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Nada está escrito por Lauradcala

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Ese domingo me desperté sin ganas de hacer nada, me sentía perezoso y deseaba quedarme acostado en mi cama todo el dia, no es como si pudiese hacerlo de todos modos.

Me levanté y entré a la ducha con la bolsa negra que había ocultado en mi closet, si iba a permanecer todo el dia en casa no había motivos para que no lo aprovechara.

Me duché rápidamente y estrené uno de los accesorios de uso prolongado, para ser precisos, el plug que había desechado el dia anterior.

Decir que era incomodo era simplificar mucho, en realidad, para ser algo tan pequeño, se hacía notar bastante pero supuse que era mientras me acostumbraba a su presencia.

Cuando estuve vestido, guardé el resto de cosas en su escondite y bajé a desayunar; me había levantado algo tarde así que comí en la barra de la cocina mientras observaba a mi madre moverse de un lado a otro mientras preparaba el almuerzo, mi padre estaba en la sala viendo televisión.

Para cuando llegó la tarde, estaba realmente aburrido.

No tenía ánimos de estudiar pero tampoco tenía con quien salir, digo, podría haber llamado a Daniel pero no era a él a quien quería ver realmente. Por mucho que quisiera engañarme, solo tenía ganas de ver a una sola persona, y era justo esa persona la que podría sacarme de casillas en cuanto me la encontrase.

Si, tenía más dilemas internos que una chica.

Con un suspiro, di una vuelta en mi cama y terminé de cara al closet, no es que me inspirara mucho pero, de alguna forma, terminé perdido en mis pensamientos.

Estuve cavilando cosas sin sentido por un rato hasta que recordé lo que solía entretenerme en días como este, había pasado tanto tiempo que realmente había terminado por sacarlo de mis posibilidades.

Me levanté indeciso y caminé hasta el closet, abrí la puerta y observé el estuche que había resguardado la guitarra que mi madre me había regalado hacia tanto tiempo.

Mi mano tembló y me mordí el labio antes de animarme a agarrarla rápidamente, como si fuese a desaparecer de pronto de ahí. Me di la vuelta, cerrando la puerta tras de mí, y me senté en la cama con el estuche polvoriento frente a mí. Solo había visto la guitarra una vez, cuando mi mamá me la mostró en su momento, antes de relegarla definitivamente en mi armario pero, ahora, ansiaba por tener el preciado instrumento entre mis dedos.

Con la emoción bullendo en mi interior, abrí el estuche para revelar su interior. El instrumento de color azul parecía devolverme la mirada, sino estaba llamándome a gritos porque lo tocara. Lo saqué del estuche casi con vehemencia y me propuse a afinar las cuerdas, más por instinto que por otra cosa porque, la verdad, estaba algo oxidado en esto de tocar un instrumento.

Antes, solía reunirme con Jessie y cantábamos hasta altas horas de la noche mientras yo tocaba la guitarra. A veces nuestros padres se nos unían y Angélica interpretaba hermosas baladas mientras todos la mirábamos arrobados por la dulzura de su voz, no es que mi amiga y yo cantásemos mal, es que no teníamos modo de competir contra su madre.

Cuando las cuerdas estuvieron correctamente tensadas, probé a tocar algunos acordes y comprobé, totalmente feliz, que mis dedos parecían recordar mejor que mi cabeza como se tocaba; pronto estuve interpretando, por instinto, las canciones que tan buenos recuerdos me traían, mis labios cantando al ritmo de la melodía que mis dedos producían con tanta facilidad. Estaba extasiado, había olvidado esta sensación y me arrepentía profundamente el haberla abandonado a la vez que le agradecía a Dante el haber puesto la semilla de la intriga que me devolvió a ella.

Al pensar en Dante, la melodía se volvió decadente y pasó a formar parte de una canción que creí haber olvidado. Una de mis composiciones. Una historia de amor no correspondido.

Es estúpido comparar ambos casos, en la actualidad no se conocía el amor no correspondido y yo la había compuesto luego de leer una de las historias del viejo mundo, me compadecí de los protagonistas y la inspiración llegó a mí; sin embargo, podía calzarla casi que a la perfección con mi vida en aquellos momentos, aun cuando no sufría por un amor no correspondido, si sentía que mis ilusiones se habían ido al traste al chocar con la perversa y distante realidad.

La canción llegó a su fin y yo suspiré abriendo los ojos, no me había percatado que los había cerrado.

La visión de mi madre en la puerta de mi habitación casi me hace caer de la cama cuando salté de la impresión.

-¡Mamá! Por poco me matas del susto –exclamé con una mano en el pecho, podía sentir a través de la piel los latidos acelerados de mi corazón.

-¡Oh, Ángel! Creí que nunca volvería a escucharte hacer música –dijo ella con los ojos aguados.

Me sonrojé sin poder evitarlo y me rasqué el cuello.

-Bueno… supongo que estaba de ánimo –murmuré, apenado de repente.

-Cariño, me alegra que vuelvas a la música, te veías tan feliz mientras tocabas que estoy lamentando el haberte interrumpido.

-No te preocupes, no pasa nada.

-Por fin puedo preguntarte, ¿Te ha gustado la guitarra? –preguntó emocionada.

Me reí ligeramente, mi mamá estaba ansiosa por oír la respuesta.

-Si mamá, está increíble –respondí con sinceridad.

-Gracias al cielo –suspiró- tuve que pedirle ayuda al chico de la tienda, no tenía idea de la variedad de guitarras que podía haber, traje la que me pareció mejor para tus gustos.

-Como me conoces de bien…

Mi madre me había conseguido una guitarra cuya constitución permitía que el sonido acústico se amplificase sin apenas ayuda, además de que el color me había fascinado en cuando posé mis ojos en ella.

-¿Vas a seguir tocando? –preguntó ella con expresión casi soñadora.

-En realidad, creo que quiero salir.

-¿De veras? ¿Tú? –su tono de sorpresa era casi insultante.

-Yo también puedo tener ganas de salir como la gente normal, mamá.

-Bueno, tienes que admitir que no es muy usual.

-No, ya sé que no, pero creo que la música me ha inspirado para arreglar cierto asunto.

-Te has vuelto a pelear con ese chico, ¿Cierto?

¡Rayos! Mi madre es demasiado observadora.

-Pues… -dije sin saber que más agregar.

Ella solo sonrió.

-Te dejaré solo entonces, creo que vas a necesitar tu espacio –dijo ella con tono cómplice.

Luego salió cerrando la puerta tras de sí. Una vez solo, tomé mi teléfono y jugueteé con él antes de decidirme y marcar el número de Dante.

-¿Ángel? –me respondió luego del tercer tono.

-Si… hola…-murmuré indeciso.

-¿Pasó algo? ¿Estás bien? –su tono sonaba urgente.

-Sí, estoy bien, no te preocupes –me apresuré en decir.

-Vale, siendo así… ¿A que debo el placer de tu llamada? –su urgencia pasó a picardía en cuestión de segundos.

Quise mandarlo a paseo pero tenía que resistirme a mis impulsos.

-Me preguntaba si podía verte –dije mientras agradecía que no pudiese ver mi sonrojo.

-Vale, eso no me lo esperaba.

-¿Estas ocupado?

-No, es solo que pensé que seguías molesto conmigo.

-Lo estoy, pero quiero verte.

-Eso me gustaría bastante.

-¿Te parece si tomamos algo en Belladona’s? hace mucho que no voy.

-Eso suena bien, ¿Paso por ti o prefieres que nos encontremos allá?

-Nos vemos allá, no creo poder soportar las miradas burlonas de mis padres si vuelven a ver tu camioneta.

Su risita me hizo sonreír.

-Algún dia van a llegar a acostumbrarse a ver mi camioneta en su casa –dijo.

El pensamiento hizo que mi estómago se contrajera con emoción.

-Sí, supongo que sí, ¿Nos vemos en una hora, entonces? –pregunté.

-Estaré ahí.

Y colgó.

Me levanté de la cama entusiasmado y busqué algo más apropiado para salir de la casa. Una vez escogí mis prendas, entre a la ducha y retiré el objeto que había pasado todo el dia en mi interior, supuse que ya era suficiente, aunque la idea de llevarlo puesto mientras me encontraba con Dante me parecía tentadora, sabía que no podía abusar del pequeño objeto.

Me vestí con lo usual, jean y camiseta en conjunto con un par de botas, y me puse en camino, no sin antes advertir la sonrisa ladina que mi madre me dirigió desde la sala cuando pasé por allí.

Tardé menos de lo esperado en legar a la pequeña cafetería pero, mayor fue mi sorpresa, cuando me encontré con que Dante ya estaba allí esperando, vestido con una camiseta y jugando con su teléfono, con un vaso de jugo delante de él.

Sonreí involuntariamente y me acerqué a él. Dante levantó la mirada cuando estuve a un par de metros de su mesa y respondió a mi sonrisa casi instantáneamente.

-Hola –dijo algo dudoso.

-Hola –respondí mientras me sentaba.

Luego, el silencio cayó entre nosotros. No sabía cómo iniciar una conversación y creo que él temía volar mi temperamento por lo que no iniciaba una tampoco.

La mesera llegó para salvarnos cuando tomó mi pedido pero, cuando se alejó, volvió a reinar la incomodidad.

Al final me harté y, reuniendo todo el coraje del que fui capaz, hice algo de lo que nunca me creí capaz.

-Lo siento –murmuré.

El efecto fue instantáneo, Dante me miró con sorpresa.

-¿Por qué te disculpas? –preguntó.

-Por reaccionar como lo hago cada vez que avanzamos, siempre hago que nos devolvamos dos pasos atrás –expliqué.

Su risa me desconcertó.

-¿De qué te ríes? –pregunté desconcertado y algo molesto a la vez.

-De que, precisamente tú, estés siendo más maduro que yo –dijo mientras se frotaba el rostro con las manos, quizás para tratar de ocultar su expresión.

-Bueno, tengo derecho algunas veces, ¿no lo crees? –bromeé.

-Sí, supongo que sí. Yo también lo siento, supongo que no debo tratar de controlarte.

.Ahora, eso sí es algo por lo que disculparse.

-No tientes tu suerte, Ángel, aun creo que no debes guardarme secretos –su tono adquirió ese tinte de seriedad por debajo de la burla.

-¿Aun cuando sé que tú me ocultas cosas también?

-¿Yo? ¿Qué podría ocultarte?

-No lo sé, Dante, y realmente no me importa, tienes tus asuntos y yo los míos, algún dia quizás me los cuentes y está bien, pero también es correcto que yo guarde ciertos asuntos para mí.

-Lo sé, es solo que me enloquece la idea de ti con alguien más.

No pude evitarlo y me reí con ganas, ganándome su expresión del más puro desconcierto.

¿Celos? Este no era un asunto que pudiese ser explicado con estar celoso, la sola idea se me antojaba de lo más graciosa y no podía evitar burlarme de ella.

-Ya vale, Ángel, ¿De qué te ríes? –preguntó Dante.

-De ti, por supuesto –expliqué cuando pude recobrar el control.

-¿Desde cuándo soy tu payaso personal?

-Desde que comenzaste a celarme.

-¿Es eso malo?

-Bueno, sí, ¿Por qué habrías de estar celoso de tu alma gemela?

-Precisamente porque mi alma gemela tiene una marca incompleta –dijo él cruzándose de brazos.

-Oh… -hasta aquí llegó lo gracioso.

La mesera trajo mi bebida y aproveché para tomar un trago, llenando la incomodidad que había vuelto a caer entre los dos.

-¿Me contarás a donde fuiste con tu amigo? –preguntó Dante suavemente luego de un rato.

-Fuimos de compras –vale, eso no era mentira.

-¿En serio? ¿Qué compraron? –ahora lucia genuinamente interesado y yo me reí para mis adentros.

-Es una sorpresa –dije con una sonrisa burlona.

Sus cejas se elevaron y su sonrisa se ladeó.

-¿Con que planeas sorprenderme? –preguntó con sospecha.

-Ah, pero si te lo cuento ya no sería sorpresa, ¿o sí?

-Entonces tendré que esperar, supongo.

-Lo siento –dije con expresión de fingida inocencia.

-Ya me compensarás luego –dijo con malicia.

-¿Hiciste algo interesante hoy? –dije para cambiar el tema.

-¿Aparte de releer los libros de mi repisa? No, nada importante, ¿Tú?

-Retomé mi música.

-¿Bromeas? ¿Es en serio? –su sonrisa de alegría hizo que algo en mi pecho revoloteara.

-Sí, fue gracias a tu consejo, en parte.

-Me alegra que haya sido de ayuda para que volvieras a hacer algo que amas, Ángel.

-Lo sé, por poco había olvidado la sensación que la guitarra me producía, ese estado de trance mientras tus dedos producen música no tiene comparación.

-Lo sé…

Lo miré perplejo por un momento.

-¿Tocas algún instrumento, Dante? –pregunté sorprendido.

-No, pero conocí a alguien que si… -dijo con nostalgia.

No tuvo que decírmelo, sabía que se trataba de Susette. ¿Sería por eso que me indujo a volver a tocar la guitarra? No, no debía seguir esa línea de pensamientos, estaba reconciliándome con él, no podía volver a pelear.

Sacudí mi cabeza y cambié el tema de conversación. Dante pareció pensar lo mismo porque siguió alegremente el nuevo rumbo de tema, continuando la noche sin inconvenientes.

Cuando el local estaba por cerrar, Dante se ofreció, por no decir que me obligó, a llevarme a casa. Él también había sido atrapado por el terror de las extremistas y quería asegurarse de que llegaba a salvo, aun cuando él mismo corría peligro también. El gesto se me hizo casi conmovedor, por lo que no puse resistencia y le seguí a su auto.

Durante el camino no hablábamos, no porque no quisiéramos, sino porque se había formado aquella atmosfera eléctrica entre ambos.

Cuando estábamos a un par de cuadras de mi casa, Dante se detuvo bajo la sombra que producía un árbol en contraste con el alumbrado público.

-¿Dante? ¿Por qué…? –pero no me dejó terminar.

En segundos había desabrochado nuestros cinturones de seguridad y, no me preguntes como, no lo sé, me había jalado de mi asiento para posarme en su regazo. Una vez estuve sobre sus piernas, me acercó con una mano en mi nuca y otra en mi cintura y atacó mis labios sin piedad alguna. El movimiento me tomó por sorpresa pero no tuvo que esperar mucho para que yo le respondiese con la misma, si no es más, fiereza con la que me atacaba.

Creo que Dante intentaba descargar la ansiedad de estos últimos días que habíamos estado separados, lo supuse porque eso era lo que yo sentía en ese momento.

La mano que sostenía mi cintura se coló por debajo de mi camiseta y empezó a rozar cualquier porción de piel que encontrase, haciéndome jadear y desear por más, pero no podíamos, y la sola idea de hacer algo prohibido provocó que me emocionara aún más. Enredé mis dedos en su cabello y jalé un poco, cuando Dante abrió la boca en sorpresa, aproveché para colar mi lengua, tomando parcialmente el control y deleitándome mientras lo hacía, esto era jodidamente excitante.

Perdí la noción del tiempo, no tengo ni idea de cuánto tiempo estuvimos así, no fue hasta que mi teléfono vibró en mi bolsillo que ambos nos sobresaltamos y nos separamos.

Dante me miraba desde abajo, sus labios ligeramente rojos e hinchados mientras respiraba agitadamente y sus ojos oscuros, peligrosos y con la promesa de algo que realmente valía la pena conformaban una visión de lo más satisfactoria para mí.

-Creo que ahora si debo llevarte a casa –murmuró.

Yo me reí en respuesta, la idea de volver a casa de mis padres en esos precisos momentos ocupaba una diminuta parte de mi cerebro, creo que él pensó lo mismo porque empezó a reír conmigo y me ayudó a volver a mi asiento.

Dante condujo el tramo que faltaba hasta mi casa y esperó hasta que hube entrado para marcharse, era medianoche así que mis padres no me esperaban despiertos lo cual fue un alivio, mis pantalones no estaban para comprobar mi inocencia y tenía que deshacer la evidencia lo más pronto posible.

Un par de horas después, cuando logré solucionar mi pequeño problema de interiores, caí rendido en la cama. No soñé aquella noche pero estaba seguro que, de haberlo hecho, solo habría sido capaz de vislumbrar un par de ojos dorados.

Notas finales:

N/A: Hola!
Primero que todo, una pregunta, ¿Hay alguien de Mexico aqui? Dios, pobre gente, mira que no acaban de salir de una cuando la naturaleza les ha golpeado de nuevo. Si alguno es de Mexico, o tiene familia de Mexico, quiero que sepan que espero que puedan salir adelante y que les deseo lo mejor.
Volviendo a temas menos lúgubres, ¡Laura is back! Con capítulos sexys que trastocan mi cordura, por lo tanto, ¡DanAngel is back!
Admito que al principio no sabía ni que escribir para este capitulo, tenia tantas ideas que no tenia nada en concreto, hasta que me senté a ver que salia y quedé satisfecha con el resultado, espero que a ustedes tambien les guste como quedó.
Para los que esperaban el lemmon en este capítulo... lo siento, aun falta un poquito más.
Creo que es todo lo que tengo por decir hoy, excepto que aprovechen la época de algodon de azucar de estos dos, esta historia se está acercando al punto clave, por lo tanto, se acerca su inminente final. chan chan chaaaaan.
Aún falta harto pero, es solo para que sepan (Que cruel, Laura) (Sí, lo sé)
Como siempre, Preguntas, quejas, sugerencias y reclamos en la cajita de comentarios al final de este capítulo. (Al más puro estilo youtuber)
Nos leemos despues.


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