Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Requiem por Pandora09

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

DEL PLACER AL DOLOR

 

- ¿Qué le pasa?

YongGuk tenía los ojos cerrados, pero sus pestañas frondosas aún estaban húmedas y tenía surcos dibujando el camino de las lágrimas en las mejillas. Sostenía una lata de cerveza con la mano derecha y un cigarro liado a medio consumir en la izquierda. Respiraba tranquilamente, pero había un aura melancólica rodeándolo que a JunHong le contrajo la garganta.

- No lo sé, lleva dos horas en la misma posición, a ratos tararea alguna canción y después, no sé –HimChan se encogió de hombros y se rascó la nuca-, se muere.

- Lo llevaré a casa, necesita descansar.

Imitando el gesto de HimChan, se rascó la nuca y suspiró. YongGuk era considerablemente más bajo y delgado que él, cargarlo no sería un gran problema, pero no quería hacerlo, temía de lo que podría pasar si su cuerpo tocaba por mucho tiempo el de YongGuk.

- No necesitas llevarme, puedo irme solo –ni siquiera tambaleó cuando se levantó, no hubo pausas en sus movimientos ni titubeos, caminó sobre sus propios pies hasta la puerta.

- Yo no nací para ser niñera –gruñó JunHong y siguió al mayor hasta la salida.

Al otro lado de la puerta, saltó un par de veces en su lugar y sacudió las manos. No hacía mucho frío, pero su cuerpo se sentía gélido hasta causarle dolor. YongGuk simplemente caminó, sin volverse a mirarlo o decirle alguna palabra. Durante unos segundos, lo observó desde atrás. El leve movimiento de sus hombros, la suavidad con que sus pies tocaban el piso. El viento ligero agitaba su cabello oscuro, que brillaba bajo la luz de las estrellas. ¿Por qué debía caminar así, como si fuese el dueño del mundo, como si lo dominara con cada paso?

- ¿Planeas seguirme adentro de la casa? –cuando fue consciente de sí mismo y de las palabras de YongGuk, ambos estaban de pie frente al portal de la casa prácticamente abandonada del mayor.

- Ya estamos acá, ¿no?

Golpeándole el hombro en el camino, adelantó a YongGuk hasta recargarse en la pared junto a la puerta, esperando a que lo invitara a entrar.

El interior de la casa estaba más frío que el exterior, más lúgubre y casi aterrador. Casi sentía la soledad y el olvido rozándole la piel, cortándola y erizándole los vellos. No podía comprender que alguien se atreviera a vivir ahí y no se dejara consumir por esa oscuridad. Sin pensarlo, tomó la mano de YongGuk y se aferró a ella como había deseado hacer en la casa de SunHwa. YongGuk no dudó en devolverle el agarre y, juntos, subieron la escalera al segundo piso.

- ¿Te sientes bien? –el piso superior estaba igual de oscuro que el inferior, igual de abandonado, ¿por qué tenía que ser toda la casa igual? Comprendía perfectamente que lo gemelos fueran tan parcos y sentía que debía darle algo de consuelo a YongGuk, hacerle sentir un poco de calor hogareño.

El moreno se sentó al borde de la cama junto a la ventana. Estaban en la habitación que había compartido con YongNam en el pasado. No había cosas muy personales a la vista, un par de posters en la pared y una fotografía de los tres hermanos Bang pegada en una de las puertas del ropero. Observó la fotografía durante largos minutos, a pesar de ser una imagen antigua, podía reconocer perfectamente a los tres hermanos en su infancia, alegres y sonrientes. ¿Por qué no pudieron mantenerse así, inocentes e ignorantes?

- Fue después de que cumpliéramos trece años, Natasha pensó que sería divertido llevarnos a un parque de diversiones –la voz de YongGuk lo sorprendió, átona y lejana-. Fue divertido, hasta que nos subimos al barco pirata y vomité el alma.

Ambo soltaron una risa seca, sin tener nada más que decir, pero sin querer abandonarse al olvido.

- ¿Extrañas mucho a YongNam?

YongGuk le lanzó una mirada dura, diciéndole sin palabras lo estúpida que fue esa pregunta, pero JunHong solo quería hablar con él y hallar la forma de consolarlo.

- Era mi hermano, Zelo, mi hermano gemelo y ahora ni siquiera sé dónde está.

Zelo suspiró, mordiéndose la lengua para no arruinar más las cosas, si es que se podía, por lo que simplemente se sentó a su lado en la cama y estrujó el cobertor con sus dedos.

- ¿Por qué tuvo que irse? ¿Por qué no pensó un poco en mí? ¿Por qué no me dio tiempo para ayudarlo? ¿Cómo puedo alcanzarlo ahora? ¿Dónde?

Zelo pensó en YongNam, en todas las señales que envió y que todos ellos ignoraron, que él mismo ignoró a consciencia. Ninguno de ellos pensó que llegaría al extremo de suicidarse, todos pensaron que tendrían tiempo para intervenir. Todos ellos lo dejaron ir.

- Era su hermano gemelo, ¿por qué no pude ver que me necesitaba?

- No pienses en eso, no te lastimes así –la desesperación en la voz de YongGuk le provocó ganas de llorar por él.

- ¿Qué se supone que debo hacer de ahora en adelante? ¿Y mañana? No siempre estuvimos juntos, pero nos las arreglábamos para, al menos, desearnos un feliz cumpleaños.

Con un nudo en la garganta intentó imaginar lo que sería para él vivir sin JunSeo, incluso si no eran tan cercanos como debieron ser los gemelos, no podía concebir la idea de despedirse eternamente de su hermano.

- ¿Qué puedo hacer para ayudarte, para hacerte sentir mejor? –soltó en un ruego desesperado. Entonces, sin pensarlo ni considerar las consecuencias o siquiera escuchar la respuesta a su pregunta, una idea cruzó su cabeza y su mano derecha cayó cómodamente sobre el muslo izquierdo del mayor-. Hyung –Zelo nunca había llamado hyung a YongGuk, apenas lo había hecho con JunSeo, pero esa situación desesperada requería de medidas desesperadas-, ¿recuerdas cuando dijiste que querías corromperme? –el corazón le latía frenético al punto de causarle dolor y cada célula de su cuerpo vibraba violentamente en su interior. YongGuk lo miraba sorprendido, probablemente no solo por el cambio de tema, sino que por la nueva dirección de su conversación, pero no buscó sus ojos, si lo hacía, se arrepentiría. Jugueteó con su nariz contra el cuello contrario y dejó ligeros besos sobre su piel tibia-. Yo no soy como tú me imaginas, no soy puro y definitivamente estoy lejos de ser perfecto.

- ¿Qué haces?

Arriesgarse a morir, eso hacía. El corazón nunca le había latido tan fuerte. Nunca se había sentido tan ansioso y sofocado. Estaba a punto de morir, de eso estaba seguro.

Su mano derecha masajeaba suavemente el muslo de YongGuk, por lo que uso la izquierda para tomar su barbilla y obligarlo a unir sus miradas.

Ninguno se había molestado con encender la luz de la habitación, por lo que apenas se iluminaban con las tenues luces del exterior, pero a pesar de eso, podía ver perfectamente el brillo de los ojos del mayor y sentir su calor quemarle la piel como si quisiera consumirlo.

La imagen de YongGuk y JunSeo besándose cruzó de forma fugaz su mente y sintió envidia de su hermano. JunSeo siempre había sido el hermano perfecto, el hijo perfecto, el que todos querían como amigo, el que todos querían como novio. YongGuk lo había buscado, fueron sus manos las que atrajeron su rostro y sus labios lo que lo besaron, y ahí estaba él, deseando ser suficiente para parchar el corazón roto de Bang YongGuk.

- Feliz cumpleaños, hyung.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

De todas las formas en que imaginó terminar ese día o comenzar el siguiente, ninguna era ni remotamente similar a lo que estaba haciendo en ese momento. Ni en sus más ardientes sueños se imaginó al pequeño Choi JunHong así, tan dispuesto y ansioso. Buscándolo como si lo necesitara, como si realmente lo quisiera.

Podía sentir el temblor de sus manos aferrándose a los pliegues de su ropa, la violencia con que se sacudía su pecho al respirar, pero por sobre todo, la ansiedad de su boca. Lo sostuvo por la cintura cuando se sentó a horcajadas en su regazo, besándolo apasionadamente y solo pensó en convencerse de que era real y no estaba forzando a Zelo a hacer nada que no quisiera. ¡Incluso fue él quien hizo el primer movimiento!

- ¿Te sientes bien? –preguntó de repente, preocupado por el violento movimiento de sus manos, lo último que quería era que Zelo acabara enfermándose por lo que estaban haciendo.

El menor soltó un suspiro y unió sus frentes, abrazándolo por los hombros y meciéndose suavemente. Sus mejillas se abultaron y un intento de risa escapó en un resoplido de sus labios.

- Sí, sí, estoy bien, muy bien.

YongGuk lo sostuvo de la cintura e imitó su risa ahogada, queriendo emborracharse con el sabor de su boca y el aroma de su piel. Zelo siempre había representado un imposible, la perfección inalcanzable, así lo había construido en su mente. Tocándolo, sintiéndolo contra su propia piel, compartiendo el calor de sus latidos, el sabor de su respiración, podía decir que no se había equivocado. Zelo era más de lo que podía tener, más de lo que merecía.

Buscó su rostro en la oscuridad, la sonrisa suave deformando sus labios, el calor coloreando tenuemente sus mejillas. Había imaginado ese momento muchas veces, pero nunca creyó vivirlo. Zelo era demasiado bueno, demasiado correcto para rebajarse a involucrarse con alguien como él. Siempre pensó que a lo más alto que podía aspirar era a mantenerlo como amigo y, considerando cómo habían acabado todos sus encuentros, era casi imposible. Pero ahí estaba, con sus extremidades enredadas y sus alientos mezclados en uno solo. Si era el mismo JunHong quien se estaba entregando, ¿podría ser tan idiota como para negarse?

- Te ves demasiado cómodo estando con un hombre –susurró Zelo sacándolo de sus pensamientos, sintió sus manos jugar con su cabello y no pudo hacer otra cosa aparte de reír y sostenerlo con fuerza contra su cuerpo, intentando decirle sin palabras que nunca más podría dejarlo ir.

- Tú te ves demasiado cómodo con un hombre entre tus piernas –tomó su barbilla, tal y como el menor había hecho antes, y apresó su boca en un beso profundo y húmedo-. Siempre creí que en tu relación con KiBum eras tú el que, ya sabes, daba.

Zelo volvió a reír, pero esta vez de una forma ronca y sensual, empujándolo contra la cama e irguiéndose en toda su estatura. Nunca pensó ver al pequeño e inocente Zelo comportarse así, atrevido y dominante, no estando con él al menos. Le gustaba, porque era una de las tantas cosas que nunca creyó poder ver, que se le estaban prohibidas porque era el hermano menor de JunSeo, el intocable hermano menor de JunSeo. Después, cuando creció, cada vez que Zelo lo miraba, parecía haber algo de asco y rabia en su mirada. Ahora, todo lo que podía sentir proveniente de Zelo era el ferviente deseo de unir sus cuerpos y nunca, nunca, alejarse.

- Esta noche será como tú quieras, es tu cumpleaños, después de todo –cerró los ojos cuando las manos tibias del menor levantaron su ropa y dejaron su torso desnudo, dándole paso libre a Zelo para besar y mordisquear su pecho a placer-. Pensé que esta era la forma en que me querías corromper, pero, si así lo prefieres, realmente puedo darte el regalo de cumpleaños.

Mierda, cómo le estaba gustando ese Zelo descarado. Todos los pensamientos depresivos escaparon de su mente al momento de darse cuenta de que realmente estaba ahí, a punto de cruzar cada línea que separaba lo correcto de lo incorrecto.

Bang YongGuk podía ser cualquier cosa, un criminal, un drogadicto, un idiota violento y frívolo, pero no era tan imbécil como para desaprovechar esa oportunidad.

- Tal vez en otra ocasión –dijo con una risa, repitiendo las palabras que Zelo había usado para rechazarlo anteriormente. Y lo empujó hacia el lado, arreglándoselas para no estamparlo en la pared porque la cama era demasiado pequeña para que se pudiera a juguetear en ella como niños.

- ¿En otra ocasión? –si no hubiese estado tan oscuro como estaba, habría podido apreciar perfectamente la forma en que las mejillas de Zelo se colorearon cuando se dio cuenta de la ilusión con que había dicho esas palabras, porque fue tan obvio que YongGuk podía saborearla.

- En otra ocasión –de las pocas veces que se había involucrado sexualmente con algún hombre, nunca fue el muerde almohadas, pero a JunHong estaba dispuesto a aceptarlo de la forma que él quisiera.

Lo ayudó a quitarse la ropa y Zelo, en medio de risas y bromas, consiguió quedar con el torso desnudo y completamente desparramado en la cama mientras YongGuk se acomodaba entre sus piernas y acariciaba sus muslos.

Ahí, bajo la luz plateada de la noche, JunHong se veía más pálido de lo normal, tan inmaculado como siempre lo imaginó.

Cuando tu piel blanca y pura toca la mía…

Recorrió la forma compacta de sus músculos, los abdominales marcados y los pectorales bien formados. No era un luchar profesional, pero cada músculo parecía estar perfectamente en su lugar. YongGuk podía saborear su piel de esa manera, embebiéndose con la vista de eso que tanto deseó.

- Puedes tomarme una fotografía y hacerte una paja después –soltó el menor con la voz entrecortada y sorprendiéndolo con una sonrisa lasciva-, si te quedas quieto mucho rato, me dará frío.

A YongGuk le costaba un poco concebir esa imagen descarada y lujuriosa que estaba frente a él con el Zelo distante y apático al que estaba acostumbrado, pero no podía negar que le encantaba esa dicotomía que el menor siempre había ocultado.

Se acercó a su rostro y, tomándolo por el cuello, se sumergió en su boca pecaminosa.

Zelo gimió y jadeó en busca de aire cuando por fin lo soltó y le permitió respirar. Sus labios estaban más oscuros e hinchados, entreabiertos parecían rogar por ser ultrajados con otro beso violento. Lo vio lamerlos y recuperar los restos de saliva que los hacía brillar y quiso utilizar su propia boca para ayudarlo, pero era demasiado erótico verlo intentado recuperar el aliento como para atreverse a interrumpirlo. Por el contrario, acarició sus mejillas sonrojadas y la comisura de su boca, moviéndose lentamente hacia su barbilla para agitar los restos de esa barba que el menor se empecinaba por erradicar. A YongGuk le gustaba ver ese fantasma de vello facial, hacía que Zelo se viera más como un humano que como una criatura mítica.

Lentamente, descendió por su cuello y se detuvo en la manzana de Adán, que subía y bajaba cada vez que tragaba saliva. Con los pulgares, apretó suavemente la piel delicada bajo sus yemas, había algo casi hipnótico en la extensión y el movimiento de su cuello.

- Traga saliva –ordenó con la voz ronca y Zelo no dudó en obedecer-. De nuevo –Zelo repitió la acción cada vez que YongGuk lo exigió-. Otra vez. Otra

- Me estoy quedando sin saliva, hyung –cerrando los ojos, YongGuk ignoró la última palabra y lo obscena que sonaba en su boca para concentrarse en la vibración bajo sus dedos.

Sintió perfectamente el movimiento de sus cuerdas vocales, la tensión de los tendones y la ondulación de cada músculo bajo sus manos.

Escuchó a Zelo jadear nuevamente y sintió sus manos arañarle la espalda cuando lamió su cuello y succionó la piel hasta dejar un impresión oscura de su boca, se sintió casi jubiloso de poder mancillar ese lienzo lozano.

Con sonoros y húmedos besos, descendió hasta mordisquear sus clavículas. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios a medida que bajaba por su pecho y la respiración de JunHong se volvía más errática, apretaba los muslos contra sus caderas y se arqueaba en busca de más caricias.

Cuando alcanzó su ombligo, Zelo soltó un gemido sonoro y YongGuk se detuvo.

- ¿Quieres que te escuchen los vecinos? –levantó la cabeza y se encontró con sus ojos cargados de deseo. Zelo había acomodado un cojín bajo su cabeza para poder ver a YongGuk y le halagaba la necesidad con que lo miraba mientras él lo devoraba.

Sin poder contestar con palabras, JunHong sacudió la cabeza de lado a lado.

- Está bien, entonces –habló con la boca casi pegada a la piel del menor, sin quitar las mirada de esos ojos marrones como el chocolate derretido. Con decisión, acarició sus rodillas y subió haciendo presión en sus muslos hasta llegar a sus caderas y recorrer el borde de sus pantalones para desabrocharlos y dejar a la vista la marca negra y un poco más abajo-, ¿crees que puedes contenerte un poco?

Zelo asintió y YongGuk recorrió con la lengua toda la extensión del tatuaje, robándole un gemido agudo y aun más alto que los anteriores.

- Mentiroso.

Y cómo mintió. Porque, cuando el orgasmo ya era solo un cosquilleante y burbujeante calor en su vientre, YongGuk temía que todo el barrio hubiera escuchado a su amante.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

YongGuk soltó un gemido y sintió que se le congelaba la espalda, pero esto no le importó cuando Zelo giró a su costado y sus rostros quedaron frente a frente. A pesar de la oscuridad, el rostro del menor podía verse perfectamente y quería creer que mostraba algo de satisfacción.

- Feliz cumpleaños, hyung –sintió un casto beso en alguna parte de su cuello y un estremecimiento recorrerle la espina dorsal. Cómo le estaba gustando la forma sucia y casi reverente con que susurraba la palabra hyung.

- Gracias –apretó el cuerpo desnudo contra su torso, paseando los dedos suavemente por encima de la piel delgada de sus costillas, provocando que Zelo se sacudiera y soltara risas cantarinas.

Buscando defenderse de un casi inevitable cabezazo provocado por las risas que no se detenían, se sacudió violentamente hacia atrás y acabó golpeándose contra la pared. Soltó un gemido sonoro y se llevó una mano a la cabeza, llamando la atención del menor.

- ¡Mierda!

- ¿Estás bien? ¿Por qué demonios tienes una cama tan pequeña? –como si quisiera reforzar sus palabras, JunHong se movió empujándolo de nuevo contra la pared y jalando las mantas para volver a descubrirle la espalda que acaba de cubrir.

- La cosa era tener una cama grande o dos camas pequeñas, yo no quería dormir con miedo a que YongNam me tocara y Nam no me quería babeándolo –se encogió de hombros y tiró nuevamente las mantas a su espalda.

Observó la cama desocupada al otro lado de la habitación, apenas a unos cuantos pasos de donde estaban acostados. No podía recordar la última vez que su gemelo durmió ahí, si es que lo hizo alguna vez. Ninguno de ellos, ni siquiera Natasha, pasaba mucho tiempo en esa casa.

- ¿A las chicas no les gusta dormir en camas más grandes?

Quiso responder con sarcasmo ante la broma, pero entonces comprendió a qué se refería de verdad Zelo.

- Nunca traje a una chica a esta casa.

El menor no dio señas de haber escuchado sus palabras, no era que le importara mucho, probablemente Zelo lo creía un promiscuo sin moral y estaba cuestionándose si no se había pegado alguna ETS.

Un bostezo interrumpió sus pensamientos y soltó una risa cuando vio y sintió al menor estirarse.

- Deberías dormir un poco.

- Mañana tengo clases –a pesar de lo difícil que era acomodar dos cuerpos en esa cama destinada para una sola persona, Zelo encontró la forma de hacerlo sin acabar peleando por las mantas y el espacio.

Durante unos segundos, YongGuk fantaseó con la idea de despertar viendo ese pálido rostro, acurrucado contra ese cuerpo desnudo y volver a hacerle el amor hasta que no pudiera olvidarlo. Quiso estar todo el día así, oculto y refugiado en ese cuerpo hecho para el pecado.

Sería perfecto.

- ¿Sabes? Podrías pasar el día acá, no es como si mamá o Natasha fueran a aparecer en algún momento, y yo no le diría a tu madre que faltaste a clases.

Para cuando las últimas palabras salieron de su boca, Zelo respiraba acompasadamente con la boca semi abierta sobre su bíceps. Quitó un par de mechones de su rostro y acarició las suaves facciones que lo formaban. Recordaba perfectamente al niño que había sido, con las mejillas abultadas, los labios rosados y los ojos brillantes. Recordaba su voz chillona, sus piernas cortas y manos torpes. JunHong siempre fue un niño adorable y alegre, pero siempre estuvo tan obsesionado con crecer que apenas había podido disfrutar de esas cualidades.

- Tal vez no seas puro o perfecto, JunHong, pero eres la única persona por la que yo podría ser alguien mejor, por la que yo intentaría ser perfecto.

Por un tiempo pensó que Zelo podía ser el hermano pequeño que nunca tuvo, que podía enseñarle las cosas que YongNam le enseñó y las que no. Que podía protegerlo del mundo. Que Zelo podía mirarlo a los ojos y admirarlo. Que podía permanecer siempre en su cabeza como una persona preciada. De todas esas ideas, lo único que había logrado era que Zelo sintiera algo al verlo, no era admiración como tal, pero estaba seguro de que había algo.

Mientras sostenía su cuerpo entre sus brazos y fantaseaba con todas las distintas formas en que pudo vivir, el cielo comenzó a aclarar y las figuras frente a él a ser más evidentes. No dudó en correr las mantas y desnudar parte del torso de Zelo, quien ni siquiera se movió por el frío. La temperatura exterior podía no ser muy baja, pero el abandono y la melancolía inherentes a su casa provocaban que en su habitación aún pareciera invierno, a pesar de todo lo que ahí había pasado.

Dibujó figuras indefinidas sobre su piel, viendo cómo esta se erizaba por sus dedos. Cursis corazones sobre los músculos de sus brazos. Un suave y seco beso sobre la escápula izquierda. Letras borrosas que se deshacían en un camino hasta el pectoral izquierdo y ahí sobre el palpitante corazón, depositó un nuevo y reverente beso, rogándole en silencio que se entregara a él y poder reclamarlo libremente.

- Quédate conmigo, JunHong, mañana y siempre.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Con la luz solar penetrando furiosamente la ventana sin cortina y el cuerpo caliente recostado a su lado, JunHong despertó sofocado. Estar a la orilla de la cama le facilitó el escape, pero se detuvo tan pronto fue consciente de su desnudez y las imágenes de la noche anterior golpearon su cabeza llenándolo tanto de vergüenza como de satisfacción.

Tan pronto como se sentó al borde y tuvo más espacio, YongGuk se despegó de la pared y se acomodó abrazando un cojín.

- Realmente tuvimos sexo.

Tal vez eso había sido demasiado para un simple regalo de cumpleaños, pero había visto a YongGuk tan miserable la noche anterior que la loca y aterradora idea de verlo siguiendo a su gemelo lo cegó.

Mirando el rostro sereno y libre de ese permanente cinismo que lo cabreaba, sabía que había sido una buena decisión, definitivamente valía la pena si tenía la oportunidad de contemplar esa casi imperceptible sonrisa en que se curvaban sus labios.

- Duermes como un perezoso después de una noche de acción, eh –susurró divertido cuando golpeó el cojín que YongGuk abrazaba y este ni siquiera se movió-. ¿Será la edad? –por supuesto que nadie le respondió.

Buscó su celular entre la ropa que estaba tirada en el piso y lo encontró junto a una pata de la cama. Todavía alcanzaba a llegar a su segunda clase, por lo que comenzó a juntar rápidamente su ropa.

Cuando estaba a punto de atravesar la puerta llevando sus zapatillas en la mano, la insistente vibración de algo contra el piso lo detuvo. Buscó el origen del ruido y lo encontró en el bolsillo del pantalón de YongGuk que también estaba casi debajo de la cama. Lo tomó rápidamente antes de que YongGuk se despertara y se dio cuenta de que apenas era una alarma. Curioso, revisó las notificaciones y encontró una de un juego y otra de Kakkao Talk, más específicamente, de JunSeo.

- Mierda, ¿en serio? –gruñó para sí mismo cuando no pudo adivinar la contraseña de la aplicación por lo que no pudo leer los mensajes de su hermano. La ansiedad por conocer los secretos que los mayores podían compartir le impidió percatarse de los detalles del fondo de pantalla, pero la frustración y la necesidad de relajarse lo obligaron a detenerse en la pantalla de inicio.

Sonrió casi eufórico cuando descifró la imagen. Era un tanto oscura y, a primera vista, lo único distinguible era una pequeña llama salmón, hasta que la miraba con calma y veía sus propias facciones tenuemente iluminadas.

No fue sorpresa encontrar la galería llena de fotos en las que él fuera el protagonista, desde una de su espalda empujando el carro del supermercado hasta una en primer plano en la que aparecía durmiendo en el sillón de la sala de su casa. YongGuk tenía muchas fotos suyas. Lo que llamó su atención fue que todas sus fotografías fueran a color, mientras que el resto de imágenes –incluso las fotografías propias- estaban en blanco y negro.

- ¿Qué soy, tu musa y todos los colores de tu mundo?

Enternecido –y un poco aterrorizado por sentirse asechado por el mayor-, se arrodilló al borde la cama, justo frente a su pacífico rostro.

Con la yema del dedo índice ordenó sus cejas oscuras, delineó la nariz y golpeó suavemente el labio inferior. Nunca había mirado a YongGuk de tan cerca, incluso la noche anterior había estado cegado por el deseo como para darse cuenta de algún detalle.

- Despierta –susurró sin verdaderos deseos de que el mayor abriera los ojos-. Despierta y pide que me quede. Invítame a estar contigo todo el día, toda la vida.

Todo lo que recibió como respuesta a sus ruegos fue un suspiro dormido.

- Despierta, Bang YongGuk –esperó en silencio a que este respondiera, pero de nuevo solo hubo respiraciones dormidas y ceños fruncidos en silencio que mataban su esperanza con cada segundo que pasaba-, porque cuando salga de aquí, cuando cruce esa puerta, todo esto quedará en el pasado. Dime que quieres que me quede y permanezcamos por siempre en esta fantasía, solo debes despertar y detenerme.

Cuando el mayor no lo hizo y Zelo comprendió que había sido un bonito sueño, el aire frío del exterior le golpeaba el rostro y lo hacía estremecer.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Asistir a una clase de Ética Profesional no había sido la idea más brillante, no cuando no podía centrar sus pensamientos en lo que el profesor decía y todo lo que había plasmado en la hoja de su cuaderno eran garabatos ininteligibles.

Intentaba poner atención a las palabras del profesor, a su voz, pero todo lo que pasaba en su mente acababa distorsionándolas para que sonara como Bang YongGuk y la forma baja y ronca en que susurraba su nombre mientras lo acariciaba.

Soltó un gemido bajo y dejó caer la cabeza sobre su escritorio, provocando que todos sus compañeros y el profesor voltearan a verlo.

- ¿Se siente bien, señor Choi? –preguntó el tipo con el ceño fruncido en una mezcla de preocupación y molestia por interrumpir su sagrada clase.

- ¿Me puedo retirar? –sintiéndose repentinamente enfermo, no esperó a recibir una respuesta, simplemente tomó sus cosas y salió.

Caminó como autómata hasta la cafetería y se sentó en una mesa vacía y lo suficientemente aislada como para que nadie se percatara de su estado.

Se sintió estúpido por sus propias reacciones, probablemente YongGuk había despertado alegre por no encontrarlo a su lado, hasta aliviado, creyendo que todo había sido solo un sueño, si es que recordaba. Y ahí estaba él comiéndose la cabeza sin poder dejar de pensar en que realmente se había acostado con Bang YongGuk voluntariamente, sin presiones ni declaraciones cursis de por medio, solo una fría y calculada decisión de compartir con él. ¿Compartir qué? ¿A sí mismo? ¿Alguna emoción? ¿Su tristeza? Ni siquiera hablaron como para poder adivinar eso, simplemente se dejaron llevar y Zelo no podía decir si era bueno o malo, si se sentía usado o no.

Mientras más lo pensaba, más nauseas sentía. Su estómago se sacudía cuando repasaba en su mente la forma en que YongGuk lo había tocado, el sabor de sus labios impíos, la profundidad ternura y errática dulzura de todas sus acciones. ¿Habían hecho el amor o solo fue sexo? ¿Importaba acaso?

Debía dejar de pensar tanto, debía dejar el tema en paz y avanzar, así estar tranquilo, pero no podía evitar los estremecimientos que aún sacudían su cuerpo cuando recordaba el calor de YongGuk y lo bien que se había sentido dormir entre sus brazos, como si el mayor deseara protegerlo del mundo.

Nunca creyó sentirse así por Bang YongGuk y no, no era sobre las maravillas que había hecho con su cuerpo, era lo que le hacía a su cabeza, la daba vueltas y la sacudía al punto en que Zelo ni siquiera supiera dónde estaba parado. Y le agitaba el corazón, lo comprimía y acongojaba con solo una mirada o palabra.

Incluso ahí, en medio del lugar más frío de la universidad y sintiéndose absolutamente miserable, se le secaba la garganta y se le aguaban los ojos de solo pensar en lo exquisito que era el mayor.

- Pensé que no vendrías en todo el día.

JongUp apareció de la nada y solo gracias a eso Zelo pudo fingir sorpresa y culparlo por su corazón y respiración acelerados.

- No vuelvas a aparecer así, como un puto fantasma –gruñó enfadado y dejó caer su torso sobre la mesa.

- Perdón, señor delicadeza.

Zelo volvió a gruñir, pero esta vez hacia sí mismo, incapaz de aceptar que le enfadaba que su amigo hubiera llegado a interrumpir sus pensamientos.

- ¿Cómo está YongGuk?

- ¿¡Cómo puedo saberlo!? ¿¡Acaso lo ves acá conmigo!?

Contrario a todo lo que esperaba que su amigo respondiera, este le guiñó un ojo y sonrió.

- Así que… ¿una noche agitada?

Sí y todavía no puedo recuperar el aliento.

- Me voy –tomó sus cosas y rápidamente, seguido por JongUp, se dirigió a la salida.

KiBum apareció por la puerta principal de la cafetería y le lanzó una mirada que le pedía hablar con él de inmediato, pero JunHong simplemente se quedó estático frente a él cuando vio que, más allá del cuerpo de KiBum, YongGuk lo esperaba de brazos cruzados.

- Mierda.

JongUp pasó de largo y salió a la calle, donde se encontró con HimChan y se acercaron a YongGuk. No tenía que ser adivino para saber que, cuando apuntó hacia la cafetería, le decía que él estaba ahí.

- Mierda –tragó saliva con fuerza y miró a KiBum, sintiendo que se desmayaría en cualquier momento.

¿Por qué estaba haciendo tanto drama? ¿Por qué se le agitaba el corazón y la respiración pensando en que YongGuk había ido a buscarlo? ¿Por qué veía los ojos preocupados de KiBum y sentía deseos de llorar?

- ¿Te sientes bien?

- Yo… eh, sí, bien –sacudió las manos y pestañeó varias veces preguntándose si debía fingir demencia o simplemente correr.

Unas chicas caminaron hacia ellos y, cuando estaban apenas a unos pasos de alcanzarlos, Zelo se dio cuenta de que no eras las únicas que iban en su dirección y que estaban acaparando a la salida, por lo que indiscutiblemente acabó escondido junto a la puerta, pero del lado exterior donde era completamente visible para YongGuk.

- ¿Te llevo a casa?

Zelo negó con la cabeza mientras veía a YongGuk acercarse a ellos con el ceño fruncido.

- ¿Qué haces aquí? –preguntó antes de que el mayor pudiera hablar.

YongGuk miró fugazmente a KiBum, como dándole a entender que no podía hablar cerca de él y JunHong apenas se dio cuenta de que no le había dicho nada sobre su ruptura.

- Te vine a buscar –con un movimiento más suave de lo esperado, YongGuk tomó su mano y lo alejó de KiBum.

Estando a unos metro de distancia de la cafetería, donde nadie –o así creía- podía escucharlos, se soltó de su agarre y se alejó un par de pasos, recuperando por fin la compostura.

- ¿Qué crees que haces?

- Te fuiste sin avisar, desperté y no estabas.

En otras circunstancias, probablemente se hubiera derretido por el tono desesperado de su voz.

- ¿Y qué? Te dije que tenía clases.

- Y yo pedí que te quedaras.

- ¿Qué importa eso? –no recordaba que YongGuk lo hubiera hecho, sinceramente, apenas recordaba con claridad la noche pasada, había estado demasiado agitado para pensar con claridad. Aunque su mente lo atacaba con fogonazos violentos, sobre todo de YongGuk y sus besos y caricias celestiales, no podía conectar muy bien las ideas más que el libreto mal escrito de una película porno.

- ¿Crees que todo es un juego o simplemente nada te importa? –la mirada herida de YongGuk lo hirió y molestó más de lo que debía, ¿quién era él para verlo de esa forma, como si le debiera algo?

- Fue solo un estúpido regalo de cumpleaños, no me debes nada.

Rápidamente el semblante del mayor pasó del dolor, a la sorpresa y finalmente a la rabia.

- ¿De qué estás hablando? ¿Crees que me siento en deuda contigo? ¿Que siento que me aproveché de tu inocencia y ahora debo pedir perdón o una mierda así?

- ¿Qué es lo que quieres entonces?

¿Por qué le hacía eso? ¿Por qué lo miraba como si fuera una piedra en su zapato? ¿Acaso se arrepentía? ¿O simplemente seguía viéndolo como el niño pequeño falto de afecto que se aferraría a cualquier muestra de cariño como a un salvavidas en medio de una tormenta? ¿Tan patético había sido?

- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué lo hiciste y después desapareciste como si no hubiera importado?

Esas preguntas lo encontraron desprevenido, sin saber qué responder ni por qué YongGuk las estaba formulando.

- ¿Pensaste que quería suicidarme o algo y esa fue la única solución que encontraste para evitarlo?

- No es como si pudiera hacerlo, ¿o sí? –si nadie en su vida decidía quedarse, ¿por qué tendría que esperarlo de Bang YongGuk?

- No tienes idea de lo que yo siento o pienso –YongGuk soltó una risa irónica y lo miró con ojos cargados de juicios.

- ¿Y qué es lo que sientes? ¿Estás enamorado de mí? –escupió las palabras con rabia, porque se sentía tan frustrado y atacado, porque YongGuk lo miraba como si esperara algo de él, algo más de la nada que Zelo le podía dar-. Te vi besando a mi hermano –sin darse cuenta, interrumpió lo que el mayor quería decir y las palabras salieron de su boca con una acusación agria y espesa.

- Entonces es eso lo que te molesta, que haya besado a JunSeo y después me haya acostado contigo –no entendió si lo que decía era una pregunta o una afirmación y tampoco supo qué decir ante eso. Si lo pensaba bien, sí era un poco frustrante saber que YongGuk lo aceptó en su cama porque, tal vez, JunSeo no lo hizo-. Aprecio a tu hermano de una forma en que no comprenderías, pero no hay nada entre él y yo, fue solo una maldita despedida. Y no es como que yo vaya por ahí reclamándote porque engañaste a tu novio conmigo.

- Así que realmente corriste a los brazos de Bang YongGuk.

KiBum lo había seguido y probablemente había escuchado toda esa horrorosa conversación. Por la forma en que los miraba, en su cabeza ya estaba creando teorías sobre él y YongGuk engañándolo descaradamente.

- Sabes que no es así –soltó sintiéndose nauseoso y violentamente atacado por los dos hombres.

- ¿Puedes contestar esa mierda de una vez? –cuando lo miró, encontró a YongGuk apuntando hacia el bolsillo de su pantalón, donde su celular vibraba y sonaba de forma molesta sin que él se hubiera percatado.

Era su madre quien llamaba, por lo que obedeció en seguida, casi riendo de alegría por tener algo en lo que distraerse y poder dejar a los dos imbéciles arreglar sus problemas a golpes si así querían, podían matarse si con ello lo dejaban respirar y aclarar sus pensamientos.

El saludo murió en su boca cuando escuchó algo similar a un sollozo desde el otro lado de la línea luego de haber deslizado el dedo por la pantalla.

- ¿Mamá, qué ocurre?

Más sollozos se escucharon junto a balbuceos inentendibles, pero era la voz de su madre, eso no podía negarlo.

- Mi hijo, mi niño.

- Oye, mamá, soy tu hijo, ¿puedes decirme que está pasando? ¡Mamá! –durante eternos segundos, la mujer siguió llorando, sin poder decir ninguna palabra-. Voy a casa, ¿está bien? Hablaremos ahí –con pánico helándole la sangre, buscó algo con su mirada, hasta que encontró los ojos preocupados de YongGuk-. Estoy en la universidad, pero estaré en unos minutos en casa. Mamá, ¿me escuchas?

- Sangre, hay tanta sangre.

- ¿Sangre? ¿Dónde hay sangre?

YongGuk no necesitó que dijera más, solamente tomó su mano y lo arrastró hasta donde HimChan y JongUp los esperaban junto al auto del mayor, que no dudó en pasarle las llaves a YongGuk cuando los tres –porque KiBum había corrido con ellos-, llegaron agitados y preocupados.

Sin alejar el celular de su oreja, seguía escuchando los sollozos desgarradores de su madre al otro lado, sin poder hacer nada para consolarla.

YongGuk no dudó en violar todas las leyes de tránsito conduciendo a toda velocidad para poder llegar a su casa en tiempo record.

Esta vez sí sentía que podía vomitar, no soportaba la mezcla de emociones que le sacudían el estómago y el pecho. Había pasado de tener la noche más ardiente y maravillosa entre los brazos de YongGuk, a querer golpearse por su propia estupidez y acabar corriendo a su casa como alma que lleva el diablo por su madre. Se preguntaba si su día podía ir peor.

Una patrulla de policía y una ambulancia estaban estacionadas frente al ante jardín y varias personas miraban su casa con curiosidad y preocupación. JunHong no se detuvo a preguntar y solo corrió hacia el interior apenas el auto de HimChan se detuvo en la calzada, ignorando los gritos de un policía que intentó detenerlo.

En la sala, su madre estaba acurrucada en el sillón mientras un policía le preguntaba a un paramédico si podía darle algo para calmarla.

- ¿Mamá? –la sangre huyó de su rostro cuando vio a la mujer cubierta por un líquido rojo y espeso, desde su cabello hasta su rostro, sus manos completamente rojas y parte de su ropa, donde parecía haberle salpicado.

El aroma metálico de la sangre era intenso a pesar de estar las ventanas completamente abiertas.

Dio un paso hacia ella y de desplomó frente al sillón, angustiado y aterrorizado por lo que fuera que ocurrió mientras él no estaba en su casa. La mujer lloraba en silencio, abrazando algo contra su pecho completamente sucio de carmesí.

- Mamá, ¿dónde está JunSeo hyung? –preguntó con la voz rota cuando reconoció lo que ella sujetaba con tanta fuerza entre sus brazos.

Entonces la mujer rompió a llorar con más fuerzas, estrujando entre sus brazos una camiseta de JunSeo ensangrentada y desgarrándose la garganta porque no se resignaba a que el hijo al que llamaba con gritos desesperados no le respondiera.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).