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Crea, pinta y sueña... por Samy_DBS

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Era una mañana con vientos fuertes y fríos en la pacifica Himmelstrasse, Naruto ahora mismo se encontraba con Haku en la cocina preparando la cena. Pues el de cabellos rubios ha sido obligado en los últimos días a hacer las labores de cualquier Omega de su edad.

 

 Si bien su vida no era exactamente interesante podía decirse que al menos era muy feliz. Parecía haber olvidado a su madre.

 

Zabuza estaba malhumorado mientras tallaba una pieza de madera, usaba una navaja dando forma a la misma.

 

Murmuraba cosas inentendibles, y no era para menos. Ya que Naruto estaba muy cerca de cumplir los catorce años, la llegada del segundo celo estaba cerca. Por lo que su alfa estaba muy inquieto y alerta.

 

Era muy común desposar a un Omega a los quince años, ya que estos eran considerados como más fértiles.

 

Naruto por su parte había aprendido muchas cosas, una de ellas era no acercarse mucho a los Alfa, estos solían ser irritables y agresivos.

 

Aunque claro está que su mejor amiga pertenecía a esa clase social.

 

Minutos después los tres comían en la mesa, Haku antes de empezar rezó un poco. Pidiendo protección  para todos y prosperidad. Naruto fingió rezar pues solo cerró sus azules ojos.

 

Y Zabuza solo miró reprobatoriamente al Omega menor.

 

Esa noche todo era muy normal, Naruto subió a su habitación listo para dormir y antes de hacer eso tejer un saco roto que tenía por ahí.

 

La mañana se hizo presente más rápido de lo esperado, al menos así fue para el blondo que con pereza se removía bajo las mantas.

 

Se colocó las botas de nieve, un abrigo rojo que le mantendría caliente. Y sus dorados cabellos los peinó un poco.

 

Bajaba los escalones con cuidado y se detuvo justamente en el final de las escaleras, su oído perspicaz  escuchó los murmullos que venían desde la mesa, eran sus padres los que hablaban así de bajo.

 

-El dinero dejará de alcanzar para el mes entrante. –decía afligido Haku mientras hacía cuentas. –Ni siquiera con el aporte del partido será suficiente. –

 

-No te preocupes, ya conseguiré algo. –Afirmaba el Alfa mientras le daba confort a su Omega.

 

Naruto frunció sus delgadas cejas, su familia estaba atravesando una crisis. Y quería hacer algo para ayudar. Se sentía en deuda después de que el matrimonio Zimmermann lo haya aceptado y cuidado por años. Luego de ser abandonado por su madre biológica.

 

. . .

 

-¿Qué sucede Naruto? –Mas tarde Sakura caminaba junto a él, andaban de paseo vespertino en el campo.

 

-Nada. –dijo sin más.

 

La chica suspiró sabiendo que el paliducho no diría más, sus ojos verdes notaron con preocupación el estado de su mejor amigo. -¿Tienes hambre? –preguntó juguetonamente.

 

A Naruto le brillaron los ojos. -¿Tienes comida? – debía aceptar que estaba hambriento, aunque la pregunta era ¿cuándo no lo estaba?

 

-No. –ante esta respuesta el niño de azules ojos frunció el ceño molesto. –Pero se donde conseguir.

 

Caminaron rumbo a la ciudad en donde se escondieron detrás de unos arbustos, frente a la gran iglesia. Naruto odiaba ese lugar pues ahí habitaban muchas personas de la calaña de la hermana María.

 

-Todos los días viene un muchacho con una canasta llena de comida, su adinerada familia la dona a los sacerdotes. –

 

El Omega entendía, mientras observaba con detenimiento la entrada de la iglesia. –Solo hay que quitarle la canasta. –dijo finalmente Sakura.

 

-Si. –una sonrisilla malévola apareció en sus labios rosados y suaves. –De todas formas ya están muy gordos. No creo que les afecte no comer un par de días. –dijo el rubio refiriéndose a los Sacerdotes.

 

Pasaron saliva en cuanto vieron la bicicleta acercarse, sobre ella iba un chico de unos diecisiete años. De pelo castaño y ojos azules, nadie en especial.

 

-Ahora –indicó Sakura empujando una enorme maceta que hizo que el chico cayera de la bicicleta al no poder esquivarla.

 

Naruto tomó la canasta y comenzó a correr como alma que lleva el diablo. Sakura iba tras él. Sentían sus corazones tan acelerados que no eran capaces de detenerse por miedo a ser alcanzados y castigados en el proceso.

 

Cuando ya no pudieron seguir más se refugiaron en el campo extenso, en donde se supone nadie debería encontrarlos. Agitados sonreían bobamente, se escondieron bajo el puente de madera.

Con ojos curiosos y hambrientos miraron el interior de la dichosa canasta, había dos quesos grandes, una pieza de pan y fruta.

 

Era más de lo que podían comer en un día, indecisos no sabían cual tomar. Naruto tomó una uva y se la comió sonrojándose al ser visto por esos ojos verdes.

 

Al final comenzaron a comerse todo de poco a poquito mientras hablaban de cosas sin sentido. Ambos sentían el estomago explotar, al parecer lo habían llenado demasiado. Sin embargo a pesar de eso seguían comiendo pues la gula no les permitía parar.

 

Justo después de quedar satisfecho Naruto pensó en el muchacho que asaltaron, el golpe que se dio al caer fue tremendo, solo esperaba no haberlo lastimado.

 

Ambos niños hubieran querido guardar algo y llevarlo a casa pero coincidían en que sus padres no estarían orgullosos de la forma en que consiguieron la comida. Y obviamente habría represalias.

 

Si bien ser un ladrón les conseguía cosas de forma fácil no deberían volverlo a hacer. Lo juraron juntando sus meñiques.

 

Esa tarde Naruto no podía ni moverse, su estomago estaba tan lleno, algo a lo que su cuerpo no estaba acostumbrado.

 

Una semana pasó después de lo ocurrido, sin duda la culpa no los había perseguido por mucho tiempo. Pues ahora andaban tan risueños y juguetones como si nada hubiera pasado.

 

-Naruto.- lo llamó Haku con voz presurosa.

 

-¿Qué sucede? –le preguntó el niño de ojos azules. –Ve a entregar la colada a la casa de Herr William. –Ordenó entregándole una bolsa negra llena de ropa.

 

-Si. –asintió el niño. Ya conocía la casa de Herr William. Era un mercader que se hacía pasar por rico.

 

Ese hombre hacía cualquier cosa con tal de quedar como un despreocupado hombre adinerado. Tanto así que le pedía a Haku que lavara su ropa. Era un Beta que le preocupaba demasiado el que dirán. Pero gracias a eso Naruto y su familia recibían dinero a cambio.

 

Sus añiles ojos miraban con desgane la pequeña ciudad, todos iban de allí para allá, concentrados en su propio mundo.

 

-¡Hey! –volteó encontrándose con Sakura, esta le dio alcance de inmediato. -¿Adonde vas?

 

-A la casa de Herr William. –respondió.

 

-Oye no tienes hambre? –le cuestionó con tono sugerente.

 

Una chispita de adrenalina sacudió el esbelto cuerpo del Omega. –Ni lo pienses, dijiste que no se repetiría. –

 

Hurtar era la palabra.

 

-Vamos, la última vez tuvimos suerte. Yo creo que estamos hechos para esto –decía la pelirrosa.

 

-Mi papá me matara si me atrapan robando. –dijo Naruto como ultimo recurso.

 

-Deja de preocuparte. Solo hay que intentarlo. –levantó su mano derecha. –Esta vez será la última. –

 

Naruto tragó duro. Lo estaba tentando.  –Está bien. –

 

Más tarde después de entregar la colada a William, ambos partieron al mercado donde exhibían frutas y cualquier otro producto.

 

Su objetivo era una bolsa llena de castañas. Naruto sería el señuelo lo cual no le parecía justo al blondo.

 

El vendedor con enorme bigote anunciaba sus productos a todo pulmón logrando la atención de muchos compradores.

 

Naruto se acercó al lugar. –Disculpe señor ¿No tiene algo que le sobre por ahí? Es que tengo mucha hambre. –decía un afligido Omega.

 

El hombre arqueó una ceja. –Las cosas no son gratis omega. –Ese hombre con ojos grises miró a todos lados. –Si me acompañas a mi camión allá atrás- decía mientras señalaba con su pulgar y bajaba . –Te daré toda la comida que desees. –ofreció con un tono bajo y una maliciosa sonrisa.

 

El de cabellos rubios sintió una señal de alerta en su cabeza que decía ¡Aléjate! Pero no sabía como proseguir pues las palabras de su amiga fueron “Distráelo”

 

-Si por favor. –atinó a decir.

 

  El hombre sonrió y estaba dispuesto a llevar al niño a su camión cuando pasó una niña alfa tan rápido como una rata. Sus manos tomaron la gran bolsa de castañas tan rápido y sin detener su carrera.

 

-¡Ladrona! –el hombre bastante alterado levantó su puño.

 

Naruto se había quedado sorprendido con una cara de sorpresa. Vio que el hombre estaba distraído y comenzó a correr en dirección contraria de donde Sakura se fue.

 

El vendedor bastante confundido volteó viendo que el pequeño Omega ya iba metros más adelante. De nuevo volteó hacia donde la ladrona se había ido pero ya no estaba en su campo visual.

 

-Maldición. –gruñó molesto.

 

Naruto corría tan rápido como sus piernas le daban temiendo en lo más profundo de sus entrañas que aquel sujeto desagradable pudiera alcanzarlo.

 

Sus añiles ojos divisaron a lo lejos el campo, si seguía más allá llegaría al río. Suponía que a ese punto ya no correría peligro.

 

En el mercado las personas miraban al hombre rabioso que maldecía a los niños que le habían robado.

 

Cinco muchachos de quince y dieciséis años se escabulleron de entre el escandalo, con mañas aprendidas a lo largo de su vida se guardaban entre sus ropas la comida e incluso dinero de distintos puestos.

 

-¡Quédate quieta, zorra! –gritó un Alfa que sorprendió a la banda juvenil de ladrones, sujetando de la muñeca a la muchacha de cabellos azules.

 

Un puño se estampó en la nariz del vendedor provocando que soltara a la chica. -¡Corran! –

 

-¿¡Más ladrones!? –el hombre que sufrió el atraco del rubio Omega gritó desesperado mientras se halaba el cabello.

 

-¡Atrápenlos! –la persecución comenzó causando un alboroto.

 

Un joven de apariencia culta y lúgubre atravesaba el lugar con un libro en la mano. A su derecha y luego a su izquierda pasaron chicos de más o menos su edad, corrían como caballos desbocados. Sus ojos oscuros analizaron sus vestimentas, deduciendo rápidamente que eran de la gente pobre que habitaba Himmelstrasse.

 

Un hombre regordete y con bigote le tapó el paso, al parecer estaba persiguiendo a los muchachos que anteriormente vio.

 

-¡Malditos! –vociferó. Los ojos del vendedor vieron al muchacho frente a él. -¡Que esperas, atrápalos! –

 

El de mirada carbón miró con una ceja arqueada al hombre frente a él. El cual le exigía que atrapara a los chicos de antes.

 

-Es hijo del alcalde. –alcanzó a escuchar que murmuraban.

 

-¡Vaya tras los ladrones! –las mujeres comenzaron a presionarlo.

 

¿por qué toda esta situación recaía sobre el? Tan solo quería leer un poco e irse a cabalgar después. Pero no, lo estaban obligando a perseguir a unos ladronzuelos.

 

-Claro. –murmuró con un tic de molestia.

 

Y sin más comenzó a correr tras los chicos que seguramente ya iban muy lejos. -¡Hey, sasuke? –el grito de sus compañeros le llegó a los oídos.

 

-Suigetsu- lo saludó parando su carrera momentáneamente. –Ayúdame, estoy siguiendo a unos ladrones adolescentes. –dijo con sarcasmo y una cara de odiar el mundo.

 

-Porque no. –atinó a decir el de cara albina mientras comenzaba con la persecución.

 

-Yo iré al campo, seguro que huyeron hacia allá. –dijo Sasuke montando un caballo con maestría.

 

Mientras tanto el atolondrado Omega de ojos azules estaba muerto del cansancio, sentía que el corazón se le saldría por la boca en cualquier momento. Luego de huir del mercado perdió por completo a su compañera, esperaba que estuviese bien.

 

-Esa tonta. –murmuró levantándose del suelo dispuesto a ir a buscarla. Cuando a lo lejos vio como un caballo acompañado de su jinete se aproximaba con rapidez.

 

Esto lo puso a la defensiva al instante.

 

-¡Corre! –Y de la nada aparecieron un montón de chicos que huían despavoridos como él. Por mera inercia y por cabezota comenzó a correr con ellos huyendo sin saber de qué.

 

-¡Las bicicletas están más adelante Yahiko! –al decir esto, el que parecía el jefe de esta gente sonrió.

 

Por su parte, Sasuke presionó al caballo para que fuera más rápido, al final no era tan estresante perseguir ladrones en medio del campo.

 

Pero sus ojos carbón divisaron como Suigetsu y algunos otros de sus compañeros de entrenamiento se acercaban con rapidez, tenían acorralados al grupo de ladrones.

 

Naruto completamente preso del miedo corría tanto como podía. Tarde se había dado cuenta de que se había metido en un lío que no le correspondía. Pero sus azules ojos brillaron cuando a muy poca distancia divisó el puente que conectaba a la ciudad, si lo cruzaba solo tenía que correr un poco más y llegaría a su colonia. Ahí estaría seguro.

 

Se desvió del grupo de adolescentes, el pasto en esa zona era tan largo que prácticamente le llegaba al pecho.

El moreno captó claramente como uno de los ladrones pretendía huir, y vaya que no lo dejaría.

 

Comenzó a perseguirlo solo a ese que parecía más pequeño que los demás. -¡Alto! –le gritó esperando que este mismo se diera por vencido y se dejase atrapar.

 

Naruto simplemente aceleró. –Dije que te detengas, Omega. –usó su voz para tratar de tener el total control en la situación. Sonrió con prepotencia cuando vio que el menor se detuvo casi por completo.

 

Los nervios surgieron en el blondo, deseoso de poder controlar su forma animal, ya que solo así hubiese tenido oportunidad de escapar.

 

Sasuke iba a bajar del corcel cuando el mismo semental perdió el control de forma inexplicable. Levantó las patas traseras con brusquedad impulsando al joven Alfa hacia delante, literalmente Sasuke salió volando.

 

Cayó de bruces sobre el Omega que se había encogido de miedo al ver al enorme caballo.

 

Sus cabezas chocaron entre sí de  forma brusca aturdiéndolos. -¡Agáchate!- Sasuke gritó presionando su cuerpo hacia abajo, apresando al rubio.

 

Ya que el caballo una vez que estuvo sin jinete dio un brinco que pudo haberlos aplastado, luego de eso galopó lejos a toda velocidad.

 

Nadie había salido herido, fue lo bueno del asunto.

 

-¡Sasuke! –se acercaron los compañeros del mismo al ver el accidente.

 

Sasuke había quedado aprisionando en el suelo al joven Omega, algo mediamente normal después de haber vivido el accidente anterior. Sin embargo todos ahí tenían cara de shock al ver como los labios de Sasuke pegados a los de un sonrojado Naruto.

 

El Omega tenía las piernas flexionadas haciéndolo parecer que estaba encogido. Incapaz de quitarse al Alfa de encima. El cual estaba igual o más pasmado que el rubio.

 

Un calor extraño le subía por la garganta al rubio, y totalmente encolerizado gritó- ¡Quítate de encima! –Y con sus flacuchos brazos empujó por el pecho al más grande.

 

Una vez liberado se alejó lo más posible, totalmente indignado y ofendido se limpió sus rosados labios con la manga de su camisa. -¡Saukerl! –vociferó con las lagrimas empezando a juntarse en sus azules ojos.

 

Sasuke estaba anonadado observando al Omega gritonearle de esa forma. Lo reconoció enseguida, no era la primera vez que se veían. Aquel Omega liberal le había dado tremendos arañazos en la cara la primera vez que se vieron.

 

Naruto todavía preso de su acalorada situación fulminó por ultima vez al Alfa en el suelo y simplemente corrió en dirección opuesta.

 

Suigetsu iba a tomarle del brazo e impedir que huyera pero Sasuke no lo dejó. –Déjalo. –murmuró poniéndose de pie. –Es solo un niñato. –

 

Todos asintieron dándole la razón. –Yo iré por el caballo. –mencionó uno de ellos refiriéndose al caballo que había huido despavorido.

 

Uchiha vio como el pequeño rubio se perdía de su vista entrando a la ciudad.

 

. . .

 

Mientras que un sonrojado Naruto corría a toda velocidad eso hasta que llegó a su colonia, se dejó caer al suelo de sentón completamente exhausto. Sus pálidos dedos tocaron sus labios  rosas, con suavidad.

 

-Ese fue mi primer beso. –murmuró.

 

Ocultó su rostro entre sus manos, como el niño que todavía era no supo como manejar tantos sentimientos intensos y terminó por huir.

 

Pero algo era seguro, esa tarde Naruto le dedicó su odio al Alfa que se atrevió a robar su primer beso, aunque hubiese sido un accidente.

 

-Espero no volver a ver su fea cara. –

 

CONTINUARA…

 

 


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