Caminaba en la oscuridad envolviendo su estómago entre sus brazos, como protegiendo que no se escapara lo poco que le conectaba al mundo por ahí.
El aire no era frío, ni siquiera se podría decir si realmente lo había, pero él continuaba respirando y eso parecía confirmarlo, aunque no se podría estar completamente seguro.
El chico no pensaba, no sentía, solo avanzaba, sin detenerse un instante. Un pie delante del otro, como compitiendo entre ellos por ser el primero en llegar. Un lugar al cuál llegar, un lugar para él. Existía y estaba cerca.
Gaara amó a Naruto, el rubio fue su primer amigo, el primero en no solo ver lo malo en él, fue el primero que lo aceptó. Después llegaron más personas, estar junto a ellas era cálido. Podía escucharlos hablar, podía mirar sus rostros tomar mil formas, podía oler en su piel el exterior al que fueron sometidos. Era bueno observando, pocas veces decía lo que él sentía, pocas veces su rostro reflejaba algo y su piel nunca desprendió olor.
A veces creía que estaba muerto, que el día en que su madre se suicidó él se quedó a su lado hasta morir, que su tío nunca apareció y que nadie nunca lo encontró. Que estaba perdido, existiendo en un mundo en el cual no debería, en un mundo donde él era un espíritu aferrándose con la poca energía que poseía. Quizá ocupa un lugar que no le correspondía, quizá su soledad era tan grande que a sus ojos las personas le regresaban la mirada y se giraban para hablar con él. Se acercaba tanto a ellos que podía apreciar detalles como su sudor, la fragancia artificial como la genuina, o el calor que desprendían. Pero él en realidad solo estaba ahí, sin un cuerpo, sin forma, invisible.
Por eso Naruto nunca pudo quedarse a su lado, por eso jamás pudo corresponderle, porque no existía.
Era amargo, tan lamentable. Tan triste.
Trabajó en una florería, una florería donde todas las mañanas detrás del mostrador veía a las personas con sus afanes, apurados, temiendo al tiempo que se escurría como agua entre las manos. Él nunca tuvo miedo del tiempo, nunca tuvo miedo del mañana, no le afligía decidir una carrera, no pensaba mucho en lo que quería hacer el resto de su vida. Solo observaba a las personas; en las clases de francés veía sus caras de frustración al no entender el idioma, los miraba esforzarse, odiar lo que hacían, rendirse, reconciliarse con sus sueños, volver a intentarlo, desear conseguirlo, agotarse, perder o ganar. Una y otra vez. Compañeros nuevos, con ilusiones nuevas. El mismo ciclo.
Lo único que despertó con fuerza fue su amor por Naruto, un amor que nunca pudo experimentar, porque no era recíproco, ni siquiera lloró por ello, por su mala suerte, por como el destino se burló de él al negarle lo único que él deseó.
Ahora ya nada importaba. Continuó avanzando a su principio y a su final.
El silencio era solemne. El silencio estaba en todas partes, instalado en cada rincón, en las esquinas, en las paredes, en el concreto, en el atardecer y en el sol que lentamente descendía.
Ya no había nadie más, por supuesto. Así debía ser.
Solo era él y el camino que pronto lo dejaría donde debía estar.
No había pensamientos, no recordaba el rostro de su madre, solo eran él y sus pies, él y sus brazos. Él llegando al final.
Naruto, Sasuke, Hinata, Sasori. Ahí no estaban.
Llegó al borde y le vio. Vio a su principio y a su final tirado en el suelo, en forma de hombre, un hombre joven que tenía mucho más por dar, por recibir, por experimentar, por vivir.
"Neji".
"Gaara".
Su rostro era pálido, era normal, cargaba con sus propios temores y con parte de los del pelirrojo. Él estaba vivo y Gaara estaba muerto. Tenía que por fin decir adiós, tenía que por fin romper el hilo que les unía, la unión de un vivo y un muerto. Tenía que lanzarse al vacío, pero tenía miedo y lo sintió al ver al castaño temblar.
Quizá si se hubieran conocido no estarían aquí. Pero no había a nadie a quién pedirle una explicación, el destino así lo quiso al final. Y así sería.
"No sé exactamente por qué me quedé tanto tiempo".
"Yo no quería que te marcharas".
"No recuerdo qué fue lo que viví".
"Conociste a un chico increíble, se convirtió en tu amigo y luego te enamoraste".
"Eso no importa, al final no fue real".
"Lo fue, fue muy real, aún duele, duele que Naruto sea para alguien más, duele que esa persona sea igual de increíble".
"¿Valió la pena?, ¿valió la pena estar conectados por nueve años?".
"Quizá no se me concedió conocerte, pero el destino no es tan cruel y me permitió ser el vínculo que te conectó con el mundo de los vivos por un poco más de tiempo".
"Ellos, los que sí me conocieron, ¿ellos me recordarán?".
"No, pero yo lo haré, siempre".
"¿Por qué lo hiciste?".
"No lo sé, jamás logré saber el por qué, pero no me arrepiento".
"Neji, es tarde para conocerte ahora, pero habría sido agradable hacerlo".
"También creo eso".
"Leí la carta que escribiste, fue lo más cerca que pude estar de ti y fue suficiente para que ahora no dude de que habría sido asombroso".
"Yo sentí todo lo que te abrumó cuando estuviste entre la vida y la muerte, la tristeza, el dolor, los celos, para mí siempre estuviste cerca, todo este tiempo".
"Gracias por permitirme quedarme aquí, a pesar de que jamás existió el motivo".
"Gracias por permitirme ayudarte, tu madre estará feliz de que vayas a donde ahora está, pero también estará feliz de la oportunidad que se nos otorgó a ambos".
Estiró los brazos cuan largo era, en un acto que parecía demandar libertad. Entre sus dedos se coló el aire sin ser capaz de percibirlo y no fue consciente de todo el viento que azotaba su cuerpo. Se estiró más, pero nunca resultó doloroso.
Dio un paso, otro más y supo que había llegado al borde.
No había espacio para lamentos ni remordimientos, de un solo impulso su cuerpo comenzó a caer.
"Adiós".