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Requiem por Pandora09

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BAJARTE AL INFIERNO

 

- ¿Estás seguro de esto? –se escondió bajo la manta y sintió el calor de hermano irradiar a su  cuerpo. Se acomodó contra JunSeo y este lo abrazó queriendo evitar que el calor se escapara de la cama.

Cuando era menor y tenía pesadillas, Zelo corría a esconderse en la habitación de JunSeo, ahora que eran más grandes y JunSeo sentía que había algo que corregir en su relación, era quien corría a la habitación de Zelo y se metía bajo sus mantas.

- Sí, no es algo que pueda ignorar, así que mejor arrancar la tirita en seguida.

No iba a ser él quien detuviera a su hermano de cumplir con su destino, así que se desenvolvió de sus brazos y se levantó de la cama.

- Mamá probablemente esté afuera todo el día, tenemos todo el tiempo del mundo para ir y… hacer cualquier cosa.

- ¿Te acostumbraste a ella y la familia feliz? –Zelo se detuvo en la puerta a mirar a su hermano, que se había acurrucado bajo las mantas y sonreía con los ojos cerrados-. Se convirtió en una verdadera mamá para ti.

Sí, la mujer había mejorado considerablemente en su forma de ejercer la maternidad, pero eso se debía al hijo que se había marchado, al primogénito que dejó ir por su negligencia, ella tenía la esperanza de que JunSeo volviera y se sintiera orgulloso de ella. Tal vez también le preocupaba un poco que el menor hiciera lo mismo, pero obviamente esa no era la prioridad.

- Siempre ha sido nuestra madre.

No escuchó la réplica del mayor, simplemente se dirigió al baño y se dio una rápida ducha, hacía frío y se sentía extremadamente cansado.

Cuando tu piel blanca y pura toca la mía…

La imagen de su hermano y YongGuk besándose en la sala cruzó su mente cuando se jabonaba el pecho. No sabía por qué seguía molestándole tanto, como si no pudiera soportar la idea de que su hermano superara a YongNam y lo reemplazara con su gemelo. Peor aún, que YongGuk no dudara en involucrarse con su ex cuñado. Y no había nada que pudiera hacer para cambiar lo que fuera que estaba ocurriendo entre ellos.

¿Escribió esa canción pensando en JunSeo?

YongGuk no había aparecido en su casa por unos cuantos días y no se sentía capaz de cuestionar a su hermano mayor y exigirle explicaciones que no se merecía.

Ese día, JunSeo le había pedido acompañarlo al cementerio, tal vez solo quería despedirse de YongNam y demostrarle que había seguido adelante, aunque fuera con YongGuk.

La simple idea de ver ahora a su hermano con el gemelo menor le provocaba náuseas.

Cuando salió del baño decidió revisar su celular, que había estado vibrando sin parar. No fue una sorpresa encontrar varios mensajes sin leer de JongUp, ni ese de KiBum en que le preguntaba dónde había estado todo el día anterior.

Soltó un suspiro y jugueteó con el celular. Esa señal de visto sería demasiado obvia para KiBum, pero no quería hablar con él ni nadie, habría preferido volver a ocultarse debajo de la cama, pero solo y nunca más salir al mundo exterior.

Lo que sí lo sorprendió fue ver el contacto de su hermano activo. JunSeo no había usado alguna red social desde que decidió dejar Corea del Sur en el pasado y radicarse en Canadá junto a su padre. JunHong apenas había podido compartir fotos o mensajes con él.

El mayor fue muy radical a la hora de decidir marcharse.

Sigilosamente, salió del baño y atravesó el pasillo en la punta de los pies, y se encontró a JunSeo recostado en el sillón de la sala, con su notebook sobre el regazo y lágrimas bañando sus mejillas.

Las únicas veces que había visto a JunSeo llorar había sido a causa de YongNam, al punto en que había deseado matar al Bang mayor por el sufrimiento de su hermano.

Se devolvió en el pasillo, se cambió de ropa en su habitación pensando que no debia dejar sus cosas por ahí tiradas, y preguntándose qué hizo JunSeo para descubrir la contraseña de su computador.

A los minutos, creyendo que su hermano había tenido tiempo suficiente para él mismo, volvió a caminar hasta la sala, esta vez avisando de su llegada con un grito y el sonido de sus pies. Para su sorpresa, JunSeo no se limpió las lágrimas ni ocultó su sufrimiento, por el contrario, soltó un sollozo sonoro y se cubrió el rostro.

Con la respiración agitada, corrió a su lado, esperando poder darle consuelo, pero JunSeo lo alejó violentamente y tiró el computador portátil al suelo. Con el corazón roto, Zelo vio las marcas que se dibujaron en la pantalla antes de que esta se fuera a negro.

Todo lo que pudo hacer por su hermano fue sentarse a su lado, abrazarlo con fuerza y escucharlo escupir todas sus culpas, como si existiera una forma de purgarlas. Zelo sabía que no, ni JunSeo ni YongGuk podían olvidar el papel que habían jugado en el suicidio de YongNam, pero tampoco debían seguir torturándose por la decisión del mayor. Nadie podía culparse más que el mismo suicida… y ya era demasiado tarde.

YongNam estaba muerto; JunSeo y YongGuk, vivos. Esa era la más pura y dolorosa verdad.

 

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La ciudad estaba fría en esa época del año, las temperaturas seguirían bajas por toda la primera mitad de la primavera y muy pocas personas transitaban las calles. El cementerio, por supuesto, estaba desierto.

JunSeo ya no podía sentir frío, apenas podía sentir sus manos cubiertas por guantes de lana o del aire gélido golpeándole las mejillas, apenas era consciente de la silenciosa presencia a su lado. Ni siquiera sentía dolor como para poder llorar. Su alma sangraba en agonía por la pérdida.

Cada paso sobre el suelo húmedo era un paso más cerca del infierno.

- ¡Tío Jun! –un rayo veloz se cruzó hasta golpear a JunHong.

Era una niña pequeña que cruzaba los brazos en el cuello de su hermano, quien sonreía incómodo pero la sostenía con cariño contra su pecho. Era una niña pequeña, de sonrisa inmensa y piel morena.

¿Por qué le parecía tan conocida?

- Princesa, ¿qué haces acá? –JunHong le acarició el cabello negro sostenido por dos elegantes coletas.

- Mami me dejó venir a ver a papi –la niña sonreía y esa sonrisa era tan bonita, tan sincera y pura que JunSeo no podía creer que aún existiera alguien que pudiera formarla. Le recordó tanto a JunHong cuando era menor y era feliz-, le traje un regalo.

- ¿Papi? –preguntó sin poder contener la curiosidad.

La sonrisa de la niña era tan bonita que le robaba la respiración.

- Hyung, ella es YoonSun, la hija de YongNam.

Entonces comprendió por qué esa sonrisa le parecía tan bonita. Era una preciosa niña pequeña, con la sonrisa más linda que JunSeo había visto, era la niña que nació para que él y YongNam no pudieran estar juntas.

- Te presento a JunSeo hyung, mi hermano mayor.

- ¿Jun… Seo? –con las manos cubriéndole la boca por la sorpresa, la niña lo miró y JunSeo se dio cuenta de que la miraba sin apenas respirar. Entonces ella se pegó a la oreja de JunHong y se cubrió el rostro.

- Hola –la niña lo ignoró, por lo que no tuvo otra opción que preguntarle a JunHong, que sonreía por lo que ella decía-. ¿Qué es lo que te está diciendo?

Su hermano levantó una mano indicando que esperara.

- Es él –dijo JunHong y la niña miró a JunSeo, que comenzaba a incomodarse por la forma en que lo miraba.

- ¿El de papi?

JunHong rió y asintió con la cabeza, entonces la pequeña estiró un brazo y le acarició la mejilla. JunSeo se dejó hacer, con la mirada fija en la sonrisa que crecía y crecía hasta mostrar las encías.

- Es muy bonito.

- ¿De qué habla?

- Pareces un ángel –quiso encontrar diversión en las palabras de su hermano, pero JunHong lo miraba con nada más que una alegría pura-. YongNam le habló de ti.

- Bang YoonSun, ¿qué estás haciendo? –y esa era la voz de la mujer que maquinó esa traición. La emoción que comenzaba a burbujear en su pecho por la mirada fascinada de la niña desapareció con una corriente fría cuando vio a la mujer acercarse.

Atrás había quedado la época en que Han SunHwa se vestía como barbie y pintaba sus párpados con colores llamativos. Atrás había quedado la muchacha que consideró alguna vez su amiga.

- Hola, SunSun –Zelo la saludó, pero no soltó a la niña para que volviera a su madre.

Los pasos de la mujer se detuvieron de golpe y JunSeo quiso reír cuando vio su semblante lívido.

- JunSeo, ¿eres tú? –al igual que la pequeña, SunHwa se cubrió la boca con las manos, ella no se veía tan adorable y su expresión llorosa era simplemente asquerosa.

- Un gusto conocerte, princesa –ignorando a la madre, le habló a la pequeña y le acarició el cabello-. Eres tan bonita como siempre te imaginé.

- Tú también, eres como un ángel… pero de verdad.

JunSeo sintió que vomitaría en cualquier momento, siempre pensó que la hija de YongNam sería preciosa, pero nunca creyó que fuera tan adorable, que heredaría todos los rasgos que hicieron que se enamorara tan perdidamente de YongNam.

- Nos vemos pronto –le besó la frente y miró a su hermano-. Nos encontramos afuera.

No quería que JunHong lo viera acabar de romperse frente a la tumba de YongNam, así que se había comprometido a dejarlo ahogarse solo en su dolor.

- JunSeo, ¿podemos hablar? –escuchó el ruego de la mujer y se regocijó en la forma en que su voz tembló. Quería verla sufrir, quería hacerla sentir miserable y odiarse a sí misma tanto como él mismo se repudió, pero no podía hacerlo, no quería seguir alimentando el odio que lo carcomía. Tenía suficiente consigo mismo y lo que había sufrido esos años en Canadá.

El tiempo y la distancia fueron en vano, comprendió cuando quiso golpearla.

- JunSeo, por favor.

Vio a Zelo alejarse con la niña en brazos y luego a la mujer, cuyos ojos llorosos no movieron ninguna fibra sensible en su interior.

- No tengo nada que hablar contigo, Han SunHwa –dio dos pasos lejos de ella, pero un jalón de su manga lo detuvo.

- Yo sí, necesito decirte muchas cosas, por favor.

- Mira, no quiero ser maleducado contigo, pero lo última vez que fui cortés acabé… en no muy buenas condiciones –eso sin querer recordar el incidente del día anterior a volar a Canadá, no quería recordar nada de lo que había vivido en esa época-, no es que tenga miedo a arriesgarme, es que esta vez no seré gentil contigo, ¿está bien?

- ¡Lo siento, por favor, perdóname! –las uñas de la mujer se enterraron en su piel, ardiendo-. Todo lo que pasó, todo lo que hice, era solo una niña tonta que no podía soportar la idea de ser rechazada. Cuando –se detuvo a sorber los mocos y JunSeo ya no se esforzó por alejarse, simplemente la dejó hablar y soltar toda la mierda que tuviera para decir y a él no le importaba-. Cuando nació YoonSun yo lo entendí, entendí el daño que le hice a YongNam, lo que te hice a ti. Yo nunca quise que me odiaras, solo quería que me amaras, que me miraras de la forma en que lo mirabas a él. Me arrepiento tanto, tanto que no puedes siquiera imaginar lo que ha sido todo este tiempo para mí, lo difícil que ha sido todo. Mi matrimonio con YongNam fue una burla de lo que yo quería contigo, una tortura. Te perdí a ti y después perdí el poco cariño que pude tener de YongNam.

- ¿Y?

- Por favor –los sollozos de SunHwa se escucharon por encima de del viento y los ruidos de la cuidad-, yo no pensé que YongNam se suicidaría, no pensé que mi hija quedaría sin papá por eso. No podré vivir en paz si tú no me perdonas. Por favor.

JunSeo tosió, buscó a su hermano con la mirada y lo encontró con YoonSun mirando flores.

- Mira, no me importa cómo te sientas, no me importa si estás arrepentida, no me importa si tu hija no tiene papá ni nada que quieras usar para provocar lástima.

- JunSeo –rogó tomándole una mano y llorando sobre ella-, perdóname, estoy tan arrepentida de todo.

- Ojalá las cosas se solucionaran con tu arrepentimiento, ojalá sirviera de algo –soltó su mano de golpe y se limpió en la ropa las lágrimas que habían caído sobre su piel-. Ojalá pudieras devolver el tiempo, SunHwa, porque es la única forma de arreglar las cosas. YongNam está muerto, no importa si no es lo que tú querías, es lo que provocaste. Con tu arrogancia y egoísmo, con tu endivia y malicia. Lo que tú hiciste no tiene perdón y no me importa lo mal que te sientas o cuánto esto te torture. Debiste pensar las cosas antes, pero no lo hiciste. No eres la única que perdió en toda esta historia, YongNam y yo también lo hicimos, solo por ti. Disfruta a tu hija, porque al menos la tienes a ella.

- Por favor.

- Espero no volver a verte en la vida y, si eso llega a pasar, espero que nunca olvides lo que hiciste, porque un ‘lo siento’ no soluciona nada, no cambia nada y no mejora nada –a modo de compensación por lo frío de las palabras, le regaló una sonrisa triste-. Debes hacerte cargo de tus errores, SunHwa, y agradecerle a la vida por mantenerme lejos de ti y no buscar venganza.

Dicho aquello, decidió seguir su camino y dejar a la mujer sola con su miseria. Tal vez ese fue el momento de dejar el pasado atrás y superarlo todo, pero no podía ser tan generoso con ella, no podía tener tan mala memoria, no podía perdonar ni olvidar.

En la tumba de YongNam resaltaban las flores frescas que la mujer y la niña habían dejado, también había un dibujo de una casa y ellas, con lo que debía ser un ángel en el borde superior.

- Tu hija es preciosa, siempre supe que harías hijos hermosos.

Se preguntó por el funeral, si asistió tanta gente como JunHong decía, si su madre lloró, si YongGuk lo hizo.

Tocó con los dedos el nombre tallado en el mármol, la suavidad de los caracteres rezando un nombre que lo torturaba. La fecha llamó su atención, al día siguiente sería su cumpleaños.

Tan solo unas semanas más y se habrían encontrado en la misma ciudad. ¿Por qué no lo esperó un poco más?

Se preguntó qué habría pasado si él hubiese respondido a los mensajes que YongNam le envió en esos dos años.

Se preguntó si realmente lo amó hasta el final.

Cuando era apenas un crío que comenzaba a andar, YongNam había sido la única criatura a la que podía admirar. YongGuk era su gemelo, sí, pero parecía más un niño al igual que él. YongNam estuvo ahí cuando aprendió a andar en bicicleta, cuando aprendió a nadar, en su primer beso y en casi todas las primeras veces de su vida. Lo guió como un padre, lo protegió como un hermano y lo amó como un hombre puede amar a otro. Tal vez ese fue su error, depender tanto el uno del otro hasta no concebir la vida lejos, pero sin ser capaces de hacerse responsables de ese amor.

JunSeo había pensado estudiar en la universidad, pero se cegó con las promesas de amor y la eterna compañía de YongNam. Renunció a la vida que quería construir por permanecer a su lado y estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir ese cometido.

YongNam era todo lo que podía desear de su compañero de vida, incluso si nunca tuvo la oportunidad de considerar tener otra pareja. Protector y valiente, divertido y comprensivo. YongNam estuvo a su lado durante toda su vida y le acabó siendo imposible que no desarrollara sentimientos hacia él. Luego de superar la etapa de admiración por el tipo rudo líder de la pandilla, JunSeo se enamoró perdidamente de la personalidad que nadie conocía, ni siquiera su propia familia.

Pero las cosas no siempre fueron tan perfectas como él habría deseado y los fantasmas de YongNam acabaron por consumirlo. Cuando ambos se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.

- ¿Crees que pudimos ser felices, realmente felices?

Recordaba esa época en que los gemelos Bang estuvieron en la correccional, seis meses completos sin poder verlo. La desesperación de no saber qué pasaría luego del juicio final. Recordaba los comentarios de la gente, todos le habían temido a los Bang y su pandilla, pero se sentían muy seguros con ellos tras las rejas. Cuando fueron libres, debían recuperar el respeto.

- ¿Realmente te suavizaste?

A JunSeo nunca le importó lo que decía la gente, al menos no los comentarios negativos sobre él o YongNam, disfrutaba de la envidia que provocaba, tanto en hombres como mujeres, cuando hacía alarde de su relación. Pero YongNam era, en secreto, más sensible que él. Le dolía escuchar que estaba condenando el futuro de JunSeo. Le dolía reconocer la verdad en las palabras maliciosas de la gente.

YongNam tenía un pasado turbio que no quería compartir con nadie. JunSeo podía soportar cualquier golpe, pero no pudo soportar saber que con esa relación estaba arruinando la vida de alguien completamente inocente.

- ¿Habrías seguido viviendo si hubiese respondido esos mensajes?

Como a todas sus preguntas anteriores, solo le respondió el silencio y la añoranza. No había nada en ese lugar que le perteneciera a YongNam, no estaba su sonrisa ni su voz grave, no había rastros de su espíritu, solo un cuerpo descomponiéndose con el sufrimiento de quienes seguían vivos.

- ¿Me esperarás en el infierno, amor mío? ¿Me amarás eternamente?

Solo YongNam conocía la respuesta.


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