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Nada está escrito por Lauradcala

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Pasaron dos semanas y Dante cumplió su palabra, después de aquel dia lluvioso, no habíamos tenido contacto alguno, tal como yo había querido.

¿El problema?

Era yo el que se estaba volviendo loco.

No me entendía a mí mismo, yo quería esto, ¿entonces por qué ansiaba su cercanía?

"Porque es tu alma gemela, ahora que la encontraste no puedes estar alejado de ella." Susurró esa vocecilla que me sacaba de quicio.

Me irritaba porque siempre tenía la razón y, en este caso, hablaba con la verdad más cierta jamás dicha.

Ahora podía entender ese lazo del destino, ahora podía comprender esas miradas de complicidad, ahora podía entender el mundo, básicamente.

Era Domingo y yo estaba en mi habitación dándole vueltas al asunto.

¿Le hablaba yo o esperaba a que él se acercara nuevamente? ¿Y si se había cansado de esperar y ahora era él quien no quería dirigirme la palabra? ¿Sentiría la misma ansiedad de estar cerca de mí como yo la siento por acercarme a él?

Había salido a correr y aun así no lograba calmarme, había durado dando vueltas en mi habitación y aun así sentía esa extraña presión que me oprimía el pecho, necesitaba desahogarme, necesitaba a alguien.

Luego de considerarlo, me sentí estúpido, tenía justo a la persona indicada para hablar en mi propia casa.

Con una sonrisa, me levanté de mi cama y me dirigí al cuarto de mis padres donde encontraría a mi madre sentada mirando por la ventana, le gustaba hacer eso cuando el dia estaba calmado.

Toqué y me asomé por la puerta.

Sus ojos grises se conectaron con los míos en cuanto tuve una parte de mi cuerpo dentro.

-Mamá, ¿estas ocupada? -pregunté algo tímido.

-Por supuesto que no, ¿Por qué?

-Me gustaría hablar contigo, ¿Puedo?

Su sonrisa dulce se manifestó.

-¡Por supuesto! -exclamó feliz.

Entré y me senté en la cama enfrente de ella aunque miraba al suelo en tanto jugueteaba con mis dedos.

Ella esperaba paciente.

-Yo…creo que encontré a mi destinado -solté luego de un rato.

-Lo sé -respondió ella.

-Y…pasó algo raro.

-No me cuentes los detalles por favor, no creo estar preparada para conocer esos detalles de tu vida -dijo ella con una risita.

-¡Mamá! -exclamé avergonzado.

-Relájate hijo, estas demasiado tenso.

-Es que… no sé de qué es lo que quiero hablar en realidad.

-¿Por qué no empiezas desde el principio? ¿Tiene esto que ver con aquella noche que llegaste casi deprimido?

Asentí lentamente y la miré, ella apretó los labios y siguió esperando.

-Mi destinado es Dante mamá, pero él…

-¿Te hizo daño?

-Bueno no, o si, ¡No sé cómo explicarlo!

-Cuéntame lo que sabes, cariño, ¿no es más sencillo así?

-Él tiene dos marcas, mamá.

Sus ojos se abrieron como platos mientras palidecía un poco.

-¿Qué? ¡Pero eso es imposible! -exclamó sacudiendo la cabeza.

-Gracias mamá por decirme lo obvio.

-No, Ángel, que hablo en serio, eso nunca había pasado antes.

-¿Es en serio? Tu hijo nació sin marca alguna, mamá.

Se sonrojó.

-Ya, no me lo eches en cara, ¿Viste ambas? -dijo.

-Sí, una está en el lugar usual, la otra en la parte baja de su espalda.

Entrecerró los ojos y su sonrisa se alzó solo de una comisura, provocando una expresión picara poco habitual en ella.

-Así que… ¿Qué estaban haciendo como para que notaras la otra marca? -preguntó con sorna.

-¡Mamá! ¿Sabes qué? Me voy.

Me levanté para marcharme pero ella me tomó de un brazo mientras reía y me obligó a sentarme donde estaba.

-Solo es un juego, relájate un poco ¿quieres? -comentó riendo.

-No es gracioso, mamá.

-Bueno, ciertamente no imagino que estuviesen orando como para terminar sin camisa.

Me sonrojé tanto que creo que podría haber pasado por un tomate bastante fácil, ella retomó su expresión picara.

-Está bien, tienes razón, no estamos rezando precisamente, ¡Pero ese no es el punto! -dije cuando superé mi vergüenza.

-Está bien, continúa.

-La segunda marca es mi nombre.

-¿Y la primera?

-Su destinada muerta.

-Pobre chico… ¿Te contó de ella?

-Solo que murió, su nombre lo sé debido a la marca, no se mas de ella.

-¿No conoces la historia de tu alma gemela? ¿Pero de qué hablan ustedes dos? -lucia confundida.

-No hablamos mucho, en realidad.

-Ángel, ¿Tienes idea de lo que significa que tenga tu nombre completo?

-Pues, que soy su destinado, ¿No?

-Ángel, cariño, la marca de un destinado se va formando a medida que los sentimientos se van profundizando, aun si la tuya no está completa, ese chico debe de amarte profundamente.

Medité su respuesta un momento.

Siempre pensé que las marcas se completaban al tiempo, nunca pensé que alguien podía enamorarse primero que otro, aunque también solía pensar que iba a morir solo y criando gatos.

-Si él me ama, ¿Por qué me mintió? -pregunté.

-¿A qué te refieres con mentirte?

-Lleva meses conociéndome, ¿Por qué no decirme que yo era su destinado?

-Creo que tengo un hijo defectuoso… -murmuró bajito pero pude oírla.

-Escuché eso, mamá.

-Lo siento, cariño, es la verdad.

-Ve al punto, por favor.

-Ángel, imagínatelo un momento por favor, aun cuando conoces su nombre, ciertamente podrían haber muchos más que se identifiquen con el mismo en el mundo, no puedes ir por ahí gritándole a la gente, "¡Eh, tú, creo que eres mi destinado!"

-Tienes razón en eso.

-¡Por supuesto que la tengo! Además, es mayor que tú, ha perdido a su destinada y de repente tiene otra alma gemela que es un niño…

-¡Mamá!

-No me interrumpas y déjame terminar, el pobre debe estar en shock, ponte en su lugar, a todas estas, ¿Siquiera te dijo por qué lo hizo?

-Bueno… -desvié la mirada mientras ella me taladraba el rostro con la suya.

-Ángel… ¿Qué fue lo que hiciste?

Suspiré y volví a mirarla mientras me pasaba la mano por el cabello, tenía el presentimiento de que esto no iba a salir nada bien.

-Pues… trato de explicármelo pero… -empecé.

-¿Pero? Ángel, ¿saliste corriendo, verdad? -su tono era serio.

-Pues…

-¡Ángel!

-¡Me asusté! ¡No sabía cómo reaccionar y salí de allí!

-¡Por Dios! ¿Por qué es tan difícil para ti sentarte a escuchar?  -sonaba irritada.

-¿Qué habrías hecho tú en mi lugar?

-Habría escuchado sus razones, todos tenemos razones para hacer las cosas, ¿Cuándo vas a entender eso?

-Lo único que entiendo es que alguien que, se supone, debe amarme incondicionalmente decidió mentirme.

-¿Y tú crees que el amor es corazones y flores?

-¿Entonces para que unir personas compatibles?

-Eres imposible.

-Explícame.

-Ángel, no sé de dónde has sacado todo esto pero, el amor no funciona de esa forma.

-Bueno, mamá, soy nuevo en esto, debes explicarme.

-No eres nuevo, solo te has pasado toda tu vida ignorando lo que pasa a tu alrededor.

-Mamá, hasta hace unos meses, pensaba que iba a morir solo.

-Aun así, ¿nunca te preguntaste cómo funcionan las cosas a tu alrededor?

-No en realidad.

Mi mamá suspiró.

-Ángel, el destino no junta personas para que se complazcan unas con otras y ya, no funciona así, el asunto con los destinados es solo para hacer más fácil la cosa.

-Pues, si no es color rosa, ¿Qué sentido tiene?

-Eso es raro viniendo de alguien cuyo closet es noventa por ciento negro.

-Esto es serio, mamá, ¿Qué sentido tiene todo esto?

-Pues ponerle sabor al asunto, por supuesto, sería bastante aburrido si todo marchara sobre ruedas.

-Sigo sin entender.

-Te pondré un ejemplo sencillo, Jessie y tú se pelean todo el tiempo, aun así, no pueden vivir uno sin el otro, o tus amigos Noah y Jeremy.

Lo pensé y me di cuenta que tenía razón, adoraba a Jessie aun cuando me sacara de quicio tres cuartas partes del tiempo, y Noah y Jeremy peleaban más de lo que hablaban, aun así, nunca los veías separados.

Mi mamá me observaba con una sonrisa triunfante mientras yo admitía mi limpia derrota.

-¿Entonces? -pregunté.

-Eso debería preguntarlo yo, ¿Qué piensas hacer? -su voz volvía a su habitual tono dulce.

-No lo sé, ¿algún consejo?

-¡Me alegra que lo preguntes! Yo diría, más bien te ordeno, que busques a ese chico y te sientes a escuchar lo que tenga que decir.

-¿Y si no quiere hablarme? Podría estar molesto.

-En ese caso, yo los amarraré a ambos y los encerraré para asegurarme de que hablen apropiadamente.

Hablaba en serio, demasiado en serio.

-Gracias, mamá -lo decía en serio.

Ella se levantó y, sentándose a mi lado en la cama, me abrazó.

-Gracias a ti, esta vez me has hecho esperar menos para que me cuentes lo que te pasa.

-Bueno, estaba muriendo -bromeé.

-No puedes morir sin antes darme nietos, eso ya lo sabes.

Mi padre llegó al mediodía y salimos a almorzar a un bonito restaurante familiar donde pasamos un rato bastante agradable.

Mi madre optó por alejar el tema de mi complicada situación del momento y la fiesta continuó en paz, sin embargo, por la tarde y lejos de mi papá, mi madre me acorraló en un rincón de la casa.

-¿Cuándo piensas ir a hablar con Dante? -dijo.

-Pronto.

-Ya -y puso las llaves de la camioneta en mi mano.

-A ti no te gusta que conduzca.

-Este caso es distinto.

-Ni siquiera sé si está ocupado o no.

-Pues llámale y pregúntale, tu padre sabe que te llevarás el auto, aprovecharé tu ausencia para explicarle todo y así evitar que se me adelante y los amarre a ambos por cabezotas.

-¿No puede ser mañana?

-No, entre más pronto mejor, ve a llamarle.

Dicho esto, me empujo por las escaleras y montó guardia hasta que estuve en mi habitación.

Tomé mi celular y lo miré un momento, indeciso.

Al final me armé de valor y, una vez abrí el chat con Dante, mandé un mensaje corto.

"¿Estas ocupado?"

La respuesta me llegó casi instantánea.

"¡Ángel! Me alegra que escribieras, no, no estoy ocupado."

Mi corazón empezó a latir desbocado.

"¿Podemos hablar?" envié.

"¿No es eso lo que estamos haciendo en estos momentos?"

"No tientes tu suerte, Dante, me refiero a vernos en persona."

"Lo siento, pensé que era un buen chiste, si, podemos vernos."

"¿Dónde estás? Llegaré al sitio."

"En realidad estoy en mi apartamento, si quieres venir, eres bienvenido."

"Mándame la dirección, estaré allá en un rato."

"Vale."

Una vez obtuve la ubicación, bajé las escaleras y, cuando iba saliendo por la puerta, mi madre susurró en mi oído.

-No te preocupes por volver esta noche.

-¡Por Dios, mamá! -exclamé.

Ella se rió y volvió a la sala a acurrucarse con mi padre.

Conduje todo el camino con un extraño temblor en las manos.

Lo admito, estaba terriblemente nervioso, tenía sentimientos encontrados y aun no me decidía si realmente quería hacer esto o si aún seguía molesto.

Cuando llegué al edificio, me obligué a mí mismo a no devolverme, tenía que enfrentar esto de algún modo y no podía echarme para atrás.

Dejé el auto en un sitio para visitantes y seguí el camino que antes había recorrido con Dante.

De solo recordarlo me sonrojé.

La campanilla del ascensor me indicó que había llegado a mi piso, así que me bajé y caminé hasta el apartamento, respirando profundo para calmarme antes de tocar la puerta.

No tuve que esperar casi nada antes de que Dante me abriera con una sonrisa.

A mi casi me da un infarto.

¡Estaba sin camisa! ¿Qué hacía así?

Bueno, sí, era su casa ¡Pero así no se reciben a las visitas!

-Hola, Ángel, me alegra que hayas venido, pasa por favor -saludó y me dejó espacio para entrar.

-Hola, Dante -murmuré.

-Tendrás que disculparme un momento para vestirme mejor, estaba arreglando un pequeño problema con una de las repisas de mi habitación cuando llegaste, me tomaste por sorpresa, pensé que tardarías más en llegar.

Me sonrojé y miré a otro lado.

-Estaba libre, ahora ve a cambiarte -murmuré.

Él se rió ligeramente y se dirigió a su habitación.

No tardó mucho antes de unirse conmigo en la sala, acomodándose en el sofá mientras que yo tomaba uno de los sillones, el que estaba encarándolo para ser precisos.

-Y… ¿De qué querías hablar? -su tono relajado había sido reemplazado por uno nervioso.

Casi me dio pena.

-Quería escuchar tu versión de la historia, aquel dia me dijiste que tenías un motivo para ocultarme tu segunda marca, quiero saber por qué -dije con tono firme.

Él solo asintió y, respirando profundo, empezó a contarme su historia.

-Conocí a Susette cuando tenía dieciséis años…

-Pensé que ibas a contarme por qué tienes dos marcas, no tu historia de amor -interrumpí.

-Ángel, por favor -suplicó él con paciencia.

-Lo siento, continua.

-Como venía diciendo, Susette apareció en mi vida cuando yo tenía dieciséis, era parte de un programa de intercambio en mi escuela y venia de Francia.

>>Recuerdo que, al ver su cabello rubio y sus ojos verdes, pensé que un ángel había caído del cielo o que yo había muerto y alcanzado el paraíso, o que era la manifestación de una deidad, de cualquier forma, supe que nunca más podría mirar a otro lado.

>>Cuando se lo conté a mis mamás, ellas sonrieron y me animaron a acercármele, sabiendo que había encontrado a mi alma gemela, y así lo hice.

>>Fue la época más maravillosa de mi vida, lo que empezó como un flechazo inmediato, se convirtió en el sentimiento más fuerte que jamás hubiese experimentado, amaba a mis madres, pero lo que sentía por Susette era algo más… puro, no sabría cómo describírtelo.

Admito que fruncí el entrecejo un poco, no me estaba haciendo ni pizca de gracia que sus explicaciones incluyeran el amor tan grande que le tuviese a su primera alma gemela, pero me obligué a callarme, tenía que escuchar.

-A la edad de veinte años, ambos nos habíamos mudado juntos, listos para empezar nuestra nueva vida juntos -continuó.

>>Era feliz, más de lo que nunca lo había sido y me aseguraba de agradecer a quien fuese allá afuera de haberme juntado con la mujer más hermosa que hubiese podido conocer jamás.

>>Cuando teníamos veintiún años, ya habíamos establecido nuestra relación y pensábamos en todas las cosas que podíamos hacer en un futuro.

>>Un dia, ella me sugirió emocionada que deberíamos cenar fuera, yo acepté incapaz de negarle nada.

>>Íbamos en el pequeño automóvil que habíamos recibido como regalo de nuestros padres en un afán de que pudiésemos valernos por nosotros mismos, yo conducía y ella se limitaba con mirar por la ventana mientras retorcía su falda con sus manos en un gesto ansioso, yo ignoraba el motivo de sus nervios y no soportaba verla inquieta, así que tomé su mano y la miré, ella volteó para devolverme la mirada con la sonrisa más bonita que podía ofrecerme.

>>Y entonces pasó…

Su voz se cortó un poco, su respiración se detuvo un momento y luego volvió a normalizarse.

Lo miré algo asustado, él me devolvió la mirada y trató de sonreírme, aunque fue más bien una mueca.

Tragó y continuó su relato.

-En ese instante que me distraje para mirarla, había alcanzado una intersección.

>>Mi semáforo me indicaba que yo tenía la vía, pero el del otro auto no.

>>El impacto fue tremendo, el auto chocó contra el lado del copiloto, destrozando el vidrio y doblando la puerta.

>>Susette se tambaleó un momento antes de que el airbag funcionara, pero yo lo sabía, sabía que no serviría de nada.

>>Perdí la conciencia al instante, me había dado un golpe en la sien contra el marco de mi puerta que me había noqueado al instante pero, cuando me desperté en la habitación del hospital y aun antes de que la enfermera me diera la mala noticia, yo ya sabía que había perdido a mi alma gemela.

>>Susette no había sobrevivido al accidente.

>>No puedo describirte el dolor que sentí en esos momentos porque no hay palabras que puedan definirlo, Ángel, el perder a tu destinado es como perder lo único que te ata a este mundo, todas tus fuerzas desaparecen y solo queda el dolor, un vacío insuperable y tu mente se vuelve negra.

>>Tuvieron que sedarme para que dejara de rechazar los medicamentos y las comidas, sin ella, yo me negaba a seguir viviendo, aun así, exigí que me permitieran ir a su funeral, tenía el derecho de despedirme y nadie se atrevió a negar mis demandas.

>>Dos días después, yo estaba en nuestra habitación poniéndome un traje negro, su favorito, para marcharme al funeral.

>>Extrañamente, ese dia me sentí mejor emocionalmente, estaba confundido, ¡Acababa de perder el amor de mi vida! ¿Cómo podía estar tan calmado?

>>Entonces fue cuando me di cuenta, al darme la vuelta para recoger la camisa, por el rabillo del ojo pude notar una mancha en mi espalda.

>>Me acerqué al espejo para ver mejor, era una letra, una A, una marca del destino.

Estaba impactado en este punto, no tenía idea de nada de esto y ni siquiera habría podido imaginármelo.

Me sentía estúpido.

-Me apresuré a colocarme la camisa para cubrirla y lancé un grito, maldiciendo al destino por semejante insulto, yo acababa de perder a mi alma gemela y el universo se atrevía a decirme que había un reemplazo para ella por ahí, ¿Qué clase de broma de pésimo gusto era aquella? Porque debía ser eso, una broma, no concebía la idea de que fuese algo más.

>>Durante el funeral estuve distraído, todos se lo atribuyeron a que ya no tenía motivos para vivir y simplemente me dejaron en paz pero, en realidad, yo no dejaba de darle vueltas a aquella segunda marca y eso me enfurecía, sentía que estaba faltándole el respeto a mi adorada Susette.

>>Pasaron los días y, cada vez que mis conocidos y familiares me veían con vida un dia mas, ponían una expresión consternada y yo los entendía, se supone que yo debía estar muerto, Susette y yo no habíamos alcanzado a tener hijos por lo que ya nada debería mantenerme con vida.

>>Mi madre Hilde, la más sensata de ambas, pensó que lo mejor para mí, ya que seguía con vida, era que me fuese de Alemania y empezara de nuevo, alejarme de la ciudad que tantos recuerdos me traía y escribiera una nueva historia.

>>Lo pensé y le hice caso.

>>El dia que decidí mudarme a Inglaterra, a mi marca le apareció otra letra, por lo que supe que estaba acercándome más a mi segundo destinado, no estaba seguro de si quería conocerlo o no, pero sabía que el destino se encarga de juntarlos de cualquier forma así que no tendría sentido darle vueltas al asunto y seguí con mis planes.

>>Cuando llegué aquí, me sentí ligero, aun lidiaba con el dolor de la perdida pero, de alguna forma, el sol seguía brillando para mí.

>>El dia que entraste a la tienda donde trabajaba, Ángel, te reconocí de inmediato y mi marca, ya completada ese dia, se encargó de confirmarlo cuando llegué a casa, en el momento en que miré tus ojos, el dolor desapareció y tuve, de nuevo, la sensación de no querer apartar mi mirada de ti, mi corazón se aceleró y mi mente se nubló por un momento.

>>Pero eras tan joven, una vez mas no entendía al destino pero decidí confiar, y pasó que cada vez me encontraba más a menudo contigo y eso me llenaba de felicidad, sin embargo, tu parecías molesto con mi presencia así que decidí acercarme lentamente a ti, esperar a que te enamoraras de mi para confesarte de lo que pasaba.

>>Pero todo salió mal.

>>Ese dia no podía creer que te tuviera entre mis brazos, una situación que solo había podido imaginar en mis sueños y fantasías más preciadas, sin embargo, el sueño se volvió una pesadilla, tú te enojaste y saliste por la puerta sin querer saber de mí y el sentimiento de pérdida volvió, pero decidí darte tu espacio, debías calmarte y pensar, eres joven después de todo y no me conocías.

>>Esa es mi historia, te daré un momento para que la proceses.

Parpadeé sorprendido.

Abrí la boca para decir algo pero la cerré cuando ningún sonido salió de ella.

Él me miraba atento y tranquilo, casi como si se hubiese quitado un peso de encima.

Entendía el sentimiento.

Luego de unos minutos me levanté y me acerqué a él con una sonrisa, él me sonrió de vuelta sin quitarme la mirada de encima.

Alcé mi mano como si quisiera acariciarlo, y luego hice lo contrario.

Le atesté un puñetazo en la mandíbula que lo derribó por un momento a un lado del sofá.

Me miró sorprendido mientras se sobaba el golpe y pasaba su lengua por el labio, se le había roto un poco.

-¿Puedo saber por qué? -preguntó suavemente.

-Por ocultarme todo eso todo este tiempo, existe algo llamado conversación ¿Sabias?

-Mira quien lo dice -dijo mientras se enderezaba y volvía a sentarse.

Me limité a soltar una risita mientras me sentaba en su regazo con mis rodillas a cada lado de su cadera.

Sus manos temblaron y supe que deseaba tocarme pero que se contenía así que tomé la delantera.

Tomé su rostro y lo besé suavemente, se quejó un poco al rozar la pequeña herida de su labio pero luego volvió ese sonido en un gemido cuando pasé mi lengua por ese sitio.

Al parecer eso acabó con su autocontrol porque, con un ágil movimiento, me encontraba de espaldas en el sofá con él mirándome desde arriba con una sonrisa.

-¿Puedo tomar esto como que has aceptado mis razones? -preguntó dudoso pero entusiasmado al tiempo.

-¿Tú que crees?

-Quiero confirmarlo.

Negué con la cabeza y lo atraje hacia mí para besarle de nuevo.

 


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