Will hundió sus dedos en el rubio cabello de su amado y lo acercó hacia si para volver a besarlo con pasión desmedida.

Hannibal se dejó besar con gusto, sosteniendo a Will entre sus brazos. El agente dejó caer la cabeza hacia atrás, revelando su fino, blanco y delicioso cuello, el cual el canibal pronto se encargó de dejar lleno de apasionantes mordidas mientras lo lamía sensualmente.

—Oh Dios… Hannibal…— susurró Will con la voz cargada placer mientras sentia esas mordidas por su piel.

—Asi es, soy tu Dios…— susurró Lecter a su oido.

La sonrisa de Will le confirmó a Brown que en efecto asi era.

Estaba harto de verlos asi, saber que no tendria a Will de esa manera jamas era insoportable.

La mirada de Will se clavó en él con desprecio.

—¿Puedo sacar la basura cariño? — preguntó Will tranquilamente mientras acariciaba el amplio y fuerte pecho de su hombre lituano.

—Por supuesto Mon Amour…— la voz de Hannibal era burlona asi como la mirada que clavaba en Brown.

El enfermero enseguida intuyó que con “sacar la basura” se referian a deshacerse de él por fin.

Y le pareció una buena idea, ya no podía soportarlo mas, había perdido y perdería siempre, en cualquier universo. Por mucho que él o alguien mas se obstinara en que eso no fuera asi.

Will Graham siempre le pertenecería a Hannibal Lecter, en este mundo y en cualquier otro.

Y era palabra sagrada.

Will sujetó la camilla donde estaba Brown y la hizo pararse, por lo que el enfermero se quedó contemplando de pronto un infinito agujero negro dentro de la piedra con la cual habia chocado la camilla al principio.

Desde esa perspectiva comprendió mucho mejor de que se trataba. Era un pozo, un pozo negro y sin fondo.

La oscuridad… Otra vez la oscuridad…

—No…— intentó susurrar, pero entonces sintió la mano de Lecter sujetandolo del cabello, desde la raiz. Y sintió el helado aliento del demonio lituano penetrar en sus oidos.

—Esto te recordará por que le temias a la oscuridad. — susurró Hannibal antes de apartarse un paso.

Will sonrió y puso su pie en la parte de atrás de la camilla, empujando con fuerza a Brown quien cayó con camilla y todo al pozo, aterrado y gritando.

La oscuridad lo tragó por completo, aunque aun asi pudo sentir como todos los huesos de su cuerpo se rompian al llegar al fondo del pozo y como su craneo estallaba al dar con tanta fuerza contra el piso de piedra humeda.

Pero no murió.

Y cuando la oscuridad por fin cedió, se dio cuenta de que estaba otra vez en el hospital.

Se quedó quieto, aterrado, esperando otra vez la llegada del delirio, del sufrimiento y de todas las cosas horribles que le venian sucediendo.

Suponia que debia estar sedado, drogado y devorado parte a parte en algun lugar de la horrible mansion de Lecter mientras este hacia un festín con sus restos. Mientras su mente se destrozaba poco a poco.

Sin embargo, esta vez nada sucedió.

Lecter no apareció, el medico que siempre lo controlaba al inicio de su pesadilla iba y venia de manera normal.

Brown respiró algo mas relajado, despues de todo quizás pudiera escapar. Aunque ya no estaba tan seguro de querer enfrentarse a Lecter en una batalla que ya tenia perdida hacia tiempo.

Dejó pasar el tiempo, hasta que por fin volvió a soltar su mano de la esposa que lo matenia prisionero.

Se abalanzó sobre el doctor, dispuesto a matarlo y asi poder escapar.

Pero los brazos fuertes del propio doctor le impidieron todo movimiento.

Y cuando este se bajó el barbiijo, la sonrisa canibal iba acompañada de los ojos escarlata de Hannibal Lecter.

Todo lo que Brown pudo hacer fue gritar.

 

-FIN-

Notas finales:

lo siento, no lo siento(? xd


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