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Nada está escrito por Lauradcala

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Desperté algo desorientado sin encontrar la fuente de mi sobresalto. El cuarto seguía oscuro y la luz se filtraba por la rendija de la puerta del baño. Dante no estaba a mi lado. Escuche un ruido que provenía del baño y deduje que eso era lo que me había despertado, así que caminé hacia allí para ver qué pasaba. Lo encontré arrodillado junto al inodoro y convulsionando por las múltiples arcadas que lo atacaban sin tregua. Me agaché junto a él y comencé a frotar su espalda sin saber que más hacer.

-Vuelve a la cama, Ángel –dijo cuándo pudo respirar.

-No.

-No es necesario que estés aquí –insistió.

-Quiero estar aquí.

Quiso responder algo, pero tuvo que girarse cuando otra arcada lo atacó.

Esperé a que terminara y lo ayudé a levantarse, notando que se tambaleaba un poco. Se enjuagó la boca y yo limpié el baño. Dejé que se apoyara en mí para regresar a la cama, donde lo vigilé mientras se acomodaba y lo volví a cubrir con las sabanas. Busqué un vaso de agua y se lo llevé para que recuperara algo del líquido perdido. Cuando volví al cuarto, se había quedado dormido de nuevo, así que me limité a dejar el vaso en la mesita para cuando despertara.

Miré el reloj de pared y ví que eran las cuatro de la mañana, pero no tenía sueño ya, así que tomé el computador de Dante y me lo llevé a la cama con los audífonos para ver alguna película mientras el amanecer llegaba. Terminé viendo una clásica del viejo mundo y me sumergí en la historia, mirando de tanto en tanto por si notaba algún cambio en el hombre que dormía a mi lado.

El amanecer llegó conmigo viendo películas y Dante profundamente dormido, traté de no molestarlo con mis movimientos y lo dejé descansar, aun cuando fruncía el ceño entre sueños o trataba de murmurar cosas, sabía que estaba profundamente dormido y que necesitaba todo el reposo posible que pudiese tener. Alcancé a ver 2 películas antes de que el bulto de sabanas se removiera a mi lado e hiciera ruidos de incomodidad.

-¿Te sientes bien? –pregunté mientras comprobaba su temperatura con el dorso de mi mano.

-Odio estar enfermo.

-Nómbrame a alguien a quien le guste.

Su comisura se alzó en una sonrisa ligera y me miró débilmente.

-¿No deberías estar en clase? –preguntó.

-Faltar un dia no va a matarme.

Su ceño se frunció.

-No debes faltar a clase, Ángel –regañó.

-Ya, ¿Y debo dejar que mueras deshidratado?

-Estaré perfectamente bien.

-Igual que ayer, cuando no habías probado bocado alguno en todo el dia, ¿Cierto?

-Tus exámenes se acercan, no debes hacer el vago por ahí.

-Puedo tomar los apuntes de algún compañero y ponerme al dia, mi prioridad ahora es evitar que tú mueras.

-No voy a morir.

-No confió en ti después de ver cómo te encontré ayer.

Puso los ojos en blanco, pero no insistió más. Calenté la sopa que había quedado el dia anterior y se la llevé para que desayunara algo, aun a pesar de sus protestas. Una vez terminado, vi como parpadeaba cada vez más lento y le ordené que descansara mientras que yo comía algo. Dante vomitó lo poco que había comido un par de horas después y yo estaba desesperado, pero no quiso ir al hospital y yo no lo obligué. Al mediodía, recibí una llamada de mi padre.

-Hola doctor –saludó.

-¿Papá?

-Sí, soy yo.

-¿Pasó algo?

-No te alarmes, ¿No tengo derecho a llamar a mi hijo?

-No es eso, es solo que…tú nunca llamas, no sin un motivo al menos.

Él rió.

-Sí, eso es verdad.

-¿A qué debo el placer de recibir una llamada tuya?

-¿Cómo esta Dante?

-Igual.

-¿Ha comido algo?

-Sí, pero lo devolvió un rato después.

-¿Te has asegurado de darle agua?

-Sí, todo el tiempo.

-Bien hecho.

-Gracias.

-¿Podrías darme la dirección de su casa? Tu madre le ha cocinado algo y quiere que se los lleve antes de que se enfríe.

Estaban preocupados, realmente preocupados.

-Seguro –respondí mientras notaba una sensación extraña.

Le expliqué a mi padre como llegar al edificio de Dante y, media hora después, estaba abriendo la puerta para encontrármelo con una bolsa en sus manos y una expresión de sincera angustia.

-Hola papá –lo saludé con un abrazo.

-¿Cómo estás?

-Algo asustado, si soy sincero.

-Es normal, ¿Está durmiendo?

-No –respondió Dante a nuestras espaldas.

Nos giramos rápido y yo corrí a él temiendo que se cayera de repente al ver cómo le costaba el dar un paso.

-¡¿Qué haces fuera de la cama?! –exclamé.

Lo llevé al sofá con ayuda de mi papá y lo dejamos allí semiacostado.

-Escuché voces, quería ver si estabas en problemas –respondió.

-Ya, porque en tu estado me serias de ayuda –rodé los ojos irritado.

-Dante, estas enfermo, deberías estar guardando reposo –dijo mi padre.

-Estoy bien, señor White –insistió él.

-No lo estas, ¿Te has visto en el espejo hoy? –preguntó mi padre.

-Hoy luce mejor, ayer parecía un muerto en vida –aclaré.

-No seas exagerado, Ángel –replicó el enfermo.

-Nunca pensé decir esto, pero Ángel tiene razón, no te ves para nada bien, Dante, debes guardar reposo –el tono de mi padre era suave pero firme.

-No me gusta estar en la cama todo el dia –se quejó Dante.

-Sopórtalo mientras te recuperas. Susan te ha enviado algo de comer, cuando sientas hambre, siéntete libre de pedirle a Ángel que te ayude.

Dante asintió y mi padre se despidió diciendo que tenía que volver a la oficina. Cuando volvimos a estar solos, lo encaré sin pizca de humor.

-¿Se puede saber por qué te resistes a descansar? –pregunté con molestia.

-No soy alguien que se enferme muy a menudo, Ángel, voy a enloquecer aquí encerrado.

-Debes aguantarlo por unos días, si sigues esforzándote así voy a llevarte a un hospital a que te seden para que tengas el reposo que debes tener.

Torció el gesto, pero no me llevó la contraria, supuse que me la dejaría más fácil desde ahora. Le pregunté si quería comer y asintió suavemente, aunque podía ver que no tenía muchos ánimos de hacerlo. Mi madre le había enviado caldo de verduras y purés de toda clase, alimentos suaves que no requerían mucha energía para consumirlos.

El virus de Dante siguió hasta la semana siguiente, por lo que el fin de semana en la playa se canceló, por más que él insistiera hubiese sido demasiado irresponsable viajar en ese estado, así que nos quedamos en su apartamento conmigo persiguiéndolo para que tuviese reposo. Sin embargo, tuvo la energía suficiente para asistir al trabajo aun con el malestar, pero me aseguró que tenía la fuerza suficiente para enseñar. No discutí porque habría sido caso perdido.

Me debatí entre cuidar a Dante y empezar a estudiar para mis exámenes, que serían la siguiente semana. Para ello, estuve durmiendo en su casa, así estaría al pendiente las veinticuatro horas. Además, ese fin de semana seria la celebración para Noah y Jeremy por su bebé y todos vendrían para la fiesta, sería la primera vez que nos reuniríamos luego de meses sin estar todos en una misma habitación. No quería admitirlo, pero estaba ansioso, sobretodo porque les presentaría a Dante y moría por ver sus reacciones.

“¿Listos para mañana?” escribió Jessie al chat grupal el viernes por la noche.

“Derek y yo llegaremos un par de horas antes de lo acordado, volaremos toda la mañana.” Escribió Maia.

“Noah está que brinca de la felicidad, de no ser que no puede saltar.” Dijo Jeremy.

“¡Eso no es verdad!” Se quejó Noah.

“¿Se enteraron? Ángel llevará a su destinado al shower.” Informó mi supuesta mejor amigo.

“¿Es en serio?” Preguntó Derek.

“¡Por fin!” Celebró Maia.

“¿Hay alguien tan raro como él en el mundo?” Dudó Noah.

“Así que por fin vas a presentarlo…” Se burló Jeremy.

“Supongo que Jessie traerá a Carlie.” Supuse.

“¿Carlie?” Preguntó Maia.

“¿Quién es Carlie?” insistió Jeremy.

“La destinada de Jessie, amigos míos, ¿No les contó?” presioné.

“Quiero matarte, Ángel.” Amenazó Jessie.

“¿Solo tú puedes tener diversión? ¿No es eso un poco egoísta?” Me burlé.

“No, tienes razón, es injusto. Si, llevaré a Carlie.” Respondió ella.

“¡Todos emparejados! ¿Qué tan genial es eso?” Celebró Maia.

“Mucho para mí, al menos, ya no tengo que soportar sus burbujas de ‘Ignoremos a todos’.” Reclamé.

“Por supuesto, ahora tiene la suya propia.” Dijo Jessie.

“¿Ángel tiene su propia burbuja?” Preguntó Jeremy.

“¡Uf! ¡Si la tiene!” Dijo Jess.

“¡No la tengo!” me defendí.

“Cariño, no te mientas, yo he sido ignorada por esa burbuja.” Se burló Jessie.

“Como digas…” envié.

“¿Estás haciendo berrinche, Ángel?” Preguntó Derek.

“¡Claro que no!” reclamé.

“¡Que ternura! ¡Ángel está enamorado!” Escribió Maia.

Genial, estaba siendo molestado por la chica más tierna de este planeta.

“No es como te lo estas imaginando, Maia.” Dije.

“Si, si lo es. ¡Son una lindura!” Escribió Jess.

“¡Oh Dios! ¡Muero por verlos!” Maia estaba entusiasmada.

Como sabía que esto no iba a traerme ningún beneficio, decidí dejar de participar.

Cuando dejé mi teléfono a un lado de la cama, noté que Dante había estado mirándome todo el rato.

-¿Por qué ese ceño fruncido? –preguntó.

-Es tu culpa –sonreí con algo de malicia.

-¿Ah sí? ¿Cómo puede ser mi culpa si no he hecho nada desde hace horas?

-Jessie les dijo a todos que irías conmigo al shower de Noah, así que han estado molestándome por un rato.

-¿Molestándote?

-Ya conociste a Jessie, así que ya te la imaginaras multiplicada por cuatro.

Hizo una mueca graciosa que, supuse, quería representar horror.

-¿Tus amigos son como Jessie? –preguntó escandalizado.

Me reí.

-No todos, pero Jessie bien puede hacer que les sigan la corriente. Conmigo lo logra la mayoría del tiempo.

-Háblame de tus amigos.

-Noah es como un pequeño elfo gruñón, solo Jeremy puede calmarlo.

-Jeremy… ¿Es el que te acompañó a esa tienda?

Me sonrojé ante el recuerdo.

-¿Te acuerdas de eso?

-¿Cómo olvidarlo? Casi tuve un ataque cardiaco al no saber dónde estabas y tampoco conocía a ese chico.

-Sí, Jeremy me acompañó a la tienda, me llevé un poco de información innecesaria acerca de lo que esos dos hacen de puertas para adentro.

-Probablemente nada que yo no vaya a hacerte en algún momento del futuro.

Lo miré sorprendido y tragué en seco.

-Maia es una chica bastante dulce-continué-. Y Derek, su destinado, es bastante amable, aunque algo posesivo con ella.

-Los quieres.

Sonreí.

-Son mis amigos, por supuesto que los quiero, pero no se los digas, arruinarías mi reputación.

-No te preocupes, mis labios están sellados.

Dante me abrazó por la cintura y lo tomé como una señal de que quería dormir. Usualmente era yo quien dormía más, pero esta semana él llevaba la delantera, supongo que aún se sentía débil por estar enfermo, aun si habíamos logrado estabilizarlo. Lo cierto era que el malestar y las náuseas no habían retrocedido, pero Dante insistía en demostrar que estaba bien y que no necesitaba un médico, en cambio, comía lo que podía y tomaba dos litros de agua diarios, eso era lo que había logrado darle las fuerzas necesarias para levantarse de la cama.

Dante recibió el amanecer en el baño. Yo lo recibí arrodillado a su lado y frotándole la espalda mientras sostenía un vaso de agua para que pudiera enjuagarse e hidratarse.

-Deberíamos ir a ver a un médico, Dante –dije por enésima vez.

-Estoy bien, ya se pasará.

-¿Tienes plan funerario?

Me miró preguntándose si en realidad estaba bromeando. No lo estaba.

-No me voy a morir, Ángel, y esas bromas no son graciosas –dijo arrebatándome el vaso con agua.

Alcé las manos en rendición y no insistí más. Dante me informó que tenía una reunión en el trabajo más tarde esa mañana, pero insistió en que estaría a tiempo para la fiesta con mis amigos. Desayunamos algo de fruta y jugo y se marchó a la universidad, mientras que yo me quedaba solo en el apartamento, aprovechando el silencio para estudiar, pero terminé viendo películas en el computador luego de un rato.

Si seguía así, iba a perder hasta las horas libres.

Al almuerzo, pedí algo a domicilio por miedo a incendiar todo el edificio con mis inexistentes habilidades culinarias y me senté a comer mientras revisaba el animado chat. Derek y Maia seguían en el avión y Jessie ya había llegado a la ciudad con Carlie, pero no había podido enseñarle nada aun porque estaban almorzando con su familia. Jeremy y Noah habían salido a comprar ropa para ellos y habían terminado con un montón de juguetes y accesorios para su futuro hijo y sin nada que un adulto pudiese usar. Pero en general, la vibra del grupo era de expectativa, todos ansiábamos vernos de nuevo.

Luego de comer, me puse en serio a estudiar y logré terminar la temática de entrenamiento auditivo, guiándome por videos en la red. Intenté hacer un ejercicio de afinación con mi voz, pero aprendí que canto mejor con mi guitarra, sin ella simplemente no lograba coordinar mi garganta con la escala musical.

Cuando se acercaba la hora de la reunión, supe que era momento de una ducha, así que me bañé y vestí para poder llegar a tiempo. Supuse que una camisa casual, con jeans oscuros y mis botas estaban lo suficientemente presentables para el evento. Si no, igual no iba a poder cambiarme así que tendrían que timar las fotos de todas formas.

El reloj marcó las seis de la tarde y Dante no llegaba, así que tomé mi teléfono para escribirle un mensaje.

“¿Vienes?”

“Aún estoy en reunión.”

“Ya es la hora de la fiesta.”

“Lo siento, ¿Nos vemos allá?”

Me disgustó un poco, pero entendía que no era su culpa.

“Seguro, llegarás ¿Cierto?”

“No me lo perdería por nada. Ve en taxi, por favor.”

“No está muy lejos.”

“No discutas, Ángel, está empezando a oscurecer.”

“Vale, iré en taxi.”

“Nos vemos en un rato.”

Escribí una despedida corta y bajé para tomar un taxi. El local que habían escogido, quedaba en la zona central a unos minutos del edificio, así que me relaje y me dedique a mirar por la ventana. Cuando estábamos por llegar a mi destino, me fijé en una tienda infantil del sector central y caí en cuenta de que no había comprado nada para el futuro recién nacido, así que le pedí al conductor que me dejase allí para tener la oportunidad de llevar un regalo. Pagué al taxista y entré a la tienda, que estaba llena de colores pasteles y objetos extremadamente pequeños y curiosos. Una empleada se acercó a mí para ayudarme con mis compras y le expliqué lo que quería, así que me aconsejó un peluche, algo que le duraría por mucho más tiempo que la ropa, puesto que los bebés crecen a un ritmo acelerado durante los primeros meses. Estuve de acuerdo y escogimos un pequeño oso de felpa de color marrón con un lazo azul en el cuello bastante suave al tacto, esto de seguro le gustaría. Pagué el pequeño regalo y ella me hizo el favor de envolverlo en un plástico transparente que dejaba ver el juguete con un lazo multicolor que decoraba el empaque. Ya tenía mi regalo. Salí de allí y sentí mi teléfono vibrar antes de doblar la esquina que me reuniría con mis amigos, así que me detuve para ver qué pasaba.

“Te estamos esperando.” Decía el mensaje de Jessie.

“Estoy cerca.” Respondí.

Guardé el teléfono en mi bolsillo y me disponía a seguir con mi camino, cuando una voz aguda chilló a mis espaldas.

-¡Es él!

De seguro no debía de ser conmigo, así que la ignoré y continué, pero no alcancé a dar un paso cuando un golpe en mi pantorrilla me hizo detenerme.

-¡¿Qué demo…?!

Me giré a tiempo para escuchar el zumbido que precedió el impacto a mi bajo vientre, dejándome sin aire al instante. Me doblé por el dolor, pero no se detuvo ahí. Un golpe en mi espalda me derribó al suelo y, al caer, volvieron a golpear mi abdomen. No eran golpes a mano limpia y recordé lo que Julián había dicho, estaban armadas. Intenté mirar a mis atacantes, pero todas llevaban la cara cubierta y ni siquiera podía ver sus cabellos. Era imposible identificarlas. Abrí la boca para gritar por ayuda, necesitaba a alguien, pero me callaron con un puñetazo. Tenía que salir de allí. Gateé para librarme de ellas pero volví a caer por un golpe en el costado. Tosí y el sabor metálico inundó mi boca. Otro golpe más en mi abdomen y sentí la bilis quemarme la garganta.

Iba a morir aquí, a unos metros de mis amigos. Quizás Dante ya habría llegado al local y se estaría preguntando donde estaba. A lo mejor y Jessie estaría haciendo bromas sobre mí, sin saber que estaba a solo unos pasos de ella. No tendría oportunidad de conocer al hijo de Jeremy y Noah.

Las oía hablar entre ellas, festejando que habían logrado corregir a otro anormal. Como habían atrapado al que frustró su objetivo anterior. Como habían obtenido su venganza. Las escuchaba llamarme nombres como “aberración” o “copia barata de una mujer”, cosas que no tenían sentido alguno para mí, pero que parecían llenarlas de júbilo.

Otro golpe en el costado y vomité en el asfalto algo rojo. Me estaba desangrando. Un porrazo en mi estómago de nuevo y sentí mis pantalones humedecerse. Algo estaba roto dentro. Si no me encontraban ahora, de seguro iba a morir. Estaba siendo asesinado. Me arrastré como pude, pero no lograba avanzar más que unos pocos centímetros y cada esfuerzo era como si me acuchillaran con mil dagas a la vez. Mi visión era borrosa y me costaba respirar, cada bocanada de aire quemaba a su paso y me desgastaba cada vez más. Faltaba poco para doblar la esquina, tal vez si me asomaba un poco, tal vez…

Me impulsé hacia adelante, un último intento y aun podría salvarme. Un último intento y podría vivir.

Cuando me asomé a la siguiente calle, mi visión estaba ya cubierta por puntos que me impedían ver cualquier cosa que estuviese frente a mí.

-¿Ángel? –Esa voz…conozco esa voz-¡Ángel! ¡Dios mío! ¡ANGEL!

Un impacto en la sien y todo se volvió negro.

Notas finales:

N/A: ¡Hola! Gente que probablemente esté deseando asesinarme.

Solo puedo decir que...se vienen cosas peores, asi que guarden ese instinto psicopata para despues.

Es increible como la adrenalina me atacó cuando escribia este capitulo, la parte final para ser mas exactos. ¡Dios! Como dolió hacerle eso a Angel, pero era parte de la historia y era necesario, ya estaba planeado asi y no podia echarme para atras. Nunca pensé que iba a ser tan duro.

Con esto confirmo que quedan tres capitulos mas y el epilogo para terminar con la que, probablemente, ha sido mi mejor historia y mi mayor proyecto artistico hasta ahora y, la verdad, tengo muchos sentimientos encontrados porque nunca habia llegado tan lejos.

Estaré actualizando, espero, los siguientes capitulos pronto, asi que estén atentos.

Nos leemos despues.


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