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Vinculados por koru-chan

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Aquella madrugada

 

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Aquella noche no había sido una de las mejores; habíamos tenido problemas técnicos en medio de la presentación, esta se tuvo que acortar y los ánimos internos bajaron varios decibeles. Sumándole, además, la visita inesperada de Takanori... Ese entrometido sujeto. Takanori Matsumoto era un maldito grano en el culo. Siempre persiguiéndome como si fuese mi madre.

 

… Yo sólo quería que Matsumoto se apartara de mí porque su presencia me estaba volviendo… loco.

 

Maldición, ni siquiera mi madre andaba detrás de mí. De hecho, desde que me cambié con Yuu, nos hablábamos cada vez menos. Y no la culpo, me vine a vivir con el enemigo. Bufé revolviendo mis cabellos.

 

Sólo deseaba que lo único bueno en mi vida funcionara. Y no a medias como estaba ahora. Sino de manera correcta como debe de ser una banda para tener buenos resultados. Pero éramos un desastre; la agrupación era un caos. Posiblemente éramos demasiado apasionados, no lo sé. Lo único que sabía era que no lográbamos acoplarnos. Quizá no sabíamos trabajar en equipo y, eso, era algo que debíamos solucionar con urgencia porque las discusiones iban y venían. No sabíamos separar los asuntos personales con los profesionales. Y, sobre todo, los desacuerdos y el constante pleito que mantenía con Yune no cooperaba en el bienestar interno. Era consciente de ello, pero me era inevitable. Por otro lado, estaba la presión de 1991. Nuestra banda no estaba atrayendo tanto público y, por ello, no podíamos cerrar las presentaciones como las bandas consagradas. ¿Nos estaban jodiendo? ¿Cómo íbamos a atraer público si teníamos que telonear a unos pésimos metaleros veteranos? ¡Su música era completamente diferente a la de nosotros!

 

¿Acaso esto podría empeorar?

 

Estaba harto. A veces sentía que nadie nos escuchaba. Que nadie comprendía lo que estos “aficionados y novatos” músicos podían hacer. Quería que mi banda, que mi música, llegara a todos. Al menos ser escuchado en 1991 era una buena vitrina, pero eso no quitaba que nuestras alas eran cortadas constantemente.

 

Llevábamos un tiempo viviendo noches como estas. Tocábamos una lista de canciones acotadas― siempre apremiados por el tiempo―, nuestros fans más acérrimos nos venían a ver, nos oían con entusiasmo y nos esperaban por una foto después de la presentación. Siempre lo mismo; no podíamos crecer. Por eso estábamos aquí, a las afueras de una tienda de veinticuatro horas, rodeados de latas de cervezas vacías mientras nos acabábamos un licor de mala muerte celebrando nuestra miseria.

 

Me recosté sobre la acera, sobre el cemento húmedo oyendo como un par discutía por no sé qué estupidez y como mi amigo, sentado en la cuneta junto a mí, intentaba parar la mierda de altercado. Más bien estaba interesado en beberse esa porquería barata que me estaba quemando los intestinos en esos momentos.

 

―¿Por qué no le metes el pene en el culo al hijo de puta? Me tienen harto―vocalista y segunda guitarra me miraron frunciendo el ceño mientras me erguía forzosamente―… Estoy saturado de ustedes. Voy a buscar nuevos integrantes si continúan con su mierda―dije mirando a los dos restantes junto a mí y deteniendo mis ojos en Yune quien, de soslayo, me observó mientras tragaba el líquido de aquella botella cubierta con papel café que compartíamos entre los cinco. En alcohol se había ido el dinero que habíamos ganado en esa noche. Que lujo nos dábamos. Esto era Gazette un grupete de mala muerte que termina ingiriendo porquerías en el primer local que encuentra en el camino.

 

Me volví a tender en el suelo. El aire estaba fresco y el área solitaria. Aquella madrugada no había ningún coche alrededor y apenas éramos iluminados por la tienda y los faroles. Sentía que, por mi grado etílico en la sangre, no me iba a poder mover de ahí. Observé el cielo oscuro donde apenas se apreciaban estrellas y mis párpados bajaron. Que puta vida.  

 

―A ti te falta una buena cogida―molesto cubrí mis ojos con mi antebrazo; aquella voz ebria no era la que, precisamente, deseaba oír en aquellos momentos.

 

―Tengo bastante sexo para tu información―dije socarrón

 

―No me refiero a eso―apoyé mis codos y miré su anatomía borrosa. Éste me sonrió con aquella mirada maliciosa.

 

―Tu nuevo noviecito… El castaño de estatura baja que te vino a ver. Tengo su fotografía archivada en mi mente―rió―. No te quiere pasar el culo, ¿no?

 

―¿Qué mierda estás hablando?―dije colérico colocándome de pie tambaleándome. Éste rodó sus cuencas.

 

―Que te gusta meterla por el culo―repitió disfrutando de mi estado agresivo―… o que te la metan por el culo―cogí el cuello de su sudadera gris y lo alcé de la cuneta hasta levantarlo. El idiota se asustó y pataleó un poco bajo la atenta mirada de aquellos tres pares de ojos quienes, al tanto de nuestras múltiples disputas, no se metieron.

 

―Soy completamente heterosexual, hijo de puta―el sujeto me empujó y, como carecía de motricidad, caí sentado contra el sucio pavimento.

 

―¿Ah, sí? Bueno, yo tengo entendido que la heterosexualidad se da cuando te gusta alguien del sexo contrario al tuyo, pero TAKANORI MATSUMOTO es un chico y tú… ¡También lo eres!―dijo desde su posición con la mala intención desprendiéndose de sus poros. Me levanté y empujé al idiota ese con fuerza recibiendo, en el proceso, un puñetazo en mi labio. Repetí el acto con mi zurda dándole en el pómulo mientras su cuerpo, inferior al mío en tamaño y masa, retrocedía dándome varios golpes los cuales dieron de forma certera en mi cara.

 

―Yo no soy como tú―bramé resoplando por la nariz. Era un bastardo de mierda. Había usado en mi contra lo que en secreto y bajo litros de cerveza le había confesado hace un tiempo. No sabía si me odiaba más yo o al cabrón que tenía en frente―… quien huye de las vaginas, maricón.

 

―Yo no huyo de nada. Y si no me gusta algo no me involucro para aparentar como lo haces tú―eso me dio un pinchazo en el pecho mientras oía, muy lejano, como Uruha nos decía que nos detuviéramos; que ya era suficiente. Pero yo recién empezaba. El tipo me las iba a pagar, y si tenía que sellar su boca a golpes lo iba a hacer.

 

Me abalancé contra el enano quien, tras tropezar, cayó de espalda sobre la acera. Aprovechándome de aquello, me senté contra su vientre propinándole varios puñetazos contra su fea cara. Siseé cuando mis nudillos ardieron. Agité mi muñeca en el aire percibiendo como el sujeto se escapaba debajo de mi cuerpo. Caminó torpe tomándose la cabeza mareado. Chisteé.

 

―Estás equivocado. Yo no aparento. Esto es lo que soy―inquirí escupiendo saliva y sangre al suelo húmedo producto de la herida que me escocía el labio―. Bastardo―dije entre dientes teniéndolo en la mira.

 

Corrí para alcanzarlo, pero en medio de mi trote vi como Yune cayó al suelo algo mal y no se volvió a parar. Pestañé repetidas veces estático. El vocal se acercó al bulto tirado en medio del estacionamiento. Éste nos miró pasmado y rápido se le unió el segunda guitarra quien observaba preocupado la escena. Éste se detuvo cuando la voz de Uruha hizo eco en aquel desolado lugar.

 

―Lo mataste…―dijo agudo mientras se acercaba a mí. En ese instante, un carro de policía iluminó nuestras espaldas y un oficial se bajó. Todos enmudecimos y un sudor frío descendió por mi nuca.

 

―¿Qué está ocurriendo?―habló acercándose a mi petrificado amigo quien sólo murmuraba: Mierda, mierda, mierda. El hombre de unos cuarenta años me miró. Seguro mi cara estaba llena de sangre. Limpié mi nariz viendo como el dorso quedaba rojo intenso. El uniformado no nos insistió más y caminó hacia Yune tirado e inerte. Vocal y segunda guitarra alzaron sus manos mirándonos despavoridos.

 

El oficial se acuclilló posando una rodilla en el suelo gris para comprobar los signos vitales del batero mientras acomodaba el cuerpo de mejor forma porque estaba desplomado contra su zurda.

 

―Está inconsciente. Seguro por el disturbio y el alcohol―miró la botella en el suelo, las barias latas regadas por ahí y luego a cada uno. Mi nuca se crispó cuando un segundo uniformado salió del auto cerrando la puerta mientras su radio de patrulla vociferaba algo que no entendí del todo hasta que se adosó tras nuestros cuerpos.

 

―Sí. Avenida noventa y nueve, necesitamos una ambulancia―dijo―. El resto, contra la pared―apreté mis puños. Estaba cagado. Yuu me iba a arruinar lo que me quedaba de vida. Perfecto.

 

El hombre se acercó a Takashima quien no se movía como el resto; estaba completamente rígido pensando, seguro, que nos iban a llevar a la comisaría… otra vez. Fruncí mi mandíbula.

 

El sujeto cogió el delgado brazo de mi amigo y, tras tironear, éste se zafó del agarre. Pero por consecuencia, golpeó el rostro de la autoridad sin intención de ello. El tipo, sin pensarlo, lo tomó de forma fiera de la muñeca empujando su mejilla contra el capó del auto institucional. Molesto, y sin ninguna neurona funcionando a esas alturas, me abalancé contra el policía golpeando su sien con mi puño.

 

Terminé arrestado aquella madrugara. Mis cargos: Alteración del orden público, agresión a una figura de autoridad y consumo de alcohol en la vía pública.

 

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Capítulo treinta y siete:

 

Un antes y un después

 

 .

 

―¡Mierda!―me sobre exalté con aquella elevada protesta. Alcé la vista de mi revista hacia el rostro del guitarrista principal de mi banda con una ceja levantada por aquel molesto tono sorpresivo―. Perdón―agregó mirándome fugazmente para volver a su teléfono. Rodé mis cuencas retomando la atención hacia aquella historieta que me estaba interesando hasta el momento―. Ese tipo terminará muerto―oí, tras varios minutos de mutismo, su voz a mi costado zurdo. Fruncí mi entrecejo pasando de aquel índice, que apuntaba desinteresadamente al personaje principal, hasta el rostro del castaño quien, raudo―tras ver mi molesto semblante―, volvió su atención a la pantalla.

 

―¿Me estas fastidiando?―gruñí por aquella revelación que no pedí―. ¿Ya leíste la historia?―indagué. Éste se irguió de hombros obviándome.

 

―No, pero se nota que va a morir. Ese otro tipo con cara de psicópata lo tiene en la mira―chisté.

 

―Ya sé de qué va la historia. Por eso me interesó―resoplé―. Gracias por arruinarme el final―en un arrebato dejé la revista a un lado terminando por mirar el cielo mohoso de aquella habitación.

 

―Estoy seguro que ni siquiera lo estabas leyendo―volvió a hablar con aquel tono sereno y ausente mientras su teléfono trasmitía el sonido de una pista de carreras a alta velocidad.

 

―Claro que sí. ¿Qué crees que hacía con mis ojos puestos en aquella página?

 

―Llevabas media hora en la misma tercera hoja y esta no tiene tanto diálogo.

 

―¿Qué?—dije agudo―. Estaba intentando imaginarme las escenas...

 

―Seguro estabas imaginándote otra escena…―llevé mis ojos a su silueta sentada sobre el colchón. Vi como bostezó y estiró sus piernas para terminar por cruzar un pie sobre otro. Su estado era completamente inmutable.

 

―Habla claro―dije entre dientes.

 

―¿Te haces el tonto?―hizo una pausa en su diálogo mientras su atención continuaba en la partida online―. ¿Qué piensas hacer con Takanori? Ha pasado casi una semana…―bufé.

 

―¿Qué crees que podría hacer?―éste resopló dado lo obvio. Uruha estaba al tanto de todo y a veces me arrepentía de haberle contado demasiado. Era molesto―. No haré nada―hice una mueca de medio lado porque realmente era una estupidez lo que estaba diciendo. Suspiré.

 

―¿Qué hiciste con el verdadero Reita? Dímelo para ir a buscarlo―acotó apagando su teléfono. Lo miré y sus ojos estaban adheridos a mí con intensidad y un toque de preocupación por mi modo actual.

 

―No seas dramático―dije en tono bajo―. Estoy con Yune ahora. Él ha estado conmigo todo este tiempo y…

 

―Uno tiene que estar con alguien porque le gusta; porque se siente atraído tanto física como psicológicamente. Y tú, sólo estás con él porque estuvo contigo en un momento difícil. Te soportó cediéndote su hombro cuando te emborrachabas y te lamentabas. Pero no le tengas lástima, se supone que para eso están los amigos o parejas. Entiendo que él ha estado detrás de ti por un largo tiempo y por lo mismo, no creo que sea bueno que juegues con sus sentimientos―arrugué mi nariz. Los consejos de Takashima eran repetitivos e innecesarios.

 

Iba a abrir mi boca cuando oí un golpecito y, por inercia, giré mi cabeza hacia la puerta la cual estaba entre abierta.

 

―¿Interrumpo?―ahí, en el marco, estaba la persona de la cual estábamos hablando: Yune. Quien nos miró con una sonrisilla tras saludarnos con aquel tono jocoso. Cuando mis ojos se cruzaron con los olivos, mi nuca se erizó. ¿Por qué siempre era tan silencioso…?

 

―Siempre lo haces―rodó sus cuencas mi amigo.

 

―Oops!... I Did It Again―me carcajeé disimulado por aquella estupidez esbozada por el batero.

 

―Que gay…―murmuró Takashima en medio de un exhale volviendo a su teléfono para omitir la presencia del músico aún bajo el umbral.

 

―Es mi esencia―entonó cantarín el de coleta baja con cabellos sueltos y mal amarrados mientras terminaba de ingresar al cuarto sin ninguna invitación previa.

 

Uruha alzó la vista llevándola hacia el sujeto de camiseta de Guns N’ Roses y abrigo grueso hasta viajar a mí posición. Yo, sin inmutarme, volví a tomar el manga que leía con anterioridad para continuar donde me había quedado―más que nada para ignorar a ambos sujetos―. El dueño de la habitación bufó alzándose del acolchado―. ¿De qué hablaban?―cuestionó el recién llegado. Alcé mis ojos del papel y miré a mi amigo quien se acuclilló cerca del ropero para tomar su calzado mientras yo continuaba en el mismo sitio viendo, disimuladamente, los movimientos del visitante quien se acomodó a los pies del colchón con una pierna doblada para quedar frente a frente a mi cuerpo.

 

―De ti… Y mira, por arte de magia apareciste―habló el sujeto de espaldas quien intentaba introducirse en sus botas. Yune me miró y alzó una ceja.

 

―Yo diría que fue invocado. Éste sujeto es como un ente demoníaco―acoté escondido detrás de la revista. Sentí un leve pellizco sobre mi muslo y aparté levemente las hojas de mi cara para buscar la contraria junto a una risa burlesca.

 

―Ojalá haya sido algo bueno… lo que hablaron de mí―canturreó desviando su vista hacia el dueño de casa. Takashima, en su lucha con los cordones, se volteó para mirarme cómplice.

 

―Súper bueno―llamé su atención. Uruha bufó continuando con su tarea―. Hablábamos de las buenas mamadas que me haces―éste abrió su boca en forma sorprendida concluyendo con una mueca pícara en sus labios. El guitarrista se movió por el cuarto como si no estuviésemos ahí. Pero luego de tomar una sudadera y ponérsela, nos quedó mirando con un gesto facial asqueado.

 

―¿Quieres probar?―cuestionó Yune al dueño de casa en tono gutural y atrayente mientras hacia un gesto obsceno con su derecha contra su boca.

 

―No. Qué asco―acotó girándose―. Nada de sexo. Mi hermana está en su cuarto―advirtió. Murmuré un: “Mhn” desinteresado mientras su espalda se dirigía a la salida donde tomó el pomo de la puerta y, antes de abrirla, se giró―. Ni pajas ni mamadas.

 

―Ya oímos―grité lanzándole un almohadón a su cara, pero éste no lo impactó, sino que dio contra la madera de la puerta ya cerrada.

 

―No tiene ni la menor idea de lo que hemos hecho con o sin su familia acá―sonreí de medio lado viendo como me quitaba, con lentitud, la revista la cual contenía dichosa historieta y como, de rodillas, se aproximaba a mi cuerpo tumbado. Buscó mis labios y acercó los ajenos en un fugaz beso para terminar recostándose a mi lado―. ¿Qué leías?―cuestionó hojeando el libro.

 

―Una mini historia―dije recostándome contra mi costado diestro viendo como pasaba las páginas―. Esta―apunté con el dedo rebelando la portada. Una donde salía un chico con el rostro ensangrentado fumando un cigarrillo―. Es sobre un sujeto psicópata y obsesivo que, según Uruha, mata a su enamorado―resoplé. El interés de leer, ya se me había ido―. Me cortó el rollo―me miró despavorido dándome el manga.

 

―Tú también me acabas de cortar el rollo. Eres tan romántico.

 

―Lo sé, cariño―dije jocoso viendo como se alzaba para quitarse aquel abrigo y quedarse con aquella camiseta de su banda favorita. Erguí mi anatomía hasta quedar sentado contra el respaldo de la cama para estirar mi mano y alcanzar la tela de su prenda superior con el fin de atraerlo. Éste se sentó al borde del lecho viendo como mi rostro quedaba a milímetros del suyo y con ansias, aquellos milímetros quedaron en cero cuando sus labios tocaron los míos. El acto fue calmo y dulce. Quien nos vio y quien nos ve ahora. Mordí su labio inferior obteniendo una sonrisa mientras se alejaba. Jamás podría entender lo diferente que me sentía con Yune. Sus besos y sus acciones lograban calentarme, pero no tenían ese extra. En algún punto de la relación busqué aquello que me faltaba, pero entre más lo hacía, más terminaba viendo la cara de Takanori en él. Más tarde, y con el paso del tiempo a mi favor, me acostumbré a su ausencia; a que, quizás, no volvería y logré dormir aquel sentimiento… Pero él volvió y, de la misma forma, aquel sentimiento anestesiado también lo hizo―. ¿Qué haces aquí?

 

―Te vine a visitar por qué tú no me llamas ni me buscas―alcé una ceja y éste entre cerró sus ojos mirándome con intensidad. Pero cuando iba a abrir mi boca para defenderme de aquella acusación, él continuó―. ¿Me vas a salir con la perorata de que eres un alma libre?―sabía mis repetitivas palabras.

 

―Claro―acoté―. Si mal no recuerdo, ambos pactamos que no seríamos invasivos cuando decidimos estar juntos, ¿no? Jamás te rehusaste ni expresaste algún “pero” en aquel entonces, ¿Qué pasó ahora?―me miró detenidamente y yo hice lo mismo. Algo. No, alguien lo molestaba. Él no era así. Él no es así.

 

―Eso fue antes que Matsumoto volviera―bufé. Ahí estaba el motivo―... Me he contenido una semana. No te he preguntado nada. Pero, ¿qué pasó después de que Lucy se fue de la fiesta aquel día?―apreté mis labios. Después que regresé, no encontré a Yune por ninguna parte. Y tampoco le pregunté que le había pasado después; el porqué había desaparecido quedó implícito y decidí ignorar aquello. Ninguno volvió a tomar el tema y los días siguientes tocamos, ensayamos y hablamos sin problemas.

 

―No pasó nada. Estaba molesto con Takanori por irse. Tú sabes nuestra “historia”.

 

―Demasiado, diría yo―le sonreí tímido y me senté correctamente frente a él.

 

―… Así que el alcohol no me ayudó a calmar mi molestia. De hecho, exacerbó aquello y le dije que no quería volver a ver su cara―el batero me miró dubitativo.

 

―¿En serio?

 

―Sí―respondí insatisfecho por mi actuar―. Luego, con la resaca, me di cuenta que había sido una mierda y fui a su casa―el chico me miró con temor―. Me tocaba estar con Erika, así que fui con ella. Le pedí disculpas―en el escueto relato, omití gran parte de lo que ocurrió ahí.

 

―Y… ¿no pasó nada?―tomé sus manos jugueteando con aquellos dedos habilidosos con las baquetas y los tambores.

 

―No, claro que no―mentí en un exhale―. ¿Tú crees que me voy a lanzar sobre él?

 

―Sí―contestó sin titubeo y yo me carcajeé.

 

―Sí. Soy capaz, pero no lo hice. Ten algo de confianza en mí―hice una mueca de medio lado. En cierta forma tenía razón. ¡No había hecho nada!

 

―Aún te gusta, ¿no?―me erguí de hombros.

 

―¿Y, qué importa? Yo no le intereso de esa forma a él. Así que olvídate de eso, ¿sí? Estoy contigo ahora―empiné su mentón y rocé mi boca con la suya.

 

―¿Te puedo pedir algo?―asentí observándolo con intriga―. ¿Podríamos olvidarnos del espacio personal? Quiero que seamos una pareja “normal”―lo oí incrédulo―, quiero que nos veamos más, que me mensajees y que me llames. Ya no quiero tener que esperar que pasen semanas para poder animarme a venir. No quiero tener temor de invadirte...

 

―Nos vemos siempre, demasiado diría yo. ¿No te basta con eso?―esbocé una risilla, pero su rostro serio me silenció.

 

―Nos vemos porque somos miembros de la misma banda. Pero somos pareja y tenemos que hacer otras cosas―acotó con pesar. Se veía incómodo soltando todo aquello. No habíamos hablado así desde que, después de pelear y tener sexo por quinta vez,―sin alcohol de por medio―discutimos sobre la posibilidad de estar juntos.

 

―¿Cómo… caminar por el parque de la manito?―rodó sus ojos como respuesta―. Sabes como soy yo. ¿A que viene todo esto ahora? Lo particular de nosotros es que no tenemos este tipo de charla; sólo dejamos que las cosas se den, ¿no?―frunció sus labios. No había visto ese lado inseguro de Yune. Bueno, si lo había visto… aquel beso posesivo en la fiesta fue, más que nada, para demostrar algo. No me percaté qué quería con aquel arrebato, pero luego vi a Takanori ahí y quizá ese mensaje iba para él…

 

―Porque cada vez me siento más lejos de ti y siento que si no hacemos algo ahora, con el tiempo será peor y te perderé sin haber intentado algo―le sonreí dulce.

 

―¿De qué hablas? No me perderás. Mírame, sigo aquí contigo.

 

―Eso, ¿cuánto durará?―divagó mirando la puerta cerrada y luego con su mirada molesta me analizó y tomó el cuello de mi camiseta y me aproximó a su rostro―. No me cagues, Reita. No te vayas por ahí a engañarme con otro. Primero termíname. Prefiero eso a que me estén poniendo los cuernos y viviendo una fantasía―me soltó lentamente.

 

―Ya hablamos de eso. Quédate tranquilo―me levanté del lecho buscando mis zapatillas para salir de aquel cuarto.

 

―No puedo hacerlo. Estas raro. Admítelo―lo observé sin decir nada―. Dios, Reita. Hazme las cosas más fáciles. Ya de por sí es doloroso saber que tienes una hija con esa tipa y ahora, Takanori rondando… No tengo forma de ganar―miré su semblante cabizbajo. Abrí mi boca negando, pero era cierto, en cualquier momento me sentía capaz de correr tras el profesor, pero… no sabía si estaba listo del todo y era estúpido porque, Takanori parecía dispuesto a dar un paso importante y yo sólo estaba titubeando; quizás sea el mismo Yune quien me hacía dudar. Quien a pesar de todo lo malo de nuestro pasado, siento un vínculo importante con él. Un primer novio con primeras veces no se olvida fácilmente.

 

―Sabes perfectamente que Takanori no siente nada por mí―volví a mentir―. No te preocupes por eso no se me va a lanzar encima―le sonreí nervioso recordando como me había besado y como yo estuve a punto de cagarla correspondiéndole. En el pasado, no me hubiera importado nada, pero ahora…

 

Con mi calzado en mano, me senté, nuevamente, a su lado y éste me miró junto a un suspiro.

 

―Lo sé―dijo en tono bajo. Vacilaba como si tuviese un sexto sentido. Yune sabía muchas cosas de mí, pero no le había contado el propósito de la vuelta de Takanori―. Sabes, te quiero… y ni te imaginas cuanto… Por ello, me desespera, a veces, tu ausencia―le di un beso en su nariz y luego calcé mis zapatillas viejas.

 

―Por favor no te vuelvas obsesivo como el tipo del manga―me carcajeé y éste me golpeó de forma débil sobre mi pecho. Me acerqué a él buscando su boca para besarlo. El gesto calmo mutó a uno hambriento, desesperado, rudo y salvaje. Sus manos acariciaron mi nuca mientras su pelvis se montaba sobre mis muslos. Acaricié sus caderas despegando mi boca de la suya guiando mis labios hacia su cuello sintiendo como él oscilaba su ingle contra la mía haciéndome temblar. Alcé mi cabeza mirando sus facciones mientras nuestros miembros se rozaban bajo la ropa. Un gemidito fue captado por mis oídos prendiéndome―. Mierda, no podemos…―dije aún cuerdo.

 

―Quiero que me la metas. Que me llenes, bebé―susurro sucio con aquel tono calentón que únicamente lo había captado en ese tipo de situaciones candentes.

 

―No te quiero embarazar a ti también, bebé―el enano resopló al mismo tiempo que yo me reía sonoramente y le daba un golpecito en su nalga izquierda para que se bajara de mi regazo. Éste se alzó de mi cuerpo refunfuñando mientras yo, raudo, me erguí acomodando mi miembro para buscar mi sudadera que sabía que la había aventado por ahí. En la acción, vi por el rabillo del ojo, como el sujeto sentado a la orilla de la cama, observaba cada movimiento que hacía posiblemente ensimismado en sus pensamientos.

 

―¿Sabes que eso no puede pasar? A lo más me puede dar diarrea―agregó como si yo no estuviese al tanto―. ¿Por qué te rehúsas a correrte dentro de mí?―cuestionó impávido justo cuando di con la polvorienta prenda deseada la cual estaba bajo una silla junto a al armario. La sacudí mirándolo divertido.

 

―¿De verdad quieres que te conteste aquella obviedad?―resoplé―. Ambos somos sexualmente activos. Yo no sé a cuantos sujetos le has pasado el culo y yo he introducido mi pene en demasiadas vaginas. Que te de diarrea no me interesa, que se me caiga el pene por alguna porquería que tengas, si me importa.

 

―Y claro, yo mientras me trago tu semen…

 

―Esa es decisión tuya, bebé―no pude evitar reírme fuertemente―. Somos tal para cual, ¿no ves? Somos capaz de calentarnos en cosa de segundos como de enfriarnos en el mismo tiempo récord.

 

―¿Recuérdame el por qué estoy contigo?―se levantó de la cama tomando su abrigo para caminar hacia la puerta.

 

―Porque te encanta mi pene y te fascina chuparlo―susurré en su oído dejándolo estático. Tomé el pomo y despegué la madera empujando levemente su cuerpo para que siguiera. Éste caminó hacia el pasillo y se volteó:

 

―Detesto que me calientes y que me dejes así―tocó su entrepierna molesto. Me acerqué a él y lo arrastré hacia el baño. Su abrigo cayó al suelo cuando lo empotré contra la madera del reducido cuarto. Deslicé el cierre de su pantalón dejando relucir aquella erección oprimida bajo, aún, la delgada tela de su ropa interior. Un jadeo entre mezclado con un gemido resonó en mi oído cuando mi índice, travieso, se aventuró a acariciar aquella tela voluminosa.

 

Coloqué mi zurda contra sus labios para silenciar los soniditos que desprendían estos y, levemente, despegué la goma de su piel liberando su miembro prisionero detrás de aquel género elastizado. Con mi pulgar jugueteé con la húmeda cabeza. Luego bajé y subí con mi mano contra aquella carne caliente. Bombeé un par de minutos hasta que el batero se corrió contra mi palma.

 

Jadee en su cuello viendo como su semen empapaba mi diestra al mismo tiempo que sentía como se resbalaba contra la madera para deslizar mis pantalones encontrándose con mi propio falo a punto de reventar. Sin espera se la metió en la boca como si de un dulce se tratase. Gruñí. Maldito Yune, tenía que admitir que me calentaba ver como me la chupaba y como parecía disfrutarlo. Acaricié su mejilla con mi mano pegajosa mientras él succionaba desde la base hasta la cabeza de mi pene. No bastaron muchos segundos para que yo terminara dentro de su boca. Él me miró mientras pasaba mis fluidos por su garganta luego, agitado y todo regresó a su posición inicial donde yo lo cogí de su quijada y devoré su boca. Aquel beso sucio y viscoso ya se había convertido en nuestra acción favorita después de un corto encuentro.

 

Nos separamos levemente. Ambos agitados respirando el aliento caliente del contrario. Con mi pulgar acaricié su labio inferior y no pude evitar pensar en Takanori; en cómo se vería después de que ambos nos besáramos con hambre o como se vería él después de tener sexo. Ambos manchados con fluidos ajenos.

 

Volví a besar aquellos labios. Fue un gesto rápido y húmedo, pero sin lengua de por medio. Cuando me separé bajé mi mirada arreglándome la ropa desabotonada oyendo de fondo el respirar ajeno el cual iba calmándose al igual que el mío.

 

Lo único que estaba haciendo con Yune era usarlo como mi segunda opción. Mi mente nunca había estado con él. Y aquel sujeto, a pesar de toda la mierda mutua que nos habíamos aventado en el pasado, no se merecía nada de aquel romance falso.

 

―¿Vamos a jugar video juegos con Uruha?―dije culposo tras ver su semblante aún embelesado después de aquel improvisado, fugaz y caliente encuentro. Éste asintió ordenándose sus prendas para concluir buscando mi boca la cual estampó tres besos cortos y rodeó sus brazos contra mi cuello.

 

―Te quiero…―murmuró bajito. Luego apartó su cuerpo del mío y antes de abrir la puerta acotó: ―. Me debes un buen polvo. Me he quedado con ganas de más―se volteó y mi sonrió pícaro.

Notas finales:

Hola, ¿Cómo han estado?

Yo acá intentando no morir en medio de esta edición.

Hace tiempo que no pasaba por las notas finales.

Vuelvo por acá por dos razones. Uno: porque alguien me escribió en un comentario que las extrañaba. Sinceramente, dejé de escribir porque ya no me estaban comentando por acá, y, por ello, decidí limitarme a sólo dejar el capítulo e irme porque me sentía hablando sola… Y dos: necesitaba acotar varias cosas sobre esta actualización.

[Esta nota será extensa, pero léanla]

Bien, sobre el capítulo. Este fue eterno y se dividió en dos partes. Hubo flashback. Lo que leyeron al inicio, se sitúa en el capítulo dos: “De madrugada”. En el cual nos enterábamos que Reita estaba en la comisaría y Yuu iba por él. (Pero nunca supimos que fue lo que realmente pasó. El porqué Reita fue detenido, ¿no les dio curiosidad?). Este flashback contó lo que pasó en aquel momento. Cuando escribí ese capítulo hace tres años atrás, siempre quise, en algún punto, narrar lo que había ocurrido aquella noche, pero no sabía dónde ponerlo, mas el momento propicio fue este. ¿Por qué? ¿No es obvio? Por Yune. Sí, la PAREJA de Reita. Sé que a muchos no les agradó la idea y, de hecho, negaron que esto fuese así. hasta creyeron que era una invención del personaje. Pues no. Las peleas contantes de Reita y Yune se transformaron en una relación en la actualidad.

Por cierto, necesito compartirles un vídeo. Normalmente no soy de hacer songfics y no recomiendo canciones para mis capítulos, pero quise compartirles Jesus Of Suburbia de Green Day porque, cuando ideé al personaje de Reita y el molde estaba en bruto recordé al personaje de este vídeo. Tuve en mente buscar Jesus Of Suburbia, pero se me pasó y no lo hice. Un día algo bloqueada (posiblemente la primera vez que narré con Reita) busqué el clip, aquel que quizá no miraba desde mi adolescencia y este calzó perfecto. Cuando tenía que narrar alguna escena potente comencé a recurrir a esto para impregnarme en el personaje y sentir aquella ira innata que necesitaba. Esta canción me ha acompañado y cuando narré este flashback volví a recordarlo después de haberlo olvidado. Otra vez me vi el vídeo. Me encanta que quede perfecto con este capítulo. Y sí, ambas historias son caminos separados, pero los matices de la canción, la potencia de la letra, la armonía de la voz y los instrumentos es, simplemente, ideal para mí, para Reita. Ese Reita del pasado, cabe destacar.

Nos soy de compartir este tipo de información porque es algo personal de cada escritor. Siempre prefiero reservarme cierto tipo de cosas, pero necesitaba expresarme sobre esto. Sobre el como todo tiene un trasfondo y es pensado meticulosamente.

En la segunda parte del capítulo vimos la relación actual de ambos. Se que de Yune no sabemos más allá de apariciones esporádicas donde sólo hemos visto ese lado de Yune más hijo de puta; siempre siendo un personaje muy molesto, pero acá es otro… Vimos su lado vulnerable y como Reita está conflictuado entre Yune y Takanori.

¿Qué opinan ustedes?

Y, para terminar. Gracias por seguir leyendo y, sobre todo, gracias a quienes aún se animan a dejarme review. Son, realmente, un amor.

¿nos leemos?

Un beso.


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