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Imperceptible conexión por Ilusion-Gris

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La silla rechinó al ser arrastrada. El ruido que provocó fue tan fuerte como debía ser, pero eso no evitó que Gaara maldijera por lo bajo, y más cuando él había procurado moverla despacio, haciendo uso de toda la cautela que aún era capaz de manejar.

Naruto giró la cabeza al instante en que le escuchó.

—¡Por fin llegas temprano! —exclamó con una sonrisa un tanto melancólica.

Aquella era una afirmación incorrecta.

El profesor estaba visiblemente atrasado. Se suponía que las clases debían estar comenzando y si Gaara se hubiera dado cuenta antes, seguramente se habría quedado afuera esperando. Pero fue inevitable, porque la puerta tenía una pequeña ventana donde lo primero que miró del otro lado fue el hermoso perfil del rubio, y allí de pie sin atreverse aún a entrar, perdió el aire cuando vio cómo lucían sus colmillos al soltar una carcajada para luego llevar una mano detrás de su nuca y alborotar su cabello, aquellas rebeldes hebras que asemejaban rayos de sol y que él daría todo por sentir en la punta de sus dedos. Trató de recobrar la compostura. Al abrir la puerta en sus oídos impactaron una avalancha de voces, todos frenéticos charlaban y para él todo fue extinguiéndose hasta solo percibir a aquel chico alto, aquel que poseía la más bella de las sonrisas, y con cuidado de no ser advertido, pasó de largo, pero antes de tomar asiento levantó la mirada al escritorio vacío y frunció levemente el ceño. Ya era tarde para salir de allí.

—Sí... —contestó mientras tomaba asiento.

Alguien golpeó el hombro del rubio para atraer su atención, y este regresó a la conversación que mantenía segundos antes. El pelirrojo suspiró, al final no necesitó hacer más para continuar con el juego de permanecer fuera de su alcance. Buscó su libro en la mochila, esperando así tener algo entre sus manos que le ayudara a olvidar que a unos pasos de él estaba el objeto de sus, ahora, frustrados deseos.

"Leçon 31, ma première historie d'amour...", leyó y enseguida entendió que abrir el libro al azar fue la peor de las ideas.

—Creo que ya salió aquel cómic que sigues, ¿quieres pasar a comprarlo cuando terminen las clases? —habló a un lado suyo.

Sintió sus manos temblar ligeramente para después tensarse por completo, como si el rubio transmitiera electricidad y él fuera el conductor perfecto.

Le había tomado por sorpresa y Gaara sabía que si subía un poco la cabeza, y miraba de reojo le vería, probablemente estaba inclinado, apoyando sus manos en las rodillas mientras intentaba continuar estirando el borde de sus labios en aquella torpe sonrisa que le dedicaba desde que se percató que le evitaba. ¿Por qué no era directo y le preguntaba? ¿Por qué no se enfadaba y le gritaba? No, no hacía nada de eso y solo se tragaba sus palabras, ¿qué pretendía?

—No gracias, tengo que llegar a terminar algo en casa. —Le miró, por fin se atrevió y muy contrario a lo que esperaba se sintió enfadado, aún más.

—C'est le 14 de février, la Saint-Va... —Leyó, pero la mano de Gaara no le permitió continuar—. ¡Qué rayos!, aún no llega ese día y ya te estás adelantando. No creo que tengas algo más importante qué hacer, a menos que quieras terminar todo el curso en la noche.

—No me refiero a las clases. —Acercó su libro al rostro dispuesto a ignorarlo si era necesario.

El rubio quería saber qué había cambiado, por qué ya no era el chico que solía ser su amigo, no, no es que ahora ya no lo sea, es que ahora parecía uno totalmente diferente; pero se contuvo, no creía merecer a alguien como él, después de todo había hecho algo horrible a alguien que apreciaba de la misma manera.

—Será otro día... ¿Cierto? —Fue imposible no sonar suplicante.

Al principio creyó que no le escuchó, pero a menos que practicara leer con el texto de cabeza no tendría el libro de esa forma, y sí, entendió la indirecta y se marchó.

[...]

No tenía muchas personas a las cuáles pedir un consejo, Temari si estuviera ahí quizá lo escucharía, pero estaba en un lugar muy lejano y él odiaba escuchar su voz salir de la pequeña bocina del celular. Por eso estaba en un parque a diez cuadras de su casa, no quería que algún vecino le viera merodeando solo, prefirió caminar hasta encontrar un lugar tranquilo, le bastaba una piedra o un pedazo de suelo donde sentarse, pero había mucha gente en todas partes, y creyó por un momento que jamás encontraría aquel espacio donde él pudiera lamentarse en soledad. Pero lo encontró. Una banca donde podía apreciar el paisaje, uno muy sucio. Había montones de botellas y bolsas de comida chatarra atoradas entre unas feas y secas ramas que intentaban cercar el ahora extinto pasto suplantado por hierbas comunes y corrientes.

Se sentó resignado, ya no quería continuar caminando, ni quería regresar a su habitación y, pensándolo bien, aquel miserable parque lucía perfecto a como él se sentía. Como escoria, una asquerosa escoria que quería dejar de serlo y en el intento descubrió que jamás lo lograría. No es que se haya rendido, pero era difícil cuando descubrió que era más sencillo ser así. Ya no tenía que ser amable, ya no tenía que platicar con los amigos del rubio y fingir que le agradaban, y sobre todo, ya no tenía que ser Naruto el centro de su mundo, él podría crear uno, uno donde no existe el dolor, uno donde puede quedarse callado y a la vez conectarse con quién quiera.

Mientras por fin se ponía a divagar con libertad, no se dio cuenta que de a poco su humor mejoraba y de un momento a otro se arrepintió de actuar de esa forma, pero no sabía de qué otra manera debía hacerlo.

El viento sopló tan fuerte que un papel voló frente a él, alzó vuelo desde el suelo hasta llegar a la altura de sus ojos y lentamente se fue desplomando; Gaara observó aquello como si fuera una extraña función en un teatro, pero de un impulso se puso de pie y recogió la hoja antes de que se alejara de ahí.

• •

[...]

• •

Tenía la extraña sensación de que había consolado a dos personas y no solo a Hinata, pero no había ni una manera coherente de comprobarlo. No bastaba con aquel vago cosquilleo en su cuello, como si alguien de pelo corto se hubiera recargado, y también la humedad de unas lágrimas rodar por su brazo. Era imposible, porque solo su prima se recostó en su pecho y lloró en su camisa.

—¿Quién lo diría? Es la semana de extraordinarios y tú estás aquí. —Sonrió, no con la intención de hacerlo una burla, él no era esa clase de persona.

—Pues deberías poner más atención a tu situación, que no es mejor que la mía —habló con voz serena, ya no había razones para estar preocupado. Una vez dentro no encontró la manera de salir y lo mejor que podía hacer era adaptarse.

—Vaya... Creo que te juzgué mal —le miró apenado—, pensé que serías del tipo que se volvería loco si no obtiene la mejor calificación.

—Lee, yo no actuaría tan infantil, pero al menos quizá antes sí me deprimiría...

—¿Antes de qué? —preguntó sin entender muy bien de qué hablaba, tal vez no escuchó correctamente.

—¡Mira! —Le dio un ligero golpe con su codo—. ¿No es esa chica de la que me hablaste?

Rock Lee entrecerró los ojos y distinguió a la joven de cabello rosa. Su rostro se iluminó.

—Es Sakura... Pero va acompañada de un amigo. —No fue capaz de ocultar aquella pequeña decepción que le embargó.

Neji volvió a mirar y notó al chico. Tenía lentes oscuros y las manos dentro de los bolsillos de una sudadera gris. El pelo le cubría la mitad de la cara y como si el destino quisiera que mirasen mejor, el joven echó su cabello hacia atrás en un acto que aparentaba ser casual. El castaño que en todo momento estuvo atento paró en seco.

—No importa —agitó sus manos para parecer convincente—, no hace falta esperarlos porque igual y ella ya no me recuerda —dijo un poco avergonzado.

Pero a pesar de escuchar una voz dirigirse a él, las palabras no tenían sentido, tan solo eran un sonido sin forma ni razón. Su corazón que normalmente ya no notaba al latir, por la costumbre de siempre ir a cierto ritmo, ahora golpeaba insistente en su pecho, como si de pronto se hubiera convertido en un ave y ansiara por salir, porque dentro no había espacio suficiente y él mismo sentía que fuera incluso no hallaría el necesario.

—Oye, ya vámonos, no estoy tan desesperado como para armar una escena. —Le jaló del brazo, pero el chico de ojos perla se zafó y caminó en dirección a la chica.

Lee sudó frío, no quería que se acercara, pero ya estaba a unos pasos de ellos; y en un intento por detenerlo pensó en lanzarse sobre él. En cambio, lo único que hizo fue quedarse ahí congelado.

Sakura notó que alguien se acercaba y no fue capaz de continuar la conversación, el silencio les invadió y se detuvieron frente a un chico de cabello largo que miraba a su amigo con una expresión que no pudo descifrar.

Unas pequeñas arrugas se formaron en la frente de Sasuke, se sacó los lentes consciente que incluso así vería lo mismo, sí, eran los mismos ojos que él traicionó.

Nadie decía nada y la joven se comenzó a asustar.

—Disculpa... ¿Podemos ayudarte en algo? —habló, pero los chicos ni siquiera le prestaron atención.

Estaba preparado para recibir un golpe, incluso no lo impediría, quizá hasta se dejaría dar dos, pero el castaño solo lo miraba, y él cada vez iba descartando la idea que estaba ahí para vengarse.

—Si tienes algo que decir, solo hazlo. —Volvió a colocarse los lentes y en ningún momento dejó de fruncir el ceño.

Neji por fin abrió ligeramente la boca y carraspeó un poco, pero no tuvo el valor de pronunciar nada. Dio un paso hacia atrás y apartando la mirada de Sasuke pasó de largo en la misma dirección que ellos habían tomado antes y cuando creyó que ya no lo verían, comenzó a correr.

[...]

En una ocasión, cuando su padre aún tomaba su mano para llevarlo a la escuela, se inclinó, le miró a los ojos, aquellos ojos que ambos compartían en forma y color, acarició su pequeña cabeza que cabía en su mano y le dijo tan amable como nunca antes le escuchó:

—Si algo sale mal, si ni siquiera sabes por qué es así, escribe en un papel lo que sientes.

No era el mejor consejo del mundo, pero era lo único que tenía, lo único que era capaz de hacer cuando las cosas rebasaban el límite. De alguna forma su padre siempre aparecía en su cabeza en los peores momentos, a pesar de que no estaba ahí con él y que se alejó hace tanto tiempo que lo único que sabe es que debe lucir igual a su tío, pero sabe que eso no es del todo cierto, porque a pesar de que son gemelos, no han pasado lo mismo y la vida no les ha marcado de igual forma.

Neji tomó aire, tomó tanto porque sentía que si no lo hacía de una vez, cuando menos lo esperara ya no podría hacerlo. No sabía dónde estaba, nunca había visto ese lugar y se asustó un poco, últimamente se encontraba envuelto en situaciones anormales, que no encajaban con la realidad que él a diario antes podía casi palpar. Pero no importaba y sacó la libreta donde durante todo el curso apenas y escribió algo.

«Lamento que me haya cruzado así en tu camino, lamento haberme perdido cuando me miraste y lamento ser tan ingenuo que cuando apareciste en mi vida no estaba preparado y solo me hundí lentamente en una obsesión insana para mí, para ti y para cualquiera que se interponga, porque no dejo de buscarte en todas partes, no dejo de imaginar cruzarme una y otra vez en tu vida, y ninguna de las veces en las que lo pensé, fue igual de lamentable que la real, la que pasó, y la que debía ser diferente, y lo que más temo es lo que puedas llegar a pensar, lo que llegues a sentir, que sea disgusto, rechazo o cualquier cosa que no sea lo que yo espero. No preguntes qué espero, porque no lo tengo muy claro, no quiero besar tus labios, ni tocar tu piel, no anhelo nada físico, solo quiero que me mires y veas lo que hay dentro como la primera vez, quiero ser una sensación extraña a tu alrededor, que cuando no esté, creas que nada tiene sentido, porque para mí nada tiene sentido, y que no haya nada más importante que yo, es egoísta, lo más egoísta quizá que escucharás en tu vida, pero no tienes derecho de reclamarme, ¿por qué entonces yo a quién le reclamo? ¿Quién es el culpable de esto que me acosa? Si sabes la respuesta me encantaría escucharla, me encantaría escuchar cualquier cosa que venga de ti y más que nada quisiera ser alguien con un significado esencial en la interrogante de tu existencia. Pero... ¿Quién eres? Y... ¿Quién soy yo?».


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