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Requiem por Pandora09

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LA DULCE SERENIDAD DEL SUFRIMIENTO

 

No pasó más de una hora para que JunSeo apareciera atravesando el portón de hierro del cementerio, con la tristeza plasmada en sus finos rasgos.

Zelo esperaba sentado en una banca, sosteniendo el celular entre sus manos y con los audífonos en las orejas, los que se quitó cuando su hermano se sentó a su lado.

- Si hubiera respondido esos mensajes –recargado en el respaldo de la banca, JunSeo encendió un cigarro liado, luego expulsó el humo hacia el cielo-, ¿crees que él me habría esperado? Si yo le hubiese dicho me fui amándolo más que a mí mismo.

- ¿Tanto lo amabas, realmente?

JunSeo le lanzó una mirada que, si hubiera podido, lo hubiera asesinado.

- Seis veces, una por año, fueron las que YongNam me engañó –volvió la vista al cielo y dibujó una sonrisa débil con sus labios- y las que yo lo engañé a él, por supuesto.

Zelo podía adivinar que esas fueron solo las veces consideradas en el tiempo en que fueron una pareja formal, el resto del tiempo fue solo JunSeo despreciando a YongNam porque se tiraba todo lo que tuviera dos piernas o YongNam espantado cada pretendiente de JunSeo. Eran graciosos y patéticos.

- Siempre volví a él, nunca importó realmente cuántos gritos o lágrimas hubiera entre medio, lo que contaba era que siempre volvíamos al mismo lugar, solo los dos –las mejillas de JunSeo seguían húmedas, las lágrimas seguían corriendo y Zelo no comprendía cómo podía seguir llorando con el frío que estaba haciendo, debía sentirse congelado.

» No soy un buen hermano, Junnie, estoy muy lejos de ser el tipo de hermano que quise ser para ti –con un suspiro pesado, JunHong pasó un brazo por la espada de su hermano y lo abrazó. No quería que por un repentino sentimentalismo JunSeo comenzara a sentirse menos, para él estaba bien como estaba, era el mejor hermano que podía imaginar-. Siempre creí que mi ejemplo sería suficiente para evitar que tú pasaras por lo mismo o por algo similar.

- Yo estoy bien, hyung, aprendí mucho de ti.

- Todo lo que no quieres ser.

Como un niño pequeño buscando refugio en una noche de tormenta, JunSeo se acurrucó contra su pecho, temblando. Zelo acarició sus brazos, pero no hubo forma en que los temblores disminuyeran.

- Me gustaría que no sufrieras, hyung, que superaras a YongNam y su muerte… Incluso aceptaría que volvieras a Canadá y te olvidaras por completo de mamá y de mí –los sollozos de su hermano se intensificaron y deseó llorar con él, como cuando era menor y JunSeo lo protegía del mundo y todos sus males. Quería consolarlo y que su hermano se sintiera amparado por él, pero siempre seria el hermano menor molesto-. Yo solo quiero que seas feliz.

- Lo intento, Junnie, de verdad que lo intento, pero no puedo recoger de los pedazos de lo que alguna vez llamé vida –era la primera vez que JunSeo hablaba de sí mismo, de sus emociones o sobre cualquier cosa que se tratara de él; siempre lo hacía sobre el resto o sobre las cosas que Zelo debía aprender o mejorar, de cómo iba el mundo, de lo divertidas que eran las personas, de lo odiosos que eran los grupos de kpop o lo patéticos que llegaban a ser los americanos, incluso de política. Nada era más irreal que escuchar a JunSeo así de roto y desesperanzado-. Con YongNam las cosas siempre eran fáciles, ir y volver, siempre los mismos problemas, siempre al mismo lugar, siempre el mismo sentimiento.

JunHong quería refutar completamente esa afirmación, ya parecía que su hermano estaba delirando.

- YongNam siempre fue tan dulce, en eso se parece un poco a YongGuk porque ambos sienten de la misma forma, pero Nam siempre fue más delicado y tierno –no podía imaginar a los gemelos Bang de esa manera, no cuando había visto sus más sucias y feas caras-. No me crees, ¿verdad? Me gustaría que vieras esa parte de ellos, de YongGuk, sin que te rompa el corazón… Tal vez tú sí puedas hacer algo bueno por ese degenerado.

Tal vez podía creerle, recordando al YongGuk de debajo de la cama, o al que sostenía con cariño a su sobrina desconocida, incluso ese que había escrito esas maravillosas canciones; pero no se encontraba a sí mismo en la ecuación, no cuando había visto a ese Bang YongGuk que besaba con fervorosa desesperación de JunSeo.

- Mierda, Jun –su hermano se soltó de su abrazo y se limpió el rostro, sorbiendo los mocos y sonriendo apenas, con la mirada brillante y las mejillas rojas-. A veces desearía que nunca pasaras por esto, que fueras tú quien le rompe el corazón a los demás, pero el sufrimiento es casi tan necesario como la felicidad. No importa cuánto lo intentes, no siempre puedes evitar que te rompan el corazón.

Quiso decirle que su corazón ya estaba roto, quiso buscar consuelo en sus brazos, pero ya era demasiado tarde para ellos y, en ese momento, era JunSeo quien necesitaba apoyo.

- Tal vez ahora sea el momento de que sigas adelante, de superar a YongNam y reconstruir tu corazón roto –probablemente eso era lo último que podía decirle a su hermano, pero no tenía más palabras, porque él había endurecido su propio corazón y era hora de que JunSeo aprendiera lo que tanto le quiso enseñar en su infancia.

- Ojalá fuera tan fácil –JunSeo se encogió de hombros y buscó su mirada, provocando que el estómago del menor se retorciera-, volverme cruel y seguir adelante, volver a romper corazones –soltó una risa ronca y se levantó-. ¿Sabes? Yo rompí unos cuantos corazones… ahora ellos van por ahí rompiéndome el alma.

- Hyung…

JunSeo caminó hacia la calle, lentamente, dándole la espalda a él, al cementerio y al cuerpo terrenal de YongNam, buscando algo, tal vez esperanzas o sueños, en el aire frío de la primavera. Tal vez un nuevo comienzo.

- Cuando ames a alguien que no sea solo tu amigo ni que comparta sangre contigo, comprenderás por qué fui feliz, Junnie, y que eso es todo lo que importa.

 

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Los ojos le pesaban y la cabeza le daba vueltas, todo le parecía más colorido y gracioso.

El humo se arremolinaba frente a su rostro y se expandía hacia el espacio. Suaves lengüetas plomizas escapaban de su boca y susurraban suspiros hacia la nada. Esponjoso y algodonado, suave… siempre tan dulce y suave.

Estaba drogado, eso lo sabía, no por nada la cabeza le daba vueltas y los ojos se le secaban.

Estaba drogado y cansado. Triste y miserable. No había forma en el mundo de que pudiera sentirse bien, no importaba cuánto bebiera o cuánto fumara, cuánto HimChan intentara hacerlo sentir mejor, cuánto le diera vueltas al asunto, YongGuk no podía sentirse capaz de enfrentar el día siguiente solo.

Sentirse traicionado era poco, abandonado y olvidado, también. Estaba enojado, pero sentía que no lo suficiente. Comprendía que estaba vivo y YongNam lo estaba dejando enfrentarse solo a la vida, pero tampoco quería verse a sí mismo sintiéndose patético porque su hermano mayor había decidió irse a un lugar mejor –si es que estaba en un lugar mejor.

Quería pensar en cosas buenas, coloridas y brillantes. Quería sentirse como un niño inocente, como si pudiera borrar todos sus pecados y depurar su alma y consciencia de todo lo que había hecho. Porque la vida le estaba sonriendo de una forma que siempre creyó prohibida para él. Tan dulce siempre, tan suave y adictivo.

Como si la muerte de YongNam hubiese hecho encajar todos los pedazos de su vida, todas sus miserias y frustraciones. Como si su objetivo hubiera sido remecerlo para que comenzara a vivir de nuevo, de la forma correcta. Y le estaba dando todas las herramientas para hacerlo. Todas las razones. Como diciéndole que tanto sufrimiento valía la pena.

Y al mismo tiempo estaba tan asustado. El humo se le metía en los pulmones, sentía sus caricias en las venas, los golpes en el corazón, su voz en la cabeza llamando su nombre como si sus labios hubiesen sido creados para susurrarlo.

Tan dulce siempre, tan suave  y melódico. Como si JunHong hubiese sido hecho para guiarlo. Con esos ojos marrones siempre enfadados, el ceño fruncido y la boca torcida en una mueca desagradable. Porque el humo de la hierba lo ahogaba, se le metía en los pulmones y le estremecía la piel, tal y como lo hacía la presencia de Zelo.

Sentía que el efecto pasaba, que su cabeza se aclaraba y el humo se esparcía, pero quería mantener esa imagen en la cabeza, el humo blanco y algodonado, como esas mejillas que se inflaban cuando se enfadaba, como esa piel que se coloreaba y calentaba cuando estaba avergonzado, cuando estaba enojado, cuando se sorprendía y, en especial, cuando se emocionaba.

Quería aferrarse a JunHong porque, después de todos sus años viviendo en la más obscena y profunda miseria, su vida parecía tener algo bueno.

… de verdad que tienes talento –desde YongNam nunca nadie le había dicho algo como eso y YongNam lo hizo cuando eran apenas unos niños. Y no había lazos de sangre obligando a Zelo a ser políticamente correcto con su opinión. Por el contrario, Zelo podía ser todo lo desagradable y cruel que quisiera, la vida le daba ese privilegio y él parecía ignorarlo.

A veces lo veía, con esa mueca de desprecio y furia, sabía que lo culpaba, sabía que lo juzgaba porque Zelo era demasiado correcto, demasiado bueno para no hacerlo. Tan bueno que prefería guardar sus pensamientos para sí mismo y sufrir en silencio. Porque fueron ellos mismos quienes le quitaron el derecho de hacerlo en voz alta, de buscar refugio y consuelo en alguien.

JunSeo había acabado siendo tan miserable que había hecho todo lo posible porque Zelo no fuera igual, porque fuera más duro y feroz que él, pero se había equivocado tanto y solo le provocó sufrimiento al menor, ahora el mundo entero debía pagar las consecuencias, porque Zelo se negaba a ser quien había querido ser, ese niño risueño y soñador que todos habían amado y envidiado en secreto.

Y YongGuk se preguntaba quién habría sido Zelo si lo hubiesen dejado libre, ¿habría sido tan dulce como era? Porque era tan dulce siempre, suave e implacable. Con el corazón tan roto.

Como el humo, se le escapaba de las manos, se elevaba y desaparecía frente a sus ojos porque no tenía las armas para mantenerlo a su lado, porque YongNam le permitió encajar las piezas y llevar una vida menos miserable, menos triste que la que llevaba, le dio las herramientas para hacerlo, pero no contó con que ya era tarde. Con que Zelo ya estaba lejos, en nubes algodonadas repletas de tantos hubiera.

Se preguntaba si JunSeo lo perdonaría, si olvidaría todos sus planes con el menor y le permitiría corromperlo como quería. Porque Zelo era tan puro a sus ojos, tan inalcanzable como el cielo. Tan inmenso y profundo como el mar. Zelo era la representación humana de todos los sueños que tuvo alguna vez, de todos los que no cumplió y murieron, dejando llagas que no sanaban en su alma. Zelo representaba a todas las personas que alguna vez pasaron por su vida, a todas las que lo odiaron, a todas las que lloraron por su culpa, a las que sangraron y lo aborrecieron. Zelo era todas las razones para ser feliz porque fue así como JunSeo lo pintó frente a sus ojos, como humo algodonado, tan dulce siempre, tan suave y perfecto.

Y ahora, ahora que nadie podía inmiscuirse entre sus cuerpos y almas, ahora que nadie podía detenerlo, ahora que todos los obstáculos de su vida, todos los pecados y todos sus errores estaban enterrados en la tumba de YongNam, tal vez podía tocar eso que se le estaba prohibido.

Ahora que su vida comenzaba a encaminarse, tal vez podía tener algo más que sufrimiento para ofrecer.

Porque cuando Zelo lo miraba, incluso si lo hacía con esos ojos marrones encendidos en ira, cuando lo culpaba y aborrecía su existencia, incluso cuando el dolor plagaba esas facciones pálidas y algodonadas, parecía que todo el mundo le sonreía. Tan dulce siempre, tan suave y lejano.

Cuando lo tocaba, con esas manos tan delicadas y tibias. Cuando su calor se volvía uno y su respiración se agitaba, parecía que podía morir en paz.

Mierda, quería morir si lo hacía en esa paz.

Pero no quería irse, no así ni tan pronto. Cuando supo que YongNam se había suicidado, cuando sintió su alma desgarrarse con el gemelo al que abandonó en su miseria, creyó que su deber era irse con él, pagar sus pecados compartiendo el infierno con él. Cuando leyó la carta que su hermano le dejó, creyó que no hubo nada que él pudiera hacer para detenerlo. Comprendió los motivos de su hermano, comprendió su sufrimiento y, tal vez, hasta se pudo perdonar un poco a sí mismo.

Comprendió también por qué había amado tanto a JunSeo, por qué intentó ser una mejor persona por él, por qué quiso merecer su amor, ser digno de él.

Principalmente, comprendió que él no tenía una causa. Escribía canciones llenas de dolor, de sueños y fantasías que no podía concretar. Porque fue tan tosco siempre, tan despreocupado y cruel, tan detestable, que Zelo y el mundo entero tenían razones de sobra para repudiarlo. Pero Zelo seguía ahí cuando todo el mundo le había dado la espalda, cuando hasta su mejor amigo lo culpaba por la muerte de su gemelo. Zelo seguía ahí y lo empujaba a ser mejor, a ser una persona.

Tan cálido y suave, Choi JunHong le daba motivos para querer ser mejor, para merecer tenerlo a su lado.

Como el humo, tan suave, siempre, tan perfecto e idílico.

 

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- ¿De verdad? –su voz emocionada sonó más alto de lo esperado y varias personas se le quedaron mirando. Había pasado de la más absoluta angustia a sentirse tan emocionado que su corazón parecía a punto de explotar.

- Bueno, no hay nada seguro aún, pero Yixing dijo que, aunque el CEO se niegue a la colaboración con un desconocido, él está dispuesto a trabajar con YongGuk en alguna de las canciones de su álbum solista –Sehun bostezó y soltó unas palabras que definitivamente no iban dirigidas a él por ser demasiado cariñosas, después retomó la conversación-. También hablé con algunos de mis hyungs y piensan que sería buena idea hacer algo nuevo, imagino que podemos poner un poco de presión, ¿no?

- Yo creo que sí, o eso espero –suspiró y buscó algo en el cielo crepuscular, podía imaginar perfectamente cuál sería su regalo para YongGuk-. No sabes cuánto significa esto para nosotros.

- ¿Nosotros? –Sehun habló con voz estrangulada y soltó una carcajada-. No me meteré en tus asuntos, pero espero que sepas en qué te estás metiendo.

Zelo permaneció en silencio por unos segundos, mientras Sehun volvía a hablar con quien adivinaba era Yixing.

Ese nosotros se había deslizado tan fácil y naturalmente a través de su lengua y su cabeza, no hubo duda en sus pensamientos ni en su voz, no desde que Sehun le había pedido contactar a YongGuk para una posible colaboración y acabó imaginándose a él y YongGuk caminando por los pasillos de la SM; a él y YongGuk construyendo una vida lejos y llena de logros. A él y YongGuk.

- Estoy un poco confundido –soltó de repente, con la voz sombría y deteniéndose a mitad de camino, olvidando por completo la conversación que estaba teniendo con Sehun y ahogándose repentinamente con demasiados pensamientos fugaces-. Acompañé a JunSeo a visitar a YongNam –Sehun soltó un resoplido y le gruñó a alguien para que lo dejara en paz.

Oh Sehun era la única persona que conocía los pensamientos de Zelo. Aunque consideraba a JongUp su mejor amigo, sus lazos con la familia Kim –tanto HimChan como KiBum- le impedían ser completamente sincero con él en cuanto a sus emociones con respecto a YongGuk.

Al otro lado de la línea, escuchó un pesado bostezo y se preguntó si no estaba siendo demasiado inoportuno con su conversación.

- Deberías ir a dormir –soltó de golpe y Sehun respondió con una risa grave interrumpida por otro bostezo.

- Lo siento, anoche apenas dormí tres horas.

- Entonces deberías estar descansando –Zelo negó para sí mismo, realmente estaba confundido y necesitaba hablar con alguien antes de llegar a conclusiones erróneas por su cuenta, pero no podía molestar a Sehun, no sabiendo que su amigo estaba rompiéndose el lomo para poder alcanzar los estándares de un verdadero idol.

- De cualquier forma, no puedo desaprovechar mi tiempo durmiendo –Zelo bufó y Sehun volvió a reír-. Yixing estará en Seúl solo un par de días, debemos aprovechar el poco tiempo que tenemos juntos.

- Bueno, si te desmayas en el escenario espero que me digas que valió la pena.

- Lo valdrá, créeme, lo valdrá.

- ¿Crees que vale la pena sufrir así por una persona? O de cualquier manera –la incredulidad se escuchó en su voz con el peso de todas las emociones que cargaba su hermano, ¿por qué era todos mártires del amor?-. Y no me respondas con esa mierda de que demuestra tu capacidad emocional.

Sehun resopló, probablemente adivinando que eso era lo que tenía confundido a Zelo y estaba atorado en su garganta.

- Cuando Yixing está en China o nuestros horarios nos impiden pasar tiempo juntos, tampoco duermo extrañándolo…

- Eres patético, todos ustedes lo son.

- ¿A qué viene ese golpe? ¿Es sobre eso que estás confundido?

- ¿Cómo puedes amar a una persona que te desgasta así, que te consume con cada respiración que da? –su voz sonó débil, quebrada como Zelo se sentía interiormente, asustado.

- Esto no es sobre la otra persona, JunHong –Zelo odiaba que lo trataran como a un niño pequeño, había pasado esa época donde buscaba los consejos y la aprobación de alguien, odiaba la condescendencia en el tono de las personas cuando le hablaban sobre emociones, pero más odiaba saber que era un ignorante-. Es sobre ti con ella. Cada quien elige como vive su relación. Puedes hacerlo erráticamente, como tu hermano y YongNam; puedes ser un poco ingenuo y estúpido, como JongUp; puedes sacrificarte y vivir en una agonía constante, como yo; o puedes simplemente hacerlo como tú, sin involucrarte y preguntándote siempre cómo sería si lo hicieras de otra manera. No importa si crees que está bien o mal, lo que importa es si lo sientes correcto o no.

Impaciente y ansioso, volvió a caminar, sin saber exactamente hacia dónde, pero apenas vio un taxi, lo hizo parar y se subió.

- JunHong, ¿vas a casa? –Sehun seguía hablando al otro lado de la línea, pero Zelo ignoró sus palabras a consciencia, concentrándose en los ojos marrones que se reflejaban en el retrovisor.

- No –sacudió la cabeza y susurró la dirección de KiBum, el conductor asintió con una sonrisa y Sehun bostezó.

- Esta es la cosa sobre el amor, Zelo, y sobre cualquier sentimiento que valga la pena –de fondo, Yixing se esforzaba por llamar la atención de Sehun, ahora que su amigo lo había dicho, comprendía cuánto le estaba costando dejar a su novio de lado para hablar con él para darle esa lección de vida-. No importa cuánto lo intentes, nunca estarás libre del sufrimiento. Y nadie se merece que lo quieran a medias, ni tú, ni tu hermano, JongUp o yo, nadie, ni siquiera KiBum.

Con esas últimas palabras, Sehun cortó la llamada.

JunHong simplemente miró la pantalla táctil apagarse. Odiaba que todos se creyeran gurús del amor cuando él hacía una pregunta. Odiaba que lo trataran como a un niño porque él no tenía ni una puñetera idea de cómo podía valer la pena toda esa mierda. ¿Por qué JunSeo seguía llorando y amando a YongNam? ¿Por qué JongUp seguía volviendo a HimChan? ¿Por qué Sehun amaba a alguien que podía dejarlo en cualquier momento? Tantos por qué sin respuesta.

- Llegamos.

Ensimismado, no se percató del trayecto hasta la casa de KiBum, cuando el señor Bang habló, ya estaba estacionado frente a la fachada verde agua de su casa.

- Muchas gracias, señor Bang.

Rápidamente le pagó al conductor y se dispuso a bajar, pero sus miradas volvieron a conectarse en el retrovisor y el ceño fruncido del mayor lo desconcertó.

- Eres el único que nunca me ha llamado tío, tu hermano y hasta HimChan aún lo hacen.

JunHong lo observó, sin saber qué contestar. Él siempre fue solo el hermano menor de JunSeo. El odioso hermano menor. El respaldo del hijo perfecto. El de las coartadas. El que corría si le decían que fuera a la esquina a ver si estaba lloviendo. El que estaba de más. El que iba sin que lo invitaran y se marchaba sin que lo echaran. El que nadie veía. El que los había querido a todos y a quien todos le rompieron el corazón. El que había amado, pero acabó olvidando el por qué.

- Nunca fuimos realmente cercanos.

Corrió fuera del auto, la última vez que había hablado con el señor Bang había sido en el funeral de YongNam y no quería acabar hablando de eso, tenía suficiente de YongNam, de JunSeo, de funerales y de tristeza.

KiBum lo miró asustado cuando abrió la puerta luego de que Zelo la aporreara hasta casi echarla abajo.

- ¿Qué…?

- Terminemos –soltó de golpe, porque si esperaba un par de segundos más, se arrepentiría.

- ¿Quieres pasar?

En contra de su voluntad, aceptó. Le debía a KiBum algo más que eso, aunque no quisiera dárselo en ese momento.

- ¿Estás hablando en serio? –en la sala, sentados uno al lado del otro, Zelo no estaba tan seguro.

- Sí, lo siento.

- ¿Por qué? –no había tristeza en la voz del mayor y JunHong lo maldecía por eso. ¿Alguien lloraría alguna vez por él?

- ¿No estás triste?

- Tal vez debo digerirlo.

Entonces, tal vez, comprendió un poco lo que todos le decían.

-Es por eso, no sé a dónde vamos con esta relación y no podemos seguir así. Ni siquiera nos podemos hacer daño el uno al otro –arañó sus rodillas por encima del pantalón, sintiéndose mareado y nauseoso.

- ¿Estás seguro de que no es por Bang YongGuk?

- ¿Por Bang… YongGuk?

- Siempre quisiste ser igual que tu hermano, Zelo, siempre corriendo detrás de él y los Bang –KiBum rió y sacudió la cabeza, mostrándose repentinamente furioso-. Ahora que YongGuk está ahí, ¿no quieres quedártelo para siempre?

JunHong entrecerró los ojos, siempre había pensado que su relación era algo sobre ellos dos solamente, tal vez ignoró que KiBum odiaba a los hermanos Bang con sus entrañas más de lo que lo quería con su corazón.

A YongGuk ni siquiera le gustan los hombres… tal vez solo JunSeo.

- Ojalá fuera así de simple, terminar contigo y correr a los brazos de YongGuk o de cualquier persona –soltó una risa ronca y rota, como se estaba sintiendo-. Es por mí, por primera vez, porque no te amo y no me amas… Y no vale la pena que sufras por mí, porque estoy malditamente seguro de que yo no voy a sufrir por ti. Y lo lamento.

No esperó a que KiBum replicara sus palabras, había perdido la esperanza de que quisiera detenerlo, tampoco quería que lo hiciera. Tristemente comprendió que, incluso si le dolía acabar con algo tan seguro como su relación con Kim KiBum, era lo correcto. No podía condenar a alguien a estar en una relación vacía como la que ellos tenían, tampoco podía amarrarse a sí mismo por la responsabilidad de no romper el corazón ajeno. Incluso, si acababa haciéndolo, nunca podría corresponder a ninguno de sus sentimientos.

Su celular vibró en su bolsillo, como llevaba haciendo los últimos minutos, y a regañadientes le contestó a JongUp, que habló con voz ahogada y preocupada.

- Debes venir a casa de HimChan, ahora… YongGuk te necesita.

Notas finales:

Quedan solo dos capítulos y el epílogo para que esta historia termine.


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