Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nada está escrito por Lauradcala

[Reviews - 101]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¿Dante? –llamé pero no obtuve respuesta.

Extrañado, me dirigí a la sala donde se suponía que estaba pasando la noche, cual no sería mi sorpresa de encontrar al dueño del apartamento cubierto en sudor mientras respiraba agitadamente.

-¿Dante? –volví a llamar.

Estaba dormido, aun así, parecía estar sufriendo. ¿Estaba teniendo pesadillas? Lagrimas caían por sus sienes y los quejidos seguían saliendo de su garganta, ahora acompañados por sollozos.

-No… -murmuró.

Me acerqué algo asustado. ¿No se suponía que no debía despertar a alguien en medio de una pesadilla? No, eso era para los sonámbulos. Entonces, ¿Estaba bien despertarlo?

-No te vayas… -murmuró.

-Estoy aquí, Dante –dije, mi voz temblando.

-No…No me dejes…

¿Qué rayos estaba soñando? Moví su hombro ligeramente, pero no logré despertarlo.

-Ángel…no…me…dejes… -murmuró entre jadeos.

-Aquí estoy –repetí.

-Susette…

Ese nombre otra vez. No, estaba delirando en sueños, tenía que calmarme.

-Susette…Ángel…Ángel…No…

No pude soportarlo más y lo sacudí algo fuerte hasta que conseguí despertarlo. En cuanto volvió a la conciencia, Dante me miró fijamente por un momento antes de abrazarme fuertemente. Temblaba y su respiración parecía entrecortada, podía notar el miedo a través de su tacto.

-Ángel… -susurró de nuevo.

-Ya… fue un sueño solamente –dije suavemente.

-Lo siento... –murmuró.

-Ya no importa –dije, y era cierto.

-No, de verdad, lo siento, yo…

Lo tomé por los hombros y lo miré a los ojos.

-¿Quieres hablar de tu sueño? –pregunté.

-Quiero explicarte porqué hice lo que hice.

-Te dije que no importa.

-Estabas herido.

-Bueno, ¿Quién no? Nombraste a tu antigua pareja mientras me besabas.

-Lo siento mucho.

-¿Qué soñabas?

Hizo algo que nunca pensé que haría, desvió la mirada. Aun así, me respondió.

-Era el funeral de Susette, no es nada que no sueñe a menudo pero, cuando me acerqué al ataúd, no era ella quien estaba allí, eras tú. Luego, el cuerpo se convirtió en ella y comenzó a alternar entre ambos y el dolor…era tan real…volvía a perder a mi alma gemela… una y otra vez.

Lo abracé en un acto inconsciente, el gesto de Dante reflejaba el más puro sufrimiento, un dolor que yo no podría siquiera imaginar.

-Fue solo un sueño –repetí en su oído.

-Lo sé, ahora lo sé –respondió con un suspiro.

-Volvamos a la cama –dije.

-Pero… -me miró con la pregunta que no era necesaria que formulase en voz alta.

“¿No te molesta?”

-Quiero que duermas conmigo en la cama –dije con firmeza.

Él sonrió ligeramente y asintió, dejándose guiar por mí y acomodándose en el lado opuesto al que yo había utilizado hacia un rato. Estábamos acostados uno frente al otro sin decir palabra alguna, solo viéndonos a los ojos. Dolor versus compasión en una sola habitación.

-Me recordaste a ella –dijo de repente.

-¿Qué?

-La sensación que provocaste, era tan similar a cuando estaba con ella que perdí la realidad, por un momento estuve con ella y no contigo, no sabes cuánto lo lamento.

Se refería al instante en que se equivocó de nombre. Se estaba justificando. Se estaba disculpando.

-Gracias por decírmelo –respondí.

-No pienso en ella cuando estoy contigo, Ángel, jamás.

-¿La extrañas? -pregunté.

-A veces.

Dolió, pero yo me lo busqué. Él se rió un poco.

-No la extraño de la manera en que estás pensando –dijo.

-¿Entonces?

-Extraño la compañía, y algunas cosas que solíamos hacer juntos. Extraño la rutina de convivir con alguien más y de compartir nuestras vidas. Extraño despertar con un peso extra en la cama y preparar desayuno para dos. No estoy acostumbrado a vivir solo, Ángel, esto es una novedad para mí.

-Entiendo.

El silencio volvió a caer pero sin la tensión que no sabía que había antes. Acaricié su mejilla para limpiar los rastros de las lágrimas que había derramado hace un rato y él cerró los ojos ante el contacto. Aproveché y comencé a delinear sus facciones con las yemas de mis dedos, trazando el contorno de su rostro y deteniéndome en sus labios, había un atisbo de sonrisa en ellos pero era solo eso, un atisbo. Me acerqué y lo besé. Sus labios estaban suaves y me demoré en asegurarme de memorizar cada detalle de ellos. Mi mano seguía en su mejilla pero la otra se encargó de encontrar mi nombre en su espalda y rozarlo, causando que temblara y gimiera en mis labios.

Esta es la cosa con las marcas, representan un lazo tan fuerte que, cuando tu destinado la toca, es como si confirmara la existencia de su unión y envía sensaciones placenteras a través de tu cuerpo. Es por eso que es usual ver como comparten besos y caricias en ese lugar.

En cuanto Dante gimió, adentré mi lengua en su boca, siguiendo con el mismo vaivén decadente que llevaba hasta el momento, asegurándome de reconocer cada lugar con que me encontraba y disfrutar de él. Las manos de Dante se colaron por debajo de mi camiseta y, pronto, yo empecé a rendirme ante las sensaciones al igual que él. No noté el camino que sus manos siguieron hasta que Dante se separó sorprendido y, en un parpadeo, mis pantalones y ropa interior voló hacia algún extremo de la habitación.

-¡Dante! ¿Qué demo…? –exclamé pero él me silenció con un ademan exasperado.

Su mirada estaba dirigida al lugar entre mis piernas. Intenté cerrarlas pero me lo impidió sosteniendo mis rodillas. ¿Qué rayos estaba haciendo? Entonces recordé. El juguete. Dante había descubierto el maldito dilatador que seguía en mi interior.

-¿Qué....? –empezó pero se quedó aturdido a mitad de frase.

-¿Sorpresa? –intenté bromear.

-¿Me explicas? Mi mente esta en blanco.

-Pues… ¿Recuerdas que salí con Jeremy de compras?

Él asintió y me indicó que continuara pero yo dejé la frase en el aire y levanté la ceja mientras me sonrojaba con furia. Él hizo un gesto de sorpresa antes de caer sobre mí con su frente en mi hombro.

-¡¿Dante?! –exclamé asustado.

-¿Cómo planeas que me contenga si te apareces en mi cama con un maldito dilatador anal? –murmuró.

Me reí en alivio, al menos no se había desmayado. Bueno, no es como si alguien fuese a morir porque su pareja use juguetes sexuales pero, por la reacción de Dante, no sabía que pensar.

-¿Hace cuánto estas usándolo? –preguntó.

-Desde el mismo dia que lo compré –respondí con timidez.

Porque si, este era el momento perfecto para ponerse tímido. Dante alzó la cabeza e mi hombro y me miró a los ojos, sus pupilas estaban increíblemente dilatadas y su expresión gritaba una sola palabra: lujuria. Tragué.

-¿Me estás diciendo que te has estado preparando por ti mismo durante dos semanas sin mi conocimiento? –su voz temblaba en lo que noté que era autocontrol.

-Bueno…supongo que quise acelerar un poco el proceso –murmuré hipnotizado.

La manzana de Adán de Dante subió y bajó lentamente cuando tragó. Una de sus manos abandonó mi rodilla. Cuando retiró el dilatador de mi interior lo examinó un momento antes de arrojarlo detrás de su espalda, la escena habría sido casi cómica sino hubiese reemplazado el polémico accesorio al instante por un par de sus dedos. Mi espalda se arqueó al instante bajo su toque y un gemido rasgó mi garganta.

-¡Mira nada más que flojo está esto! –exclamó con malicia.

Intenté responder algo pero mi garganta parecía estar dispuesta a solo emitir gemidos y jadeos.

-Dime, Ángel, ¿hacías esto mismo por tu cuenta? ¿Metías tus dedos en tu interior y los movías de la misma forma que estoy haciendo ahora? –murmuró en mi oído con voz ronca.

Quise responderle que sí, que si lo hacía, que pensaba en él haciéndomelo en vez de mí mismo, que su rostro era la inspiración para conseguir excitarme, pero todas las palabras se atoraron en mi garganta y solo logré conjurar lo que sonó como un lloriqueo. Dante mordió el lóbulo de mi oreja al tiempo que tomaba mi erección con su otra mano y combinaba los movimientos, volviéndome loco en el proceso, volando mi cordura y mi noción de la realidad. Cuando añadió un tercer dedo, casi no pude notar la incomodidad porque se fue casi instantáneamente, en mi cuerpo solo se sentían oleadas de placer una tras otra empujándome cada vez más a liberarme y, joder, cuando lo hiciera iba a ser endemoniadamente intenso. Los labios de Dante comenzaron un camino de besos que empezó en mi sien y bajó por mi garganta hasta llegar a mi pecho, donde empezó a acercarse a uno de mis pezones. En cuanto sus dientes se cerraron en torno a él y apretaron con firmeza, estallé arqueando mi espalda y blanqueando mis ojos. Tenía razón, fue intenso. Ni bien había regulado mi respiración cuando mis muñecas fueron apresadas encima de mi cabeza y algo presionaba de nuevo contra mi entrada. Abrí los ojos y me encontré con el dorado de los de Dante, quien respiraba pesadamente a través de los dientes.

-No te atrevas a detenerte en este momento –amenacé.

-Ángel, no podría detenerme aun si quisiera, solo quería asegurarme de que estuvieses totalmente relajado antes de continuar –dijo con una sonrisa ladina.

En respuesta, enredé una de mis piernas alrededor de su cadera y presioné un poco, logrando que entrara ligeramente en mí y que ambos jadeáramos simultáneamente. Él captó el mensaje de inmediato y unió sus labios con los míos al tiempo que empezaba a introducirse lentamente en mí. Créeme cuando te digo que un par de dedos o un juguete sexual nunca podrían compararse a esto y, aun así, no logro describir la sensación de estar totalmente lleno. Noté que Dante había agregado más lubricante y le agradecí en silencio, el que yo había utilizado debía de estarse secando a estas alturas y definitivamente no querría detenerme para buscar más. Al menos uno de los dos era cuerdo en medio de estas situaciones. En cuanto Dante estuvo completamente dentro de mí, gimió en mis labios de forma gutural y aumentó la intensidad de sus besos mientras que sus caderas se movían lentamente. Una de sus manos volvió a tomar mi hombría mientras que la otra apretaba mi cadera firmemente. Eso iba a dejar marca. Una de mis manos se aferró a su nuca mientras que la otra apretaba la sabana en un intento de encontrar algo real que me asegurara que no estaba soñando, que esta no era otra de mis fantasías y que realmente estaba pasando. ¿Por qué creía estar soñando? Porque esto se sentía malditamente bien. Mis caderas se acostumbraron al ritmo que las de Dante imponían y pronto me encontré alzándolas para recibir cada estocada suya, hallando el equilibrio y aumentando el placer de ambos. Los labios de Dante abandonaron los míos para recorrer mi garganta, morder mi clavícula, lamer mi pecho, entre otras cosas. La verdad es que estaba haciendo lo que se le daba la gana donde le daba la gana, pero a mí me estaba gustando eso. Cuando sentí que no podría haber nada mejor que esto, Dante aumentó el ritmo y yo grité cuando dio directamente en aquel lugar que tan bien me había hecho sentir en ocasiones anteriores. Él sonrió con picardía y se aseguró de que alcanzaba aquel sitio en mi interior en cada penetración, haciendo que mi bajo vientre se retorciera tan placenteramente que casi me causó dolor. Ya no sabía que era más irregular, si mi respiración o mis latidos, solo sé que cuando mi cuello empezó a arder como si alguien hubiese puesto hierro caliente sobre él, Dante atrapó mis labios mientras se derramaba en mi interior y yo alcancé el paraíso, todo eso en un instante.

No había que ser un genio para deducir que mi marca se había completado.

Estaba jadeando e intentando hallar el control de mis extremidades cuando Dante me agarró de la cintura y cambió nuestras posiciones, quedando a horcajadas sobre él.

-¿Qué…? –empecé pero me interrumpió.

-No he esperado meses como para que terminamos en tan poco tiempo, si crees que voy a soltarte ahora estas muy equivocado, Ángel. No voy a estar satisfecho hasta que uno de los dos pierda la consciencia –dijo con expresión seria.

-¡¿Estás loco?! –exclamé debatiéndome entre la risa y el horror.

-Puede ser…

Mi réplica fue callada con un movimiento de caderas y voluntad fue doblegada al instante, no sé qué pensaba él por poco tiempo pero el sol empezaba a asomarse por el horizonte, no es como si nos importase de todos modos porque Dante se encargó de cumplir su promesa y no me soltó hasta que no estuve totalmente noqueado.

Notas finales:

N/A: ¡Bienvenidos una vez más a: Crónicas semanales de una escritora mal de la cabeza! en el capitulo de hoy tendremos como protagonista a Laura.
Laura estaba feliz de la vida, estudiando para sus exámenes y yendo y viniendo de la universidad cuando, de repente, empezó a sentir dolor de garganta el cual ignoró como cada síntoma que le da. Gran error. Por los siguientes dos días se la pasó con fiebre que no se quitaba y, aun así, tuvo que seguir yendo y viniendo y presentando exámenes y estudiando.
Y esta, mis queridos niños, es la historia de como Laura pensó que se iba a morir.

¡Hola! lo prometido es deuda, vine con capítulo doble y, además, zhukulemto (o lo que yo creo que es la definición de lemmon, no tengo idea de cómo quedó, eso se los dejo a ustedes)
Para este capítulo solo tengo tres palabras: ¡YUCA CON SUERO! (amo la yuca con suero <3)
Para los que no sabían, soy de Colombia, así que aquí pudieron ver reflejados un par de mis platos típicos favoritos, sin dejar de lado el estupido y sensual suero.
También, luego de 33 capítulos y muchos altibajos, por fin consumaron su amorsh este par. ¡Viva Danangel!
Creo que eso es todo lo que tengo que decir así que...
Nos leemos despues.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).