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Nada está escrito por Lauradcala

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Me removí inquieto. Había una extraña sensación incomoda que no me dejaba seguir durmiendo, pero mi estado onírico me impedía identificarla. Me desperté en un sobresalto cuando un dedo se escabulló en mi interior, pero no pude girarme ni alejarme debido a un peso muerto en mi espalda que me mantenía de cara contra la almohada.

– ¡Al fin despertaste! –dijo Dante en mi oído, mordisqueando mi lóbulo después.

– ¿Qué haces? –pregunté con la voz ronca.

Su dedo empezó a moverse y yo me debatía entre si se sentía incómodo o si realmente me gustaba.

– Quería darte los buenos días –respondió, besando mi nuca.

– ¿Violándome?

– Haciéndote sentir bien.

Me removí inquieto al notar como estaba empezando a sentirme bien. Su boca siguió dejando besos por toda mi columna vertebral. En cuanto su mano se coló hacia mi delantera y encerró mi creciente erección en su puño, me rendí y me dejé llevar.

Debo aclarar que desayunamos cerca del mediodía esa mañana.

– No puedo creer que me despertaras de esa forma –refunfuñé mientras removía mi comida con el tenedor.

Dante masticaba su comida con una sonrisa de suficiencia.

– Pero tampoco puedes negar que te gustó –respondió con un encogimiento de hombros.

Me sonrojé y me metí un bocado para evitar soltar un comentario que me hiciese quedar peor.

Estúpido engreído que siempre tiene razón.

– Esta bien, déjame recompensarte por algo que disfrutaste, ¿Qué quieres hacer hoy? Es sábado –preguntó.

– No lo sé, realmente me gustaría salir por ahí con Jessie ahora que está en la ciudad, pero también quiero pasar tiempo contigo –me rasqué el cuello mientras consideraba mis opciones.

– Podríamos salir los tres, tu amiga me cae bien –comentó.

Lo miré sorprendido.

– Pensé que querías secuestrarme todo el fin de semana –dije.

– No te equivoques, sigues secuestrado por todo el fin de semana, pero si te aburres entonces mi reputación quedaría arruinada.

Sonreí y me devolvió la sonrisa.

– Escríbele y pregúntale que le gustaría hacer, luego pasaremos por ella –dijo.

– Va a alucinar –comenté entre risas.

– ¿Por qué?

– Te lo dije, esa chica está empezando a adorarte. No eres Carlie, pero estas bastante cerca.

– ¿Carlie?

– Su posible destinada.

– ¿Encontró a su alma gemela?

– No lo sé con certeza, ella cree que sí, pero estaba insegura.

Frunció el ceño.

– ¿Cómo puedes no estar seguro sobre tu destinado? –preguntó.

– Tengo entendido que habían discutido o algo por el estilo, pero puedo apostar de que se arreglaron, o al menos hablaron. El humor de Jessie está por las nubes.

– Si quieres, puedo dejarles solos un rato para que hablen, sé que querrá saber tu opinión.

– Pensé que querías pasar el tiempo conmigo –mi voz salió algo baja.

– No me malinterpretes, no voy a dejarte por mucho tiempo, solo será un rato.

Sonreí.

– Gracias, eso me gustaría mucho –dije emocionado.

– Podríamos ir al centro comercial a tomar algo –propuso.

– ¿Quieres que manche mi ropa? –bromeé.

Él entendió al momento y sonrió con picardía.

– No, ya no estoy allí para limpiarte. Además, puedo manchar tu ropa de mil modos distintos a ese –su voz sonó grave y ronca.

Tragué y sacudí ligeramente mi cabeza para alejar los pensamientos que se apoderaron de ella.

– Llamaré a Jessie –dije.

Me levanté de la mesa para buscar el teléfono, dejando la risa de Dante a mis espaldas.

Encontré el celular en mi mochila y le marqué a mi amiga.

– ¡Ángel! Pensé que tú y Dante no iban a salir de la habitación hasta el domingo –saludó.

– ¿Qué serían de mis días sin tus obscenas insinuaciones? –resoplé.

– Muy aburridos, seguro. ¿A qué debo el que dejes a tu crucero de ensueño para llamarme?

– Dante quiere que salgas con nosotros, ¿Quieres?

Se quedó en silencio un momento, haciéndome verificar que la llamada seguía en curso y que no me había colgado.

– ¿Es en serio? –habló al fin.

– Por supuesto –respondí.

– ¿Por qué?

– Porque quiero salir con mi mejor amiga, ¿puedes?

– Sí, claro que puedo, es solo que no concibo la idea de que Dante quisiese salir conmigo.

– ¿Por qué no?

– De verdad que eres estúpido, Ángel. ¡Casi no se ven! Tú estudias y él trabaja, imagino que no pasan mucho tiempo juntos, el que quiera compartirte conmigo es inusual.

– Bueno, le confesé que me gustaría charlar contigo y él sugirió que vinieses con nosotros al centro comercial.

– Eso es muy amable de su parte.

– ¿Entonces aceptas?

– Estaré lista en media hora, aprovechen el tiempo –su tono era pícaro y podía jurar que estaba sonriendo.

– Vas a hacer que me arrepienta de esto.

– ¡Sabes que no puedes!

Rodé mis ojos.

– Pasaremos por ti, te veo en un rato –me despedí.

– Intenta que el rato no se alargue mucho, no me gusta esperar –bromeó ella.

– Eres imposible.

Colgó.

Volví al comedor y me senté frente a mi plato para terminar mi comida.

– ¿Y? ¿Qué dijo tu amiga? –preguntó Dante.

– Que estará lista en media hora, aunque se extrañó bastante el que sugirieras que nos acompañara.

– ¿Ah, sí? ¿Por qué?

– Creo que no quiere ser la tercera rueda.

Me miró un momento antes de soltar una risita.

– No será la tercera rueda, al menos mientras los deje solos, luego de eso no puedo prometer nada –dijo.

– Eres imposible.

– No te preocupes, Ángel, tu amiga no se sentirá incomoda con nosotros, ¿Por qué debería? Eres su mejor amigo. Solo es una salida en grupo, nada del otro mundo.

– Si, tienes razón.

– No te preocupes, mejor ve a cambiarte para que podamos pasar por ella.

Asentí y me dirigí rápidamente a la ducha, entre menos tardara, más rápido hablaría con Jessie.

– ¿Siempre te bañas con el agua tan helada?

La voz de Dante a mis espaldas me hizo dar un salto que por poco me hace caer de no ser porque logró sostenerme.

– ¿Qué haces aquí? –pregunté alarmado.

– Ahorrar agua –respondió él encogiéndose de hombros.

Rodé mis ojos.

– Como si fuese a creerte eso –dije.

– Bueno, eso depende de ti.

Dejó un pequeño beso en mis labios y procedió a ducharse, con mis ojos siguiendo cada uno de sus movimientos.

– ¿Vas a mirarme todo el dia o te vas a bañar? –se burló.

– Yo…si… – balbuceé.

Sacudí mi cabeza y me bañé rápidamente, saliendo lo más rápido de ahí en cuanto tuve oportunidad. Saqué mi ropa de la mochila y me vestí, notando las pequeñas marcas circulares de color rosa que había en mis caderas. Las reconocí como las huellas de los dedos de Dante al aferrarse en ese lugar para evitar que me moviese esta mañana. Eso y que ya había dejado ese tipo de marcas antes. Me coloqué mi camiseta y, estaba amarrando mis botas, cuando salió de la ducha con una toalla colgando de sus caderas.

– Si corres así de rápido, bien podrías ganar las olimpiadas –dijo con sorna antes de ir al closet a buscar algo que ponerse.

– Tú mismo dijiste que debíamos apresurarnos para ir por Jessie –me defendí.

– Eso es cierto, aunque también podría pensar que te pongo nervioso –me miró de reojo dejando entrever su sonrisa ladeada.

– Tienes el ego bastante elevado, ¿cierto?

Se rió y no hizo más comentarios mientras terminábamos de cambiarnos.

Recogimos a Jessie cuarenta y cinco minutos después y por su expresión podía decir que no íbamos a escapar de sus burlas.

-Así que… ¿Por qué la demora? –preguntó moviendo sus cejas arriba y abajo rápidamente.

-Terminábamos de comer, Jess –respondí.

-Puedo asegurar que no era realmente comestible –replicó con una sonrisa.

-¿Sabes qué? Cambié de opinión, bájate ya, te quedas.

Dante soltó una risita a mi lado.

-¡Relájate! No veo que Dante se queje de mis comentarios –exclamó ella con diversión.

-Es demasiado educado como para decirte algo –dije.

-En realidad no me molesta –dijo Dante.

-Este chico no hace más que caerme mejor y mejor –suspiró Jessie.

-Eso es bueno –respondió Dante.

-No lo es, no para mí –suspiré mortificado.

Ellos rieron y comenzaron a conversar mientras que yo saltaba a través de las estaciones de radio en busca de algo que llamase mi atención.

Llegamos al centro comercial con Jessie y Dante riéndose mientras que yo frotaba mi rostro algo frustrado. Si, se estaban riendo de mí y yo no le encontraba sentido alguno a sus absurdas bromas, pero el verlos divertirse hacia imposible que me enojase con ellos. Cuando llegamos a la plaza de comidas, Dante se disculpó con nosotros y se fue a hacer no sé qué por ahí. Jessie lo vió alejarse con el ceño fruncido y luego se giró hacia mí.

-¿A ese que bicho le picó? ¿Dije algo malo? –preguntó confundida.

Me reí.

-No hiciste nada, solo quiere dejarnos hablar un rato a solas –expliqué.

-Eso es bastante lindo de su parte.

-En parte es porque yo lo insinué.

-¿Quieres hablar conmigo?

-Siempre quiero hablar contigo, Jess.

Me lanzó su mejor mirada de ¿Es en serio?

-Bien, no soy el mejor conversador del mundo, pero realmente quiero saber cómo siguen las cosas con Carlie, no la has mencionado en lo absoluto –confesé.

Su rostro se iluminó y sonrió ampliamente.

-¡Oh, Ángel! ¡Tu consejo funcionó! Hablé con ella, bueno, en realidad tartamudeé cosas, pero creo que le expliqué lo que sentía y ella se puso a llorar…

-¿Cómo es bueno si se puso a llorar?- le interrumpí-. ¡¿Qué le hiciste?!

-Déjame terminar, no me interrumpas, es maleducado. Se emocionó, me dijo que tenía miedo de cómo se sentía cerca de mí y se alejó, ¡Es tan linda!

<<Oh, Dios… ¿En qué me metí…?>>

Jessie me explicó que habían terminado en el apartamento de Carlie y que hablaron por toda la noche, cada una confesando como la hacía sentir la otra y que, al final, ambas se habían abrazado entre lágrimas de felicidad. Ahora estaban saliendo, aun no sabían si realmente eran destinadas, pero querían aprovechar el inmenso cariño que se tenían la una a la otra.

Debo aclarar que tuve que escuchar con lujo de detalles mientras que Jessie no paraba de describir rasgo a rasgo las expresiones de Carlie. Desde este punto de vista, estaba cien por cien seguro de que estaban hechas tal para cual.

-¡Eso es fabuloso, Jess! –exclamé cuando estaba a punto de lanzarse a una descripción de su calendario de planes.

-¡Lo sé! Aunque es una pena que no podamos ir a la playa el otro fin de semana, dicen que habrá buen clima –meditó ella.

-¿La playa?

-¡Si! Queríamos pintar el mar en un cuadro al carboncillo, aprovechar que el pronóstico dice que estará soleado, pero hay un seminario de acuarelas al que quiero asistir y se cruzan las fechas.

-¿Pero cómo iban a ir a la playa?

-En bus, Ángel –rodó los ojos-. Los padres de Carlie tienen una cabaña con un pequeño sector privado, así que es perfecto para escaparse de todo.

-Suena bien –comenté.

-¿Bien? ¡Es perfecto! Es más, Dante y tú deberían ir.

-¿Qué?

-¿Ir a dónde? –me sobresalté cuando habló a mis espaldas.

-¡A la playa! Habrá buen clima el próximo fin de semana, yo no puedo ir, pero sería genial que ustedes lo disfrutaran –explicó ella con entusiasmo.

-Suena bien –comentó Dante.

-No estas teniendo en cuenta de que esa cabaña es de los padres de tu amiga, ¡No podemos simplemente llegar ahí! –razoné.

-¡Excusas! Estoy segura de que no se opondrán si es Carlie quien se los pide, y ella de seguro no se opondrá, ¡Fuiste tú quien nos ayudó! –dijo ella.

-No las ayudé, simplemente te dije lo obvio –dije.

-Jessie, guarda mi número, por favor, así puedes avisarme que dice tu amiga respecto a esa cabaña –dijo Dante a mi lado.

-¿Es que no están escuchándome? –pregunté ligeramente ofendido.

-No –respondieron al tiempo mientras intercambiaban teléfonos.

Resoplé y negué con la cabeza.

-No voy a ir –dije.

-Eso no lo decides tú –comentó Dante.

-Ya habíamos hablado de mi libertad, no puedes decidir por mi –remarqué.

-Deja de ser un aguafiestas, Ángel, es solo un pequeño regalo, ¡Disfrútalo! –dijo Jessie.

-No está bien –insistí.

-No estaría bien si lo mancillaras con perversiones, pero si vacacionas en él entonces no pasa nada –dijo ella.

Abrí la boca para replicar, pero en cambio me sonrojé al comprender sus insinuaciones mientras que Dante ocultaba una sonrisa con el puño.

-No puedo prometer eso, Jessie –dijo él.

-¡No quiero que lo prometas! –exclamó ella.

Dante rió y Jessie lo obligó a chocar puños con ella sin importarles que yo seguía bastante mortificado justo al lado suyo.

Dante nos invitó unas malteadas para celebrar y, aunque seguía oponiéndome a la idea de aprovecharnos de la inocente Carlie, no me negué a la cremosa bebida, es decir, ella no tiene la culpa ¿o sí?

-Como tú digas, cariño –dijo Jessie cuando le expliqué por qué me unía a la “celebración”.

En realidad, disfruté de esa tarde. Jessie y Dante parecían llevarse de maravillas y, aun si disfrutaban de ponerse de acuerdo y burlarse a mi costa, lo cierto era que me encantaba verlos reír tanto. Había algo en sus sonrisas que me hacía sentir bastante bien.

Aprendí algo de Dante ese dia: es un sabelotodo.

En cuanto Jessie hizo un comentario acerca del diseño de publicidad de una boutique, ambos se enfrascaron en una conversación acerca de marketing, arte y comercio que hizo que mi mente volara lejos para no morir de aburrimiento, aun si ambos se veían lo suficientemente entusiasmados.

Observé a las personas que iban de un lado a otro y comencé a pensar en lo que cada una podría estar pensando. Sonreí cuando una pareja salía de un local de ropa para bebés. Ella sonreía y acariciaba su vientre hinchado mientras que él la miraba con adoración a la vez que balanceaba las múltiples bolsas que llevaba en sus manos. Luego me fijé en un par de chicos, probablemente de dieciséis años, que estaban un par de mesas más allá de nosotros y que compartían un par de audífonos; uno escuchaba con atención mientras él otro lo miraba, esperando por sus reacciones a lo que escuchaba, atento a cada gesto de su compañero.

Jessie y Dante siguieron conversando por un par de horas, conmigo opinando de tanto en tanto, pero sin prestar demasiada atención a lo que fuese que estuviesen hablando. Estaba más concentrado en observar las pequeñas burbujas que encontraba a mí alrededor.

Cuando terminaron por fin, el cielo estaba oscuro y habíamos comido algo en el transcurso de la tarde, así que dejamos a Jessie en su casa y, luego de esperar que mi amiga estuviese sana y salva dentro, nos encaminamos al edificio donde Dante vivía.

Iba observando por la ventana cuando, en el sector del centro de la ciudad, noté algo extraño.

-Dante, para, ¡PARA! –exclamé.

El auto frenó en seco y yo me bajé en seguida, con Dante pisándome los talones.

-¡Ángel! –le oí exclamar, pero le ignoré.

Me guiaba por los gemidos y los zumbidos del aire.

En efecto, no estaba equivocado. Llegué a tiempo para ver como un grupo de cinco o siete chicas corría en dirección opuesta en el momento que cruzamos la esquina, dejando a un chico detrás, doblado de dolor y sollozando casi sin aliento.

-¡Llama a la policía! –exclamé a Dante mientras que me acercaba al muchacho.

Podía escuchar cómo se esforzaba por respirar mientras que gemía entrecortadamente.

-¡Malditas…! -murmuré con furia.

-A…A-Ayu…Ayud-dame… -susurró el chico antes de cerrar los ojos.

El dolor era muy fuerte como para permanecer consciente.

Ahora que lo miraba de cerca, podía ver que tenía unos tardíos dieciséis y que su rostro no había quedado exento de la violencia tampoco. Su ojo estaba negro y casi oculto bajo la hinchazón de su mejilla mientras que su boca dejaba escapar un ligero hilo de sangre.

Sentía la furia hervir en mis venas cuando me giré a Dante.

-¿Ambulancia? –pregunté, aunque sonó más como una orden.

-Viene en camino –se agachó a mi lado-. Estarán aquí como en tres minutos –sonaba frágil y sabía que se sentía impotente.

Lo supe porque yo también me sentía así.

-¿Cómo lo viste? –me preguntó.

-Veía por la ventana –respondí.

-Eso es una suerte que probablemente le salvó la vida a este niño.

Las sirenas sonaron cerca y pronto la calle se llenó de luces rojas y azules. Nos pusimos de pie al tiempo que los paramédicos se acercaban con una camilla y empezaban a auxiliar al indefenso muchacho. La policía llegó muy poco después y nos pidieron declaraciones. Nuestra desafortunada victima completaba el lote de ocho casos en la ciudad. Describí lo mejor que pude al grupo de locas que había perpetrado el ataque, pero no creo que haya servido de mucho pues solo alcancé a ver sus espaldas.

El oficial anotó mis datos y se marchó luego que nosotros nos pusimos en marcha, no era seguro para nosotros quedarnos allí.

El resto del trayecto lo hicimos en silencio. Sé que compartíamos los mismos pensamientos: ese chico pudo haber sido cualquiera de nosotros. Demonios, si esas chicas no hubiesen huido, pudieron habernos atacado a nosotros también.

-Fui un imprudente –dije cuando entrabamos al apartamento.

-Sí, lo fuiste –acordó él.

Asentí y me encaminé a la habitación, pero no alcancé a dar un paso cuando me tomó del brazo y me hizo girarme. Cuando alcé la mirada me encontré con su ceño fruncido.

-Fuiste un imprudente y lanzarte así, sin saber lo que pasaba, fue realmente estúpido –me sentía como un niño regañado. Estaba siendo regañado. Bajé la mirada para evitar sus ojos desaprobadores, pero con una mano bajo mi barbilla me obligó a mirarlo de nuevo-. Pero salvaste la vida de ese chico y no voy a hacer que te arrepientas de eso, fuiste un héroe, Ángel, y por más asustado que esté, no puedo evitar sentir orgullo.

-¿Estas asustado?

-Aterrado, en realidad.

-Yo también –confesé.

-Estaremos bien, solo hay que ser cuidadosos.

-¿Hasta cuándo?

Estaba frustrado, no era justo, esas chicas estaban causando estragos por ahí y éramos nosotros quienes debíamos cambiar nuestras conductas. Me sentía idiota de solo pensarlo.

-Hasta que la tormenta pase. Ángel, no puedo estar contigo las veinticuatro horas del dia, así que debes prometerme que serás cuidadoso –dijo con tono serio.

-Sí, lo seré.

-Hablo en serio, nada de devolverse tarde ni de quedarse con Saint-Claire hablando por ahí. Que el sol se oculte contigo dentro de tu casa y a salvo –insistió.

La urgencia con la que hablaba me hizo asentir frenéticamente.

Me había contagiado de la histeria colectiva.

Notas finales:

N/A: ¿Han notado que cada que, digo que voy a actualizar mas seguido, me desaparezco por semanas? tengo menos credibilidad que un político en campaña xD
¡Hola! ¿Como estan? yo estoy muerta de sueño, pero realmente quería traerles este capitulo.
Ayer terminé de leer "Dante y Aristoteles descubren los secretos del universo" y me sentí un fraude cuando vi que los protagonistas también se llaman Angel y Dante, pero al final amé el libro y quise llorar, pero no lloré porque no quería dar explicaciones raras xD
En fin, espero que les haya gustado este cap, no prometo que actualizaré pronto porque ya ni yo misma me creo, soy una mentirosa TTnTT
Nos leemos despues.


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