S�, los lunes no son el dia favorito de la mayor�a de las personas, pero el m�o no empez� muy tranquilo que digamos.
-��ngel! �Despierta ya, por amor a Dios! �exclam� mi madre, azotando la puerta contra la pared.
Me sobresalt� tan fuerte que, sin querer, golpe� mi tobillo vendado con el larguero de mi cama y un latigazo de dolor me recorri� la pierna hasta la cadera. Gem� y me retorc� mientras me encog�a debajo de las sabanas. Creo que mi mam� se sorprendi� un momento antes de acercarse a revisarme.
-�Estas bien, cari�o? �pregunt� algo nerviosa, sin saber qu� hacer.
-Si� -jade�.
-�Bien! �Entonces lev�ntate de ah�! Tu padre est� un poco retrasado �exclam� ella.
-�Mam�! Podr�a haberme fracturado el tobillo esta vez, �Sabes?
-�Tonter�as! Lo que pasa es que eres un perezoso y quieres que me remuerda la conciencia para dejarte dormir un poco m�s, �Pero no!
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-Al menos deja que el dolor del golpe baje un poco, �No? �negoci�.
-Tienes un esguince, el dolor no va a bajar esta semana, ve a cambiarte mientras que yo te busco un analg�sico. Si no est�s, al menos duchado, para cuando vuelva, el esguince va a ser el menor de tus problemas, �ngel �dijo con una sonrisa tan dulce que se me antoj� maquiav�lica.
-�Joder! �exclam� cuando sali� al pasillo.
-�Escuch� eso! �respondi� ella desde su habitaci�n.
Con un suspiro, me levant� y coje� hasta el ba�o, donde envolv� mi pie en algo pl�stico, como Dante me hab�a recomendado, antes de meterme a la ducha y dejar que el agua fr�a me espabilara. Cuando volv� a mi habitaci�n, mi madre me esperaba con un par de pastillas y un vaso de agua.
-T�matelas, no son tan fuertes porque, conoci�ndote, si no sientes dolor vas a querer correr libre como el viento por ah� y no est�s en condiciones �dijo.
-No lo har�a�
replic� mi cabeza.
-Si lo har�as �respondi� mi madre.
Puse mis ojos en blanco, pero de todas formas me tragu� las pastillas. Mi madre se asegur� de que me las hube tragado antes de levantarse de la cama.
-Quisiera corroborar que de verdad estas cambi�ndote en vez de volverte a dormir, aprovechando que ya no puedes sacarme a patadas, pero debo servirles el desayuno a mis chicos �dijo con una sonrisa burlona.
-Muy graciosa, mam�.
-Nos vemos en un momento, cari�o.
Asent� por respuesta y me dirig� al closet. Coloqu� mi ropa en la cama y procur� cambiarme lo m�s r�pido posible, lo que no fue tarea f�cil, mis m�sculos se sent�an algo tensos y resent�an mis movimientos. Aun cuando no fue nada serio, el golpe en mi espalda hab�a sido algo fuerte y hasta ahora es cuando empezaba a manifestarse. Tom� mis cosas y baj� con cuidado las escaleras, apoy�ndome en todo momento de la barra. Cuando llegu� al comedor, mi padre me observ� un momento antes de ocultar una sonrisa burlona tomando un sorbo de su caf�. Mi madre me apur�, sirvi�ndome el desayuno, e insisti�ndome de que me diera prisa, quej�ndose de mi ritmo pausado en todo momento. Cuando me defend�, argumentando que estaba lesionado, ella me call� con un ademan de su mano y sigui� en lo que sea que estuviese haciendo en la cocina. Una vez desayunamos, mi padre tom� mi mochila y me sigui� muy de cerca al auto, vigil�ndome por si acaso fuese a necesitar de su ayuda y le agradec� en silencio. Esa era su forma de cuidarme, me daba mi espacio y autonom�a sin descuidar por un segundo mi posible vulnerabilidad, siempre dispuesto a sostenerme por si fuese a caerme en todos los sentidos posibles.
Una vez en el auto, mi pap� se dirigi� a la carretera con cuidado por si alg�n sobresalto fuese a hacerme sentir dolor, aun cuando le dije que no era necesario.
-�En realidad vas tan retrasado? �pregunt� cuando �bamos a mitad de camino.
-No.
-�Y por qu� mam� estaba tan desesperada?
-Sabes c�mo es, en cuanto intent� explicarle que hoy no era necesario llegar a la hora usual, debido a un mantenimiento en el aire acondicionado del edificio, ella me mand� a callar y sigui� con la rutina. Decid� solo dejarla ser �explic�.
-Ya� �y era necesario tanto alboroto? �pregunt� irritado, hab�a tenido un mal despertar y estaba de malas pulgas.
-No lo s�, preg�ntale a ella �respondi� riendo.
-Probablemente me lance de la ventana si lo intento.
-Probablemente �asinti� �l.
Cuando llegamos a mi universidad, mi padre se baj� y sostuvo la puerta abierta para que no se cerrase de repente y me lastimara en tanto me preguntaba si me acompa�aba a entrar por si necesitaba ayuda.
-Estoy bien �le asegur�.
-�Seguro?
Supuse, sin temor a equivocarme, de que su insistencia llevaba el nombre de Susan White enmarcado.
-Pap�, ponte en mi lugar un segundo, �Te imaginas como ser�a que me vean entrar en compa��a de mi padre como si fuese un parvulario? �razon�.
�l lo pens� unos segundos y me mir� con una sonrisa.
-Vale, entiendo �asinti�.
-Gracias.
-Si necesitas algo, no dudes en llamarme, vendr� a recogerte si acaso te sientes mal.
-Est� bien.
-Estoy hablando en serio, �ngel, no vayas a ser testarudo, tu madre me coment� que te alcanzaste a golpear un poco m�s que solo tu pie �dijo en tono serio.
-No fue nada.
-Nunca se sabe.
-Bien, te avisar�.
�l asinti� y se despidi�, alej�ndose en la camioneta en tanto yo cojeaba lentamente hacia las zonas verdes de la universidad. Me sent� en una de las mesas, debajo de un inmenso �rbol, y coloqu� mi mochila encima de la mesa y mi pie en la banca del frente, disfrutando un momento de la fresca brisa matutina en tanto sacaba mis cuadernos. No ten�a sue�o y un repentino remordimiento de conciencia me sacudi� al pensar que no pod�a desobedecer a mi madre. Ella ten�a raz�n, mis ex�menes se acercaban y deber�a empezar a estudiar desde ahora para no dejar acumular las tem�ticas.
Estaba resolviendo algunos ejercicios de f�sica cuando la banca de enfrente se sacudi� y me hizo gemir bajo ante el movimiento repentino de mi pie. Levant� la mirada para buscar el origen de semejante sismo focalizado y me encontr� con los ojos azules de Daniel, que me miraba con el ce�o fruncido.
-�Estas bien? �pregunt�, desviando la mirada a mi pie y devolvi�ndola a mis ojos.
-S�, solo me lastimaste un poco, no te preocupes �le tranquilic�.
-Pensaba sorprenderte, estabas bastante concentrado, no sab�a que estabas lesionado, perdona.
-Ya, Daniel, no pasa nada, de verdad.
-Vale, Buenos d�as, �ngel �salud� con una sonrisa deslumbrante.
Me re� de su cambio de humor repentino.
-Buenos d�as, Daniel �salud� de vuelta.
-Entonces� �C�mo te lastimaste? �Estabas haciendo el salto del �ngel, �ngel? �pregunt� moviendo las cejas de arriba abajo r�pidamente con picard�a.
-�El qu�? �pregunt� confundido.
-El salto del� olv�dalo, �Qu� te pas�?
-Me ca� en la feria.
-Que decepci�n, esperaba alguna historia m�s emocionante.
-Lamento desilusionarte, pero me ca� de una plataforma de tiro al blanco.
-Y yo que me imaginaba un fin de semana salvaje con el profesor Weaver� -coment� con gesto pensativo.
-�Oh, por favor! �Deja de imaginarte cosas, Daniel!
-Bueno, no eres, lo que se dice, del todo inocente.
-No dije que lo fuera, pero por Dios, deja de imaginarte mis asuntos privados. Si Dante lo supiera�
-Joder�es escalofriante que lo llames por su nombre, �Sabes? Me cuesta un poco pensar que es una persona normal com�n y corriente.
-S�, bueno, pues soy alguien com�n y corriente, Saint-Claire �dijo Dante a sus espaldas, haci�ndolo brincar y temblar.
Me quej� cuando mi pie reclam� el brusco movimiento. Dante me mir�, debati�ndose entre la preocupaci�n por m� y la burla a Daniel, quien se empe�aba en disculparse profundamente con su profesor. Me re� al verle tan desesperado, en realidad hab�a visto a Dante acercarse, pero como no sab�a hacia donde se dirig�a realmente, trat� de ignorarlo y concentrarme en la charla con mi amigo.
-Ya, est� bien Saint-Claire, si sigues disculp�ndote, terminar� por abrir un confesionario �brome� Dante con un movimiento de su mano.
El pobre de Daniel estaba est�tico, acostumbrado como estaba al odio irracional de Dante hacia �l, supuse que el que estuviese bromeando le causaba un shock inmediato. Me re� de su estupefacci�n, era bastante c�mico de ver.
-�Estas bien, �ngel? �pregunt� Dante mientras Daniel boqueaba, como pez fuera del agua, a su lado.
-S�, mi mam� me dio un par de analg�sicos en la ma�ana que me han ayudado bastante �respond�.
-Dejaste esto en mi casa �dijo, sacando de su malet�n una cajita.
-�Mis aud�fonos! �exclam� mientras los tomaba como si fuesen lo m�s valioso del mundo.
-Para casi haber perdido un pie por ellos, los has descuidado bastante.
-Bueno, estaba ocupado pregunt�ndome c�mo iba a caminar hasta tu auto, �Sabes?
�l puso los ojos en blanco y resopl� un poco.
-Como si fuese a dejarte caminar mucho con un esguince de tobillo �reclam�.
-Bueno, me gusta disfrutar de mi independencia, �Sabes?
-Yo le llamar�a terquedad.
-Ll�male como quieras, ambas implican el valerme por mi mismo.
-No exactamente, una de ellas implica terminar con un pie amputado.
-�No voy a terminar con un pie amputado por un esguince!
-Seguro. Tengo que irme, aseg�rate de recordarle a Saint-Claire que si no respira, se muere �dijo algo malicioso.
Mir� un momento a mi p�lido amigo antes de irse, riendo ligeramente. En cuanto entr� al edificio y lo perdimos de vista, Daniel despeg� la mirada de su espalda para dirigirla a mi cara, totalmente boquiabierto. Me re� a carcajadas con solo verlo.
-�Qu� acaba de pasar? �pregunt� casi sin aliento.
-Dante se acerc� a saludar �coment� con una risita.
-�Entonces no lo so��?
-Respira �le record� con tono burlesco- �Por qu� ibas a so�ar con tu profesor?
-No lo s�, cre�a que la �nica forma de entablar una conversaci�n cordial con el profesor Weaver seria en mis sue�os.
-Deja de mentalizarlo como el demonio encarnado, Daniel, �l no es as�.
-Bueno, definitivamente no era a ti a quien miraba como si quisiese que entrara en combusti�n espont�nea.
-Ciertamente me he llevado un par de esas miradas �dije pensativo.
-�Ni quien te crea!
-Te lo dije, no lo conoces.
-No quiero saber los detalles de su vida privada, gracias.
-�No eras t� quien hacia conjeturas hace un rato?
-Era distinto.
-Cierto, t� armabas fantas�as y yo estoy tratando de contarte la verdad.
-Bueno, en mis sue�os, el profesor Weaver no quiere asesinarme �replic� indignado.
-��l no quiere asesinarte! Probablemente quiere que mueras, pero asesinarte definitivamente no.
-��Qu�?!
Me re� con ganas mientras Daniel intentaba fulminarme, sin �xito, con la mirada. En realidad, s� que era un alivio para �l el saber que Dante ya no lo odiaba, no sab�a las razones, pero me tranquilizaba que ya no cargara consigo esa aura maligna cada que yo estaba siquiera parado al lado de mi amigo.
Cuando la alarma de mi tel�fono me record� que deb�a ir a clases, Daniel se puso en pie en seguida y esper� hasta que hube guardado los libros, que casi no pude utilizar, en mi mochila y me ayud� a caminar hasta mi sal�n de clases, aun a pesar de mis protestas. Simplemente me cubri� la boca con la mano y, muy educadamente, me grit� que dejara de ser tan obstinado y pusiera �mi trasero en marcha� si no quer�a llegar tarde a mi clase. Ante semejantes argumentos, no hay quien se resista. En la puerta, me desped� de �l y le agradec� por su ayuda, no sin antes prometerle que tomar�a algo con �l durante el receso del mediod�a. Algo me dec�a que Daniel no iba a dejarme esforzarme mucho en lo que durara mi recuperaci�n del esguince.
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