Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo nueve:

 

Cara a Cara

 

.

 

—… Entonces—aclaró su garganta después de un largo silencio de ambos—, ¿cuál es el real motivo de este encuentro? Dudo que sólo quieras hablar conmigo para saber cómo estoy. Ni siquiera hemos hablado por teléfono de forma regular, sabes…—fijó su vista en mi después de estar pegada en algún punto particular detrás de mi espalda; viendo, quizá, las nuevas personas que acudían aquel famoso café. Bajé la mirada cohibido. Sus sinceras palabras eran ciertas.

 

—¿Tiene que haber una real razón?—le sonreí terminando por morder mi labio. Pegué mis ojos en la muralla adornada por cuadros modernos a mi costado zurdo mientras ordenaba las palabras en mi mente. Situé mí mirada en mis manos suspirando para rematar viendo como alzaba una ceja aquel hombre que había concurrido aquella improvisada reunión. Exhalé de forma larga concluyendo por ir directo al meollo del asunto—. Necesito contactarme con un chico—juguetee con mi taza entre mis palmas sin mirar al, seguro—en estos momentos—, sonriente sujeto—. Él es miembro de una banda, esas que tocan en tu local nocturno—puso su puño en su mejilla izquierda mirándome con interés al mismo tiempo que me regalaba un vistazo vivaracho. Rodé mis cuencas continuando—. Tengo su número de contacto, pero… quiero verlo personalmente para hablar—me encogí de hombros girando la cuchara dentro del líquido de gusto achocolatado—.  El asunto aquí es que no sé cuándo ni a qué hora se presenta, o si aún toca ahí.

 

—¿Quedaste flechado, Matsumoto?—alzó sus cejas sugestivamente con vehemencia mientras lamía sus labios divertido con, quizás, su creativa y vivaz imaginación.

 

—¿Me puedes ayudar?—pareció debatir con sus pensamientos mientras yo inspiraba acariciando la porcelana del contenido frío, a estas alturas, de mi taza.

 

—¿Cuál es la agrupación que pertenece tu “enamorado”? —hizo un par de comillas en la última palabra mirándome con lasciva.

 

—¿Sabes que estás errando tus suposiciones?—bufé sin intenciones de seguir su jugarreta de niño de primaria.

 

—Quizá, quizás no—bromeo buscando algo en su teléfono celular volviendo a una mirada aburrida adherida en sus ojos—. Aunque me gustaría; así me dejarías el camino libre…—se carcajeó y lo miré molesto—. Okey, fue un chiste; uno muy malo. Lo siento—entonó con una risilla coqueta entre sus labios—. Y bien, ¿Cómo se llama la banda?—volvió a insistir.

 

—Demonios…—maldije buscando en mi mente el nombre de la agrupación amateur de mi hijastro—. ¿Es Cassette…?—lo vi reírse.

 

—Pareces mi madre cambiándole el nombre a las cosas.

 

—Okey, soy malo para esto. Pero no recuerdo…

 

—Tranquilo. Es Gazette—despegué mis labios asintiendo con vehemencia—. Los chicos tocan el viernes, domingo, martes… maldición—bramó—. No tengo actualizado los datos del horario, así que no sé si será esos días o la hora que tengo registrada. Esto siempre rota. Te confirmo dentro del día, ¿te parece?—asentí con alivio—. Entonces… ¿no sabré quién es el chico?—negué—. Ya veo—sorbió la cafeína fría de su vaso de plástico translúcido viendo distraídamente a las personas fuera del escaparate del sofisticado centro cafetero.

 

—Sinceramente no puedo, es un tema delicado—su mirada se tornó llena de intriga, pero no lo dejé cuestionar más—. ¿Estarás ahí?— negó sin mirarme volviendo a posar sus labios sobre la cilíndrica bombilla.

 

—No sé cuándo irás, pero me voy de vacaciones. Estaré dos semanas fuera contando de este fin de semana—formé una “O” con mis labios sorprendido, de verdad esperaba que me ayudara a ingresar sin tanto trámite al concurrido recinto.

 

.

 

.

 

.

 

Suspiré largamente encontrándome nuevamente fuera de aquel local grunge. Fruncí mis labios y boté el aire que mis pulmones habían sostenido hasta esa instancia producto del incierto desenlace.

 

Aferrándome al bolso añoso el cual colgaba pesadamente de mi hombro—atestado de libros, además de unas tantas guías y exámenes por revisar—, froté mi omóplato algo adolorido por el peso mientras chistaba con mi lengua cambiando mi plan inicial. Mis pisadas se alejaron de aquella entrada atiborrada de jóvenes eufóricos de vestimentas y peinados ostentosos quienes bloqueaban mi libre acceso. Tras deducir que se me haría demasiado tarde al fijarme en la desorganizada fila para entrar, decidí acelerar el paso para rodear la calle e ingresar por la puerta trasera. No iba a esperar eternamente para entrar. Ya estaba contra tiempo; en pocos minutos tocaba Gazette y ya no podría hablar con mi hijastro.  

 

La luz solar ya había bajado considerablemente cuando llegué aquel lúgubre callejón de espectro maltrecho, húmedo y de hedor repugnante. Inspiré y boté el aire algo agitado por aquel trote rápido viendo como tras paso que daba se dejaba relucir alguien postrado contra la acerada puerta de emergencia. Fruncí mi mandíbula algo frustrado por aquel segundo inconveniente; a aquel guardia no lo había visto la última vez que pisé el recinto. El hombre de cuerpo corpulento, cabeza rasurada y ostentosa barba hablaba con alguien a través de una radio. Me acerqué cauteloso hacia la escalera viendo como el voluminoso hombre me observaba con una fría mirada. Se cruzó de brazos los cuales dejó a relucir lo inflados, desproporcionados e intimidantes que eran.

 

—Hey, cariño. La entrada es por delante. Ni pienses que tendré privilegios con una lindura como tú—canturreó con un timbre grueso e imperativo. Despegué mis labios sintiéndome algo sobresaltado por sus palabras, pero rápidamente sonreí viendo como sus gestos faciales se dulcificaban.

 

—¿No hay ninguna excepción?—negó sin romper su estoica pose amenazadora.  

 

—Soy amigo de Tanabe Yutaka. Él es uno de los dueños del local…—lo miré con premura mientras veía como alzaba una ceja sin intenciones de creer mis palabras. Maldije a mis adentro, ¡¿por qué Yutaka no estaba aquí?!

 

—¿Tu identificación?

 

—Sí. Sí claro—dije tendiéndole el duro plástico personal. El hombre sacó una pequeña linterna y observó el compacto material. Me miró y luego volvió a observar corroborando la autenticidad del elemento.

 

—Takanori Matsumoto—ronroneó—. Bello nombre.

 

—Ahm, ¿gracias?—entoné cortado por la extraña escena. El guardia de aquel local estaba… ¿coqueteando conmigo? Bajé mi cabeza cerrando mis ojos con impaciencia.

 

—Está bien—me miró de pies a cabeza—. Te dejaré pasar si tomas una copa conmigo—negué con mi cabeza y mis manos, pero este me sonrió—. Una copa y te devuelvo tu credencial, bonito—me guiñó un ojo—lo miré con suplica, pero los segundos pasaban con notable rapidez; la música comenzó a resonar con fuerza a través del concreto inquietándome. Mordí mi labio inferior frotando mi frente con conflicto por lo que iba a hacer a continuación: Acepté moviendo mi cabeza en forma afirmativa mientras veía como dejaba libre el paso empujando la puerta metalizada para mi ingreso—. Te veo en la barra a las doce, lindura.

 

—Demonios—mascullé por lo bajo mientras entraba sintiendo como el hombretón me acariciaba, con las córneas, el trasero. Lo observé una vez dentro del local apreciando, una mirada lasciva, como lamía su labio inferior con hambre. Chillé derrotado una vez que la puerta se cerró detrás de mí.

 

Bufé desorientado analizando el lugar de estilo industrial mientras la música me envolvía y la muchedumbre me ensordecía. Intenté buscar la presencia del rubio teñido por los alrededores, pero era dificultoso.

 

Observando la agrupación sobre la tarima caminé hacia el bar que estaba a mi costado izquierdo; oculto por personas quienes vitoreaban y saltaban al compás de la estridencia de las notas.

 

—Disculpa—entoné audible sobre la música captando la atención del hombre de la barra quien le había tendido un par de tragos a unos muchachos.

 

—¿Qué te sirvo?—negué.

 

—¿Sabes dónde están los camerinos?—dijo algo que no entendí producto de la música y luego apunto hacia un pasillo tras el escenario. Despegué mis labios y asintiendo en forma de agradecimiento, me acerqué al lugar indicado. Con algo de temor por infringir alguna política de no ingreso a personas no autorizadas, me adentré rezándoles a las deidades que no me atraparan; mi objetivo no era terminar tras las rejas por allanamiento.

 

—No puedes estar aquí. ¿Necesitas ayuda?—junté mis pestañas aterrado mientras me giraba para mirar al dueño de aquel timbre masculino.

 

—Ah… —sin saber que decir observé al sujeto de contextura delgada, pero tonificada. Maldije a mis adentros tras mi extenso mutismo—. Busco a alguien…—entoné.

 

—¿En los camerinos?—rió el chico de piel tatuada y bronceada

 

—Es un chico de una banda—asintió. No supe si captó mi voz a través del descontrolado ambiente

 

—No está permitido pasar… ¿Eres un fan?—negué.

 

—Soy—alzó una ceja tras mi duda—, es un pariente. Necesito hablar con él. Pertenece  a una banda de nombre: “Gazette”—él asintió.

 

—¡Ah! Okey. No hay problema. El último camerino es de ellos. Tiene su nombre en la puerta. Darás con ella—tras un gracias me encaminé esperanzado de encontrar al menor. Cerré mis ojos caminando un trecho corto hasta que un castaño conocido salió de aquella habitación a la cual me iba acercando poco a poco.

 

—Hola—canturreó mientras lo observaba—. ¡Qué sorpresa tenerte acá!—entonó energético apoyándose de la muralla rallada, seguro por los mismos músicos que han tocado en aquel codiciado local—. Oh. No me digas que Yuu está acá—miró con pánico tras mi espalda y al corroborar que no estaba miró con los labios fruncidos hacia el camino corto que recorrió antes de chocar conmigo.

 

—No…—hablé en un tono inaudible por lo bullicioso del local nocturno—. Vine por mi cuenta. Necesito hablar con Akira. Crees que…

 

—Está dentro con dos de la banda. Yo voy a ver a los chicos que están tocando ahora—informó guiñándome un ojo. Alcé mi ceja viendo como tornaba el paso que había recorrido yendo hacia la puerta la cual abrió sin ningún protocolo. Dijo un par de palabras y dos chicos salieron, estos me miraron y con una mueca jubilosa del chico de sobrenombre “Uruha” pasó junto a mí agregando un: —. Todo tuyo.

 

Inspiré tocando la madera una vez que el trio emergió del pasillo. Oyendo desde adentro la voz del rubio: —Déjate de joder, puto Shima. No iré a ver a esos idiotas…

 

—Permiso—alzo su nuca de las cuerdas que estaba rasgando para mirarme con el ceño fruncido. Cerré la puerta detrás de mí  viendo como dejaba su bajo afirmado del sofá donde estaba sentado mientras se colocaba de pie lentamente aturdido por mi inesperada presencia.

 

—¿Qué mierda?—bufó con su característica “simpatía”—. No me digas que el imbécil de mi padre está acá—cruzó sus  brazos cerrando los ojos derrotado.

 

—No—entoné—, Estoy por mi cuenta—hice una pausa—. Me alegro que estés bien. Digo, en una pieza. Te ves bien, al menos—suspiré—. Te estuve llamando todos los días, pero parece que me bloqueaste. De verdad necesitaba hablar contigo ya que tu papá al parecer no lo va a hacer. En eso se parecen ambos, son tercos—hice una mueca en forma de sonrisa—. Quería pedirte que volvieras a casa, pero no lo harás; lo sé—el chico frente a mi resopló junto con su actitud desinteresada hacia mis palabras. Se sentó nuevamente cogiendo su instrumento eléctrico para volver a deslizar sus  gráciles dedos sobre las gruesas cuerdas de su bajo. Inspiré y continué mi monólogo mientras rebuscaba algo dentro de mi morral el cual había posado sobre el brazo de un sofá  individual—. ¿Al menos podrías ir a casa para el cumpleaños de tu padre?—la música desprendida de aquellas cuerdas aceradas se detuvieron haciéndome mirar al chico quien me observó incrédulo. En su rostro estaba tatuado un: “¿eres retrasado mental?”—. No es un gran esfuerzo, sólo una cena; tú, él y yo en armonía. Sólo un día de tregua—lo miré extendiendo un paquetito marrón que había sustraído de mi bolso. Vi de inmediato su rostro extrañado hacia el objeto—. Es dinero. Sé que te estas dedicando a esto, pero no creo que sea suficiente. Recíbelo, por favor—este me ignoró. Resoplé acercándome a una mesa céntrica de vidrio dejando en esta el delgado envoltorio—. Te espero la próxima semana…

 

—¿Cómo te enteraste el día que tocaba?— dijo haciéndome girar.

 

—Tengo mis contactos.

 

—Eres hábil, Matsumoto y algo psicópata…

 

Sonreí saliendo de aquella reducida habitación siendo ensordecido por los acordes frenéticos de aquella música que no lograba comprender del todo.

 

Tras haber dado un par de pasos para irme cerré mis párpados recordando el sujeto con mi credencial secuestrada. Bufé frustrado mordiendo mi labio inferior girándome raudo para comentarle el hecho al hijo de mi novio, pero no pensé que el muchacho me seguía de cerca. Terminé impactando con el rubio veinteañero quien, tras perder el equilibro al retroceder y querer rectificar el hecho, me afirmó con su diestra sobre mi espalda baja atrayéndome a su tonificado torso enfundado con una ajustada camiseta negra. Pestañé un par de veces alzando mi vista extrañado al sentir como sus dedos recorrían mi columna de forma sutil y hasta temblorosa…

 

—Ehm…—carraspee siendo soltado lentamente mientras el rostro del rubio se volteaba hacia la habitación ahora vacía al tenernos ambos en el angosto pasillo.

 

—¿Olvidaste algo?—me observó cruzándose de brazos.

 

—Ah… —observé al chico varios minutos, su rostro no estaba molesto, sino denotaba confusión. Estaba seguro que era por todo este sorpresivo encuentro; el dinero, la invitación. Nos extrañaba aunque lo negara. No había más.

 

—¿Y bien?—escupió.

 

—Ay, Akira…—toqué mi frente con congoja por la situación que me había obligado a involucrarme—. Un tipo grande, calvo y de barba tupida se quedó con mi identificación, me invitó una copa por dejarme entrar y no me la devolverá hasta que eso pase, y no tengo tiempo para… —vi su rostro burlista.

 

—Se te hace fácil prostituirte—abrí mi boca mirándolo de forma ofendida.

 

—¡Lo hice para poder hablar contigo!—lo apunté con mi índice—. ¿Puedes… pedírsela?—imploré sin opciones.

 

—Sólo a cambio de algo—alzó una ceja sugestiva.

 

—¿Cómo?—rodó sus ojos.

 

—Sólo… lárgate—bufó. Retrocedí un par de pasos mirándolo dubitativo terminando por girarme y caminar en un trote rápido.

 

—¡Te lo encargo!—me voltee nuevamente haciéndole señas una vez que emergí hacia la multitud. Lo vi suspirar desganado adentrándose a aquella reducida habitación mientras yo me quedé en medio de la muchedumbre preguntándome si había hecho lo correcto. El chico estaba bien. Se veía bien; quizá sólo era yo intentando aferrarme a una familia que no me pertenecía al haber perdido la mía.

Notas finales:

¡Hola!

Ha pasado un tiempo; un largo mes desde la última actualización. Me pregunto si alguien habrá notado la ausencia de estas actualizaciones…

Estuve escribiendo poco a poco este capítulo sin fecha en mente para publicarlo. Me debatí si continuar escribiendo de forma offline y después de un tiempo subir la historia. Pero dejé de cuestionarme que es lo mejor, sólo subiré lo que tenga listo cuando sea oportuno. Dejaré de martirizarme con algo que se supone que debo disfrutar.

El capítulo diez está listo. Espero subirlo lo antes posible.

¡Ojalá hayan disfrutado la lectura!

PD: Gracias por seguir acá, gracias por esperar esta historia, gracias por sus palabras. Y sobre todo, gracias por leerme.

Un beso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).