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Nada está escrito por Lauradcala

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¿Quién puso mi ventana de modo que le diera el sol al amanecer? ¿Quién rayos ubico mi cama de forma que los rayos del sol me dieran en la maldita cara al llegar el dia? ¡Joder! ¿Por qué no cerré las cortinas?

Me tapé con las cobijas intentando bloquear la luz pero de alguna forma lograba colarse a través de las fibras.

Para empeorar mi lamentable situación, mi cabeza palpitaba como si alguien estuviese martillando en ella.

Maldita resaca, no vuelvo a beber.

"Mentiroso" replicó mi subconsciente.

¡Cállate!" le respondí.

Nada mejor que discutir conmigo mismo empezando el dia.

En vista de que no iba a seguir durmiendo, pensé que lo mejor sería ir por algo de comer.

Me giré en la cama y me sentí incomodo al instante, fruncí el ceño y bajé la mirada para encontrarme con que mis bóxer estaban un poco más apretados de lo normal en el área delantera.

Joder, ¿Qué tiene el alcohol en contra de la población masculina?

El agua fría tenía que arreglar esta situación.

Me senté en mi cama y esperé a que la habitación dejase de dar vueltas.

Cuando mi vista logró enfocarse, noté que en mi escritorio había dos vasos, uno con agua y otro con jugo de naranja, además de un par de pastillas, eso era obra de mi madre seguro, ya podía imaginármela equilibrando todo mientras mi papá soltaba risillas burlonas a sus espaldas.

Me apresuré a tomar las pastillas y apuré ambos líquidos casi que de un trago, mi garganta me lo agradeció y el dolor punzante empezó a remitir.

Gracias a los dioses por mi madre.

No saldría a correr, en el estado en que estaba podría estampar mi cara contra un poste, así que tome una ducha rápida de agua helada y, una vez estuve totalmente presentable, bajé al comedor.

El reloj de la sala marcaba las dos de la tarde.

Mi madre iba a matarme, luego me preguntaría si estoy bien y volvería a matarme.

Oí el televisor en la sala, mis padres de seguro estarían viendo películas acaramelados en el sofá.

No me equivoqué.

Al doblar la esquina pude ver a mi madre acurrucada en el costado de mi padre mientras este la rodeaba con un brazo y acariciaba su hombro con cariño.

Las náuseas volvieron.

-¿Qué tal la resaca? -Preguntó mi padre en cuanto me asome en la habitación.

-¿Ángel? -Mi madre se enderezó en su puesto.

-Buenas tardes, má -Murmuré incómodo.

-¡Jovencito! ¿Cómo te atreves a llegar ebrio a la casa? ¡Se supone que solo ibas a reunirte con tus amigos! -Exclamó ella intentando parecer severa, no lo logró.

-Sí, bueno, eso se suponía, pero Noah y Jeremy soltaron la noticia de que van a ser padres y todo se descontroló un poco -Expliqué intentando apelar a su lado maternal para escaparme de la reprimenda.

Lo logré.

La expresión de mi madre pasó de enojo a ternura en un segundo.

-¿Van a ser padres? ¡Que dulce! ¡Va a ser un niño tan hermoso! ¿Puedes imaginártelo Dominic? -Mi madre se colgó del brazo de mi padre con una mirada soñadora.

Eso rompió un poco mi corazón y, por el gesto de mi padre, sé que a él también.

Mi madre siempre soñó con tener muchos niños corriendo por ahí, pero como solo pudo tenerme, su sueño se vió un poco frustrado.

Apreté mis labios intentando disimular un poco la repentina tristeza que me embargó y le comenté mi noche anterior.

Escuchaba atenta y me felicitó por haber traído a Jessie a su casa, no es que hubiese hecho de otro modo en cualquier caso, pero ella estaba feliz de que la hubiese protegido.

Después de un rato charlando mi vientre rugió en protesta por algo de comer, mi madre al escuchar su reclamo me dijo que en la cocina me había hecho algo de sopa para comer, alegando que algo ligero le caería bien a mí, repito textualmente, estomago de borracho.

Mi padre se carcajeó mientras mi madre me veía con burla, ya no me regañaba pero aun así estaba arreglándoselas para hacerme sufrir.

Devoré mi almuerzo en un santiamén y, luego de lavar mi plato, salí en busca de Jessie.

Si yo estaba despierto y con resaca, ella debía pasar por lo mismo.

Toqué el timbre y oí un gruñido desde dentro de la casa, de seguro era mi amiga quejándose por el ruido.

Cuando nadie me abrió supuse que los señores Sanders, los padres de Jessie, no estaban en casa y que la chica estaba ignorando el llamado a su puerta.

-¡Jessie! ¡Soy yo! ¡Ábreme de una vez! -Grité hacia su ventana.

-¡Vete Ángel! ¡Déjame vivir mi resaca con dignidad! -Me contestó su voz ronca.

Me reí.

-¡Tu dignidad la perdiste anoche cuando bailaste medio desnuda encima de la mesa delante de todo el restaurante! -La molesté un poco.

-¡¿QUÉ?!

Escuche unos pasos apresurados bajar por la escalera, luego un golpe, un quejido y otra vez los pasos que ahora iban más lento.

La muy tonta debía de haberse caído al bajar apresurada las escaleras.

Jessie abrió la puerta y no pude evitar reírme de su terrible aspecto.

Su cabello castaño no tenía ninguna forma, aunque podría apostar que un cantante punk envidiaría la forma en que había creado puntas en todas direcciones; las comisuras de su boca tenían marcas blancas de lo que debía ser saliva seca y sus ojos estaban llorosos y entrecerrados en un intento de minimizar el paso de la luz.

-Joder Jess, luces del asco, ve a tomar un baño -Comenté intentando contener la risa.

-Tomaré un baño en cuanto me expliques eso de mi baile encima de la mesa.

-Es mentira, lo dije para que me abrieras la puerta, ahora ve a darte un baño y salgamos de aquí, te hace falta respirar aire fresco mujer -Dije pasando por su lado y entrando a la casa antes de que me cerrara la puerta en la cara.

-Eres un imbécil -Creo que se molestó.

-Este imbécil te cargó hasta tu cuarto y te acomodó entre las sabanas, lo que me recuerda, debes hacer ejercicio Jess, estás pesada.

Su cara enrojeció, no sé si por vergüenza o por rabia, pero luego del sonoro puñetazo que lanzó a mi hombro me incliné más por la ira.

La miré fijamente con una pequeña sonrisa hasta que suspiró y se pasó la mano por el pelo como un gesto de irritación.

-Supongo que debo darte las gracias -Dijo a regañadientes.

-Lo que deberías estar suponiendo es darte esa ducha mujer, que apestas a licor y un poco a perro muerto, en serio Jess, ¿Planeabas acabar con toda la cerveza de la ciudad en una sola noche?

-¡Oh cállate! ¡Tú también estabas ebrio!

Y subió las escaleras dejándome solo en la sala, por un momento pensé que iba a dormir y dejarme ahí tirado, pero luego escuché el agua correr y supe que iba a seguirme la corriente.

Media hora después, en la que me entretuve jugando con mi teléfono, Jessie bajó totalmente vestida y decentemente peinada.

-Es una mejora aceptable a la ebria Jessie -Comenté con un gesto de aprobación.

Recibí un dedo medio por respuesta, creo que le agradó mi comentario.

-¿Dónde vamos a ir? -Preguntó.

-¿Qué te parece caminar por ahí mientras conversamos como los viejos tiempos?

-¿Quieres hablar en algo en específico? ¿O en alguien? -Su sonrisa pícara no se hizo esperar.

-No empieces Jess.

-¡No he dicho nada! ¿Te he traído algún recuerdo importante a tu mente?

Rodé mis ojos y salí de la casa sin mirar si me seguía o no, sé que lo hacía.

-¡No te molestes, Ángel! ¡Era una broma! -Exclamó entre risas.

-No me molesta, de hecho quería preguntarte que planes tienes para la universidad.

-De hecho, creo que me llama la atención ser diseñadora digital, llevar mi arte a otro nivel.

La miré sorprendido, Jessie era una artista nata pero siempre había sido algo tímida en mostrarlo, aunque yo había tenido el honor de atestiguar su increíble talento, el que me dijese que quería profundizar en lo que le apasiona me sorprendió.

-Joder Jess, ¡Eso es fantástico!

-Gracias, ¿Y tú? ¿Te decidiste ya? ¿Vas a trabajar con tu padre?

-De hecho he visitado algunas universidades y creo que voy a seguir el consejo de mi madre, voy a estudiar ingeniería de sonido.

Jess detuvo el paso y me miró fijamente, le devolví la mirada extrañado.

-¿Vas a dedicarte a la música? -Preguntó.

-Bueno, no del todo pero sí, quiero eso.

-¡Eso es genial! ¡Vamos por una bebida! ¡Esto hay que celebrarlo!

-¿Qué no tuviste suficiente ayer? -Me burlé.

-Estaba pensando en una malteada o un café, no seas un idiota Ángel.

Me reí y seguimos caminando hasta llegar a un local cualquiera donde pasamos el resto de la tarde.

El fin de semana pasó volando y de repente ya era lunes.

El domingo había hablado con mis padres acerca de mi línea profesional y se alegraron tanto que tuvimos una mini celebración, así que el primer dia de la semana me encontraba en la universidad que ofrecía el programa inscribiéndome para iniciar el próximo año como estudiante de primero.

Recibí instrucciones acerca del proceso que debía seguir, además de nuevos folletos y nombres de personas a las que podía contactar en caso de necesitar ayuda, recibí un tour por el campus y cerca del mediodía me estaba despidiendo de mi tutora del dia.

Estaba saliendo del edificio cuando por el rabillo del ojo visualicé una figura conocida.

Me giré rápidamente y enfoqué mejor, efectivamente allí, hablando con el director se encontraba el mismísimo Dante.

¿Qué estaba haciendo allí? ¿Sería un estudiante? Parecía mayor como para ingresar como un estudiante, pero nada se lo impedía ¿Cierto?

Se estaba riendo y estrecho las manos con el otro hombre, ¿Era cercano al director?

Mi cuello empezó a picar, quise pensar que era cuestión de nervios pero internamente sabía que mi destinado estaba por allí mientras yo estaba escondido detrás de un muro espiando a Dante.


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