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Un único deseo por Amelia_Badguy

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Ese día cuando se despertó, pudo sentir como su cabeza palpitaba con fuerza, como si se hubiera dado un fuerte golpe ahí o algo así, siendo que a duras penas abrió sus ojos, algo confundido por donde se encontraba debía admitir. Lo último que recordaba era estar en la fiesta de Bulma, comer lo que estaba dispuesto, pero en algún punto todo había quedado simplemente olvidado, como si tuviera un bloqueo o algo así en realidad.

Estiró su espalda pesadamente, para llevar a una mano a despeinar su ya de por si desordenada cabellera, mirando finalmente que se encontraba en el piso de su cabaña, en la montaña Paoz, aquella que compartía junto con el otro saijayin, el cual no estaba para nada a la vista.

Bostezó y simplemente se levantó, pudiendo ver que llevaba la misma ropa con la que había acudido a la fiesta, seguramente algo había pasado que había terminado así, pero ahora su estómago reclamaba por comida, por lo que simplemente salió de la cabaña en dirección al río cercano.

Bien podría pescar y darse un baño a la vez, para ver si el agua helada podía ayudar con su dolor de cabeza, sin pensar demasiado en donde podría estar Vegeta que, seguramente, estaría enfadado por algo en particular ese día.

No entendía del todo bien su relación con Vegeta, esa era la verdad. Pero si debía ser sincero consigo mismo estaba bastante cómodo viviendo con el otro hombre, una comodidad que nunca había sentido con Chi-Chi, después de todo el pelinegro nunca esperaba nada de él, únicamente le exigía ser un compañero de entrenamiento y por él estaban bien las cosas así, es decir, la única persona con la cual había convivido y entrenado con anterioridad había sido con Krillin, pero incluso cuando niño, viviendo con el maestro Roshi y con Krillin, no había sentido aquella comodidad, que era como realmente estar en su hogar.

A veces se decía que era por el olor que desprendía Vegeta, ese olor dulzón que hacía que se relajara en realidad, que bajara su guardia, aunque la verdad Vegeta siempre parecía odiar cuando le comentaba acerca de ese tema que había terminado por aprender, en aquellos meses que estaban conviviendo juntos, era bastante sensible en realidad.

La verdad era que cada vez le picaba un poco más su curiosidad por saber cómo eran las costumbres de la raza saiyajin, es decir, sabía que eran alfas, betas y omegas, pero a la vez todo era desconocido para él, algo que nunca había vivido, pero en aquel momento dejo de pensarlo.

Sus pasos lo llevaron hasta el río, donde comenzó a quitarse la camisa que llevaba puesta junto con sus zapatos. Su ropa estaba bastante gastadas, pensó, pero no era como si tuviera dinero o más ropa, se dijo, doblando bien la camisa, aunque cuando hacía eso fue cuando su mirada lo capto.

Vegeta estaba ahí en el río, lo cual explicaría por qué no había sentido su olor, pues con el agua el olor tendía a disminuir bastante, al menos mientras estaba dentro del río.

Iba a hablarle, para hacerle saber que estaba ahí, que había despertado y preguntarle qué había pasado en la fiesta de Bulma, para estar al tanto de que había ocurrido —más que nada para saber si no había hecho alguna tontera como siempre le decía la mujer de cabello celeste—, pero simplemente no pudo evitar quedarse mirando el cuerpo de aquel omega, que si bien era bastante pequeño en estatura, en comparación a él, era bastante fornido a decir verdad.

Podía ver cada una de las cicatrices que recorría el cuerpo del otro saiyajin, la mayoría seguramente hechas por batallas de cuando había sido un pirata espacial, siendo que algunas —las que podía verle en la espalda, pues era esa parte del cuerpo del hombre que veía— se veían que había sido hechas con demasiada saña.

También pudo ver donde estaba el nacimiento de la cola del otro, que ahora se veía como una parte obscurecida de su cuerpo. A Vegeta nunca le había vuelto a salir su cola, pensó curioso, se preguntó por qué había sido aquello, pues la verdad a él no le había vuelto a crecer porque Kami-sama lo había impedido.

— ¿Qué mierda estas mirando, Kakarotto? — La voz de Vegeta fue lo que lo trajo nuevamente a la realidad, notando que estaba aun a la orilla del río, con sus pantalones puestos y la camiseta entre sus manos, a medio doblar.

Se había embobado mirando el cuerpo del otro, algo que nunca le había ocurrido, es decir, la primera vez que había visto a Bulma, ella le había ofrecido dejarlo tocar su trasero y hasta el día de hoy no comprendía para que iba a querer él tocarle el trasero —que seguramente estaba sucio—.

— ¡Hola Vegeta! Desperté y no estabas, entonces como me dolía la cabeza vine a darme un baño y a ver si pescaba algo para el desayuno — Le dijo con una sonrisa pudiendo ver de frente ahora el cuerpo del omega, tomando atención de él. En su vida había visto cuerpos masculinos, es decir, había vivido con su abuelo, luego de aquello había vivido con Roshi y con Krillin, sin contar en el torneo de las artes marciales, donde algunos peleadores usaban únicamente pantalones, dejando su pecho descubierto, pero nunca había prestado tanta atención como en aquel momento le daba al cuerpo de Vegeta.

— La mujer vulgar de tu amiga nos dio comida y ropa, báñate rápido, sino me comeré todo lo que hay para el desayuno — Le gruñó simplemente para salir del agua como si nada, haciendo notar al alfa que el omega en realidad había estado desnudo tomando aquel baño —tenía sentido si era un maldito baño—, siendo que pudo ver como tomaba una toalla, que no recordaba que hubieran tenido, para comenzar a caminar en dirección a la cabaña.

Nunca le había ocurrido aquello y realmente nunca había esperado que al ver a Vegeta así, cuando se movió notó cierta molestia en su pantalón.

— Así que anoche te tragaste toda la maldita comida hecha en base a alcohol y terminaste ebrio — Vegeta le gruñó mientras comía un poco del arroz que tenían para el desayuno, mientras él lo miraba con atención. — Si alguna vez haces una estupidez así nuevamente simplemente te dejaré ahí, ¿oíste?

— Perdona Vegeta — Le dijo riendo, bastante torpe. No había comprendido para nada por qué  su cuerpo había reaccionado de esa manera al haber visto a Vegeta desnudo, es decir, no era como si fuera la primera vez que lo veía. Siempre tomaban baños en el río o bien pescaban juntos, pero supuso que fue simplemente porque había ido pensando en ese olor dulzón que el otro desprendía. — Pero la verdad es que la comida estaba deliciosa.

Pudo escuchar como perfectamente el otro gruñía sin más mientras seguía comiendo, casi como ignorando las cosas, sin ser verdaderamente consciente de lo que había provocado en el cuerpo del alfa, que cada vez tenía más curiosidad sobre la relación entre un alfa y un omega, pero claro, no tenía a nadie a quién preguntar por eso.


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