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Nada está escrito por Lauradcala

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Cuando el mediodía llegó, y yo me dirigía al patio por un merecido respiro, una entusiasmada presencia se posó a mi lado.

-¿Qué tal tu mañana? –preguntó Daniel, tomando mi mochila y caminando a mi paso por el campus.

-Aburrida, siento como si mi cuerpo pidiera vacaciones a gritos –respondí casi sin ganas.

-Suele pasar cuando sabes que ya casi terminan las clases.

-Solo quiero terminar los exámenes y quedarme en mi cama todo el dia.

-¿Solo o acompañado? –dijo con tono pícaro.

-No lo sé, ¿qué preferirías tú? –pregunté en el mismo tono.

-Creo que prefiero estar acompañado.

Por su gesto, sabía que tenía a alguien en mente.

-¿Jugamos a las veinte preguntas, Daniel? –pregunté algo entusiasmado.

Había conocido muchas facetas de Daniel hasta ahora, pero enamorado definitivamente no era una de ellas.

-¿Para qué? Sabes que puedes preguntarme lo que sea –respondió confundido.

-Vale, ¿Qué fue lo que pensaste hoy al levantarte?

-Bueno, que definitivamente quería seguir durmiendo.

-¿Nadie en específico?

Entrecerró los ojos con sospecha.

-¿Qué quieres saber en realidad? –preguntó bajito.

-Quiero saber quién es la persona que te está dando vueltas en la cabeza en estos momentos mientras hablamos.

En este punto ya habíamos encontrado una mesa y nos mirábamos frente a frente, él con recelo y yo definitivamente divertido.

-¿Cómo sabes que estoy pensando en alguien? –preguntó.

-¡O sea que si la hay! –exclamé mientras reía.

-¡Demonios! ¡Eres imposible!

-Cuenta ya, puedo seguir todo el dia y lo sabes.

Él resopló y sonrió suavemente.

-La hija de los amigos de mis padres –susurró.

-¿Es ella? –pregunté curioso.

-No lo sé, ¿Cómo lo descubriste?

Medité mi respuesta, yo no era un caso común y definitivamente no quería decirle que pensé en él como un posible candidato por un tiempo, así que me decanté por la opinión del común.

-Es…diferente, esa persona es diferente al resto –comenté pensativo.

-No ayudas, Ángel, nadie es igual a otro.

-No sé cómo explicarlo, ¿sí? Es decir, ¿Qué sientes cuando estas con ella?

-Como si pudiese quedarme en ese momento, a su lado, para siempre; como si todos y todo a mí alrededor desapareciera. Es extraño, Ángel, puedo escucharla hablar todo el dia y no me aburro, es increíble.

-¿Y tu marca?

Él se dio la vuelta para que yo pudiese verla y me congelé por un segundo, Daniel llevaba una marca que decía ANGEL allí, detrás de la oreja. Se dio la vuelta y me miró con el ceño fruncido.

-No te hagas ilusiones, ambos sabemos que no eres tú –dijo con una sonrisa torcida.

-Ya… pero es raro.

-Un poco, si no supiese su nombre, habría jurado que eras tú.

-¿Cómo se llama?

-Angelique.

-¿Es francesa?

-No directamente, su sangre se mezcló desde sus bisabuelos, pero aún conservan algunas costumbres.

-¿Y la marca de ella? ¿Qué dice?

-No lo sé.

-¿Cómo que no lo sabes?

-Bueno, Ángel, no ando por ahí saltando al cuello de la gente cual vampiro, ¿Sabes?

-¡No me refería a eso! Pero así podrías salir de la duda.

-Buena idea, pero hay un problema.

-¿Cuál?

-Ella está en el campamento en estos momentos.

-¿Campamento? ¡Estamos a mitad de la época escolar!

Él se rió con un aire misterioso.

-Está estudiando, créeme –comentó.

-No entiendo.

-Se entrena para ser militar.

Me quedé estático y lo miré con la incredulidad brotándome por todos los poros. ¿Daniel con una militar? No podía ser. Siempre pensé que la pareja más dispareja que podría conocer serian Noah y Jeremy, estaba equivocado.

Daniel se reía a más no poder de mi estupefacción y yo trataba, casi sin éxito, de procesar la reciente información.

-¿Qué te estas imaginando, Ángel? –preguntó con los ojos llorosos.

-No lo sé, ni siquiera me creo capaz de imaginar nada en estos momentos.

-¡Oh Dios! Cuan dulce es la venganza.

-¿Venganza? ¡No te he hecho nada!

-¿Te recuerdo como te burlabas de mi luego de la conversación con el profesor Weaver?

Lo miré con los ojos entrecerrados mientras que él me devolvía el gesto con una sonrisa triunfante.

-Vale, entiendo tu punto –dije luego de un rato, rodando los ojos.

-De todos modos, no es lo que estás pensando.

-¿A qué te refieres?

-Angelique no eligió ser militar, es solo un intento de sus padres para “encaminarla”, ella es más como un espíritu libre.

<<Ahora todo tiene sentido>> pensé.

-¿Qué piensas hacer? –pregunté sintiendo algo de lastima por el chico.

-Esperar que el destino haga lo suyo, ¿No es lo que hacen todos?

-Pues sí, supongo que tienes razón.

Nos quedamos allí hablando hasta que tuve que volver a clase, por lo que Daniel me acompañó y me prometió volver para ir juntos a la clase de Dante, yo solo rodé mis ojos y asentí para no discutir con él.

Me aburrí otra vez, de verdad me sentía sin ganas de estar en clases, solo quería descansar un rato. O tal vez había pasado un fin de semana tan idílico que el volver a la realidad estaba pasándome factura. Estaba tan distraído que, cuando la clase acabó y Daniel estaba a mi lado esperándome, sentía como si estuviese despertando de un sopor somnoliento en el que no me había dado cuenta de haber caído. Para empeorar el asunto, tenía hambre y no tenía tiempo de ir a comer. No había comido nada en el receso y había desayunado más temprano de lo usual. Iba a tener una clase larga…

Llegamos temprano al salón, para variar, y nos ubicamos en frente para esperar al profesor. En realidad, ahora que Dante no odiaba a mi amigo, éste último quería aprovechar cualquier motivo o gesto para divertirse a mi costa. Algo me decía que si presentaba a Daniel y a Jessie, no iba a ser nada beneficioso para mí.

Dante entró al salón con una sonrisa, se le notaba el buen humor por donde lo mirases y toda la clase entró en sintonía al instante. Por primera vez en el semestre, observé a un docente utilizar el proyector del salón, por lo general las clases se basaban en tablero y marcadores, pero Dante estaba configurando con facilidad los dispositivos electrónicos y, cuando la imagen reveló la pantalla de inicio de su computador (un fondo gris acero bastante monótono), se giró a nosotros.

-Hoy vamos a tener una clase algo diferente –anunció y toda la clase esperó expectante- como se acercan sus exámenes, y entiendo que esta no es una materia del todo fácil, traje un par de videos rápidos que explican los temas más complicados de manera sencilla. Luego de eso, responderé todas las dudas que tengan y resolveremos algunos ejercicios paso por paso, ¿Están bien con eso?

Todos aplaudieron emocionados, Daniel incluido. Dante tenía razón, matemáticas financieras no era para todo el mundo, yo mismo me había encontrado perdido más de una vez de no ser porque mi padre trabajaba en el mundo de los negocios y me había explicado los conceptos más complicados.

El profesor sonrió y apagó las luces para que la imagen se viese más nítida, luego puso a reproducir el primer video y el título “Matemáticas financieras en un dos por tres” salió a relucir en el frente. El auditorio rió ligeramente por el nombre antes de sumirse en silencio y escuchar lo que la voz en off tenia para decir. Lo cierto era que, con conceptos coloquiales y ejemplos graciosos, el mundo de las finanzas no se veía tan inalcanzable, todo parecía más sencillo si era explicado con un toque de humor.

-¿Sabes? Creo que el profesor trajo los videos como una excusa para observarte en el salón de clases –el susurro de Daniel me sacó de mi concentración.

-Interrumpes mi educación, Daniel –susurré a mi vez.

-Solo decía –dijo con una risita.

Miré en dirección a Dante y me encontré con que me miraba fijamente. Le sonreí y me guiñó un ojo, ganándose algunos suspiros de las chicas detrás de mí.

“¿Te diviertes?” gesticuló con los labios.

Asentí y sonrió. Sacó su teléfono y me indicó que hiciera lo mismo, así que obedecí. El tono de un mensaje entrante resonó por toda la habitación, haciendo que me ganase muchas miradas de reproche. Dante cubrió su sonrisa burlona con el puño en un falso gesto de concentración.

Puse el teléfono en silencio antes de abrir el mensaje.

“¿Te quedas después de clase?” decía.

“Debo esperar a mi padre, él me va a recoger, por lo que sí, me quedaré.” Respondí,

“Avísale que yo te llevaré, no es necesario que venga por ti.”

“No es necesario que hagas eso.”

“Quiero hacerlo. Además, puedo escuchar tu estomago desde aquí.”

“Mentiroso.”

Lo miré y noté que estaba conteniendo la risa.

“Está bien, mentí, pero sé que tienes hambre.” Escribió.

“¿Cómo lo sabes?”

“Si te frotas el estómago un par de veces más, vas a abrirle un agujero a tu camiseta.”

Me sonrojé mientras fruncía el ceño y los labios.

“Tú, yo y una cena, ¿Qué dices? Luego te llevo a tu casa.” Propuso.

“No es necesario, Dante.”

“No seas terco, sal conmigo.”

Lo miré mientras ponía el otro video, el primero ya había acabado, luego volvió a su posición anterior con el teléfono en la mano y esperó por mi respuesta.

“Está bien.” Respondí.

“Escríbele a tu padre.”

“Lo haré en seguida. Si pierdo tu asignatura, te demandaré por distraerme.”

“¿Distraerte yo? ¿Estás seguro que no es al contrario?”

“¿Cómo podría ser una distracción para ti?”

“No lo sé, tú llegas y te sientas al frente del salón y me distraes.”

“¡Pero si no hago nada!”

“Tu sola presencia es una distracción.”

Le escribí un mensaje rápido a mi padre y tiré el celular a la mochila, si seguía así iba a delatarnos. Dudaba seriamente de que me metiera en problemas por mensajear con mi alma gemela, pero no podía arriesgar a Dante, el tenía la marca de Susette visible y la mía permanecía oculta bajo su ropa, sería muy difícil tratar de explicarlo.

Cuando los videos terminaron, Dante encendió las luces y esperó por las preguntas que no demoraron en aparecer. El buen humor del profesor había roto el hielo y todos querían aprovechar la oferta limitada de poder aclarar sus dudas. El resto de la clase transcurrió en medio de preguntas y explicaciones detalladas de los diferentes temas que habíamos visto a lo largo de estos meses, incluso Daniel, con algo de recelo, se animó a levantar la mano. Al final de la clase, las dudas habían sido aclaradas y hasta yo mismo me sentía preparado para ganar el examen final de matemáticas financieras, todos salieron bastante relajados y riendo mientras que Dante recogía el equipo que había utilizado y organizaba los cables. Daniel me guiñó un ojos antes de salir del salón y cerrar la puerta tras de sí, dejándome a solas con el profesor.

-¿Te gustó la clase? –preguntó mientras enrollaba el cargador del portátil.

-Estuvo bastante divertida –respondí.

-¿Crees que les ha gustado a tus compañeros?

-Puedo asegurarte que a las chicas que se sientan detrás de mi les gustarían tus clases aun si les dieras las espalda durante las dos horas.

-¿A ti te gustaría? –preguntó con su sonrisa ladina.

-No lo sé… -murmuré con gesto pensativo mientras sonreía.

-¿Me doy la vuelta para que lo pienses?

-Podría ser una buena idea, ¿Sabes?

Él se rió divertido y se acercó una vez hubo guardado los cables, sentándose en un pupitre a mi lado.

-¿Cómo te sientes? –preguntó.

-Estoy bien, solo debo cuidarme de no apoyar mucho el pie cuando camino –respondí.

-¿Debería cargarte hasta el parqueadero?

-¡No!

Volvió a reír hasta que mi estómago rugió.

-Tengo la ligera impresión de que quieres comer –comentó.

-Si…no he comido desde hace un rato.

Me miró con sospecha.

-¿Cuándo fue la última vez que comiste, Ángel? –preguntó.

-Hoy en la mañana.

-¿No comiste nada en el receso? –regañó.

-Estaba hablando con Daniel y me olvidé de comer.

-¿Qué voy a hacer contigo? –suspiró.

-Alimentarme.

-Eso lo sé, siempre tienes hambre.

-Bueno, no siempre.

-Sí, solo que tienes varios tipos de hambre, muy variadas una de la otra.

Me miró con ojos oscuros y una sonrisa ladeada.

-¿Nunca te cansas? –pregunté luego de tragar saliva.

-Ángel, ¿Tienes idea de lo que me gustaría hacerte aquí mismo, en este salón de clases?

-¿Tienes una fantasía conmigo?

-Tengo muchas fantasías contigo.

-¿Debo preocuparme?

-Te aseguro que no, disfrutarás cada una de ellas.

-Hablas como si las dieras por hecho.

-Oh Ángel, créeme que las voy a cumplir todas.

Mi estómago saltó por algo que nada tenía que ver con el hambre y me apresuré a ponerme en pie. Solo Dios sabe si Dante iba a contenerse por un rato más y yo no quería quedarme a comprobarlo.

Bueno, no en ese momento.

-Vamos a comer –dije, mi voz sonando algo ronca.

-Define comer –dijo Dante con picardía.

-Comida, Dante.

-Vale, vamos a comer.

Notas finales:

N/A: ¡Feliz navidad! Santa Laura vino a dejarles un regalito de navidad. ¿Que tal sus fiestas? ¿Como las estan pasando? yo recibí la víspera de navidad con resaca (Debo conseguir mejores amigos, los actuales disfrutan de embriagarme)
En fin, espero que esten disfrutando de una época familiar y amorosa, les deseo lo mejor.
No lo digo a menudo pero los quiero mucho.
Por si no alcanzo, ¡Feliz año nuevo!
Nos leemos despues.


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