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Nada está escrito por Lauradcala

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Cuando mi madre me llamó para almorzar me di cuenta de lo rápido que se había pasado el tiempo, había pasado toda la mañana tan concentrado en mis libros que no me había percatado del paso del dia.

Me tallé los ojos para enfocar mejor la vista, que se había vuelto algo borrosa, y bajé al comedor, mis padres ya estaban ahí y estaban esperando por mí.

-¿Volviendo a tus costumbres vampíricas? -saludó mi padre.

-Estudiando, en realidad, no puedo ser un vampiro mediocre -respondí.

-Por supuesto que no, mi hijo será el vampiro más inteligente de todos -comentó mi madre con una risita.

Luego de eso nos pusimos a hablar de la mañana que había tenido mi padre en la oficina, al parecer había logrado cerrar un negocio del que había estado detrás hacia algún tiempo y estaba un poco emocionado.

Mi madre y yo lo felicitamos y brindamos con jugo para celebrar, fue bastante divertido.

Al terminar de almorzar, me puse ropa decente, recogí mis útiles y me fui a la universidad.

Ese dia empezaría a ver las materias introductorias al ciclo básico de la ingeniería, es decir, las únicas letras que vería estarían camufladas en las ecuaciones.

No me emocionaba mucho la idea.

Empecé por Geometría básica, seguida de Lógica matemática y luego Física mecánica.

Las dos primeras no estuvieron nada mal, en realidad no hicimos mucho más que recordar lo visto durante la secundaria pero, en Física, el profesor creyó que sería divertido realizar un trabajo en parejas para entregar la siguiente clase, de esa forma recordaríamos mucho más fácil los temas que necesitábamos para el semestre.

No me molestaba el trabajo, es solo que mi lógica no conseguía procesar la idea de hacer un compañero en un curso donde no conocía a nadie y, con solo una mirada a mí alrededor, supe que el resto pensaba lo mismo.

Al final, el profesor terminó asignando él mismo a los equipos de trabajo.

Ni siquiera escuché el nombre de mi compañero hasta que un chico rubio de ojos celestes estuvo al frente de mi mesa sonriéndome con la mano estirada la cual tomé por educación.

-Hola, me llamo Daniel, Daniel Saint-Claire, parece que seremos compañeros para este trabajo -saludó.

-Mi nombre es Ángel, Ángel White -respondí sin saber que más decir.

-Lo sé, me sorprendí cuando el profesor me emparejó contigo, tenía cierta curiosidad por ti -comentó.

Fruncí el ceño en confusión.

-¿Curiosidad por mí? ¿Por qué? -pregunté con recelo.

-El profesor Weaver te llamó ayer después de clase, es raro que llamen a un estudiante el primer dia por lo que causaste un poco de revuelo entre los compañeros del grupo -explicó.

-¿Revuelo? -creo que en este punto había palidecido un poco.

-Sí, algunas chicas estaban comentando que los celos y la curiosidad estaban compitiendo por igual por el hecho de que el profesor, repito textualmente, mas bueno que haya pisado la faz de la tierra, haya llamado al chico raro para una conversación privada.

-¿El chico raro? -no pude evitar reír, otra vez volvía a ser el chico raro, nunca iba a librarme del apodo.

Daniel lucia preocupado.

-Lo siento, no quería ofenderte -se disculpó.

-No te preocupes, no es nuevo para mí el que me llamen así, a todas estas, ¿Compartimos Matemáticas Financieras? -no recordaba mucho al chico aunque la realidad era que no recordaba a nadie de mis clases de ayer.

-Sí, noté cuando el profesor te llamó porque fui de los últimos en salir, venias detrás mío.

Ah, debía de ser uno de los chicos rezagados que salían cuando Dante me llamó.

-Si no soy inoportuno, me gustaría saber, ¿Conocer al profesor Weaver de antes? -la curiosidad salía por los poros del chico.

-No del todo, no es nada importante, solo tenemos un conocido en común y quería preguntarme por él, eso es todo -me sonrojé al decir eso.

Daniel me miró con sospecha pero no insistió más.

-En ese caso, me alegra tener más de una clase en común contigo, realmente estaba intrigado por ti desde que te vi -dijo y sonrió de medio lado.

Yo alcé una ceja.

-¿Ah sí? ¿Por qué? -pregunté estrechando los ojos.

-Eres misterioso, realmente despertaste mi curiosidad, supongo que fue cosa del universo que nos asignaran este proyecto, quiero conocerte.

-Espero que no te decepciones cuando me conozcas de verdad.

-No va a ser así.

El resto de nuestra conversación se basó en los detalles de nuestro trabajo, teníamos solo dos días para entregarlo, no es que estuviese difícil ni nada de eso pero si podíamos terminarlo pronto sería mucho mejor, por eso acordamos que, luego de clase, podríamos trabajar en las mesas de picnic que estaban en la zona verde del campus.

A Daniel pareció gustarle la idea porque asintió emocionado.

Aun me faltaba una clase más, mientras que Daniel estaría libre luego de salir de Física, así que dijo que me esperaría en nuestro punto de encuentro, de esa forma seria mucho más fácil encontrarle y él podría leer algo mientras esperaba.

Cuando el profesor dio por finalizada la clase, Daniel se alejó al patio, no sin antes voltear y despedirse de mí con una sonrisa y un movimiento de la mano.

Cuando sonrió sentí una sensación cálida y mi cuello picó ligeramente, tan ligero que pudo pasar casi desapercibido para mí.

Le sonreí de vuelta y me encaminé a mi última clase del dia, Entrenamiento auditivo.

Decir que la clase me encantó seria quedarme corto, la música formaba parte de mí y el volver a ella simplemente causó un sentimiento de euforia en mi pecho, Dante tenía razón, debía volver a esto, aun no podía creer como había podido olvidar esta sensación tanto tiempo.

Durante la evaluación inicial del grupo, el profesor elogio mis habilidades, comentando que no estaba nada mal para ser un novato, tenía que mejorar, sí, pero aun así estaba un poco más adelantado que los demás.

Estaba extasiado.

Al salir de la clase, no noté que estaba sonriendo hasta que llegué a la mesa donde Daniel me esperaba.

-¡Dios, Ángel! ¡Que me vas a dejar ciego! -exclamó mientras cubría sus ojos para protegerse de una luz ficticia.

-¿Con que? -pregunté confundido.

-Con esa sonrisa que traes, ¿Debo asumir que tuviste una buena clase?

-Si… -murmuré mientras me sonrojaba ligeramente.

-Pues sí que lo disimulas muy bien -bromeó.

Me reí y le apuré para empezar a trabajar y alejar la conversación de mí.

Aun cuando nos la pasamos riendo y bromeando, logramos avanzar al menos un tercio del trabajo, habríamos avanzado más de no ser porque Daniel no paraba de hacerme reír y distraerme, tenía un humor absurdo y yo no podía hacer más que seguirle la corriente, estaba pasándola genial.

-Ángel, no te asustes pero, el profesor Weaver está sentado en la mesa al lado del edificio y parece mirar hacia acá con cara de pocos amigos, ¿Paso algo ayer que provocara que te odiara? -dijo Daniel frunciendo el ceño y mirando a un punto a mi derecha.

Volteé ligeramente y, efectivamente, Dante estaba sentado cerca al edificio y miraba hacia nuestro sitio con un gesto casi enojado.

-No, no le hice nada, no sé qué tiene, a lo mejor y no es a nosotros a donde está mirando -traté de aligerar el ambiente.

-¿Seguro? Creo que quiere asesinarnos -por el tono de voz, casi podría decir que Daniel estaba asustado.

-Totalmente seguro, te digo que debe estar mirando a alguien más detrás de nosotros.

-¿Ángel?

-¿Si?

-No hay nadie más aparte de nosotros.

Miré a nuestro alrededor y me di cuenta que tenía razón, la zona de picnic estaba casi desierta, solo habían unas cuantas mesas ocupadas pero detrás de nosotros no había más nadie.

Miré a Daniel confundido y éste me devolvió la mirada asustado.

-El profesor Weaver te odia -susurró con misterio.

Me reí mientras negaba con la cabeza, pronto él se unió a mis risas y la tensión se esfumó.

-Deberíamos irnos, ya anocheció y, según las noticias, no es seguro para nosotros estar por ahí -dijo mientras recogía sus cosas.

Lo imite al recordar la preocupación con la que mi madre me había recibido el dia anterior al llegar a casa.

-¿Vives cerca de aquí? -le pregunté, a lo mejor podríamos irnos juntos de responder que sí.

-Vivo hacia el centro, ¿Tú?

-Norte.

-Son direcciones opuestas -rió.

-Bastante opuestas.

-Aún podemos despedirnos en la entrada de la universidad.

-Sí, vamos.

Al salir del campus nos despedimos, él dio media vuelta y se fue.

Estaba tan distraído que casi no me doy cuenta pero, al enfocar mi visión antes de que Daniel se alejase, pude captar el nombre incompleto detrás de su oreja.

Sudor frio empezó a bajar por mi espalda y estaba segurísimo de que debía tener un color amarillo en mi piel.

La marca de Daniel solo tenía tres letras, igual que la mía pero coincidía con mi nombre.

Igual que mi marca coincidía con el suyo.

La marca de Daniel rezaba ANG.

¿Daniel era mi destinado?

Podía tener sentido, mi cuello siempre había picado en lugares públicos y, en Matemáticas financieras, él había estado cerca.

Podía ser.

Quise llamarlo pero me arrepentí, tenía miedo, por lo que corrí y no me detuve hasta llegar a mi casa, donde pasé de largo de mis padres y me encerré en mi cuarto, donde arrojé mi mochila a la cama y me recosté en la puerta con la respiración agitada.

Estaba temblando, mi cuello había picado ligeramente hoy, cuando estaba con Daniel, ¿Era él? ¿Había encontrado a mi alma gemela?

Él se había mostrado bastante cercano a mí, ¿Realmente podía ser?

Mi teléfono sonó desde mi mochila al recibir un nuevo mensaje de texto.

Con las piernas de gelatina me dirigí a la cama, lo saqué del fondo del morral y lo abrí.

Era de Dante.

"¿Divirtiéndote con tu nuevo amigo?"

Esto confirmaba las sospechas de Daniel y aumentó el dolor de cabeza que no sabía que tenía.

Dante nos había estado mirando fijamente en la zona verde, nos había mirado con disgusto durante toda la tarde.

¿Por qué? ¿Le hice algo?

El dolor de cabeza se intensificó hasta que mi vista se tornó roja y acabé por desmayarme en el colchón.


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