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Hanami [YuTae] [NCT] por Kuromitsu

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Yuta se sirvió un buen café caliente que le reconfortó hasta los huesos, algo vitalmente necesario considerando la caminata de cerca de una hora que tuvo que realizar con tal de llegar a su hogar; a las tres de la mañana, lamentablemente, encontrar transporte público era toda una osadía. Y en esta ocasión, al igual que en muchas anteriores, no había tenido éxito alguno.

Tomando la taza por el mango caminó en dirección a su habitación, y con la mano que tenía libre presionó sin necesidad de mirar el interruptor que se encontraba en la pared de la derecha. Con la luz artificial, de pronto, el panorama de la cama perfectamente ordenada (igual a como la había dejado antes de marchar al trabajo) le hizo sentarse a la orilla de ella. Desde ahí, el minúsculo armario era visible en todo su esplendor.

Ahora, la mitad de aquel mueble lucía prendas vistosas de infinidad de texturas y colores que nada tenían que ver con sus propias aburridas y sosas ropas.

El café ya estaba más que frío cuando escuchó el chasquido de la puerta principal al abrirse. No se movió ni intentó hacerse el dormido, por mucho que el reloj de su muñeca indicara que en apenas dos horas más saldría el sol a desplazar la madrugada de su lugar transitorio. Notó las bisagras rechinando con lentitud, como si intentara no hacer ruido, y después de un par de segundos su rostro al fin apareció en la abertura formada.

—Yuta, sigues de pie…

—Tranquilo, llegué hace poco también del trabajo.

TaeYong entró con una sonrisa débil, las ojeras marcadas, y sin decir más se dejó caer en el sector libre de la cama. Yuta se levantó solamente para apagar las luces después de haberse desnudado, y con cuidado se recostó al lado de la persona con la que llevaba viviendo apenas una semana. Una vez allí, le ayudó a desnudarse también pero en plena oscuridad.

Aquel era un punto que TaeYong expresamente le había pedido la primera vez en que durmieron juntos, sin decir el por qué, pero que sin embargo llevaba respetando sin mayores problemas.

Al quitarle la camiseta, sintió sus labios en un beso sorpresivo pero largamente esperado. Con cuidado se subió encima de su cuerpo y comenzó a repartir besos por todo su rostro, perfecto como ninguno, aunque no fuese capaz de apreciarlo realmente debido a la penumbra total en la que estaban sumidos. Recorrió con la punta de sus dedos la línea de su mandíbula y, de ahí, bajó a través de su cuello hasta llegar a su hombro, donde presionó para acercarle a sí.

Sin embargo, le escuchó quejarse.

¡Ah!

—¿Estás bien? ¿Te duele?

No importó lo mucho que insistiera en ello: TaeYong siguió diciendo que sí, que estaba perfectamente bien y que no se preocupara. Al final, en un momento de descuido donde dejó que el silencio tomase protagonismo entre ambos por un período demasiado prolongado, su respiración acompasada y la languidez de sus brazos le indicaron a Yuta que su novio estaba dormido. Novio, sí, porque lo era. Incluso dentro de sus pensamientos, la palabra “novio” —título obtenido después de haberle preguntado la segunda vez que hicieron el amor, cuando TaeYong aún ni siquiera terminaba de desempacar sus pertenencias— sonaba tan bien que le daba escalofríos.

Aunque nunca tan intensos como los escalofríos que recorrieron su columna vertebral al tomar su celular de la mesita de noche y, con ayuda de su linterna integrada, revisar el punto donde TaeYong se había quejado tras la suave presión ejercida. Una marca violácea se asentaba allí, con la forma distintiva de unos dientes en ella. No dijo nada y lo acercó, con cuidado de no pasar a llevar aquel sector esta vez. Enterrando la nariz en la base de su cuello, inspiró hondo. Un perfume varonil desconocido le hizo cosquillas y tuvo las ganas enormes de alejarlo de sí; de irse y no regresar hasta que ese aroma se hubiera esfumado.

Más allá del perfume de otro hombre, el indiscutible olor del sexo estaba impregnado en su piel.

—¿…Uhm? —le escuchó quejarse al aferrarse con demasiada fuerza a su espalda. Detuvo el contacto de inmediato—. ¿…Pasa algo?

—¡No! No, es solo que intentaba dormir y-

—Tranquilo, Yuta. Lo sé. Debería ir a darme otra ducha antes de meterme a la cama contigo.

Sintió su cuerpo alejándose. Lo retuvo y se abrazó más a él, llenándole de pequeños besos en el cuello. Un suspiro entrecortado salió de los labios de TaeYong al hacerlo.

—Quédate.

—Pero si no me demoraré más de cinco minutos…

—No, quédate. No es necesario que lo hagas. Estás perfecto así.

Le besó una, y otra, y otra vez; sin llegar hasta el cansancio mismo, porque el sueño hizo antes de las suyas y ni siquiera notó el momento exacto en que se dejó llevar hasta la tierra de las fantasías, la que como siempre se llenó de las más grandes pesadillas.

Al despertar, sin embargo, comprobó con ayuda de la luz matinal que los moretones en la piel blanquísima de TaeYong no se trataban de otra pesadilla más, sino que de la indiscutible y cruel realidad.      

  


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