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Vinculados por koru-chan

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Capítulo cuarenta y cinco


Pasado, presente y futuro [Parte dos]


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Una hora más tarde llegué al centro comercial. Me encontraba al otro lado de la ciudad y, según tenía entendido, Takanori ya se encontraba en el lugar desde hace una hora. Le avisé que ya había arribado y, con presura, subí por la escalera eléctrica sorteando peldaños y pidiendo permiso para abrirme el paso.


Cuando me planteé en el segundo nivel, intenté controlar mi agitado respirar mientras me quedaba detenido en medio de aquella enorme ala abierta donde transitaban muchísimas personas. Sonreí cuando mis ojos distinguieron su figura. Él estaba de espalda, parecía que miraba unos puestos de artesanías que, curiosamente, se habían instalado en aquella extensa área. Me aproximé a él y sin que éste se diera cuenta de mi presencia, me dispuse tras su diminuta espalda y antes que éste se volteara al sentir mi toque en su cintura, besé su cuello.


El hombre se giró algo descolocado y tras analizar mi rostro pletórico y contagiarle mi sonrisa, miró, cuidadoso, hacia los alrededores. Se notaba abrumado por aquel gesto tan íntimo y desinhibido de mi parte. No había sido la gran cosa, pero hubieron miradas discretas y otras no tanto. Era sábado en la tarde, donde el centro comercial más se atestaba. Era imposible que no hubieran ojos curiosos y otros llenos de reproche a nuestro alrededor, pero no me importó. Aquello había sido liberador; casi como si decretara, oficialmente, que aquel polémico romance se había convertido en real y que aquello, no era algo efímero.


Saboreé mis labios hipnotizado con los terciopelos y rojizos del contrario. Lo tomé con sutileza de su quijada y antes de que mi cometido surtiera efecto, Takanori se alejó y tomó mi diestra tironeándome hacia los puestos de snacks y bebidas que estaban ubicados a fuera de la entrada del cine. Resoplé siguiéndolo, pero nadie me podía borrar la tonta sonrisa de la cara. Posiblemente Matsumoto había evitado que lo besara, mas, ahora, podía besarlo en cualquier momento.


―Dios, Akira. Está lleno de gente―finalmente dijo sin un ápice de molestia en su tono; más bien parecía cohibido―. Menos mal que te frené. Que espectáculo hubiéramos dado―relató avergonzado de algo que no ocurrió.


―Soy una estrella. Me gusta dar “espectáculos”―rodó sus cuencas por mi respuesta tan soberbia.


―Debería haber traído lentes de sol―dijo―. Me duelen los ojos por tu exceso de brillo―me carcajeé abrazándolo por la espalda mientras el chico de la tienda de popcorns, dulces y refrescos azucarados nos miraba mientras Takanori hacia su pedido sin inmutarse por mis actos.


―Creo que, a pesar de lo osado de Yune y mi controversial personalidad, nunca demostrábamos―al menos yo―este tipo de cosas en público―Takanori me miró y entre cerró sus ojos cuando tomaba entre sus manos el bote lleno de palomitas.


―En la fiesta… ―murmuró. Abrí mi boca y me reí sutil.


―¡Eso no cuenta! Estábamos rodeados de amigos. Y, además de estar bastante ebrios, Yune andaba como perro loco por los celos―éste rió mientras ingresábamos a la sala y nos ubicábamos al costado izquierdo del lugar. Metí un par de palomitas dulces a mí boca mientras miraba la pantalla y, en aquel instante me di cuenta que no tenía idea de que película íbamos a ver.


―En todo caso… ¿para qué ocultarlo?―murmuró mientras apoyaba su nuca en los cómodos asientos de cuero. Éste me miró y las luces se apagaron―. No estamos haciendo nada malo―asentí. Se veía algo triste.  Quizás autoconvenciéndose que no estaba mal esto que estábamos comenzando―. Por cierto, veremos Terminator―lo miré sorprendido viendo como los tráilers de futuros estrenos comenzaban a pasar en la pantalla.


―… Dark Fate―bullí de emoción mirando su perfil mientras una roseta de maíz acariciaba sus labios.


―Sabía que te gustaría―susurró mientras yo continué observándolo admirando como su cara era iluminada por las imágenes proyectadas en la gran pantalla. Su semblante seguía viéndose inquieto a pesar que intentaba mantenerse con la mente en el presente. ¿Qué sería lo que le preocupaba tanto a Takanori?


―¿Recuerdas la última vez que estuvimos juntos en el cine?―capté su atención. Me miró cuidadosamente―... Las cosas no terminaron muy bien―hizo una mueca extrañada, como si estuviera en desacuerdo.


―… Pero, sí terminaron bien―alcé una ceja sin entender―… Cuando nos besamos en el parque, en aquel momento, fue cuando me percaté que me gustabas y que estaba intentando obviarlo por ser algo incorrecto. Tenía miedo; por el qué dirán―bebió su refresco volviendo sus ojos a la pantalla―. Al final, siempre va haber alguien que dirá cosas inapropiadas―negó seguro recordando a Yuu y a Lucy.


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Acaricié la nuca de aquel hombre mientras introducía la llave en el cerrojo. Éste, sin alejarse de la madera que nos separaba con el interior de su departamento, me miró y se aproximó a mi para besarme. Estaba seguro que Takanori sólo quería darme un beso simple y tierno, pero yo me había mantenido a raya aquellas horas y estaba de más decir que aquello era lo que más deseaba hacer. Aquel hombre me volvía loco con sus sutilezas y yo sólo quería poseerlo violentamente.


Mordí su labio inferior y él sonrió mientras mi ceño se fruncía en protesta tras sentir que se alejaba. Yo no me quería apartar de él. Apegué su espalda contra la puerta mientras acariciaba su cintura. La cara de Takanori cambió a una analítica. Sabía el tono y la seriedad que el ambiente se había transformado. Busqué su lengua y aquel desliz de nuestras bocas comenzó a intensificarse. El aire se volvió caliente y un jadeo se escapó de aquellos labios cuando mis caderas chocaron con las contrarias. Bullía de deseo. El castaño me miró y en aquellos ojos pude captar las ganas que también tenía aquel hombre. Saboreó sus labios e inevitablemente me sumergí en su cuello impregnándome con aquella esencia entremezclada de jabón y perfume. Giré el cerrojo abriendo la puerta sin tener intenciones de separarme de aquel cuerpo. Su bolso cayó al suelo al igual que la bolsa marrón que habíamos adquirido luego de comprar en una tienda de comida rápida.


Nos miramos unos segundos como si, mudos, intentáramos debatir en el qué hacer; ¿cenar o ir al cuarto? Vi como abrió su boca para hablar, pero velozmente me estampé nuevamente contra sus labios calientes y sofocados mientras guiaba a aquel pequeño hombre hacia su habitación.


Lo recosté en la cama y me subí arriba de él. Alcé su camiseta acariciando su torso con mis dígitos ansioso oyendo jadeos reprimido de su parte.


―… Akira―vociferó como pudo mientras llenaba de besos la piel de su blanco abdomen―… Por favor, paremos―terminó diciendo agitado mientras se apoyaba de sus codos buscando mis ojos con culpabilidad. Alcé mi rostro viendo como éste mostraba una mueca afligida y algo contrariada. Y, tras un suspiro de alivio al verme asentir taciturno, echó su cabellera hacia tras junto a un respirar notoriamente agitado. Recostó nuevamente su cabeza sobre las almohadas y murmuró un: ―... Lo siento―con pesadumbre.


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El día siguiente era domingo. Así que me sobre exalté al oír la alarma de Takanori. Gruñí. ¿Cómo era posible que hasta el maldito fin de semana tuviera ese aparato programado? Cubrí mi rostro con una almohada ahogando un jadeo moribundo. Y, que la noche anterior resultara ser pésima, no ayudaba. El día de ayer habíamos tenido una presentación deficiente. La batería de Yune no se pudo arreglar y no tuvimos oportunidad de ensayar... Al final todos discutimos y cada cual tomo su camino. Suspiré. Necesitaba al menos dormir, sobre todo porque debía aprovechar el hecho de que, aquel día, tenía libre. Por alguna extraña razón no me tocaba estar con Erika. Lucy me echó una excusa barata por mensaje, mas no quise debatir. Estaba sin energías para vivir. Merecía un descanso y, mantener mis ojos cerrados hasta tarde, era una necesidad.


Takanori salió del cuarto mucho más rápido que los días de semana. Oí la ducha y como volvía a la habitación envuelto en una bata y con el cabello húmedo. Posé el puño de mi zurda contra mi cabeza mientras lo miraba rebuscar algunas prendas en su armario.


―¿Me prestas algo de ropa?―le pregunté mientras bostezaba. Éste me miró y tras unos segundos asintió. Ni siquiera cuestionó el porqué estaba ahí y menos el cómo había ingresado. El hurtar su llave ya era un acto normal. Posiblemente, la siguiente acción seria traer, sutilmente, mi ropa―. ¿Pretendes salir?―Takanori lucía algo preocupado. Seguramente porque, después de aquel fallido acto sexual, me fui diciéndole, escuetamente, que me tenía que ir rápido a 1991 porque los chicos me estaban llamando con urgencia. Falso. Estaba enojado y no lo podía negar. Pero después de meditarlo bastante, entendí al hombre. Yo era ansioso. Lo quería todo y ahora. Pero las cosas no eran así. Nunca eran así y, sí quería estar con él, debía darle tiempo y ser prudente.


―Sí. Quiero ir al supermercado. Necesito algunos ingredientes para hacerle un pastel a Kaolu. El lunes está de cumpleaños y se lo había prometido hace tiempo―lo analicé con intensidad mientras asentía.


―Iré contigo―acoté. éste me miró incrédulo mientras me levantaba y salía del cuarto.


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Tomé un carrito de aquel enorme supermercado en tonalidad predominante en verde e ingresamos a aquel lugar bastante movido. Eran las once de la mañana y, al parecer, los domingos también la gente se levantaba temprano. Caminé con pereza y bostecé en el proceso mientras seguía al hombre bajito deambular por los pasillos hasta que vi ingresar a una enorme extensión con aroma a vainilla y empaques coloridos. Bajé mi nuca acariciando mi cuello mientras intentaba suprimir un nuevo bostezo cuando su timbre me alertó.


―No sé porqué insististe en venir. Sólo voy a tomar algunas cosas. Hubieras descansado en casa―dijo distraído mirando los anaqueles. Parecía que buscaba algo en específico.


―¿Te quieres deshacer de mí? Sí es así, no lo conseguirás―murmuré con dramatismo fingido consiguiendo que éste se volteara, mas no acotó nada al respecto. Su semblante seguía preocupado, pero ahora se mostraba pensativo e incómodo.


―… Creo que tendremos que ir al otro supermercado. Acá no tienen lo que necesito―arrugué la nariz sin deseos de ir al otro extremo de la ciudad. Así que dejé el carro y me uní en la búsqueda de aquella caja la cual tenía la mezcla perfecta para hacer un biscocho de un tipo de chocolate en específico. Dios, ¿por qué tanto esmero por ese sujeto tan insoportable?


―¿No se supone que es para Kaoru? Puedes darle cualquier mierda―el hombre negó. Estaba claro que los celos me estaban recorriendo el cuerpo, pero ¿por qué tenía que hacerle un pastel a él? Fruncí mis labios sin que me viera, pero en aquel momento encontré dicha caja de la marca que él quería y de los ingredientes que él necesitaba.


Takanori, decepcionado, avanzaba lento por el corredor empujando el carrito con sus antebrazos mientras buscaba el producto clave de forma online. Me acerqué a él y frené el carro mientras lo aprisionaba por la espalda extendiéndole dicho empaque. Éste se giró levemente y miró mi perfil con una clara mueca sorprendida. Con su rostro brillante, besó mi mejilla.


―¿Dónde lo encontraste?


―Ahí mismo―apunté justo a un lado de él―. No llevas tus anteojos―recalqué su despiste.


―Se me quedaron sobre el mesón de la cocina―bufó―. Tendrás que ser mis ojos, sino no encontraré nada―miró la caja a detalle mientras yo permanecía aprisionando su cuerpo contra el carrito. Su cuello blanco pálido y expuesto me llamaba. Miré a mis alrededores y tras comprobar que nadie pasaba por aquel pasillo de harinas e ingredientes para preparar todo tipo de dulces, deslicé mi nariz por su piel y deposité un beso en aquel lado donde, con anterioridad, había hecho un chupetón bastante marcado para su tono de piel, pero qué, a estas alturas, ya había desaparecido. Éste se sobre exaltó y miró el entorno para, luego, volver a mi rostro. Takanori se giró y jugueteó con el cordón de la sudadera que él me había prestado. Lo vi inquieto. Mordió su labio en la acción y tras un suspiro dijo: ―. ¿Estás molesto por lo de ayer?―alzó su vista la cual había estado adherida a mi pecho―… Pensé que no ibas a volver. Se que actué mal… yo―habló bajito. Se veía a congojado.


―Sí, estaba enojado―me erguí de hombros―, pero era sólo frustración mía... Si estoy caliente, sólo me debo dar una paja y una ducha helada―me miró preocupado quizá hasta algo nervioso. Nos miramos unos minutos y en medio de aquel tiempo, acomodé sus cabellos castaños tras su oreja zurda y deposité un beso sobre sus labios.


―No te vas a deshacer de mi tan fácil―repetí―. Demasiado me costó llegar a ti―volví a depositar un beso sobre su cuello. Lo oí suspirar mientras subía hasta su quijada. Éste se separó de mí y, tras echarle un vistazo a mi boca como si dudara en actuar, me acerqué a él para masajear sus labios percibiendo como me recibía tímido, pero rápidamente una sonrisa gustosa adornó aquel adorable rostro―… Así que puedo esperar―susurré meloso sin querer separarme de él. Éste asintió y antes que nuestros labios se volvieran a unir, alguien chocó nuestro carro.


Molesto, miré a él o la imbécil que osó a romper nuestra burbuja cursi cuando choqué con aquellos ojos tan similares a Takanori, pero tan diferentes a la vez... Lucy parecía bullir en ira. Matsumoto la miró y luego su vista viajó tras su espalda cuando percibió que alguien conocido se acercaba leyendo algo en el producto que traía en su zurda, parecía compararlo con el de su diestra.


―Bebé, ¿qué tal si llevamos…?―¿bebé? Jadeé una carcajada que carecía de todo tipo de humor mientras observaba a la nueva conquista de mi padre con una mueca repulsiva. Sentía tanto asco que estaba seguro que, en cualquier minuto, vomitaría en medio del pasillo. Éste tras vernos, se detuvo en medio de su andar y analizó la incómoda escena. Alguien se estaba burlando de nosotros, ¿cierto?


¿Por qué no vi venir esto antes? La posibilidad era latente. Era obvio que mi padre tomaría represalias después de que Takanori le escupiera en la cara que él y yo estábamos juntos. No estaba sorprendido, sólo estaba molesto. Chisté por la horrible suerte y por mí estúpido cerebro. Resoplé rabioso por no haberme dado cuenta antes y así haber podido apoyar a Takanori con aquella angustia interna que sólo él había captado. Como no lo vi venir, tampoco tuve tiempo de advertirle a Lucy.


Hice una mueca martirizado viendo como el más bajo se alejaba de mi lado marchando sin titubear para acercarse a hacia mi padre. Éste lo miró soberbio, pero su rostro cambió cuando su expareja lo empujó con ambas palmas sobre su pecho y, mientras lo increpaba―cuidando su tono para que el entorno no se percatara del enredo “familiar” que teníamos ahí―, miré a Lucy quien observaba la escena. Tomé entre mis brazos a Erika la cual estaba haciendo ruiditos y muecas para que yo captara su presencia. Le sonreí a la menor mientras ésta ubicaba sus manitos en mi quijada mirándome con curiosidad al mismo tiempo que balbuceaba cosas sin sentido


―Hey, ¿qué estás haciendo?―se precipitó a mí la chica. La miré lleno de reproche y repulsión. Ésta bufó.


―Hoy me tocaba estar con Erika. Y tú, preferiste salir a revolcarte con MI PADRE para… ¿aparentar una familia feliz? ¿Qué se supone que estás intentando?


―No seas ridículo―me contestó. Yo me carcajeé mirando de reojo la discusión de aquel par.


―¿Yo ridículo? Estás saliendo con mi padre, el abuelo de nuestra hija, ¿no te parece eso ridículo? ―vociferé entre dientes.


―Tú sales con mi hermano, tío de nuestra hija―rodé mis ojos.


―Yo conozco a Takanori desde mucho antes que nosotros nos enredáramos. Tú estás haciendo esta mierda sólo para arruinar a los demás―ésta no dijo nada.


―Dame a mi hija―dijo molesta. No iba a discutir más, menos con la niña en medio. Se la tendí y la menor hizo mohines tristes tras ver que la alejaba de mis brazos.


―Haz la mierda que quieras, Lucy. Pero te voy a advertir algo: Yuu es la peor basura que vas a conocer en tu vida. Si creíste que yo era de lo peor, éste es aún más. Mi papá engañó a mi madre toda su vida. Takanori también fue uno de sus amantes; luego, el amante se volvió el principal y lo engañó con otro sujeto. Yuu arruina todo. Y de ti se va a aburrir rápido. A ese sujeto le gustan los penes―la chica de los tatuajes me miró indignada y algo asqueada.


―¿Tú crees que te voy a creer?


―Claro que no, él se encarga de embellecer todo con su encanto y labia. Insisto, Haz lo que quieras, pero se inteligente―la miré serio―... Por cierto, no quiero que me quites mis días con Erika y, no quiero que ella esté metida en medio cuando ustedes quieran estar juntos―gruñí devolviéndole las palabras que había utilizado con Takanori y conmigo. Ésta enmudeció.


Me alejé de aquel lugar yendo hacia la posición del castaño justo cuando Yuu lo tenía agarrado de una de sus muñecas para que lo dejara de empujar, pero llegué yo y lo alejé liberándolo de su agarre.


―Me das asco―murmuró Takanori dirigiéndose al mayor―. Por dios, ¡es mi hermana!―dijo con la voz quebrada―. Ella tiene la edad de Akira, ¿cómo es posible…?


―Es posible cuando se es un enfermo―murmuré mirándolo fijo―. No poder terminar una relación de manera sana te lleva a actuar de esta forma. Deberías ir al psiquiatra, padre. Quizá así podrás dejar que los demás vivan en paz y, al fin, tú podrás vivir tu mierda de forma tranquila sin lastimar a otros.


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El viento mecía nuestros cabellos y el sonido de los autos, a mi espalda, era nuestra música de ambiente aquella tarde. Hice una mueca de medio lado afirmando mi trasero en un bloque de cemento, el cual era una especie de jardinera llena de flores y verdes arbustos, para quedar frente a aquel cabizbajo castaño. En silencio―y con clara impotencia― veía y oía a Takanori llorar de forma amarga y reprimida.


Bufé con molestia palmeando mis muslos mientras me erguía y daba un par de pasos hacia la banca de concreto en la cual, aquel pequeño hombre, se encontraba. De inmediato, acaricié su espalda para consolarlo. No sabía que hacer realmente; menos cuando sus espasmos me destrozaron el alma tras percibirlos cuando toqué su dorso. ¿Por qué siempre mi padre tenía que aparecer y arruinar las cosas? ¿Sería siempre así?


Chisté. Miré a Takanori quien, en aquel instante, dejó salir sutiles suspiros pausando su llanto ligeramente mientras yo me aventuraba a intentar limpiar su rostro con la manga de mi sudadera. Sentí, en aquel minuto, que nuestro pasado no nos iba a dejar avanzar…


Llevé aquella mano que se deslizaba por su columna hacia su nuca, ligeramente agachada, percibiendo como poco a poco su llanto dolido mutaba a uno mudo. De la nada gruñó limpiándose, el mismo, sus húmedas mejillas con ira. Esbocé una sonrisa triste sin que el me viera. Él se giró hacia a mí, toda su cara estaba muy roja. Hizo un gesto triste entre mezclado con un sutil mohín de su boca. Se veía adorable. No había forma en la cual Takanori no me pareciera el ser más brillante e increíble.


―Perdón…―me miró mordiéndose el labio inferior. Aún lágrimas rodaban por sus pómulos sonrosados. Me aproximé a él y tomé su quijada con delicadeza para cortar aquel reguero con mis labios. acaricié su piel salada con mi boca repartiendo besos por el área mientras éste cerraba sus ojos por aquella invasión tan repentina. Me alejé levemente y deposité mis labios contra los ajenos de forma sutil. Casi se sintió como un roce. Matsumoto abrió sus párpados cuando mi tacto concluyó. Sus ojos me miraron de forma tan… desanimada.


―¿Por qué?―lo cuestioné. Éste suspiró regalándome su perfil de rasgos redondeados y bonitos.


―Siento que por todo termino llorando y no sabes como odio llorar. Aún más por frustración y rabia―limpió sus ojos aún aguados―. Ya de por sí me veo frágil, llorar reafirma con creces mi obvia debilidad.


―Por favor. Eres el sujeto más fuerte que conozco. Sí, tú apariencia engaña, pero eres fuerte. Llorar no tiene porqué ser un sinónimo de debilidad, al contrario. Creo que no llorar es lo que te hace frágil de carácter. Mírame a mí, soy capaz de golpear a medio mundo cuando estoy frustrado. Y, ¿crees que eso me hace sentir mejor? Sólo termino con los nudillos adoloridos y sintiéndome más mierda que en un principio―resoplé. Éste rió y yo lo observé aliviado―. Voy a hablar seriamente con Lucy, si la estúpida no entiende, entonces no habrá nada que hacer y tendrá que percatarse por ella misma como Yuu es una basura. No podemos hacer nada más por ella…


―… No quiero que le haga daño―habló roto.


―Oye... Ella es adulta, no podemos cuidarla como a un bebé. Ya la advertimos. Ahora es cosa suya si quiere tomar o dejar nuestras advertencias―suspiró. Nuestros cabellos se mecieron con brusquedad. Era tranquilo estar en la parte trasera del centro comercial; casi no transitaban personas y el día, ligeramente nublado, estaba fresco y agradable.


―Tienes razón, ya no podemos hacer nada―suspiró. Tras una pausa, sentí como su mano acariciaba la mía posada sobre el concreto de aquel rugoso asiento. Observé aquel gesto alzando mi rostro observando el ajeno el cual me sonreía tranquilo. Lamió sus labios y yo tomé su rostro estampando mis labios sobre estos. Estaban suaves, salados y cálidos. 


―Vamos a casa―susurré aun rozando su boca y éste asintió. Me levanté estirando mi palma para que el más bajo la tomara―. Por cierto, me mudaré contigo―dije cuando se alzó captando su atención. Éste irguió sus cejas pasmado, pero luego su mueca cambió a una de claro reproche junto con una negativa de su cabeza.


―¿No se supone que yo te debería haber invitado?―dijo mientras yo tiraba de su mano para hacerlo andar y guiarlo hacia la entrada del centro comercial nuevamente.


―Prácticamente ya estamos viviendo juntos―argumenté. Takanori rió.


―Okey, te prepararé la habitación de invitados―se soltó de mi mano mientras abría el panel de la puerta de cristal. Vi como sus labios se curvaban cuando adelantó su paso dejándome en medio del umbral de la entrada.


―¡Oye…!―gimoteé con fingido berrinche. Éste se carcajeó mientras yo lo alcanzaba por la espalda. Rodeé su cintura y dejé múltiples besos en su cuello.


―Hace unos días hice una copia extra de mi llave―susurró provocando que detuviera nuestra marcha. Giró la mitad de su rostro esperando una reacción de mi parte, pero yo solamente me quedé embobado analizando sus palabras―… Realmente no sabía cómo invitarte apropiadamente―contó acariciando el dorso de mis manos fieramente adheridas a su abdomen. Esbocé una sonrisa junto a una risita boba mientras escondía mi rostro pletórico en la curvatura de su cuello completamente abochornado. ¿Cuándo había sido la última vez que me había avergonzado? Sentí mi cara arder como el mismísimo infierno. ¡Yo era desvergonzado, maldición! Takanori acarició mis cabellos al mismo tiempo que reía―. Me gusta ese lado tuyo. ¿Quién diría que Akira Suzuki tendría un lado adorable escondido? Deberías mostrarlo más―canturrió.


―Cállate―le dije. Éste se carcajeó con más ímpetu mientras buscaba mi mejilla para besarla. Cuando dio con ella posó sus labios con regocijo. Nos observamos unos largos minutos y éste terminó abrazándome. Con delicadeza hice lo mismo; acaricié su espalda terminando por atraer sus caderas hacia mi cuerpo.


―¿Tienes miedo… de esto?―susurró en medio de aquel gesto mutuo. Estaba seguro que los dos íbamos a funcionar bien como pareja. Sí. Los dos teníamos una historia intensa detrás―que no sólo nos incluía a nosotros―, pero gracias a ello, nuestro lazo era mucho más fuerte que todos nuestros conflictos pasados.


¡Claro que no tenía miedo! Quería esto desde que era un adolescente. Necesitaba a Takanori para mí y sabía que, en la actualidad, él me quería y necesitaba de mí tanto como yo.


―Si estoy contigo, no le tengo miedo a nada―solté. Sabía que íbamos a poder enfrentar todo y más; el gran obstáculo ya lo habíamos pisado por eso, ahora nos tocaba vivir nuestro presente; sin mirar el pasado y con la vista puesta en el futuro. Satisfecho con mi respuesta, movió su cabeza de forma afirmativa contra mi pecho, se alejó ligeramente de mí y tomó mi mano guiándome hacia el frente; donde la salida de aquel centro comercial nos esperaba mostrándonos el inicio de nuestro recorrido juntos.


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Fin


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Notas finales:

Hola, ¿cómo están?

Hemos llegado al final. Ha sido un largo camino. Jamás pensé que esta historia escrita en el 2016 tomaría este rumbo y terminaría siendo mi pequeño tesoro preciado. <3

En el capítulo pasado mencioné que, “técnicamente” este capítulo era el final. Y sí. Es el final, pero escribí un epílogo. ¿Lo esperarán?

Gracias por su apoyo. Sin ustedes no hubiera podido animarme a seguir adelante con esta idea y, menos, hubiera logrado desglosarla como era debido. <3 <3 <3

Pronto nos leeremos por última vez.

¡Un beso!


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