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Un único deseo por Amelia_Badguy

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Los meses habían pasado agonizantemente rápidos, siendo que cada día le anunciaba más lo que vendría, un celo, el cual no podía detener como lo hacía antes. Aquella situación únicamente lo hacía gruñir molesto, el hecho de no poder tener el control en su cuerpo lo molestaba demasiado, lo hacía sentir vulnerable, de cierta forma, y odiaba aquello.

No le gustaba la sensación de tener que depender de los demás, desde niño que había odiado aquello, pero ahora tenía que depender de alguien más, tenía que depender de que ese tonto alfa lo llevará hacía aquella habitación donde había pasado su tonto celo, además del hecho de que cada vez estaba peor en la casa de aquella mujer vulgar que había interferido de aquella manera en su vida.

La odiaba a ella sobre todo, por arruinar sus pastillas -eso era algo que nunca iba a olvidar mientras viviera-, pero soportaba vivir en su casa y sus comentarios únicamente porque ahí podía entrenar de una buena manera, en esa nave espacial que tenía en el patio de aquella extraña mansión, porque había aprendido que eso era una mansión.

También había aprendido cosas sobre los amigos del alfa, aunque la verdad era que no le interesaba demasiado aquel tema, él únicamente quería entrenar, mostrar que su poder podía ser superior al de aquel alfa tonto, que no por ser un omega iba a terminar por quedarse atrás. Eso no definía la condición de su poder, se decía una y otra vez.

Aunque claro estaba, no había esperado que al estar entrenando la maldita nave iba a colapsar simplemente por no darle un descanso.

La explosión se sintió en todos lados de los terrenos de la Corporación Capsula, haciendo que la mujer de cabello azulado corriera a ver lo que había pasado junto con el moreno que tenía cicatrices en su rostro, ambos sorprendidos por aquel ruido simplemente encontraron al saiyajin entre los escombros, bufando, sin poder levantarse si quiera de lo cansado que se encontraba.

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Había pensado en el último tiempo en mudarse de donde vivía, después de todo no estaba demasiado a gusto ahí, viviendo con Chi-Chi que continuamente lo regañaba por algo, aunque hiciera las cosas bien, además estaba el hecho de que el olor que desprendía la mujer no era totalmente de su agrado, le decía su mente, quizás un instinto superior a él, que tenía guardado en su interior.

Él siempre había sido bastante salvaje en realidad, había crecido en medio de una montaña rodeado de animales, había aprendido a sobrevivir, siendo que siempre se había guiado por su olfato y sus sentidos, aquellos que siempre le dictaban qué decisión tomar y como hacer las cosas, pero bueno, ahora aquellos instintos le decían que debía marcharse de aquella casa.

Sabía que no sería lo apropiado, Chi-Chi se había encargado siempre, desde que estaban casados, de decirle lo que era apropiado, como las personas debían comportarse entre sí y que esperar de un buen matrimonio, como le llamaba ella a la relación que tenían, pero él nunca lo había sentido de esa manera, es decir, él no era nada ortodoxo en esos temas, que iban más allá de lo que comprendía.

Él únicamente había querido vivir su vida tranquilo, entrenando, comiendo lo que la naturaleza le diera. No era como Chi-Chi, que quería siempre educar a Gohan, buscar las mejores cosas dentro de todo y hacerlo trabajar -cosa que de verdad no comprendía, para que debían trabajar para ganar dinero si la montaña podía darles todo lo que necesitaban-, pero así eran las cosas, aunque no le gustaran en lo más mínimo.

Suspiró mientras estaba sentado a la orilla del río, esperando pescar algo con la caña que había hecho. Desde que había perdido su cola que pescaba de aquella manera, pues le era más simple, aunque a decir verdad con su cola daba resultado más rápido, pensó bostezando, mirando las nubes en el cielo.

Pero mientras estaba así fue cuando lo sintió.

Sintió como el ki del otro saiyajin, de Vegeta, de su omega como le dijo su instinto  -ese que no despertaba del todo aún-, se debilitaba demasiado en muy poco tiempo, como si lo hubieran atacado o algo así, por lo cual sin siquiera pensarlo dos veces se teletransportó en dirección de ese débil ki.

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Jadeó con fuerza sintiendo como uno de las pesadas partes de la nave estaba sobre su cuerpo cansado. En otro oportunidad aquello no hubiera sido nada, pero en aquel momento aquellos pedazos de metal se sentían como si fueran lo más pesado de la galaxia, donde no podía mover su cuerpo como lo deseaba, pues seguramente tendría una que otra cosa rota en realidad.

No podía ver nada más que obscuridad, después de todo la explosión había hecho que toda la nave colapsara sobre él y sabía que tenía que salir solo de ahí, pues los humanos eran unos debiluchos, que únicamente atrasarían más todo y no arreglarían nada.

Intentó moverse, pero como supuso, su brazo no respondía del todo, al igual que una de sus piernas, sintiendo un fuerte dolor, que lo hizo gruñir con fuerza, jadeando pesadamente, sintiendo el aire pesado debido al polvo a su alrededor y al humo. Al menos la maldita cosa no se había envuelto en llamas, pensó, intentado recuperarse para salir de ahí.

Sus oídos aun zumbaban a causa del ruido producido por la explosión, por lo cual no podía oír lo que seguramente aquella mujer vulgar gritaba, pero claro, se sorprendió al sentir como levantaban los escombros y al poder enfocar su mirada, después de esta tuviera que acostumbrarse a la luz del sol, vio a aquel alfa idiota, que lo hacía gruñir, siendo que tenía un gesto preocupado en su rostro, mientras se acercaba a él y lo tomaba de los hombros con preocupación, para ver si se encontraba bien después de aquella explosión, donde se veía que estaba demasiado cansado en realidad.

— ¿..geta? — No podía escuchar bien lo que aquel idiota le decía, pero simplemente gruñó molesto, con su ego herido de que ese idiota tuviera que salvarlo de un problema tan simple en realidad, pues con su fuerza aquello no sería problema de levantar, pero estaba agotado y herido, por lo cual sólo cerró sus ojos, sintiendo como ese alfa movía su cuerpo intentando que despertase, pero sólo se quedo -para él- dormido finalmente, demasiado agotado.


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