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Nada está escrito por Lauradcala

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Sacudí la cabeza para alejar la creciente angustia que empezaba a arremolinarse en mis pensamientos.

Mi marca cada vez más se acercaba al nombre de Dante, aun a pesar de que no podía ser él.

Cuando tu destinado muere, lo único que te mantiene con vida es si has creado una familia con él o ella, es lo único que te ata a la vida, aun así no puedes unirte a nadie más.

Si Dante seguía con vida después de haber perdido a su destinada, es porque debía tener hijos, no los había mencionado nunca pero esa era la única explicación posible, además, no es que hubiésemos hablado mucho de él en nuestras conversaciones.

De hecho, cada vez que hablábamos, su interés siempre parecía estar dirigido hacia mí, cosa que no me molestaba pero ahora empezaba a incomodarme un poco, si mi destinado estaba cada vez más cerca de mí y resultaba no ser Dante, no podía recibirlo teniendo sentimientos confusos por alguien más.

Mi cabeza estaba hecha un lio, señal de que era momento de dormir.

Me acosté con solo una camiseta y mi ropa interior para cubrirme y me abandoné en los brazos de Morfeo.

Me desperté con los tenues rayos del sol filtrados por mi ventana, todas las mañanas me decía que iba a cambiar de posición mi cama y nunca lo hacía.

Suspiré y me senté en el colchón, tomé la hoja con el horario de clases y revisé la jornada del dia, tenía clases en la tarde así que podría salir a correr.

Emocionado con el pensamiento de liberar mi estrés, me puse mi ropa deportiva, tome mi teléfono con los audífonos y me dirigí a la calle.

Una vez que programé mi lista de reproducción favorita me entregué a la adrenalina que solo el deporte podía hacer salir a flote.

No llegué hasta el parque porque no quería cansarme demasiado, solo quería distraerme.

Cuando regresé a la casa, me recibió el olor suave del desayuno.

Entré a la cocina hipnotizado por el aroma, creo que debía lucir gracioso porque mi madre soltó una risita al verme.

-¿Hambriento, Ángel? -preguntó.

-Bastante, ¿Qué estas cocinando?

-Avena con frutas, ¿Te gusta?

Mi estómago gruñó en respuesta y ella rió aún más.

-¿Divirtiéndose sin mí? -mi padre entró por la puerta y le dio un beso en la mejilla a mi madre.

-Ángel ha encontrado una nueva forma para comunicarse -explicó mi madre.

-¿Ah, sí? ¿Cuál es?

-Mediante gruñidos de su estómago.

Ahora mi padre también estaba riendo, nada mejor que tus padres burlándose de ti para empezar el dia.

-¿Vamos a desayunar o nos quedamos aquí a seguir burlándonos de mí? -pregunte mortificado.

-Pregúntale a tu estómago, parece que tiene mucho que decir al respecto -respondió mi papá.

Mi estómago volvió a rugir como esperando enfatizar su punto y, de paso, ponerse en mi contra.

-Está bien, Ángel, vamos a desayunar, no deberíamos hacer enojar al monstruo de tu vientre, no vaya a ser que salga y nos devore a todos -dijo mi madre mientras servía la avena en un tazón.

Cada uno llevo un recipiente de los que mi madre tenía esparcido por el mesón y nos sentamos a comer.

-Cariño, no nos contaste que tal estuvo tu dia ayer -comentó mi madre.

-Bueno, una parte si supimos, Ángel tiene unos excelentes amigos -dijo mi padre.

Al pensar en Dante y yo anoche me hizo sonrojar casi imperceptiblemente.

-Si… conocí gente…-murmuré esperando no revelar nada.

-¿Y las clases? ¿Qué tal los profesores? -insistió mi mamá.

Ahora si me sonrojé con fuerza.

-¿Y ese sonrojo? No me digas que te ha gustado de más un profesor -se burló mi padre.

-No es eso, me acordé de algo, no importa, los profesores están bien mamá, son bastante competentes y no creo que se me vaya a ser difícil sobrellevar las clases -apuré mi respuesta.

Mis padres se miraron un momento y parecieron cruzar una seria conversación antes de volverse a mí con una expresión burlona.

-¿Seguro que son solo las clases las que debes sobrellevar? -empezó mi madre.

-Porque parece que hay algo más -siguió mi padre.

-Algo que no tiene nada que ver con la universidad.

-Ni con tu educación.

-No hay nada más, es en serio -repetí con la espera de que me dejasen en paz.

Como si no conociese a mis padres, les había dado un nuevo motivo para reírse a mi costa.

-Pues la camioneta que te trajo a casa anoche opina lo contrario, bueno, al menos el dueño de la camioneta -comentó mi padre.

-Solo espero que, por lo menos, nuestro adorado hijo nos lo presente -meditó mi madre.

-Gracias por el desayuno, mamá, estaba delicioso -dije levantándome de la mesa con mi plato.

-¡No te enojes, Ángel! -se rió mi madre a mis espaldas cuando entraba a la cocina.

-No estoy enojado -dije a medida que subía las escalera, dejando los murmullos de mis padres en el comedor.

Cuando llegue a la habitación, entre directo a la ducha, dejando un camino de ropa detrás de mí, el sudor se había secado y me estaba incomodando, por no hablar del olor que había empezado a aparecer en mi cuerpo.

Abrí el grifo de agua fría y me concentré en lavarme, sin embargo, una imagen cruzo mi mente y causo que una sensación extraña se instalara en mi estómago, el imaginarme presentándole a Dante a mis padres como haría con alguien importante para mi provocó un sentimiento que no supe descifrar.

Me apure en mandar esos pensamientos al fondo de mi mente y sali del baño con solo la toalla.

Mi teléfono se ilumino en alguna parte de la cama, me di cuenta por la luz que salía de las sabanas, el problema era que no sabía en qué parte exactamente estaba por lo que hice lo más lógico, sacudí las cobijas mandando al celular volando y a estamparse contra el suelo.

Por suerte no se rompió.

Lo recogí y revise las notificaciones, usualmente no usaba el teléfono, no tenía necesidad de ello, prefería las conversaciones de frente pero, en vista de que nuestro grupo de amigos se había separado ligeramente por la ubicación de las universidades, mi vida social se había reducido ligeramente a la aplicación de mensajería instantánea.

Abrí los mensajes, uno de Jessie, varios del grupo donde conversábamos todos por cortesía de Jessie y uno de un número desconocido.

Me coloque ropa cómoda y me senté en la cama a responder.

Primero abrí el de Jessie, un "Cretino, te has olvidado de mí, es un nuevo dia y no me has saludado." me recibió en la pantalla.

"Hola Jess, salí a correr, por más que quisiera no podría olvidarme de ti, tu simplemente no me dejas hacerlo, ¿Qué tal la universidad? ¿A cuántos le has lanzado un hechizo, bruja?" tipeé por respuesta.

Luego abrí el chat en grupo, Jeremy había enviado una foto de la primera ecografía de Noah y las chicas habían estallado en corazones y caritas, Derek había escrito un mensaje de felicitación y Noah regañó a Jeremy por mandarles la foto sin su permiso, aunque yo sabía que ese enojo era fingido.

"Felicidades chicos, van a ser los orgullosos padres de una mancha blanca, de seguro va a ser igual a Noah." Escribí.

Solo quedaba el mensaje del desconocido que no tardé en abrir.

"Hola Ángel, Buenos días, este es mi numero personal el cual estaré más que contento de responder si es que me necesitas para cualquier cosa. Dante." Decía el mensaje.

Me congelé, definitivamente no esperaba un mensaje de Dante, cuando me pidió mi numero me extrañé ciertamente pero nunca pensé que realmente fuese a escribir.

Sin saber que más decir le respondí con un simple "Gracias" y me devolví al grupo en donde todos reían por mi comentario mientras que Noah había enviado un pergamino con las razones de por qué mi opinión no era realmente graciosa y una explicación detallada de donde podía meterla de regreso.

"Noah, ese lugar definitivamente no fue diseñado para meter opiniones, para opinar acerca de él sí, pero no para meter objetos no creados con ese fin." una sonrisa maliciosa apareció en mi rostro mientras escribía, Jeremy debía de estar aguantándose la molestia que había causado en Noah.

"Vete al infierno, Ángel." escribió Noah.

"No, gracias, no tengo ganas de ir a visitarte." respondí.

"Ángel, por favor…" suplicó Jeremy.

Derek envió una risa, Jessie unos emoticones más y Maia parecía tener un debate entre apoyarme a mi o a los chicos.

En la conversación privada con Jessie, mi amiga me había respondido mi saludo.

"La universidad está bien, los chicos también, tengo una nueva amiga, su nombre es Carlie y es bastante dulce."

"Espero no la espantes mostrándole tu verdadero yo, la pobre quedaría traumada."

"Ja-ja, ¿Intentas ser gracioso? Porque no lo logras."

"Solo estoy siendo sincero."

"Entonces ahórrate tus comentarios, a propósito, ¿Has vuelto a ver a Dante?"

Suspiré, si supiera…

"¿Por qué preguntas?"

"Morbosa curiosidad."

Dudé en contarle pero luego me lo pensé mejor, si le ocultaba algo a Jessie y se enteraba de otras formas iba a patear mi trasero.

"Si, si lo he visto." no de la forma esperada, pero sí.

"¡Cuenta!"

"¿Versión corta o larga?"

"La que viene con lujo de detalles."

"Dante trabaja en mi universidad."

"¡No juegues!"

"Estoy siendo más sincero que nunca."

"¿De que trabaja?"

"Es profesor."

"¡No te creo!"

"Mi profesor."

Jessie demoró un poco en responder, creo que le dio algo, así que mientras esperaba revisé las otras conversaciones, Dante me había escrito.

Palidecí ligeramente mientras abría la conversación.

"Hola Ángel, ¿Cómo amaneciste?"

"Estoy bien, ¿Tu?" respondí rápidamente, más rápido de lo que me gustaría admitir.

"¿Me creerías si te digo que estoy mejor ahora que estoy hablando contigo?"

"No, no hay forma de que yo pueda mejorar algo así."

"¿Un acto involuntario? Mmm, has superado las expectativas de un criminal."

Me reí y le respondí en seguida.

"¿Tienes expectativas sobre mí? Eso es algo acosador."

"Definitivamente tengo muchas expectativas sobre ti, ¿Acosador yo? ¿Secuestrarte en mi camioneta es acoso? Que cruel de tu parte decir eso."

"Si, es acoso."

"Auch."

Le respondí con una risa y me devolví al chat de Jessie, me había respondido.

"¡No puede ser! ¡Es el destino! ¡Es el jodido destino! ¡Es él! ¡Dios mío! ¡Sus hijos van a ser injustamente impresionantes! ¡Eres un codicioso, Ángel! Deja que llegue a la ciudad, no te vas a librar de mí."

"Me mudaré si te acercas a mí, mujer, me iré tan lejos que van a creer que me tragó la tierra."

"Aun así te encontraré, bueno, solo si Dante no lo hace primero."

"Calla mujer, de seguro has bebido la mitad del alcohol en tu nueva ciudad."

"El alcohol no, pero el café está reemplazando rápidamente mi sangre, no se cuál es el secreto pero tienen un café de infarto."

"Tienes razón, un infarto es lo que vas a tener si no te controlas con el café."

"¿Que eres, mi médico?"

"Dios me libre de ese cruel destino, pero no es sano."

"Si si, tendré cuidado, debo irme, tengo clase."

"Hablamos después."

"Obvio, no te libraras tan fácil de mí."

"Ojala pudiera."

Miré la hora, aún faltaban unas horas para ir a clase por lo que me puse a adelantar los temas de las materias que había visto el dia anterior.


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