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Un único deseo por Amelia_Badguy

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Faltaba menos de un mes para la boda de Krillin y aquello lo hacía sonreír. No sólo por el hecho de que habría comida —aunque debía admitir que era un gran factor de felicidad en su vida—, sino porque también veía y sentía que su amigo sería realmente feliz con aquella chica que había conocido. Recordaba que Krillin siempre le había dicho que tenía celos, de cierta forma, de la vida que tenía él, una esposa, un hijo, una casa, aunque él nunca había considerado realmente que su mejor amigo debía estar celoso de su vida, después de todo no había podido entrenar como le gustaba y había tenido que soportar los gritos de Chi-Chi.

Quizás el matrimonio que envidiaba su amigo era más parecido a la relación que tenía con Vegeta en aquel instante. La verdad era que eso le gustaba, desde que Vegeta le había dicho que él sería el alfa del príncipe y no viceversa, se había instalado en él un sentimiento de plenitud contando con algunos beneficios, como dormir en una cómoda cama y poder sentir el olor de Vegeta siempre, cosa que lo hacía dormir realmente profundo.

— Kakarotto, ¿no deberías llevarle un regalo a la sabandija de tu amigo? — Le preguntó como si nada mientras miraba al alfa, aunque él únicamente masticaba la comida que tenía en la boca.

Se había visto obligado a aprender a cocinar —porque había visto que ese idiota alfa podría comer pescado cocinado de una misma manera hasta morir, pero él no—, siendo que la madre de aquella mujer vulgar, una mujer mucho más descarada que su hija realmente, le había dado un libro de cocina, diciendo que no diría a nadie que se lo había dado y realmente esperaba eso o sino terminaría por matar a esa mujer sin miramientos, después de todo su orgullo ya estaba siendo bastante pisoteado con la idea de que él tenía que cocinar la comida, aunque su lado racional le decía que era porque él quería comer otras malditas cosas.

Por lo que ahora habían terminado comiendo una sopa de pescado, con algunos ingredientes que esa mujer rubia le había dado en una de aquellas extrañas capsulas, que realmente le parecían algo fascinante, aunque sentía que si lo decía en voz alta aquella mujer vulgar se llevaría todo el crédito, porque seguramente ella o su padre las habían inventado. Además de un plato de arroz y otras cosas, que aquel alfa tragaba realmente feliz.

— ¿Por qué debería llevarle un regalo a Krillin? — Le preguntó curioso con los palillos en su boca, mirando al omega, que comía de su arroz ahora. Se había sorprendido cuando había visto que Vegeta comenzaba a cocinar, pero no había podido evitar sonreír bobo por aquello. La verdad es que la comida que hacía Vegeta estaba bastante sabrosa y podría acostumbrarse a estar así, en esa rutina con el hombre.

— En muchos planetas que he conocido he visto que es normal que para las bodas las personas lleven regalos, ¿no conoces las costumbres del planeta donde te enviaron, Kakarotto? — Alzó una ceja algo sorprendido, ¿qué tan bobo podría ser realmente ese hombre?, es decir, no sabía que era un beso, aunque tenía un hijo, no sabía cosas sencillas, reglas de convivencias básicas en realidad —como que los testículos no eran unas malditas almohadas— y en realidad era bastante descuidado con sus lazos.

— Ahora que lo mencionas cuando me case con Chi-Chi muchas personas dieron regalos, pero la verdad no me intereso ninguno, eran cosas sin importancia para mí, no había nada útil para entrenar — Le comentó como si fuera demasiado obvio mientras terminaba de comer su plato de arroz, para comenzar a comer su sopa de pescado, mirando al omega que parecía bastante extrañado por su actitud.

— Mencionaste que te golpeaste la cabeza cuando bebé, ¿no? — Le preguntó alzando una ceja como si nada.

— Sí, me caí por un precipicio y golpeé mi cabeza aquí — Le comentó con una sonrisa señalando la parte de su nuca.

— Oh, eso explica todo — Sin más siguió comiendo, ante la mirada confundida de Goku.

— ¿Qué quieres decir con eso, Vegeta? ¡Oye! ¿Me estás molestando, no? — Le cuestionó, aunque la pequeña risa que Vegeta dejó salir le dejo en claro que sí, por lo que no pudo evitar hacer un pequeño puchero, aunque la verdad era que no estaba molesto.

Se quedó pensando en lo que había dicho Vegeta en la cena, sobre darle un regalo a su amigo por su matrimonio, aunque la verdad no sabía que darle al hombre que era su mejor amigo en realidad.

Suspiró con suavidad recostado en la cama al lado de Vegeta, viendo como el hombre tenía una camiseta larga puesta para dormir, además de los pantaloncillos que usaba. Por su parte él únicamente llevaba puestos unos pantaloncillos, pues las últimas noches había comenzado a tener calor en realidad con el cuerpo de Vegeta a su lado.

Suponía que el omega ya estaba durmiendo, por lo que despertarlo para preguntarle que podrían darle a Krillin únicamente lo haría enojar, pues Vegeta era un gruñón de primera pensó, cerrando los ojos, sin notar como terminaba por quedarse dormido, aunque realmente aún no sabía que regalo hacer.

Se despertó a mitad de la noche, viendo como el alfa dormía a su lado y simplemente bostezó pesadamente, para levantarse al baño y luego de aquello tomó un vaso de agua, pensando demasiado perezoso.

En los últimos días, desde que ambos habían vuelto a vivir a la montaña y que habían hecho aquel extraño pacto de que Kakarotto sería su alfa —porque él no sería el omega de nadie— habían compartido uno que otro beso. Más que nada era porque el alfa era curioso al hacer aquello, en dar suaves roces con sus labios en los propios, como determinando que era lo que sentiría con aquello, que suponía que sentía bien, pues las sonrisas idiotas que ponía lo hacían avergonzarse y gritarle que fuera a hacer alguna cosa o que se concentrara para entrenar.

Sabía que tenía que explicarle como sería una unión de un alfa y un omega, además de la palabra procrear, ¡cielos! ¿qué tan bobo tenía que ser para no comprender esas palabras?, pensó mientras estaba apoyado en el marco de la puerta que daba hacía afuera, hacía la montaña, pudiendo sentir el césped contra sus pies, además de los ruidos de los animales en la noche.

Nunca se había molestado en disfrutar de aquellas pequeñas cosas, siempre que iba a un planeta era para eliminar a sus habitantes o someterlos, para vender el planeta y ya, nada demasiado difícil en realidad, pero ahora era distinto de cierta forma, ahora era libre para hacer lo que se le diera en gana, no tenía que seguir ordenes de nadie y él había decidido quedarse a vivir ahí, con aquel alfa idiota.

Soltó un suspiró para volver a recostarse en la cama, donde ese alfa tenía parte ocupada, pero únicamente se recostó, aunque vio de reojo como Kakarotto así dormido como estaba se empezaba a mover. Por un momento pensó que sería una pesadilla y estaba listo para consolarlo, pero se sorprendió demasiado cuando termino recostado sobre su costado, dando la espalda a Kakarotto que estaba también sobre su costado, abrazando su cuerpo haciendo que enrojeciera por completo.

— H-Hey, Kakarotto — Murmuró, pero únicamente sintió, con sus mejillas demasiado calientes, como ese idiota dormido como estaba comenzaba a olfatear su cuello, olfateando su olor, cosa que hizo que chasqueara la lengua, pero el alfa estaba dormido profundamente y frunció su ceño, con un gesto molesto.

La verdad no podría nunca entender a aquel tonto alfa, pero ahí se encontraba, en la misma cama que él, comenzando a dormir lentamente.


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